En un discurso ante el
parlamento el mandatario anunció el comienzo de un nuevo diálogo nacional
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Este lunes el presidente de Sudán, Omar Hasan Al Bachir, comunicó
la puesta en libertad de todos los presos políticos del país. La medida busca
preparar el diálogo entre todos los partidos para redactar una nueva
constitución. El mandatario se comprometió a proteger las libertades públicas
invitando a todos sin excepciones a participar en el proceso político, incluso a los grupos
armados. En una entrevista la semana pasada, Al Bachir informó que
no se presentará a las próximas
elecciones presidenciales previstas para 2015.
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El anuncio de la liberación de los presos políticos se enmarca
dentro de una serie de pasos adoptados en las últimas semanas que buscan la
distensión del país. El régimen musulmán
de Al Bachir, llevado adelante por su Partido
del Congreso Nacional, intenta superar la inestabilidad política histórica
de Sudán a través de la elaboración de una nueva Carta Magna. Su gobierno ha
perdido fuerza en los últimos años por la caída de los ingresos por petróleo causados
por la secesión del sur. Al Bachir, ganador de los comicios en 2010 boicoteados por la oposición,
viajará a Sudán del Sur para reforzar los lazos bilaterales. Este será su
primer viaje al vecino país desde la independencia de este último. Ambas
naciones firmaron en marzo convenios para reanudar la producción y exportación
de petróleo. Los tratados de Adis Abeba
también dan inicios a los acuerdos de seguridad, el desarrollo de una zona
desmilitarizada y la renuncia al apoyo de grupos rebeldes.
La desigualdad y exclusión histórica en el país generaron la
marginación de las zonas periféricas de Sudán causando diversos dolores de
cabeza al gobierno de turno. El año pasado, debido a las carencias de la
población, se registraron protestas de
diferente intensidad para pedir la caída del régimen de Al Bachir, las
cuales fueron reprimidas por las autoridades. Dos son los frentes que se
abrieron en la última década. El primero se debió a la revuelta de las minorías
africanas no árabes en la región de Darfur.
En 2003 los rebeldes atacaron al
gobierno de Jartum, capital del país, acusándolos de oprimir a la población
negra en favor de los musulmanes. Al Bachir respondió con una dura represión
militar que el Tribunal Penal
Internacional de La Haya catalogó como de limpieza étnica. El segundo
conflicto que afrontó el gobierno es el histórico enfrentamiento con el
sur. Dicha guerra finalizó en 2005 tras la firma de un acuerdo que
estableció la autonomía por seis años y la secesión en 2011, creándose Sudán del Sur. En enero de aquel año,
una mayoría aplastante del 98% de los sudaneses del sur votó la separación de
estas regiones católicas y animistas.
Cambio de líder para ingresar en una nueva fase del país
La guerra civil en el
sur de Sudán comenzó en la década del cincuenta, incluso antes de la independencia del país. Británicos y egipcios
dejaron un Sudán que se embarcó en un duro conflicto hasta 1972. El
enfrentamiento entre el gobierno y los estados del sur se retomó diez años después.
En 1989 un golpe de estado trajo la caída de Sadiq
Al Mahdi, líder del Partido Umma y ganador de las últimas elecciones
multipartidistas. El suceso derivó en el nombramiento de Al Bachir como líder de Sudán,
que en su condición de hombre fuerte de la junta militar fue designado
presidente en 1993. Este gobernante que lleva veinte años en el poder es
acusado y posee dos órdenes de arresto por genocidio, crímenes de guerra y
crímenes contra la humanidad por los sucesos de Darfur. Debido a ello el
gobernante solo se moviliza por los países de la Unión Africana, los cuales se comprometieron a no arrestarlo.
Mientras tanto el mundo sigue observando como este genocida gobierna
tranquilamente su país, incluso entablando relaciones con las naciones vecinas
y firmando diversos tratados económicos.
Sudán era el país más
grande del continente africano hasta la secesión del Sur. Las divisiones
históricas internas no solo envuelven temas religiosos, como la rivalidad de
musulmanes y las etnias negras, sino que también se deben a los recursos
naturales, principalmente el petróleo y el agua. Esto también implica intereses de potencias
como China que se observan en el apoyo brindado a Jartum para la
construcción de refinerías. El gigante asiático es el principal receptor del
crudo sudanés. Una salida pacífica a los conflictos fronterizos con Sudán del Sur es
fundamental debido a que los oleoductos atraviesan el territorio norte. La renovación del gobierno en
Jartum es clave para cambiar las caras de las negociaciones y que no compartan
la mesa antiguos rivales de guerra. La preparación de un ambiente que garantice
las libertades de todos los individuos y grupos del país deberá finalizar con la
celebración de unas elecciones multipartidistas en 2015 que den un vuelco
histórico a Sudán.
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