jueves, 2 de mayo de 2013

Tragedia made in Bangladesh

Semanas atrás la nación asiática vivió el peor accidente industrial de su historia
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El 23 de abril se produjo el derrumbe de un edificio que albergaba fábricas textiles causando cientos de muertos, la mayoría de ellos obreros. La industria textil creció rápidamente en los últimos años, dándole trabajo a alrededor de 4 millones de personas en 200.000 instalaciones manufactureras. Los desastres, como el sucedido en la capital Dacca, ponen en debate la exigencia de una administración eficaz que inspeccione y ordene el sector para que no se produzcan este tipo de accidentes.
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Los trabajos de rescate continúan nueve días después de un derrumbe que ya tiene confirmadas más de 400 víctimas. El edificio de ocho pisos, denominado Rana Plaza, albergaba más de 2.000 personas entre talleres, mercado y tiendas de electrónica. La Policía Industrial acusó a los dueños de ignorar las grietas del edificio y no paralizar las operaciones. Los sobrevivientes a la tragedia culparon a los capataces de obligarlos a trabajar cuando los trabajadores se negaban a ingresar al local en esas condiciones. El propietario Sohel Rana había construido ilegalmente tres pisos más, incrementando la carga y peligrando la fragilidad de la estructura. Los talleres textiles pertenecían a compañías internacionales como Primark, El Corte Inglés, Bon Marche, entre otras, que manufacturan prendas de vestir y tienen como clientes firmas conocidas: Wal-Mart, Benetton y Disney. Algunas de estas empresas ya anunciaron indemnizaciones para las familias de los fallecidos. Los edificios en donde se instalan estos talleres no poseen ventilación, carecen de extintores y de escaleras de emergencia. Allí los trabajadores (principalmente mujeres provenientes de zonas rurales) trabajan 54 horas a la semana sin agua potable y cobrando alrededor de 30 euros al mes.

Días después de la tragedia otras fábricas fueron asaltadas por los trabajadores y permanecieron cerradas durante ocho días. Las manifestaciones del 1° de mayo exigieron cambios y pena de muerte a los implicados en el accidente del 23 de abril. Ante ello la Policía tuvo que dispersar a la población con gases lacrimógenos, cañones de agua y balas de goma para poder mantener el orden. El derrumbe del edificio no fue un caso excepcional en Bangladesh. La nueva tragedia se produce cinco meses después del incendio en una fábrica que causó 111 muertos. En el último año se produjeron 700 sucesos de este tipo; los números de muertos y heridos parecen los de un conflicto armado. Empresarios corruptos como Sohel Rana abundan en el país, ya que las inspecciones gozan de un trato favorable en este tipo de industrias. La política está muy relacionada con el rubro textil, muchos diputados son propietarios de fábricas y un gran sector del Parlamento tiene interés en este sector. En el caso de Rana, detenido cuando intentaba huir hacia la India, es un dirigente local del partido gobernante Liga Awami.

La necesidad de una presión externa para lograr grandes cambios

Las multinacionales han arribado al país en la década del ochenta, tras la creación de las zonas de procesamiento de exportaciones, en donde no hay una legislación laboral firme y gozan de flexibilidad, tanto en alquileres como en el mantenimiento de las infraestructuras.las empresas. Estas marcas que pagan bajos salarios poseen exenciones fiscales y la posibilidad de importar materiales sin aranceles. Los débiles sindicatos denuncian las condiciones y abusos pero no logran cambiar la situación. En el último tiempo se han sucedido manifestaciones de trabajadores para reclamar aumentos de sueldos sin mayores consecuencias. El gobierno mira para otro lado y sólo actúa cuando se producen este tipo de catástrofes; en este caso se destituyó al alcalde del municipio, acusándolo de negligencia e inacción. Esta nación asiática de  160 millones de personas necesita de su industria textil para salir de la pobreza, debido que la misma genera el 80% de las exportaciones. Únicamente superado por China y desbancando a Vietnam, el sector manufacturero de Bangladesh es de los más importantes del mundo.

El desastre ocurrido en este país densamente poblado e independiente desde 1971, pone de manifiesto la situación de los talleres miseria. La industria textil supone el motor de crecimiento de un producto bruto interno que se expande al 6%. Las condiciones laborales y la falta de seguridad han levantado críticas contra las autoridades de la nación asiática y las multinacionales que operan allí. Las ONGs reprochan la corrupción del poder local mientras que el gobierno de la primera ministra Sheij Hasina reclama la responsabilidad social corporativa de las compañías internacionales. Desde el exterior se busca estimular barreras comerciales por las pésimas condiciones de trabajo. La Unión Europea, primer mercado de las manufacturas, amenaza con retirar el acceso preferencial, imponiendo también presión a las empresas para que fabriquen en condiciones más dignas. La actitud de los consumidores también puede ayudar a ejercer presión, como ocurrió en otras industrias en distintos lados del mundo. La muerte de casi 500 personas vuelve a poner el tema en el tapete, sin embargo la noticia con los días pasará y la situación se mantendrá igual en Bangladesh. 

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