sábado, 8 de agosto de 2015

A la guerra pero juntos

Nueva Zelanda es rugby. Rugby son los All Blacks. Y los All Blacks son el Haka. Pero detrás de esa pasión y esos alaridos hay algo mucho más fuerte: la muestra viva de una fusión cultural extraordinaria

Los bares repletos y la multitud alborotada frente a las pantallas gigantes, siempre con una cerveza en la mano, son una señal de que los guerreros de camiseta negra están en la cancha. El transporte público gratuito para llegar al escenario donde juegan los All Blacks asegura que los turistas lo tengan como una actividad obligatoria. Las ciudades anfitrionas se revolucionan y los espectadores revientan los estadios.
El momento más emocionante de la noche se vive antes de comenzar el partido, cuando se ejecuta la obra que todos los espectadores quieren presenciar. El público forma parte de una especie de ritual cuando los guerreros neozelandeses se acercan a la mitad de la cancha. Un silencio aturde en el coloso y el capitán dirige a sus soldados, que se encorvan y golpean los muslos y el pecho, al ritmo de esta danza de guerra tribal que cantan a gritos. Los flashes de las cámaras se multiplican en las tribunas mientras los jugadores entran en trance al entonar el “¡Ka mate! ¡Ka mate! ¡Ka Ora! ¡Ka Ora!”.
La danza maorí Haka es reconocida a lo largo y ancho del mundo por ser un ícono de los All Blacks, equipo nacional de rugby de Nueva Zelanda. Creada en 1810 por el jefe de la tribu Ngati Toa, el Ka Mate es una demostración de orgullo, fuerza y unidad. Utilizada por los guerreros maoríes cuando se enfrentaban al enemigo, con el fin de intimidarlos, hoy recorre el planeta a través de la selección número uno del International Rugby Board. Este deporte es como una religión en Nueva Zelanda, por todo lo que implica esta selección y también por ser la principal herramienta de marketing del país.
Una pista de la identidad nacional

El conquistador elimina a los nativos, cambia los nombres de sus ciudades, redistribuye sus tierras, establece una nueva imagen nacional, pone fecha de “descubrimiento” y borra el pasado. Esa es la regla de las conquistas del mundo. Y Nueva Zelanda es la excepción que la confirma.
El himno de Nueva Zelanda se canta en dos idiomas. El Haka atraviesa los estratos sociales y los colores de piel. La sociedad es una sola cuando la ovalada se pone a picar. Pero no se trata de un paréntesis en la realidad del país, sino otra prueba de su gran inclusión social.
Google Maps parece hackeado. Hacer zoom en Nueva Zelanda resulta confuso. El país de bandera azul con estrellas rojas, como la de Gran Bretaña y de Australia, tiene ciudades con nombres que no pueden ser en inglés. Whangarei, Tauranga y Whakatane no deberían convivir con Christchurch, Wellington o Queenstown, pero parece que sí. El mapa del país más aislado del mundo transmite su historia y su cultura ni bien se bosqueja un viaje por sus tierras; es la prueba visible de una armonía social casi perfecta.
Esta doble influencia también se aprecia al aterrizar: las azafatas de la aerolínea entregan los formularios migratorios y, además de en inglés, están escritos en idioma maorí. A continuación, por todos lados se escucha Haere Mai, que significa bienvenido en la (otra) lengua oficial de Nueva Zelanda.
Sus islas son resultado de la fusión de una cultura predominantemente británica y el legado de las tradiciones indígenas ancestrales de la región. Olvidados durante un siglo, los maoríes recuperaron ciertos derechos en las últimas cinco décadas y en la actualidad se encuentran incorporados a la sociedad de forma plena.
Un hombre alto, robusto de piel color café con leche, pelo oscuro y labios carnosos, atiende la biblioteca pública del centro de Auckland, la ciudad más grande del país. Si el hecho de tener tatuajes fuera un obstáculo para acceder a un puesto laboral en Nueva Zelanda, el número de desocupados sería récord mundial. Pero en el país no importa la cantidad ni la ubicación; el bibliotecario tiene muchos y sobresalen los del mentón y las mejillas.
Aotearoa, que significa “tierra de las grandes nubes blancas” en maorí y es la denominación indígena de Nueva Zelanda, tiene pobladores nativos de 56 tribus distintas entre sus 4,5 millones de habitantes. Si bien el censo de 2013 determinó que los maoríes representan el 15% del total de neozelandeses, la influencia de estos aborígenes es mucho mayor. La minoría más grande del lugar tuvo un papel protagónico en la historia, juega un rol clave en el presente y constituye un pilar de la identidad del país.
Un hueso duro de roer

Maorí quiere decir “originario del lugar” y su significado no es en vano; la fuerza con la que estos indígenas defendieron su tierra contra los pakeha (aquel que viene de fuera del lugar) es llamativa. Tanta tradición y fuerza física llevaron a que los maoríes intentaran resistir la llegada de la Marina Real Británica con toda su potencia. Y el lado invasor lo sintió. Además de pelear y afectar al adversario con bajas considerables, intentaban negociar acuerdos para finalizar la batalla. La colonización europea no fue sencilla y esa es la principal razón por la que hoy conviven ambas civilizaciones, a diferencia de las demás tribus indígenas de la región, como las del territorio australiano, que son minorías completamente marginales y sus condiciones están lejos de cambiar.
La llave de la actual convivencia entre el pueblo indígena maorí y la población de origen europea fue el Tratado de Waitangi, firmado en 1840, en el que representantes de la reina Victoria y 500 jefes nativos acordaron la paz. El documento fundacional establecía que los británicos tendrían cierta autoridad sobre el territorio y si bien se hablaba de convivencia, los intereses europeos y los del pueblo local provocaron choques constantes. Se estima que entre la represión y las guerras de las primeras cinco décadas, los maoríes perdieron a la mitad de sus integrantes.
Las condiciones en las que se alcanzó el tratado fueron muy polémicas. Durante décadas, a raíz de que los indígenas firmaron algo que no sabían leer y que no significaba lo que les tradujeron, el pueblo maorí se ubicó en una posición poco privilegiada: perdió sus tierras y se empobreció de forma notoria. Sin embargo, a mediados del siglo XX la situación empezó a cambiar.
La creación del Ministerio de Asuntos Maoríes en 1947 tuvo como objetivo la corrección de las injusticias históricas que sufrieron los maoríes y buscó integrar esta población al sistema de salud y de educación, para poder acortar la brecha socioeconómica. En los años de 1960, además, el cambio en materia de integración y reconocimiento de la cultura maorí pasó de las declaraciones a los hechos y hubo modificaciones sustantivas en el desarrollo político, económico y social de esta minoría neozelandesa.
El tribunal de Waitangi, creado en 1975, escuchó las protestas de las tribus maoríes con respecto a sus tierras ancestrales, lo que dio comienzo a un proceso revitalizador de la cultura e idioma maoríes que tuvo como punto de inflexión la Ley de la Lengua Maorí (1987), que la establece como idioma oficial junto al inglés. En la actualidad, existen planes de inserción y apoyo a iniciativas productivas, principalmente en el turismo y la actividad forestal. El gobierno entendió que lo bueno para los maoríes era bueno para Nueva Zelanda.
Tradiciones vivas

Una ciudad de la isla norte de Nueva Zelanda llamada Rotorua es la sede principal de la cultura maorí en estado vivo. Este poblado de 60 mil habitantes (mayoritariamente maoríes) emana una vibra especial y contagia una mística ancestral. No es extraño caminar por sus calles y ver erupciones de agua y vapor como si salieran de la boca de un volcán. Un aroma particular a azufre (bastante feo) inunda la zona y abundan las piscinas de lodo, baños de aguas termales y los centros de reunión típicos de la tribu: todos decorados con muñecos de ojos bien abiertos y lengua afuera (gesto de guerra utilizado para intimidar al enemigo).
Rotorua es considerada el centro de la cultura turística maorí y un tour por el pueblo indígena muestra la diversidad de sus tradiciones. Al llegar, los guías saludan a los extranjeros con el hongi, el equivalente a estrechar las manos en el mundo occidental pero con una mayor cercanía corporal. Las personas se ponen cara a cara, nariz con nariz, para mostrar afecto, amor y proximidad; la tradición dice que así, respirando juntos, se consigue el ha (aliento de vida), y se establece un nexo de unión. El tradicional saludo maorí es una costumbre conocida en el mundo y las fotografías del rey de España junto a un indígena kiwi (otra forma de denominar a los nativos de Nueva Zelanda, porque así se llama su ave nacional) estuvieron presentes en las portadas de los principales diarios europeos.
El paseo continúa y es hora de ver el hangi, comida cocinada en un horno de tierra. Se trata de un método antiguo de cocción maorí, que implica cocinar alimentos en pozos calientes, resultado de los vapores que ascienden desde el suelo. Así se suelen preparar los platos de cerdo, pollo y papas que los maoríes comen con tanta frecuencia. La principal virtud de este método es que la comida nunca se pasa de cocción: si un alimento necesita tres horas y lo dejan dos días, al sacarlo sigue en el punto exacto para servir.
El recorrido también incluye la visita a los marae, una especie de templo y sala de reunión para los maoríes. En estos predios, pertenecientes a una determinada tribu, se establece una comunidad que, si bien no vive permanentemente allí, suele quedarse a dormir en ocasiones especiales. La sala más sagrada es el wharenui, la cual arquitectónicamente representa un cuerpo humano y está llena de tallados que referencian al pasado de la tribu. El arte maorí además es un tesoro que evidencia sus habilidades técnicas.
Durante el día, también hay muestras de baile y momentos para comprar suvenires pero resulta inevitable que surja el tema de los tatuajes, muestra pictórica móvil de la herencia y cultura de estos aborígenes. En el pasado significaban la historia de cada persona pero en la actualidad están extendidos y los diseños maoríes, en su mayoría de forma espiral, también se utilizan por motivos estéticos. El moko era el tatuaje facial con el cual el maorí se distinguía y referenciaba a su clan; los hombres maoríes se realizaban tatuajes en la cara, los muslos y las nalgas, mientras que las mujeres los llevaban en los labios y debajo de la boca hasta el mentón.
Nueva Zelanda se cuestiona el pasado y busca consolidar una identidad propia, que se palpa en cada rincón del país. El legado maorí y sus costumbres son parte de esta nación y cada día son más reconocidos.

En la actualidad los maoríes mantienen sus reuniones a nivel de tribu para discutir sus principales preocupaciones. Además tienen presencia en el Parlamento de Nueva Zelanda. La voz política fue clave para regenerar su riqueza económica y bienestar social. Hoy en día, el Partido Maorí forma parte de la coalición de gobierno encabezada por el Partido Nacional, lo cual permite que las comunidades influyan en las políticas del país.
Un pabellón en cuestión

La cultura neozelandesa sobrepasa el legado británico. La mezcla de tradiciones tiene como resultado una identidad propia e incluso un deseo de mostrar las diferencias con el pasado colonial. Tal es así, que el primer ministro kiwi, John Key, realizará una consulta popular para cambiar la bandera del país.
El actual pabellón es azul y tiene en su esquina superior izquierda la Unión Jack (combinación de los símbolos de los santos patrones y actual bandera del Reino Unido) y a la derecha la Cruz del Sur (estrellas rojas con bordes blancos). Si bien la bandera de Australia (el hermano mayor) difiere por la cantidad y tipo de estrellas, la confusión es frecuente y representa una de las principales críticas que llevaron a esta votación.
El primer referéndum tendrá lugar a fines de 2015 y decidirá entre tres o cuatro diseños de bandera, que serán elegidos por un panel de expertos integrado por legisladores de todos los partidos. El primer ministro ya se manifestó a favor de la enseña negra con una hoja de helecho de color plata, presente en varios símbolos nacionales pero mundialmente conocida por ser el emblema de los All Blacks.
La extraña promesa electoral de Key, quien argumenta que Nueva Zelanda ya no está dominada por el Reino Unido, se completaría con una segunda consulta en abril de 2016, cuando se decida a nivel popular por la propuesta nueva o la actual. Más allá de lo que pueda ocurrir (las encuestas se muestran muy volátiles), el hecho es significativo por sí mismo.

Nueva Zelanda se cuestiona el pasado y busca consolidar una identidad propia, que se palpa en cada rincón del país. El legado maorí y sus costumbres son parte de esta nación y cada día son más reconocidos. Ambas tradiciones, la británica y la aborigen, conservan sus raíces pero se han mezclado de tal manera que hoy conforman una nueva raza. Las tribus indígenas han visto su papel limitado a ser quienes habitan las tierras por primera vez y las explotan hasta que llega una fuerza superior que los extermina o diezma al punto de dejarlos imposibilitados de luchar. Los relegan a su condición de minoría que se queja. Las reacciones ante estas protestas varían en cada caso pero casi siempre se limitan a subsidios económicos con los que el gobierno “lava” sus culpas colonizadoras. No son muchos los casos en los que las tribus indígenas tienen una importancia cultural relevante. Pero los hay y les hacen bien a los países que pasan ese límite. Nueva Zelanda es una prueba de ello.

jueves, 30 de abril de 2015

Restablecimiento de las misiones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos

El 17 de diciembre de 2014 no fue un día cualquiera. Medios de comunicación anunciaban el final de una era y el comienzo de una nueva etapa. Títulos informativos sobre “el fin de la Guerra Fría en América” coparon los portales de innumerables páginas web. El objetivo que plantea este artículo es analizar el anuncio del restablecimiento de las misiones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, las repercusiones que tuvo el significante hecho, los avances de los primeros meses del 2015 y las perspectivas a futuro.

Dos anuncios, uno en Washington y otro en La Habana, dieron un gran paso hacia el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, quebradas desde 1961. En un discurso desde la Casa Blanca, el presidente norteamericano, Barack Obama, reconoció el fracaso de las políticas de su país con respecto a Cuba. Remarcó que el aislamiento no ha funcionado y por ello pidió un debate honesto en el Congreso sobre el fin del embargo comercial a la isla. Paralelamente en la capital de Cuba, el presidente de dicho país, Raúl Castro, afirmó que las partes se habían comprometido a adoptar medidas para mejorar el clima bilateral pero que ello no significaba que el principal problema, el bloqueo económico, comercial y financiero, se haya resuelto.

Las comunicaciones se dieron horas después de que se concretara un intercambio de presos. Cuba liberó al contratista estadounidense Alan Gross, que llevaba más de cinco años de prisión en Cuba y a un espía de nacionalidad cubana que trabajaba para Estados Unidos y estaba preso desde hace veinte años. En el intercambio el gobierno norteamericano liberó a tres espías cubanos que estaban detenidos en Estados Unidos. El acuerdo es fruto de una negociación de más de un año que tuvo al Papa Francisco en un rol central y que se cerró con una conversación telefónica entre Barack Obama y Raúl Castro. Sin embargo más allá de los anuncios, el poderío del Partido Republicano en el Congreso es clave en el entendimiento de la relación entre Cuba y Estados Unidos, debido a que Obama no puede levantar el embargo por sí solo, debido a que para eliminar algunas sanciones se necesita la aprobación del Poder Legislativo.

Los anuncios fueron importantes ya que hasta el momento los intentos de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos habían fracasado, tanto por las presiones del exilio cubano para no realizar concesiones con la dictadura de los Castro, la detención de Alan Gross o por el desinterés de Cuba de perder el argumento del embargo como causa de los males del país.

Primeras repercusiones de los anuncios

El presidente Obama declaró que el cambio de política no implica abandonar la bandera de los derechos humanos y la democracia en Cuba, sino la búsqueda de una nueva estrategia a través de la apertura. En este sentido insistió en la importancia de las medidas facilitadoras del comercio y los viajes, lo cual puede hacer circular ideas que terminen desencadenando en cambios políticos en la isla. Además desde la Casa Blanca se insiste en que la apertura hacia Cuba es cuestión de interés nacional porque genera tensión con el resto de los vecinos de América Latina.

Raúl Castro elogió el gesto de Obama remarcando que la decisión merece el respeto y reconocimiento. La euforia oficialista cubana incluyó pasajes de diálogo como la propuesta de convivir en forma civilizada. En su discurso en la Asamblea el 20 de diciembre, Castro reconoció que la lucha para acabar con el bloqueo será larga y que necesitará continuos reclamos internacionales y de la sociedad estadounidense. En su alocución, Raúl Castro afirmó que estará presente en la séptima cumbre de las Américas y pidió respeto a Estados Unidos sobre el sistema comunista cubano.

Una de las primeras voces contrarias a los anuncios fue la del senador republicano Marco Rubio, hijo de cubanos, quien prometió realizar lo posible para bloquear el intento peligroso del presidente Obama de “abrillantar su legado a expensas del pueblo cubano”10. Sin embargo los tiempos han cambiado en el exilio cubano en Miami. Una encuesta elaborada en junio de 2014 por el Instituto de Investigación Cubano de la Universidad Internacional de Florida, expresó que la mayoría de la comunidad cubana pedía levantar el embargo a la isla. Un 52% se manifestó a favor, ocho puntos porcentuales más que en 2011.

El sondeo se realizó un mes después de que personalidades políticas, empresarios y ex cargos militares pidieran al presidente Obama una atenuación en el embargo. También la opinión se recabó luego de que una delegación de la Cámara de Comercio de Estados Unidos viajara a La Habana para conocer las reformas económicas que lidero Raúl Castro y las oportunidades que se podían presentar.

Dentro de la disidencia cubana hubo reacciones distintas a los anuncios de Obama y Castro. Existieron opiniones que consideran positivos los acuerdos que facilitan los cambios políticos necesarios y apelan a futuros pasos concretos en relación a los derechos humanos. Pero también están aquellos que consideran un error de Obama el darle oxígeno a la dictadura cubana. En la isla celebraron la excarcelación de los presos más simbólicos y esperan con ansias de cómo puede cambiarle su situación el posible levantamiento del embargo. La expectativa es que haya más comercio y turismo relataron los ciudadanos a las agencias internacionales.

Por otra parte, la periodista y crítica del régimen castrista Yoani Sánchez expresó que con estos anuncios el castrismo había ganado y que se esperaban largas semanas en las cuales el gobierno de Cuba se proclamaría vencedor de la última batalla entre ambos países. En un artículo publicado en la web 14 y medio, cuestiona cuál será el próximo paso de La Habana una vez producido el intercambio de presos y por ende solucionado el principal obstáculo para el restablecimiento de las relaciones.

Desde los países de América Latina se aplaudió la decisión de Estados Unidos tanto por parte de los aliados de Washington como de aquellas naciones que tienen relaciones más tensas con la potencia del norte. Sin embargo la unanimidad no se reflejó en la Organización de Estados Americanos donde ante la posibilidad de emitir un comunicado afloraron viejas divisiones. La Cumbre de las Américas, que se realizará en Panamá en abril de 2015, será el escenario en donde se reunirán las principales figuras de los gobiernos americanos.

Primeros avances en la relación

La normalización de las relaciones entre los países abre la posibilidad a que empresas estadounidenses comiencen a acercarse al mercado cubano. Pese al empobrecimiento de la isla, los grupos consultores expresan que se empezó un camino irreversible en el desmontaje del embargo. Cuba importa más del 80% de los productos que consume y eso supone una gran oportunidad para el business, por lo que supone un 19 mercado de 11 millones de consumidores a pocos kilómetros de la costa sureste de Estados Unidos.

Las posiciones de la tercera generación de cubanos – americanos que remarcábamos anteriormente se suman a otros apoyos conservadores como el lobby empresarial de la Cámara de Comercio o el de la Federación de Oficinas Agrícolas Americanas. Ambas son defensoras del liberalismo económico y se encuentran en la búsqueda de que una nueva etapa permita aumentar las exportaciones de productos hacia Cuba. Sin embargo esto no supone un triunfo para la administración de Obama ya que la llave para levantar el embargo la tiene el Congreso, no dispuesto a darle la derecha al presidente afroamericano y en donde más se hacen oír las voces de los legisladores de origen cubano, tanto republicanos como demócratas.

Desde el anuncio de normalización también se produjeron una serie de episodios como el arresto a fines de diciembre de activistas y periodistas opositores al régimen cubano. Esto motivo un comunicado del Departamento de Estado norteamericano en el cual condena el acoso de La Habana por las detenciones arbitrarias para silenciar las críticas, perturbar reuniones pacíficas e intimidar a los ciudadanos. Además estableció que como parte de este proceso de normalización de las relaciones entre ambos países, Estados Unidos seguirá presionando al gobierno cubano para que cumpla con las normas y compromisos hemisféricos. El capítulo continuó a principios de enero cuando Cuba comenzó a liberar presos políticos como parte del compromiso con Estados Unidos de excarcelar una lista de 53 prisioneros, lo cual se completó el 12 de enero.

A mediados de dicho mes una delegación de congresistas demócratas de Estados Unidos viajó a Cuba para comenzar a delinear el primer encuentro oficial luego del anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Uno de los legisladores fue el senador Patrick Leahy, quien ya se había entrevistado con Raúl Castro años atrás y que también fue parte del proceso de liberación de Alan Gross. La visita de este grupo se dio días después de que comenzaran a regir las medidas flexibilizadoras de Washington con La Habana y luego de la excarcelación de los presos.

Estas medidas flexibilizadoras que rigen desde el 16 de enero implican que los estadounidenses puedan viajar con mayor facilidad a Cuba, enviar remesas, comunicarse y comerciar determinados bienes hacia y desde la isla. La Casa Blanca aseguró que estos cambios permitirán a los estadounidenses ofrecer más recursos para apoyar al pueblo cubano. Si bien se mantuvieron algunas restricciones, los 20 norteamericanos podrán por ejemplo viajar sin necesitar licencia específica del Departamento del Tesoro y utilizar tarjetas de crédito estadounidenses. Según Washington estas medidas de flexibilización de restricciones comerciales y financieras (ampliación del envío de remesas, exportación de materiales de construcción y herramientas, exportación de productos de telecomunicaciones) ayudarán a emprendedores privados cubanos y al fortalecimiento de la sociedad civil.

Las primeras conversaciones oficiales se produjeron el 21 y 22 de enero en la capital de Cuba. Roberta Jacobson, secretaria de Estado adjunta para Asuntos Hemisféricos y asesora de John Kerry (jefe de la diplomacia norteamericana) en temas de América Latina, fue la encargada de dirigir la delegación estadounidense. Josefina Vidal, directora del departamento cubano dedicado a Estados Unidos, encabezó la comitiva local. Ambas coincidieron que el proceso de normalización completa será muy largo.

Las conversaciones migratorias fue uno de los principales puntos, un tema que representaba el único canal de comunicación oficial entre ambos países previo a su cancelación en 2013. Pero la cuestión clave fue la reapertura de embajadas en Washington y La Habana. El interés principal de Raúl Castro es que el restablecimiento supone un respeto recíproco del sistema político y económico de cada uno de los países mientras que la delegación norteamericana llegó a la reunión con una lista concreta de pasos para lograr la reapertura de misiones diplomáticas.

Con respecto a los temas migratorios, Cuba ofreció información sobre las reformas que se implementaron en la isla desde enero de 2013. A su vez la delegación expresó preocupación por la vigencia en Estados Unidos de la Ley de Ajuste Cubano, promulgada en 1966, que permite a los emigrantes cubanos que llegan por cualquier medio a Estados Unidos, obtener la residencia luego de estar un año en el país. A lo cual se sumó una política de Bush de brindar residencia a profesionales cubanos que abandonen misiones internacionales en terceros países.

En febrero el Departamento de Estado levantó restricciones sobre la importación de bienes y servicios desde Cuba con la condición de que solo podrán venderle productos a Estados Unidos los emprendedores privados, un sector en el que Washington confía debido a que dependen en menor medida del gobierno cubano. Con la publicación de la lista de productos que se pueden importar, el Departamento de Estado volvió a insistir en el concepto de que empoderar al pueblo cubano y la sociedad 21 civil es la clave en la política hacia Cuba.

En este contexto de avances lentos pero firmes, a mediados del segundo mes del año un grupo bipartidista de congresistas presentó un proyecto (denominado Ley de Libertad para la exportación a Cuba) para eliminar todas las restricciones que impiden el comercio con Cuba, esto quiere decir levantar el embargo comercial y financiero que existe desde 1961. El proyecto tiene como objetivo, según la senadora demócrata Amy Klobuchar, dar vuelta la página en la relación con Cuba. Esta nueva ley derogaría la norma vigente (Ley Helms-Burton que establece requisitos duros para levantar el embargo) sobre restricciones al comercio con la isla.

Perspectivas a futuro

La segunda ronda de negociaciones para la reapertura de las embajadas se celebró en Washington el 27 de febrero. Ambas delegaciones reconocieron la existencia de avances pero sin dar mayores detalles. Días después Obama en declaraciones a la agencia internacional Reuters expresó que veía posible la apertura de la Embajada de Estados Unidos en el corto plazo. El avance es de cara a la Cumbre de las Américas que se realizará en abril en Panamá.

En este sentido el gobierno cubano ha manifestado su intención de ser excluido de la lista de países que patrocinan el terrorismo. El objetivo de ambos parece ser el restablecimiento de las relaciones diplomáticas previo a la cumbre en Panamá, eso no supone aún la apertura de las embajadas, el cual no entraría en ese paquete de negociaciones pero sí que la isla sea quitada de la lista a la cual fue agregada en 1982 por la acusación de colaboración y respaldo a movimientos insurgentes durante la Guerra Fría.

Los avances de la relación entre Cuba y Estados Unidos han dado el primer gran paso y es difícil pensar en una vuelta atrás. Hay condiciones importantes que se fueron dando en los últimos años que permiten imaginar un nuevo capítulo en la historia de la relación entre ambos países. Algunas de ellas son: las reformas económicas de Raúl Castro, el papel de los cubanos americanos, la transformación del exilio, el interés comercial del lobby empresarial – agrario norteamericano y el impulso de un gobernante como Obama que plantea un cierto quiebre con respecto a las políticas del pasado.

En este sentido se desprenden varios puntos interesantes de destacar. La Cuba de 22 2015 no es la misma que hace 10 años atrás. Desde la llegada al poder de Raúl Castro en 2008 existieron avances en lo que refiere a aspectos económicos, ya no estamos en presencia de una Cuba empecinada en cerrarse al comercio, lo cual genera una ventana de oportunidad. Esto se complementa con un cambio en el exilio cubano, que se concentra principalmente en Miami. Los expertos aseguran que el apoyo a la oposición al embargo crece en la población más joven y entre aquellos recientemente llegados desde la isla, que han sufrido no solo la dictadura cubana sino también el embargo norteamericano.

Estados Unidos recobra legitimidad en los últimos años en su política de defensa de los valores de la libertad de expresión. Obama plantea que sancionando y bloqueando no se promueven la democracia y los derechos humanos, por lo cual proyecta un cambio de estrategia. Un grupo de políticos norteamericanos apoya esa visión, lo cual implica una oportunidad en una nueva relación con Cuba, pese a la oposición que tiene el presidente afroamericano en el Congreso.

Pero hay un aspecto culmine en este camino y es el paso final de este proceso, hacia dónde conllevará este posible restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. El líder cubano y Barack Obama estrecharon sus manos en la Cumbre de las Américas realizada en Panamá, planteando ambos un diálogo con paciencia. En dicho encuentro los mandatarios se pusieron de acuerdo para abrir embajadas en ambos países y Obama se comprometió a retirar a Cuba de la lista de los países patrocinadores del terrorismo.

La participación del gobierno de Raúl Castro en la Cumbre plantea un tema definitorio y es la cuestión democrática en la isla. La Carta Democrática Interamericana y su cláusula impuesta desde 2001 es un corte difícil de asumir para Cuba. En este sentido, Castro ha reiterado en varias ocasiones que Estados Unidos debe respetar el sistema político cubano. Más allá que desde Washington no se vaya a presionar a Cuba, los norteamericanos esperan que los cambios económicos del último tiempo y las flexibilizaciones puedan desencadenar en modificaciones más profundas en la isla. Sin la excusa del embargo norteamericano, el régimen cubano deberá vitalizar su economía o enfrentarse a más demandas, internas y externas, por cambios en las libertades.


Otras complicaciones en contra del entendimiento entre ambos países pueden llegar de la mano de los extremismos, tanto de la derecha conservadora republicana como de los defensores del socialismo del siglo XXI. Queda por saber si prevalecerá el 23 pragmatismo de los actuales mandatarios o si este relanzamiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos quedará empantanado por las presiones de visiones retrógradas de la geopolítica actual.

lunes, 2 de febrero de 2015

El desafío uruguayo: de Suiza a Finlandia

“¿Por qué los bebés de Finlandia duermen en cajas de cartón?” fue el título de una de las notas más leídas del portal británico BBC Mundo en 2014. El artículo explica las causas por las que el país nórdico posee una de las menores tasas de mortalidad infantil en el mundo y uno de los mejores sistemas educativos. Por estos índices y varios otros, Finlandia es referencia constante como modelo de desarrollo.

Algunos expertos aseguran que Uruguay está en la senda de convertirse en un país desarrollado. Es una visión muy optimista pero también es real. Sin embargo también se dice que nuestro país no puede ser como Noruega, Suecia o Finlandia en cinco o diez años. Quizás no podemos exigir indicadores de primer mundo a una o dos administraciones de gobierno. Pero, ¿es tan alocado pensar que en 15 años el Frente Amplio deba, al menos, sentar las bases del desarrollo?

La principal fuerza política actual de Uruguay llegó al poder en 2005 de la mano de Tabaré Vázquez. El primer mandatario de izquierda dejó el cargo con un 60% de aprobación gracias a diferentes logros alcanzados por su gobierno. El Frente Amplio inició una transformación del país. La reforma impositiva, el Plan Ceibal, la reducción de la pobreza y la reforma de la salud son algunos de los íconos principales de la primera presidencia frenteamplista.

Los desafíos que asumió la segunda administración los dejó claros el propio presidente José Mujica en su discurso de asunción en el Parlamento. “Educación, educación y educación” es una frase de aquel día que a todos nos quedó grabada. El “Pepe” tiene claro que en la educación e innovación se nos va la vida como país. Años después el propio Mujica reconoció los problemas en dicha área clave para el futuro del Uruguay. Y no es casualidad que Vázquez se haya comprometido a cambiar el ADN de la educación.

Finlandia, país de 5.3 millones de habitantes, se enorgullece de tener uno de los mejores sistemas educativos del mundo. Sin embargo no es el que más invierte (menos del 7% del PBI), ni el que tiene mayor carga horaria ni el que manda más tareas domiciliarias. Sin embargo ocupa los primeros lugares en las pruebas PISA. La educación gratuita, el concepto de igualdad de oportunidades y la selección exigente del profesorado son algunas de las características del sistema educativo finlandés.

América Latina está muy lejos de las bases de este modelo finlandés. El Estado de Bienestar de los países nórdicos nunca llegó a nuestras tierras. Copiar y pegar un sistema resulta complejo ya que cada país tiene características distintas, pero siempre se puede aprender de experiencias ajenas para mejorar puertas adentro.

A pesar de los problemas en educación, el gobierno de José Mujica fue clave en materia de derechos. Uruguay aprobó el matrimonio igualitario, una medida de igualdad que posiciona al país a la misma escala de países desarrollados, y legisló sobre salud sexual, temas que se debaten en las sociedades más avanzadas. Otro de los logros de Mujica fue colocar a Uruguay en el mapa internacional. Por su forma de vida y por actitudes humanistas como la recepción de refugiados sirios, Uruguay fue reconocido.

Nuestro país entra en este 2015 en una situación muy distinta a la de 2005. Las mejoras económicas, la suba del salario y la cobertura social de sectores antes desprotegidos provocaron cambios en estos diez años. Como declararon los propios dirigentes frentistas la noche del balotaje, el voto fue de apoyo pero de compromiso. El votante depositó la confianza pero con el anhelo en seguir adelante. El fervor de la victoria no puede hacer olvidar los desafíos que aún restan afrontar.

Los índices de democracia, distribución del ingreso y pobreza del Uruguay son referencia en América Latina. Sin embargo, considerando que estamos frente a la región más desigual del mundo, deberíamos apostar a más, a mayor crecimiento económico y más igualdad de oportunidades.  

El politólogo Daniel Chasquetti imagina a Uruguay como la Finlandia de América Latina en el futuro (1). Este país nórdico dio un gran salto en dos décadas para ser uno de los lugares en donde mejor se vive. Nuestro país, con un sistema político fuerte y con amplios consensos en varios temas, debería proponerse ese horizonte. Si el primer gobierno del Frente fue el de las reformas y el segundo el de los derechos, el tercero tiene que consolidar el camino de Uruguay hacia un país de primer mundo.

Tabaré Vázquez lo dejó claro en su primer discurso como nuevo presidente electo: no hay que pensar tanto en las futuras elecciones y hay que pensar más en las futuras generaciones. Ese concepto debe primar tanto en el oficialismo como en la oposición. Proyectos amplios, de mediano y largo plazo, que catapulten a Uruguay al primer mundo. Si es verdad que alguna vez fuimos la Suiza de América, por qué no ser la Finlandia de América y marcar el camino de desarrollo para la región.

(*) Lic.Diego Telias – @diegotelias
 Columnista, Investigador, Analista internacional – Licenciado en Estudios Internacionales en la Universidad ORT – Estudiante de la Maestría en Ciencias Políticas de UDELAR. Autor de Espacio Infoco http://espacioinfoco.blogspot.com/

(1) Chasquetti y la Finlandia de América
*Por qué los bebés de Finlandia duermen en cajas de cartón

* Pablo Ferreri: “Ponerse la meta de ser Noruega es muy bueno como horizonte”