martes, 30 de abril de 2013

Los rebeldes vuelven a golpear en la capital de Siria

El régimen de Bachar Al Asad sufre dos atentados en el corazón de Damasco
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Este lunes el primer ministro sirio, Wael Al Halqi, sobrevivió a un ataque contra el convoy de automóviles en el que se trasladaba. En el distrito occidental de Mazzeh, la explosión causó varias victimas civiles pero el mandatario escapó ileso. 24 horas después ocurrió otro atentado en el que murieron 13 personas en una de las principales avenidas de la capital, Damasco. Ambos ataques se producen luego de la ofensiva del Ejército de Al Asad para recuperar bastiones en manos de sus opositores.
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En las últimas horas un coche bomba estalló en la hora pico en un barrio comercial e histórico provocando varios muertos y 70 heridos, muchos de ellos actualmente en estado crítico. El evento se produjo luego que el día anterior el régimen sufriera un ataque a Al Halqi, jefe de gobierno nombrado en agosto de 2012 tras la renuncia de Riad Hijab, por la represión contra la rebelión. No se producía un atentado de este tipo contra altos dirigentes desde julio de 2012 cuando la oposición mató a cuatro altos representantes de los servicios de seguridad. La explosión del lunes fue en Mazzeh, una zona donde se concentran las principales oficinas del gobierno y numerosas residencias de militares. El ataque supone la recuperación de las redes rebeldes cercanas al régimen. Semanas atrás en dicho distrito, el Frente Al Nusra asesinó al responsable gubernamental para la emergencia de civiles. Los avances del Ejército sirio en distintas ciudades, causando alrededor de 40 puntos de enfrentamiento, obliga a la oposición a golpear a través de atentados para contrarrestar la lucha.  

En el último tiempo las tropas de Al Asad ganaron una importante batalla para obtener el control de Otaiba,  localidad crucial para las vías de suministro de armas y alimentos de los rebeldes. Los ataques entre leales y detractores del régimen se han acrecentado, incluso con la denuncia del uso de armas químicas. En marzo Damasco solicitó al Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, la investigación a los rebeldes, sin embargo han bloqueado la llegada de 15 inspectores que esperan en Chipre para poder ingresar al país. Informes de varios países, principalmente de Francia y Gran Bretaña, aseguran que el régimen sirio empleo gas sarín. La Coalición Nacional Siria se adhiere a esta afirmación y denuncia un ataque con armas químicas en Saraqeb, al norte del país, cerca de la frontera con Turquía. Testigos aseguran que al paso fronterizo llegaron refugiados con casos de asfixia por gases y que serán sometidos a exámenes médicos. La principal alianza de oposición se mostró dispuesta a recibir expertos para explorar en las zonas liberadas.

El riesgo de entrar en un callejón sin salida

Los británicos, a través del primer ministro David Cameron, aseguraron que el uso de armas químicas implica un crimen de guerra. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, optó por la necesidad de más pruebas para no repetir el mismo error que en Irak.  El canciller de Francia declaró que hay indicios que las armas pudiesen haber sido aportadas por ingleses y americanos. Rusia, otro actor clave, lanzó la advertencia que el argumento de la búsqueda de armas de destrucción masiva pueda ser utilizado como pretexto para derrocar a Al Asad. El Ministro de Información de Siria aseguró que aunque se dispongan de este tipo de armamento, el mismo no será utilizado. Los choques abiertos entre leales y detractores al régimen han recrudecido la guerra, que desde marzo de 2011 ya se cobró 70.000 muertos y cinco millones de refugiados. El enfrentamiento, causado por la violencia represiva de Al Asad contra las protestas pacíficas, parece no tener fin. La oposición, dividida entre el Ejército Nacional Sirio y el Frente Al Nusra – que juró lealtad a Al Qaeda -, acusó a las milicias gubernamentales de aniquilar más de 80 personas la semana pasada.

Desde comienzos de 2013 las detenciones de contrarios al régimen de Al Asad en Damasco se acentuaron, buscando frenar la capacidad de los insurgentes para infiltrarse en los círculos de poder. El carácter no uniforme de los opositores creó un exceso de precaución por parte de occidente, que se abstiene a una acción militar ya que implicaría movimientos complejos y mucho riesgo. Armar a los rebeldes también es peligroso debido a que no se observa el compromiso de estos con la democracia y los Derechos Humanos, mucho menos de los extremistas islamistas. Un ataque aéreo masivo como ocurrió en Libia podría derrotar al ejército de Al Asad pero las consecuencias podrían ser parecidas a la situación en Irak. La OTAN aclaró que no tiene intención de entrometerse en esta guerra y se resiste, aún frente a las pruebas que mostró Israel con respecto al uso de armas químicas. La utilización de este tipo de armamento sería una invitación a la intervención occidental pero ¿alguna nación asumirá el riesgo?

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