miércoles, 28 de agosto de 2013

Informe Semanal: Tiempos de definición para Ucrania


El gobierno de Ucrania se encuentra en la disyuntiva de tener que elegir entre el bloque europeo y Rusia. Durante años se benefició del camino del medio pero las presiones de ambos lados son cada vez más grandes. El presidente del país, Victor Yanukovich, parece enfilarse hacia Europa, aunque para lograr una buena relación con Bruselas deberá solucionar el caso abierto de la ex primer ministra Yulia Timoshenko, que se encuentra en prisión. También Ucrania tendrá que lidiar con las represalias de Rusia, debido a que el presidente Vladimir Putin quiere mantener a Kiev bajo su órbita política a través de las estructuras regionales creadas.  
Unión Europea: la opción más democrática
Si bien desde Kiev se busca obtener acuerdos tanto con Rusia como con Europa, el ministro de Relaciones Exteriores, Leonid Kozhara, afirmó meses atrás que la integración como miembro de la Unión Europea es la base de su política exterior. Ucrania tiene como objetivo ser un país independiente próximo al sistema europeo, sin relegar soberanía ante Rusia. Por su ubicación en el cruce de rutas, los ucranianos quieren mostrarse atractivos a la inversión extranjera. Para ello es clave la firma de un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Aunque Europa en este momento no este muy dispuesta a ampliar su espacio continental, el próximo noviembre en la reunión del Consejo podría firmarse un tratado de comercio con Ucrania. Este es un año clave para la relación entre ambos ya que en 2014 habrá elecciones en el Parlamento Europeo y un año después serán las presidenciales en Ucrania.
Para lograr una futura adhesión y mejorar las relaciones con Bruselas, Ucrania está cumpliendo con un plan de confecciones que incluye cambios en el sistema judicial, lucha contra la corrupción, reformas económicas y modificaciones en la legislación electoral. Sin embargo el punto clave a superar es el trato que se le da a Yulia Timoshenko. La ex primer ministra fue arrestada el 5 de agosto de 2011 y llevada a una prisión preventiva antes de ser sentenciada. Esta situación le generó problemas de imagen a Ucrania en el ámbito internacional y reclamos para su liberación por parte de Catherine Ashton y Hillary Clinton, entre muchos otros. En su momento Bélgica, Francia y Reino Unido amenazaron con boicotear eventos deportivos y cumbres que se realicen en territorio ucraniano. Timoshenko, considerada una rival de Rusia por sus políticas orientadas hacia Occidente, había tenido procesos legales en su contra pero fueron cerrados luego de las elecciones de 2004.
Destrabar el acercamiento
En octubre de 2011 Timoshenko fue culpable por extralimitarse en sus funciones en  la firma de un acuerdo de importación de gas con Rusia, que según dicen le provocó pérdidas al país por más de 200 millones de dólares. La ex mandataria fue culpada por abuso de poder y por establecer contratos altamente onerosos para Kiev. Por ello fue condenada a 7 años en una prisión en Jarkov. Hasta el momento, la mayor parte del tiempo Timoshenko estuvo en un hospital, en donde se la trata por un problema en su columna. Su persecución no finaliza allí, también fue acusada de complicidad en un asesinato por encargo hace más de diez años. Por último se le implicó una causa penal por haberle endosado al Estado una deuda que su corporación había contraído con el Ministerio de Defensa de Rusia. Las condiciones de su encarcelamiento fueron polémicas porque se acusó a la Policía de malos tratos, aunque el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, situado en Estrasburgo, negó esa acusación.
Más allá de posibles errores que Timoshenko pueda haber cometido durante su estadía en el poder, el gobierno buscó eliminarla de la vida política para que no se presente a futuras elecciones y que el partido del presidente Victor Yanukovich tenga vía libre. Se puede decir que los distintos procesos fueron un ajuste de cuentas y una venganza política. La figura de Timoshenko es muy controversial, generando admiración y odio, pero la oposición a la Unión Aduanera rusa le trajo muchos enemigos del otro lado de la frontera. Es bueno recordar que en las elecciones de enero del 2010 el presidente Yanukovich superó en las urnas a Timoshenko con un 49% frente a 45%. Si bien al principio ella se negó a reconocer su derrota electoral, al tiempo retiró la impugnación ante los tribunales. Cabe destacar que los observadores internacionales valoraron positivamente los comicios.
Para destrabar la situación con la Unión Europea, Ucrania debería aceptar la demanda del Tribunal de Estrasburgo y excarcelar a Timoshenko. En las últimas semanas se anunció la posibilidad de dejarla en libertad, buscando un camino intermedio. El gobierno ya comenzó con la liberación de algunos funcionarios de aquel entonces, el ministro del Interior Lutsenko y el de Medio Ambiente Filipchuk, acusados por mal uso de fondos públicos. Con estas decisiones se intenta tender puentes con Bruselas. Una opción posible es dejar que Timoshenko se vaya a Alemania para tratar sus problemas de salud, sin embargo el oficialismo no quiere su retorno a la política y busca una fórmula para evitar su postulación a las elecciones de 2015. La opción de una condena económica sería con el objetivo de desestabilizar y dañar su economía, de forma tal que no pueda hacer campaña en contra del actual presidente.
La represalia de Rusia
Las consecuencias para Ucrania del acercamiento a Europa es la reacción de Rusia. Moscú considera incompatible las relaciones económicas con ambos y si bien niega haber emprendido una guerra comercial, es claro que se intenta evitar el avance de Kiev hacia Occidente y un posible tratado de asociación con la organización continental europea. Las represalias se pueden observar  principalmente en el comercio, a través de suspensiones y trabas a los camiones que llevan mercancías hacia territorio ruso. El objetivo de Putin es llevar a Ucrania hacia su Unión Aduanera junto a Bielorrusia y Kazajstán, de la cual el gobierno de Kiev ya tiene rango de observador con una participación que incluye voz pero no voto. La Unión Aduanera es el mayor socio comercial de Ucrania, representando más del 50% del intercambio comercial.
Según Putin este proyecto es la única forma de que Ucrania sea competitivo, ya que Rusia es su principal socio. Seguramente Moscú continúe presionando a Yanukovich de aquí a noviembre. Lo que tiene para ofrecer Rusia es una integración económica a través del suministro más barato del gas. Lo que está haciendo Putin es poner a Ucrania entre la espada y la pared, obligándolos a elegir entre ellos o Europa.
Hace algunos meses el mandatario ruso viajó hacia Ucrania predicando la idea de “un solo pueblo”. Apeló a la unidad cultural y religiosa con Ucrania y Bielorrusia para la conformación de un espacio común. Durante su viaje en julio, aprovechando el 1025 aniversario de la cristianización de Rusia tras la conversión del príncipe Vladimir de Kiev, se entrevistó con el presidente Viktor Yanukovich pero sin lograr mayores resultados. Los intentos de mantener a Ucrania bajo su órbita traspasaron las líneas estatales e incluyó también el espacio religioso. La Iglesia cristiana ortodoxa es una de las entidades más ricas de Rusia con un papel privilegiado en la sociedad actual. Tras obtener su espacio ideológico ante el vació dejado por los comunistas, el Patriarca Kiril, afín a Putin, busca el liderazgo del espacio postsoviético, que por supuesto incluye Ucrania.
Arquitectos de su propio futuro
La situación política de los últimos años en Ucrania es inestable, marcada por el autoritarismo y la corrupción. En 2004 se formó un movimiento popular que se manifestó contra el fraude electoral. La denominada Revolución Naranja se produjo por protestas masivas ante las irregularidades en el recuento de votos que en aquel entonces derivó en la realización de una tercera cita electoral. Luego de esos comicios Timoshenko asumió como primer ministra en el gobierno de Yushenko pero al tiempo dejó el cargo por discrepancias. Retornó al cargo nuevamente en setiembre de 2007 hasta abril de 2010 cuando Yanukovich venció en las presidenciales.
En las últimas elecciones legislativas, celebradas en octubre de 2012, Timoshenko tuvo que votar en la cárcel. En dichos comicios se impuso el Partido de las Regiones del presidente ucraniano Yanukovich, contando con el apoyo de sus aliados comunistas. El partido Batkivshina, que reúne a los seguidores de Timoshenko, se ubicó en segundo lugar. Además de estas dos grandes fuerzas políticas lograron buenos resultados la agrupación del campeón mundial de boxeo Kiltscho (14%), el Partido Comunista (12%) y la extrema derecha Svoboda (12%). Si bien hubo acusaciones por abuso de recursos gubernamentales, el resultado reforzó al oficialismo para las presidenciales de 2015. 
El gobierno de Yanukovich, en un principio cercano y colaborador de Rusia, se valió del camino del medio en política exterior, manteniendo buenas relaciones tanto con Moscú como con Bruselas. Sin embargo José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, le dejó claro a Yanukovich que el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea era incompatible con el proyecto de asociación ruso. Rusia, que quiere oficiar como un intermediario entre Asia Central y Ucrania, le teme al acercamiento de Ucrania con la Unión Europea así como también al partido de Timoshenko, que planea revisar los acuerdos de venta de gas que se firmaron con precios ventajosos para Moscú.
Ucrania no quiere ser una marioneta de Rusia ni perder soberanía. Este país de 46 millones de habitantes posee una ubicación estratégica para llevar el gas y el petróleo a Europa, funcionando como eje entre dos zonas claves del mundo. Sin embargo se encuentra acorralado al no querer desprenderse totalmente de Moscú, por la importancia de este país en su economía. A su vez, además de luchar contra la presión de Putin, Yanukovich deberá seguir adelante con sus cambios económicos y democráticos para poder cumplir los requisitos de Bruselas. Ucrania aún está muy lejos de la Unión Europea, principalmente por los valores democráticos. Deberá en el corto plazo tomar decisiones claves para acercarse a Europa como la excarcelación de Timoshenko. Sin embargo los años que le lleve buscar la adhesión pueden ser muy costosos por la represalia rusa. 

jueves, 22 de agosto de 2013

Le marcaron la agenda

Horacio Cartes asumió hace pocos días como nuevo presidente de Paraguay. Su mandato, que tendrá varios desafíos, comienza con un ataque realizado por una pequeña guerrilla en una estancia. Seguramente este hecho marcará la actividad de los próximos meses. Al igual que durante la presidencia de Lugo, la propiedad y la concentración de la tierra vuelven a estar en el tapete, repitiéndose como el tema político por excelencia en este país del centro de Sudamérica.
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En abril de este año Horacio Cartes superó por diez puntos de ventaja a su contrincante del Partido Liberal, Efraín Alegre. De esta manera el Partido Colorado, una de las agrupaciones políticas más antiguas de Latinoamérica, obtuvo una mayoría holgada en el Congreso. Cartes, que gobernará hasta 2018, se presentó como la cara renovada de un partido tradicional, aunque no dudo en manifestar sus opiniones conservadoras tanto en el tema del aborto como en el matrimonio homosexual. Este hombre de negocios, del rubro financiero y tabacalero, fue objeto de denuncias por actividades ilícitas. Cartes deberá convencer a los paraguayos que las acusaciones contra él son falsas y que la investigación de Estados Unidos por presunto lavado de dinero no tenía fundamento.

En su asunción brindó un discurso con constantes referencias teológicas y con un mensaje reconciliador hacia sus países vecinos. El principal objetivo de su gobierno será la expansión de la bonanza agropecuaria de un país que avanza a buen ritmo. El crecimiento de la ganadería y la exportación de soja favorecieron a mejorar la situación económica en los últimos años. Sin embargo es clave que el gobierno siga apuntando a las inversiones extranjeras para mejorar las infraestructuras, introducir tecnología y modernizar el Estado. Además, Cartes tendrá el desafío de reducir sustancialmente la pobreza (situada en 32%), generando trabajo, mejorando la educación y también la salud para brindar igualdad de oportunidades a los habitantes de Paraguay.

Para mantener el buen crecimiento económico también será clave la estabilidad política del país. En este sentido Cartes optó por un gabinete de perfil técnico y por personalidades de la nueva camada del Partido Colorado prescindiendo de hombres fuertes de la agrupación, lo cual causó cierto recelo. Si bien el nuevo mandatario intenta desprenderse de ciertos vicios, en el caso que se aleje mucho de los pesos pesados podría quedar aislado, tal como le ocurrió al anterior mandatario Fernando Lugo. Un tema interesante en el corto plazo será el trato con los poderosos empresarios sojeros ante la posibilidad de imponer impuestos a las altas ganancias que han tenido en los últimos años.

El eterno problema: la propiedad de la tierra

El relacionamiento con la región es clave para un país que no tiene salida al mar. Aunque la UNASUR y el MERCOSUR levantaron la suspensión, tanto Ecuador como Venezuela no asistieron a la ceremonia de ascenso de Cartes. La situación más tensa es con Venezuela ya que el ex presidente Federico Franco declaró persona no grata a su homólogo Nicolás Maduro. A pesar que un cuarto de las exportaciones de Paraguay van hacia Brasil y Argentina, el gobierno se manifiesta a favor de la Alianza del Pacífico de la cual ya es observador. Este bloque que conforman México, Perú, Colombia y Chile es atractivo para una economía como la de Paraguay, aunque Brasil ya manifestó que este movimiento es incompatible con el MERCOSUR.

Los problemas de Paraguay con la región comenzaron tras la destitución de Fernando Lugo en 2012 y la asunción de Federico Franco. En junio de aquel año se produjo una condena política en la que el Partido Liberal le quitó el apoyo a Lugo y  se unió a los colorados. El aislamiento político del ex obispo supuso para muchos un golpe institucional. Los gobiernos de la región se apegaron a Lugo y condenaron el nuevo gobierno de Franco. En aquel entonces y aprovechando la suspensión de Paraguay, los países del MERCOSUR incorporaron a Venezuela, ingreso que estaba siendo trabado por el Parlamento paraguayo.

La salida de Fernando Lugo se da tras un enfrentamiento en el que murieron 11 campesinos y 6 policías en la hacienda de un empresario político. Increiblemente el mandato de Cartes comienza con un episodio que apunta hacia el mismo tema. Cinco guardias de una estancia del centro del país, a 370 kilómetros de Asunción, fueron asesinados días después de la asunción del nuevo presidente. Las autoridades adjudicaron el atentado al Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), un pequeño grupo armado que opera en las regiones del centro y noreste del país. Además a fines de mayo se produjo el asesinato de un ganadero, Luis Lindstron, por el que fueron detenidos varios campesinos. Por estos últimos golpes el Ministro de Defensa advirtió sobre una posible militarización de la lucha contra el EPP, mientras que el Ministro del Interior aseguró que se está elaborando una nueva estrategia para combatir estos casos. Mientras tanto el gobierno anunció mano dura contra este tipo de situaciones que debilitan el proceso democrático. En este sentido ya se envió un proyecto para reformar la ley de Defensa.

Tras unas elecciones a la que la población no le dio demasiada importancia se abre un período de pruebas para Horacio Cartes. Además de llevar adelante un gobierno de oportunidades tendrá que asumir el problema eterno de Paraguay, la desigualdad y la tenencia de tierra. Una izquierda con poco arraigo y un Partido Liberal que apoyó el “golpe” a Lugo causó el retorno al poder del Partido Colorado, aquel que gobernó bajo la dictadura de Storessner. Con un personaje renovado al mando, el gobierno tendrá que atacar los mismos problemas de siempre.  

viernes, 16 de agosto de 2013

Recuperar el peso político

El movimiento indígena de Ecuador fue clave en la última década. Las presiones ejercidas y las marchas por todo el país han terminado con mandatos presidenciales. En un país más estabilizado, liderado por Rafael Correa, la agrupación Pachakutik aún no encontró su lugar. Divididos a favor y en contra del oficialismo perdieron fuerza y protagonismo, convirtiéndose en la sexta fuerza política. El nuevo liderazgo tiene muchos desafíos por delante, el principal es llevar adelante la lucha medio ambiental, un problema característico de los actuales gobiernos progresistas de Sudamérica.
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El brazo político de los indígenas ecuatorianos, Movimiento Pachakutik, eligió en estos días a su nueva líder, Fanny Campos. Ella será la primera persona de sexo femenino que encabeza este grupo creado hace 18 años. Su objetivo será unificar al movimiento y recuperar el peso perdido en el último tiempo. La agrupación surgió en 1995 y llegó al Congreso tres años después. Fue decisiva en la caída del Presidente Abdalá Bucaram, destituido por el Parlamento y también fue clave en el 2000 cuando las Fuerzas Armadas depusieron a Jamil Mahuad y colocaron al vicepresidente como mandatario. Según el ex presidente, los indígenas que habían tomado carreteras y que llegaron hasta Quito, contaron con el apoyo logístico del Ejército.

Luego de la caída de Mahuad, los indígenas formaron alianza con el militar Lucio Gutiérrez, incluso ocupando ministerios. Posteriormente el vació en el poder dejado por el mandatario impulsó la llegada de Rafael Correa. Durante la campaña electoral de 2006 se produjo una gran división interna en este movimiento que busca representar los intereses de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE), principal fuerza social del país. Para las elecciones de aquel año, el candidato indigenista fue Luis Macas. El resultado fue un fracaso ya que se obtuvo tan sólo 2.1 % de los votos.

Con el tiempo y dado los fracasos electorales, se buscaron alianzas con Correa como la realizada en Chimborazo en 2009. Sin embargo los que pactaron con el gobierno fueron tratados como traidores, debido a las diferencias existentes con el gobernante Alianza País. El candidato de los Pachakutik para las últimas elecciones presidenciales, realizadas en febrero de este año, fue Alberto Acosta, uno de los fundadores de la coalición oficialista. Como ex ministro de Energía y Minas se mostró a favor de la protección del medio ambiente y acusó a Correa de traicionar a la verdadera izquierda. Pero los resultados obtenidos denotan que la estrategia de formar un frente común no fue fructífera, ya que obtuvieron un 3.7% y cinco diputados, quedando relegados como la sexta fuerza política de Ecuador.

Correa y un problema constante en América Latina

El principal conflicto entre los indígenas y el gobierno de Correa es con respecto a la explotación minera. Las marchas desde el Amazonas hasta Quito se han multiplicado exigiendo la salida de las empresas chinas del Ecuador. La separación con el gobierno se dio tras la detención y agresión policial de más de 20 personas que exigían obras viales para la localidad de Dayuma. Luego de este in suceso, la ex Secretaría de Comunicación perteneciente a la agrupación indígena, Mónica Chuji, dejó el gobierno. El movimiento Pachakutik acusa al gobierno de perseguimiento, mientras que estos aducen que los manifestantes quieren bloquear el bombeo de petróleo.

Correa se apoyó en algunos dirigentes indigenistas, acusando al resto de querer desestabilizar su gobierno. Del otro lado, las comunidades se han opuesto a la explotación minera debido a la contaminación de ríos y el desplazamiento de personas. Estos movimientos se refieren a la firma de contratos con empresas extranjeras para la explotación de cobre y otros proyectos multimillonarios. Los indigenistas exigen que una participación de los acuerdos y la aprobación de leyes para regular el manejo del agua así como la redistribución de tierra. En definitiva, acusan al gobierno de estar llevando adelante un modelo de extracción negativo para el país.

Correa, que comenzó su tercer mandato en junio de este año, ganó las últimas elecciones con casi un 60% y estará en el poder hasta 2017, completando diez años como presidente. Este economista llegó al poder en 2006, dos años más tarde impuso una nueva Constitución y revalidó su cargo, dándole continuidad a un país que se había caracterizado por la inestabilidad, dado que los últimos tres presidentes no habían culminado su mandato. Actualmente se reconoce a Correa en el mundo por el asilo político brindado a Julian Assange, creador de Wikileaks, y a Edward Snowden, ciudadano norteamericano que divulgó las redes de la CIA.

El gobierno de Correa tiene luces y sombras. Su carta de presentación es la prosperidad económica y el crecimiento en los presupuestos tanto de salud como de educación. La ayuda social, el aumento de la infraestructura, la mejora en el empleo y los salarios, son grandes logros del gobierno. Las sombras vienen por el lado del respeto a las libertades y los problemas con la prensa. En los últimos tiempos un órgano de la Organización de Estados Americanos alertó las restricciones a la libertad de prensa por la Ley de Comunicaciones.


Alejarse de la dependencia del petróleo, industria de la cual el gobierno recibió muchos ingresos, es uno de los desafíos de Correa. Por ello es clave la minería y también el conflicto con los indígenas, a quienes el mandatario acusa de ser la izquierda infantil. La disyuntiva entre proyectos multimillonarios extractivos y los reclamos medio ambientales es un problema para los gobiernos progresistas de Sudamérica. Siempre defensores de las causas de los más débiles, hoy tienen que dejar atrás el discurso y apuntar al crecimiento económico. Correa lo resumió en una frase: “no podemos ser mendigos sentados en saco de oro”.

domingo, 11 de agosto de 2013

¿Es peligroso el crecimiento del Islam en Brasil?

En la última década los musulmanes aumentaron su número en el país más grande de Sudamérica. Si bien los datos del censo difieren de los comunicados por los portavoces de la comunidad, la realidad indica que tanto por conversión como por inmigración el Islam se expande en Brasil. La presencia de simpatizantes extremistas puede alarmar al gobierno, aunque no debe perderse de vista que la gran mayoría profesa un Islam moderado.    
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El censo realizado por el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística marcó un crecimiento de un 29% de los musulmanes desde 2000 a 2010. La metodología utilizada a la hora de registrar la religión posee ciertas limitaciones. Es por ello que los números de la comunidad musulmana difieren ampliamente con los 35.000 seguidores que se manejan oficialmente. Los centros islámicos y algunos estudiosos del tema aducen que en Brasil hay alrededor de un millón de fieles, lo que convierte a ese país en el segundo de América con más seguidores, por detrás de Estados Unidos. Las cifras son dispares y confusas. Estudios confiables manejan el número de 500.000 a 700.000 en un país de alrededor de 220 millones de habitantes. 

La primera oleada del Islam en Brasil llegó hace siglos a través de los esclavos africanos. Sin embargo, la inmigración más importante desde Medio Oriente fue a mediados del siglo XIX y principios del siglo XX pero en aquel momento se produjo la llegada de árabes provenientes de Líbano y Siria, la mayoría de ellos cristianos y no musulmanes. En la década del cuarenta sí se produjo una oleada musulmana, principalmente de palestinos y jordanos al Estado de Río Grande del Sur. Asentados en el sur del país, los inmigrantes se mostraron afines a mantener fielmente su cultura religiosa. Actualmente la mayor comunidad musulmana en Brasil está en San Pablo, casi la totalidad de ellos son de ascendencia árabe.

A partir del 11 de setiembre de 2001 se produjo un mayor interés por el Islam en Brasil. La cobertura mediática provocó que muchos habitantes se preguntasen qué es lo que realmente dice el Corán. También estos brasileros se sintieron atraídos por la cultura y el significado del Ramadán. Hay quienes aseguran que la telenovela “El Clón”, estrenada ese mismo año y filmada en Marruecos, provocó un entusiasmo y una imagen positiva de la religión. Tal es este “fervor” que se presume que el 85% de las familias musulmanas en Río de Janeiro son brasileros conversos. Un claro indicador del crecimiento de la religión es el aumento de las mezquitas: se estima que hay cuatro veces más de las que había en el año 2000. Otro parámetro que ayuda en la medición es la expansión de centros culturales, librerías y locales gastronómicos, entre los que se encuentra la popular cadena de comida rápida Habib’s.

La política exterior de Brasil en Medio Oriente

Durante la última década no sólo aumentó la población musulmana sino también el interés del gigante sudamericano por el mundo árabe – islámico. Desde la presidencia de Lula Da Silva, la política exterior de Brasil apuntó a la autonomía y la diversificación, y buscó diferenciarse en cierta manera de la llevada a cabo por Fernando Henrique Cardoso. La nueva geopolítica mundial derivó en un relacionamiento interregional de cooperación económica entre Brasil y los países árabes. El aumento del comercio, así como las relaciones Sur – Sur, derivaron en políticas a favor de causas árabes.

Brasil mantuvo un perfil más bajo que Venezuela en sus relaciones con la República Islámica de Irán pero igual se involucró en la búsqueda de una solución al tema nuclear. La postura conjunta de Sudamérica, liderada por Brasil, al apoyar la creación de un Estado Palestino con las fronteras de 1967 en las Naciones Unidas, es otro ejemplo del acercamiento. En el escenario de la Primavera Árabe, Brasilia se opuso a la resolución 1973 del Consejo de Seguridad que avaló la invasión de la OTAN en Libia, más que nada por ser reacio a políticas intervencionistas de tinte imperialista. Además, como un país clave de los denominados BRICS, Brasil participa activamente desde 2005 de los encuentros cumbre entre América del Sur y los países árabes. Incluso también, como parte de la política brasilera de participación en Naciones Unidas, en setiembre de 2007 llegaron al país refugiados iraquíes a través de un programa de reasentamiento.

Diferenciar es clave

Personas desplazadas (geográfica y emocionalmente) y aquellos excluidos de la sociedad son potenciales seguidores de una nueva religión. Las iglesias evangélicas han crecido mucho captando personas que sufren racismo o temas de droga. Así es como también es Islam ha recibido a muchos brasileros en las distintas favelas del país. La conversión de los ciudadanos y la inmigración de musulmanes no tienen nada malo en sí mismo. De hecho el Islam es la religión de mayor crecimiento en los últimos años. Sin embargo, hay varias claves para analizar:quiénes son los que llegan y quiénes enseñan a los aprendices.

Se estima que en las últimas oleadas provenientes del Líbano han llegado a Brasil 20.000 seguidores del Islam chiíta, el más radical. Además, personas vinculadas con la agrupación terrorista Hezbola se han radicado en la triple frontera de Brasil, Argentina y Paraguay. Allí se valen de actividades ilícitas (narcotráfico entre otras) como una de las fuentes de financiación. Un cable diplomático de la Embajada de Estados Unidos revelado por WikiLeaks demostró la preocupación del gobierno norteamericano por las actividades de la comunidad musulmana en Foz de Iguazú.


Demonizar a los musulmanes como presuntos terroristas es un error de ignorancia. La mayoría del Islam en Brasil es moderado y mantiene buenas relaciones con las otras comunidades, así como con el gobierno. Sin embargo, hay que prestar atención a dónde llegan aquellos que, motivados por el conocimiento de la religión, acuden a centros lejanos de las comunidades islámicas de cabecera. El crecimiento del Islam no supondrá ningún problema para Brasil siempre y cuando se mantenga un balance entre la comprensión a una religión y la prevención ante una posible llegada de elementos extremistas.  

viernes, 9 de agosto de 2013

Informe Semanal: La triple estrategia para combatir la causa uigur

La causa uigur es uno de los tantos conflictos internos que posee China. Los uigures son una de las más de cincuenta etnias reconocidas en el país. De religión musulmana y origen turco, son casi nueve millones de personas que habitan en la región de Xinjiang, al oeste del gigante asiático. Rodeada por una cadena montañosa y por el desierto de Taklamakan, Xinjiang es la provincia de mayor extensión y en ella coexisten principalmente dos culturas, no siempre de forma armoniosa.

Los uigures, culturalmente próximos a Asia Central, son seguidores de la rama sunní del Islam. Durante décadas fueron mayoría en la región, representando un 50% de los habitantes, pero en los últimos tiempos se han visto invadidos, influenciados y copados por la etnia han, la mayoritaria en China. Beijing está dominando este conflicto a través de una triple estrategia; utiliza la fuerza cuando es necesario, ejerce un soft power gracias al progreso económico y desarrolla la seguridad regional. Estas acciones traen como resultado que el sueño secesionista uigur se convierta en una utopía.
La represión constante y los disturbios de 2009
El Islam, los deseos independentistas y la lucha armada forman un triángulo negativo para Beijing, por lo que todo reclamo exacerbado de la población uigur es reprimido con dureza por el gobierno. Las protestas ocurridas en la ciudad de Gulja en 1997, que terminaron con la muerte de muchos manifestantes, motivaron políticas más duras. Actualmente los uigures se encuentran molestos por la imposición de la cultura marcada por el Partido Comunista y el sometimiento de su pueblo. La mayoría de la etnia busca el respeto a sus valores a través de medios pacíficos pero los desórdenes pueden ocurrir en cualquier momento, ya que las manifestaciones son frenadas de forma sistemática, vulnerando los Derechos Humanos de esta población.  
En julio de 2009 en Urumqi, capital de Xinjiang, se produjo la mayor represión a los uigures. Una manifestación pacífica motivó el enfrentamiento entre las poblaciones. Los chinos han, armados con palos, salieron a las calles para enfrentarse a los uigures y el ejército cerró la ciudad. Los chinos intentaron ingresar a las mezquitas acusando a los uigures de querer modificar su cultura. Los enfrentamientos de aquel año fueron los más violentos en China desde los ocurridos en la Plaza Tiananmen en 1989. Se estiman, aunque es difícil de comprobar las cifras reales, que murieron más de 200 personas y fueron heridas alrededor de 1800. Por fuera de estos números están las confiscaciones, secuestros, detenciones masivas y las ejecuciones que el ejército pudo haber llevado a cabo. A estos acontecimientos le siguió el denominado apagón informático, utilizado seguramente para cometer todo tipo de abusos. En aquel entonces, Human Rights Watch denunció desapariciones y el cierre de los ingresos a la ciudad.
El gobierno chino justifica la violencia utilizada por la amenaza terrorista. Aunque sean minoría los uigures que toman el camino del extremismo, existen y sirven como excusa. En 2011, China logró que Naciones Unidas incluya al Movimiento Islámico de Turkestán Oriental en la lista de grupos terroristas. Además, constantemente busca relacionarlos con los talibanes, Al Qaeda y agrupaciones chechenas. La cercanía de la región con Pakistán y Afganistán, supone la posible llegada de influencias islamistas extremas.
El poder suave: la economía
El escaso desarrollo económico de la región fue visto por el Partido Comunista como una de las causas que pueden provocar el sentimiento independentista. Consideraron que una buena estrategia para combatir la secesión es reducir las diferencias entre las provincias alejadas y el resto del país. La gran inversión económica denota que hay muchos objetivos en juego; el principal radica en que Xinjiang es la puerta de entrada al corredor centro asiático. La construcción permanente y la llegada del tren de alta velocidad implican una apuesta de China para crear una nueva Shangai al oeste de la nación.
Rememorando la histórica ruta de la seda, que unía Xian con Constantinopla, China busca formar en Xinjiang un centro logístico que conecte las regiones centrales y costeras con Asia Central. Las relaciones comerciales entre China y sus vecinos de la zona han crecido mucho en el último tiempo y la explotación de materias primas en la región es constante, ya que la demanda interna de energía lo exige. Xinjiang debe ser un territorio seguro debido a que existen grandes proyectos de desarrollo relacionados con las enormes reservas de petróleo, gas natural, carbón y uranio. Dos claros ejemplos son el oleoducto de 3000 km entre China y Kazajstán y el gasoducto de 7000 km que va desde Turkmenistán hasta Shangai, pasando por Uzbekistán y Kazajstán. 
Horgos, ciudad fronteriza con Kazajstán, fue declarada Zona Económica Especial al igual que Kashgar, otra localidad de la zona. El objetivo del gobierno es atraer inversión extranjera gracias a las excepcionalidades brindadas; de esta manera las obras de infraestructura son recibidas de forma constante. Comerciantes y trabajadores de distintas provincias arriban y diluyen a los uigures. Los han ya son mayoría en la urbes, relegando a los uigures a zonas más despobladas, principalmente al sur del desierto. Los inmigrantes se ubican en las ciudades del norte, en donde se destaca la construcción constante de bancos y centros comerciales. Nicolás de Pedro[i], especialista en temas de Asia Central, aduce que la principal causa del malestar de los uigures es la inmigración.
En la última década en Xinjiang se dio el proceso que Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araujo[ii] denominan “hanificación”, una asimilación constante del lugar a través de la oleada de la etnia han, el crecimiento de la cultura china y la expansión del mandarín. Estos transformaciones están muy relacionadas al desigual reparto de trabajo, ya que los puestos de mayor responsabilidad son ocupados por los han, al igual que los cargos en la administración pública. A su vez, el control constante a las actividades religiosas conlleva a una situación de escasa libertad de culto, causando un riesgo para China por la posible incursión de corrientes extremas. Estas situaciones generan un fuerte resentimiento.
El control a la diáspora
La represión y el empleo de una estrategia económica en la zona no es suficiente para controlar la causa uigur. Para China sería difícil mantener la calma en Xinjiang sin la cooperación de los países de Asia Central y sin aplastar a la diáspora. A través de organizaciones continentales y tratados bilaterales, China se asegura de sellar la frontera para frenar un posible apoyo a sus rivales desde el exterior. 
China, Rusia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán crearon en 2001 la Organización de Cooperación de Shangai. La misma supone un convenio entre los países para la cooperación militar y el intercambio de información entre los servicios secretos. Este organismo es clave para los intereses de seguridad en Xinjiang, una provincia en donde se han realizado pruebas nucleares e instalado centros de control de telecomunicaciones.
En el aspecto bilateral, China exigió un compromiso diplomático a la vecina Kazajstán, en donde vive la mayor diáspora uigur, estimada en 200.000 personas. El acuerdo, que supone el no apoyo a movimientos secesionistas, debe ser respetado a raja tabla por los vínculos fuertes económicos entre ambos países. Kazajstán depende del abastecimiento chino y se encuentra inundada de productos de la potencia asiática, que van desde electrodomésticos hasta vajillas. La diáspora uigur también se instaló en Kirguistán, país que posee un entorno político más abierto. Allí, donde habitan más de 40 mil uigures, se produjeron ataques a locales chinos y asesinatos. En Uzbekistán y Turkmenistán las comunidades son pequeñas y tienen pocos vínculos con las residentes en China.
A nivel internacional, la causa no ha logrado los apoyos necesarios como si los han tenido los tibetanos. Seguramente los sustentos se relativizan por la presencia musulmana. La figura en la diáspora es Rebiya Kader, exiliada tras estar encarcelada en China. Beijing realizó una campaña diplomática dura en su contra para evitar su ascenso, aunque Kader obtuvo apoyos en Japón y Australia. Su objetivo es internacionalizar el conflicto para que el conflicto sea conocid0. Los uigures que llegaron a Estados Unidos, Turquía y Alemania tratan de ir por el mismo camino. El Congreso Uiguir Mundial, creado en 2004, tiene su sede en Munich. Mientras que desde Turquía, a donde huyeron una gran cantidad, se oyó la voz del presidente Erdogan, quien en 2009 pidió que finalicen las atrocidades cometidas contra este pueblo. 
La independencia es una utopía
Las uigures reivindican la cultura de su pueblo que habitaba esta zona desde hace siglos. La invasión china, durante la dinastía Qing, se dio a mediados de los 1700 pero el dominio fue frágil. Hasta fines del siglo XIX, la presencia rusa y las disputas con el imperio británico fueron características en el oeste de China. Aprovechando la inestabilidad, los uigures lograron formar una nación propia pero de vida corta; en 1933 se fundó Turkestán oriental. La nueva nación era vista como un freno al avance de China y la Unión Soviética, pero Stalin la derrocó y luego en 1949, el ejército comunista conquistó Xinjiang. Como toda provincia china vivió las distintas fases de la nación: los excesos, las hambrunas y la represión, así como los temblores políticos durante la Revolución Cultural.
Entre los años ochenta y los noventa se produjo el momento más cercano a la independencia para los uigures, debido a que la caída de la Unión Soviética le permitió a las naciones de Asia Central crear sus repúblicas independientes. Los cambios en China, que habían llegado de la mano de Deng Xiaoping, permitieron cierta tolerancia y permisividad con el Islam y su lengua. Las autoridades, seguramente distraídas con el crecimiento de otras zonas del país, dejaron crecer el sentimiento separatista; sin embargo, China nunca quiso desprenderse del territorio. Si bien se concedieron permisos, se abrieron fronteras y se otorgaron visas, la secesión hubiese sido demasiado problemática para el país.
Los uigures vieron su libertad en el horizonte pero el nacionalismo nunca tuvo la unidad necesaria para formar un movimiento independentista como en el Tibet. Hoy en día a lo máximo que pueden aspirar los uigures es al respeto por sus derechos y su cultura. En las circunstancias actuales, la independencia es imposible. El dominio chino es seguro y sólido. Hace tiempo que con su triple estrategia, China les ganó la guerra.


domingo, 4 de agosto de 2013

Túnez y su lucha contra Al Qaeda

La turbulenta transición política en esta nación del norte de África, abre espacios de inestabilidad que son aprovechados por la red terrorista líder en la actualidad. El asesinato de dirigentes opuestos a las políticas extremistas islámicas es la estrategia utilizada por Al Qaeda para hacer temblar los cimientos políticos que el partido Ennahda trata de crear. Se necesita acelerar la transición y realizar unas elecciones en el corto plazo pero solo con eso no alcanza, el ejército debe derrocar a Al Qaeda antes que sea tarde.
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En los últimos días la falange Okba Ibn Nafka, perteneciente a la red Al Qaeda, asesinó a ocho soldados de una unidad de elite. Las fuerzas de seguridad cayeron en una emboscada y terminaron degollados por los terroristas. Este hecho provocó de inmediato una serie de manifestaciones espontáneas en la sede del partido islamista moderado gobernante, Ennahda. Los partidos de la oposición y la poderosa Unión General de Trabajadores Tunecinos se unieron exigiendo la dimisión del actual primer ministro, Ali Larayed.

Acusado de ser incapaz de combatir a Al Qaeda, el mandatario llamó al diálogo y ofreció elecciones para diciembre de este año. Ali Larayed pertenece a una agrupación afín a los Hermanos Musulmanes y es quien lidera actualmente la transición. Tras condenar el ataque, hizo un llamado a la unidad nacional y puso como prioridad la lucha contra el terrorismo. A su pedido se adhirió el presidente Moncef Marzouki, perteneciente al Partido Nacionalista y parte de la coalición del gobierno. 

A principios de este año, militantes de Al Qaeda se agruparon en los montes de Chaambi, en la provincia de Kabserine al oeste del país, cerca de la frontera con Argelia. Sin embargo el asesinato de los soldados fue hasta el momento el mayor golpe terrorista desde la caída del presidente Ben Ali. Túnez se convirtió en un nuevo frente terrorista en el norte de África, tras la expulsión de los yihadistas de Mali, por la presencia del ejército francés. Los terroristas se han trasladado al sur de Libia, en donde se aprecia un gran tránsito de militantes hacia Argelia, Níger y Túnez.

En mayo fueron heridos militares por la explosión de minas antipersonales, causando que la Guardia Nacional de un paso atrás, dejando al Ejército al mando de la lucha anti terrorista. Sin embargo, el Ejército posee 27.000 hombres, mal equipados, y deberán combatir contra Al Qaeda, que posee armamento robado a las Fuerzas Armadas de Libia y Mali. Esta semana las fuerzas de seguridad respondieron de inmediato para marcar presencia con una operación a gran escala aérea y terrestre. El objetivo es no perder espacio en momentos donde el país avanza en la transición, tras designar dirigentes claves para diversos órganos.  

La transición debe acelerarse

La última crisis política se había suscitado por el asesinato del diputado de la izquierda laica, Mohamed Brahmi. El dirigente de 58 años era coordinador del Movimiento del Pueblo, crítico del gobierno y perteneciente a la coalición Frente Popular. El principal sospechoso de su muerte es Boubakeur El Hakim, el mismo que se presume mató a Chokri Belaid tiempo atrás. Frencés de origen tunecino, este hombre de 30 años es uno de los terroristas más peligroso de la zona, buscado por tráfico de armas desde Libia y posiblemente vinculado con la agrupación salafista Ansar Al Sharia.  

La inestabilidad en Túnez comenzó en diciembre de 2010 cuando un vendedor ambulante se prendió fuego dando inicio a la revolución que terminó con Ben Alí y que se extendió al resto de los países (Primavera Árabe). A partir de la caída del histórico líder se produjo una lucha entre laicos e islamistas por el poder, con la presencia sofocante de elementos extremistas. Las elecciones legislativas de 2012 las ganó Ennahda, acordando un gobierno tripartito. Sin embargo la crisis política que se sucedió tras el asesinato de Belaid hizo renunciar al primer ministro Hamadi Yabali, quien no pudo controlar la situación ni formar un gobierno de tecnócratas.

La historia se vuelve a repetir. Ali Larayed asumió con el apoyo de dos partidos laicos hasta los comicios de fin de año. El asesinato de Brahmi volcó a la gente a las calles, reclamando cambios urgentes. El ministro del Interior fue el primero en reaccionar, poniendo su cargo a disposición para calmar las aguas. Desde el extranjero se pide paciencia tras los asesinatos que suponen un golpe a la democracia. La inestabilidad en la nación es un peligro para Túnez y para las potencias occidentales debido a un posible crecimiento de Al Qaeda en la zona.


Los políticos tunecinos se encuentran en el último tramo para redactar la nueva Constitución, la que se estima estará lista en octubre. Túnez necesita salir rápidamente de la transición, asegurándose un gobierno fuerte para combatir y rodear al grupo terrorista. Los islamistas moderados de Ennahda están siendo cuestionados por la población, tras el aumento de divisiones, el caos, los problemas para reactivar la economía y la dificultad para frenar a los salafistas. Además, la oposición recibió un fuerte espaldarazo con lo sucedido en los últimos días en Egipto por la caída del gobierno islamista. La ansiedad está minando muchos logros de la Primavera Árabe, Túnez deberá tener cuidado. 

jueves, 1 de agosto de 2013

En el horizonte se ve el final

9.6 millones de habitantes fueron convocados a votar en las elecciones legislativas de Camboya. La lucha electoral fue entre el actual primer ministro Hun Sen, quien gobierna desde hace 28 años y el principal opositor, Sam Rainsy. Con la menor participación de los últimos 20 años y en medio de acusaciones por fraude, el presente mandatario renovó su estadía en el cargo. La maquinaria electoral del Partido Popular sigue funcionando pero el desgaste es notorio.  
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La victoria del partido oficialista fue ajustada y con un éxito menor al del 2008. Los liderados por Hun Sen obtuvieron 68 escaños de los 123 que componen la Asamblea Nacional. Esto supone una caída de 22 asientos con respecto a la legislatura anterior. La principal agrupación de oposición, el Partido de Rescate Nacional de Camboya, alcanzó 55 escaños para los próximos cinco años. Con estos resultados, Hun Sen podrá gobernar sin la necesidad de formar un ejecutivo de coalición, ya que la Constitución estipula como suficiente la mayoría simple.

Horas después de cerrados los colegios electorales, el ministro de Información, Jiev Kanharith, fue quien anunció la victoria del partido gobernante. La jornada transitó con total normalidad en materia de seguridad, destacándose algunos disturbios provocados por personas que no podían votar. Transparencia Internacional caracterizó la elección como caótica por las irregularidades que se suscitaron. Por ejemplo, algunos habitantes no pudieron ejercer su voto porque alguien lo había hecho antes con su identidad, mientras que otros sufragaron sin identificación válida. Además, la ONG Human Rights Watch denunció que los votantes se sienten amenazados por la Policía y el Ejército, instituciones que colaboraron con el oficialismo para garantizar la victoria.

A raíz de esta situación, el Partido de Rescate Nacional de Camboya rechazó los resultados de los comicios y pidió una investigación con respecto a presuntas irregularidades. Se solicitó la creación de un comité conjunto de Naciones Unidas, la Comisión Electoral y los dos partidos principales. La oposición apunta a la existencia de compra de votos, intimidaciones, la aparición de alrededor de un millón de nombres falsos y la eliminación de algunas personas del padrón. En este sentido, la representante de política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, celebró el clima pacífico pero criticó algunas deficiencias anunciadas de ante mano y que no fueron tomadas en cuenta. Si bien destacó los avances de la Comisión Nacional Electoral, lamentó que el acceso a los medios y el uso de recursos públicos sean desiguales.   

Rumbo a los treinta años en el poder

Hun Sen es uno de los jefes de gobierno más longevos del continente asiático. Desertor de los Jemeres Rojos, lidera al país desde 1985, transformando a una nación devastada en una economía creciente. Su figura representa un símbolo de la estabilidad y la paz en Camboya. El mandatario, que posee grandes relaciones con China, prometió permanecer 10 años más en el poder. Sin embargo su gobierno no es ajeno a la tensión social por las pobres condiciones laborales que existen en la nación. Además, los camboyanos demuestran cierto enojo ante la impunidad de las fuerzas del orden y la expropiación de tierras, en beneficio de empresas extranjeras y la élite política. Desde el exterior, tanto Estados Unidos como las Naciones Unidas han expresado sus críticas con respecto a los Derechos Humanos y al acoso a los diputados opositores.

Sabiendo lo difícil que era vencer en las elecciones la oposición apuntó a un crecimiento y fue liderada por Sam Rainsy, que regresó de Francia tras 4 años de exilio. Este ex banquero de 64 años, que logró evitar la cárcel tras ser acusado de falsificar mapas en las negociaciones con Vietnam, fue recibido por 40.000 personas en las calles de la capital Phom Phen. Perdonado por el Rey Norodom Sihamoni, se erigió como figura de la coalición opositora que reúne a su agrupación con el Partido de los Derechos Humanos. También participaron de la contienda otras seis formaciones con escasa posibilidad, entre ellas el monárquico FUNCINPEC, principal partido de oposición hasta 2003.

Camboya celebró el domingo pasado las quintas elecciones desde el retorno de la democracia auspiciada por las Naciones Unidas en 1993. Previamente, una guerrilla de orientación maoísta aniquiló al país. Desde 1975 a 1979, la tiranía y el genocidio fueron moneda corriente en la nación. Los Jemeres Rojos, encabezados por Pol Pot, buscaron instaurar un sistema socialista con base agraria que culminó con más de dos millones de muertos por purgas políticas y hambrunas. Camboya logró superar esta etapa negra de la historia con el apoyo del ejército de Vietnam, que ingresó al país en 1979 y expulsó a los rojos hacia la frontera con Tailandia. Sin embargo la inestabilidad se mantuvo hasta 1991 cuando se firmó la paz en París y se reinstauró la monarquía.


Hun Sen se posicionó en el gobierno durante la estadía de los vietnamitas en Camboya. Desde aquel entonces lidera al país con luces y sombras. Sin dudas lo más negativo es su larga estadía en el poder a través de una maquinaria electoral aceitada y con un Partido Popular que posee aproximadamente seis millones de afiliados. El mandatario temió que estas elecciones fueran su final y por ello declaró el peligro de una guerra civil si perdía. La oposición, unida como nunca antes, logró mejores resultados que hace cinco años pero no alcanzó. Sin embargo es el comienzo de una lucha para lograr la esperada transición.