Las fronteras entre Asia y
Europa no son claramente identificables. Sin embargo, la región del Cáucaso
divide dos realidades distintas: las naciones de Europa Oriental, en su mayoría
cercanas a occidente, y las repúblicas de Asia Occidental, las cuales se encuentran
en la disyuntiva de acercarse a la Unión Europea (UE) o mantenerse al margen. Azerbaiyán
une ambos continentes, es el país más grande y rico del Cáucaso. Tras la
declaración de su independencia en 1918 fue rápidamente incorporado a la Unión
Soviética, de la cual se liberó en 1991. Esta nación joven es un centro
logístico que se sitúa en el cruce de caminos entre Europa y Asia. Su posición
le permite proyectarse como un jugador importante de la región.
Azerbaiyán dejó de ser una
república ignorada y logró cierto protagonismo en los últimos años, debido a
los contratos que las multinacionales petroleras sellaron con el gobierno de
Ilham Aliyev, su presidente. Estratégicamente situado a orillas del mar Caspio,
con Bakú como capital y mayor puerto de la región, Azerbaiyán busca abrirse al
mundo. Para comenzar ese proceso de apertura, el contacto con la Unión Europea
es clave para luego ampliar las relaciones comerciales con el resto del mundo. Su
desafío es dejar de ser una economía planificada al estilo soviético para
convertirse en una de mercado, basada en el sector privado. El futuro de este
pequeño país dependerá de los precios del petróleo y la futura instalación y
buen funcionamiento de oleoductos y gasoductos que le permitan vender mayores
cantidades hacia el exterior.
Una
economía dependiente del petróleo y el gas
Con una
superficie que equivale a la mitad de Uruguay y una población de nueve millones
de habitantes, Azerbaiyán posee un Producto Bruto Interno (PBI) per cápita de aproximadamente
US$ 9.000, cifra similar al de Colombia o Perú. Desde comienzos del siglo XX,
su economía se centra en la extracción de petróleo y gas; ambas industrias
representan un 50% del PBI. El poco peso
de la agricultura lleva a que Azerbaiyán se complemente de
gran manera con los países agrícolas. A ello se debe su mirada hacia América
Latina y la apertura de la primera embajada en Sudamérica (Buenos Aires, en
2010).
El gobierno de Aliyev
busca desarrollar las distintas regiones del país y los sectores no petroleros
para lograr la ansiada diversificación. De 2006 a 2008, el país tuvo un
rápido despegue económico debido a las exportaciones de petróleo. En 2006,
Azerbaiyán logró el mayor crecimiento a nivel mundial. Tres años después fue
destacado por el informe “Doing Business” a raíz de un salto de calidad en lo
que refiere a las reformas en la regulación de los negocios. A su vez, su
mejora también se observó en los distintos indicadores económicos brindados por
las agencias internacionales, tanto en lo referido a la calificación crediticia
nacional como en lo que evalúa la capacidad de pago de los compromisos
financieros. La inversión directa extranjera, principalmente proveniente de Estados
Unidos, Reino Unido y Turquía, ha crecido de forma sorprendente.
El
producto de exportación por excelencia es el petróleo. Con pozos petroleros que
datan de 1900, Azerbaiyán ha llegado a proporcionar cerca del 70% del crudo que
llegaba a la URSS durante los años cincuenta. Hoy en día se encuentra
entre los primeros 25 países exportadores de petróleo
y los
30 mayores vendedores de gas natural.
Las ventas de
crudo crecieron a partir de 2006, debido a la entrada en funcionamiento del
oleoducto Baku-Tbilisi-Ceyhan (BTC), que conecta Azerbaiyán con el puerto turco
del mediterráneo, a través de Georgia. Este oleoducto es uno de los más largos del
mundo con alrededor de 1.700
kilómetros . Para su construcción han aportado la
petrolera internacional British Petroleum y el consorcio norteamericano Unocal,
además de la empresa estatal azerbaiyana Socar. El principal objetivo de este
proyecto es llevar el petróleo del Caspio a Europa sin pasar por Rusia. Otros
oleoductos creados son: Bakú – Novorosiysk (Rusia) y Bakú – Supsa (Georgia). A
estos se le suman los gasoductos que conectan la capital azerbaiyana con
Erzurum (Turquía) o a través del Caspio con Turkenbasy (Turkmenistán).
En
busca de la inserción internacional
Azerbaiyán no forma parte
de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sino que es miembro en carácter de observador. En 1997 se
estableció el Grupo de Trabajo sobre la Adhesión de Azerbaiyán a la OMC,
celebrando su primer encuentro en 2002. En febrero de 2012 se realizó la última
reunión, en la cual se analizaron las
reformas realizadas por el país para poner a su régimen comercial en
conformidad con las normas que rigen la OMC. El gobierno considera fundamental su
ingreso para lograr una sustentabilidad económica a largo plazo. Hasta el
momento, Azerbaiyán ha firmado tratados de comercio con países de la Comunidad
de Estados Independientes y ha logrado recibir el trato de Nación Menos
Favorecida por parte de la UE.
En cuanto a los socios
comerciales, si bien el mercado ruso continúa siendo importante, Moscú y las exrepúblicas
soviéticas perdieron peso con respecto a Turquía y los países de Europa. En
materia de exportaciones, alrededor del 90% es petróleo o gas natural. El otro
10% se reparte entre maquinaria, algodón y productos alimenticios. Dentro de
sus clientes, la UE abarca un 47%, destacándose Italia y Francia. Israel (8%) y
Estados Unidos (8%) son otros destinos importantes. Los rubros de maquinaria y
equipamiento son los que provocan las principales importaciones, seguidos de
los metales y químicos. Los productos provienen desde Rusia (17%), Turquía
(11%) y China (9%). El peso de la UE en conjunto es de un 25%, siendo Alemania el
principal vendedor.
Europa
a la vista
Azerbaiyán
encuentra en el continente europeo una gran oportunidad para su proyección
económica, mientras que la Unión Europea busca un acercamiento por la riqueza
en materias primas del país euroasiático. La apertura y el contacto con Europa
se puede observa claramente desde 2001, cuando se unió al Consejo de Europa. La
Política de Vecindad de la UE, a la cual Azerbaiyán se acopló años después, ha
sido fundamental para el su progreso, tanto en materia de infraestructura como
en torno a las inversiones. Sin embargo, desde la propia UE se manifiesta que
aún queda mucho por hacer, sobre todo en el área gubernamental, de políticas
socioeconómicas y reformas en transporte, energía y medio ambiente. El
Proyecto Nabucco constituye la principal muestra de las intenciones que hay de unir las
aspiraciones de los dos. Este plan supone la creación de un gasoducto
ideado por Europa para no depender exclusivamente de la energía de Rusia. El
mismo, que se comenzaría a construir a partir de 2013, tendría una extensión de
3.300 km .
En este caso, Bakú sería el suministrador de gas natural de un corredor que
buscará unir Turquía y Austria a través de Bulgaria, Rumania y Hungría.
Para Azerbaiyán, el
acercamiento a Europa es ineludible si quiere evitar convertirse en una nación
petrolera, al estilo de los países de Medio Oriente. Al ser una república en
transición, con grandes riquezas petroleras y recursos energéticos pero sin
capacidades técnicas, necesita diversificar su economía. Este país ha crecido de la mano de la
burguesía petrolera pero debe apuntar a más, para ello busca aumentar sus vínculos
con el resto del mundo. Azerbaiyán aún no ha planteado reformas políticas para
unirse a occidente, el gobierno de Aliyev decidió empezar por los negocios. Prefirió
comenzar por la economía, el camino más rápido y eficiente.