jueves, 27 de marzo de 2014

El “triunfo” de Le Pen en las elecciones municipales

El abstencionismo, la caída de los socialistas y el crecimiento del Frente Nacional de Marine Le Pen son las principales conclusiones de la primera ronda de los comicios municipales en Francia. Mirando hacia el futuro es la consolidación de este grupo populista como la tercera fuerza política en un momento difícil para los dos bloques tradicionales. Por último se destaca el posicionamiento de Le Pen de cara a los comicios europeos que tienen a los euroescépticos como favoritos en el país galo.
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El domingo pasado se realizaron las elecciones municipales en Francia con resultados que sorprenden. La centro derecha, representada por la Unión por un Movimiento Popular (UMP), logró un 46% de los votos y alrededor de 250 alcaldes. La coalición conservadora se benefició del declive de los socialistas. La baja votación del Partido Socialista (37%) se lee como un voto castigo al gobierno de Francois Hollande. El golpe duro para las fuerzas de izquierda conlleva la necesidad de analizar las políticas que se vienen realizando por parte del presidente más impopular de los últimos tiempos (actualmente tiene un 18% de popularidad). El giro neoliberal con recortes del gasto público y un pacto por el empleo con la patronal son algunas de las políticas más criticadas de Hollande.

El Frente Nacional de extrema derecha fue la sensación de los comicios, aunque alcanzó tan solo un 4,5%. Su candidata Marine Le Pen explotó su mensaje populista, antisistema y nacionalista en un momento difícil para los bloques tradicionales (UMP y PS). La abstención fue la otra ganadora en los comicios. Un 38% de la población no salió a votar, cuatro puntos porcentuales más que en las elecciones de 2008. Esto es el fiel reflejo de la desconfianza en la clase política, principalmente en zonas urbanas. Una de las últimas encuestas asegura que el 88% de los franceses afirman que los políticos no se preocupan por sus problemas.

El 30 de marzo se desarrollará la segunda ronda de los comicios municipales, decisiva para las grandes ciudades: París, Lyon y Marsella. En la capital, Kosciusko Morizet, Ministra de Medio Ambiente en el mandato del ex presidente Nicolas Sarkozy, fue quien más votos logró (35%). Sin embargo un punto por debajo se ubicó la candidata socialista Anne Hidalgo. La franco española obtuvo un 34% y pactó para la segunda vuelta con Los Verdes que obtuvieron un 8%. El Frente Nacional conquistó un 6% en París y sus votos también serán clave en segunda ronda. Mientras que en Marsella, la gran catástrofe fue para los socialistas que obtuvieron un 20%, por detrás del Frente Nacional (22%) y el UMP (40%).

El ascenso del nacionalismo y populismo francés

El Frente Nacional superó las expectativas de todos. Marine Le Pen, como figura emergente, se convirtió en la tercera alternativa política de Francia. En 2012 esta agrupación nacionalista recibió el 18% de los votos, siete puntos porcentuales más que lo que logró su padre, Jean Marie, en 2007. Esto se debe a un cambio de perfil del partido. La figura del líder histórico se fue desgastando con sus continuos ataques a inmigrantes y judíos. En 2011 Marine asumió buscando cambiar esa imagen xenófoba del partido, intentando profesionalizarlo a través de la prohibición de comentarios racistas en público y una renovada agenda económica.


Para estos comicios Marine Le Pen salió en búsqueda de los votos del electorado joven. En las últimas elecciones municipales (2008) el Frente Nacional no había logrado ninguna alcaldía pero este año obtuvo dos en primera vuelta. En el feudo de Le Pen, Henin-Beaumont, ganaron la alcaldía en el primer turno al superar el 50% de los votos. El buen resultado en estos comicios refuerza a la eurodiputada de 45 años como favorita para las elecciones europeas que se desarrollarán en mayo. Quizás las municipales sean una foto de lo que pueda ocurrir en los próximos meses. 

sábado, 22 de marzo de 2014

El poderío de Rusia y la necesaria reforma en la ONU

La crisis en Ucrania desnudó un problema que tiene actualmente el sistema internacional: la ineficacia de las Naciones Unidas (ONU) para resolver los problemas. El crecimiento a todo nivel de Rusia y la insistencia en mantener bajo su órbita a las ex repúblicas soviéticas plantea un nuevo problema en Eurasia. Desde el Kremlin se toman decisiones que difícilmente puedan ser contrarrestadas por Estados Unidos y Europa. Quizás por ello estos últimos deberían aceptar cambios en la toma de decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU.
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Los problemas en Ucrania, país de 45 millones de habitantes, no comenzaron en 2013. Desde hace varios años que el gobierno de esta nación se encontraba en la disyuntiva de tener que elegir entre la Unión Europea y Rusia. Victor Yanukovich, ex presidente de Ucrania, estaba dispuesto a firmar un acuerdo con el bloque europeo pero fue paralizado por las presiones de Moscú. En noviembre suspendió las preparaciones del tratado con Europa y generó diversas protestas en las calles. El gobierno reprimió y profundizó las tensiones, provocando muertes de ambos bandos.

En febrero ya se podía ver un país dividido entre los proeuropeos y prorusos. En las ciudades en donde se produjeron las protestas predomina la lengua ucraniana y se caracterizan por apoyos a candidaturas proeuropeas, algo que no ocurre en las regiones del este. En este contexto a mediados de febrero el corrupto presidente Yanukovich tuvo que refugiarse en Rusia, asumiendo en Ucrania un gobierno interino que estableció lazos económicos y militares tanto con Europa como con Estados Unidos. El primer ministro, Arseniy Yatsenyuk, será el encargado de llevar adelante las riendas del país hasta las elecciones de mayo.

El creciente nacionalismo y el rol que ocupó la extrema derecha en las protestas es un llamado de atención para las nuevas autoridades ucranianas. La revolución proeuropea también provocó cierto temor en la comunidad rusa ucraniana. Con la ida de Yanukovich Europa logró su cometido, enmarcado en la política de vecindad, de atraer hacia su lado a países de la ex Unión Soviética. Bruselas y el Kremlin claramente tienen intereses contrapuestos en la zona y las decisiones de ambos no han sido negociadas. Europa se quedó con Ucrania pero Rusia no dudo en responder y bajo el objetivo de la recuperación nacional, contraataco.

Rusia y la demostración de fuerza

Con la excusa de proteger a los rusos, el presidente ruso Vladimir Putin reaccionó tomando la República Autónoma de Crimea, que es parte de Ucrania. Esta península estratégica tiene un puerto con salida al Mar Negro y es clave para el control en el suministro de gas a Medio Oriente. Allí existe una mayoría rusa de alrededor del 60% pero también conviven ucranianos y tártaros. Aunque Rusia ya tenía influencia en la zona (una enorme base militar), Putin desplegó a sus fuerzas armadas en una demostración de fuerza al mundo. Además desde Moscú se alimentan en estos días las movilizaciones separatistas en Donetsk y Jarkiv.

El principal objetivo de Rusia era anexionar a Crimea a la Federación, lo cual se llevó adelante a través de un referéndum. En ocho días el Kremlin se encargó de organizar el plebiscito sin garantías en lo que refiere a observadores, logística y campaña electoral. El resultado de la consulta no fue novedad para nadie aunque obviamente no fue aceptado ni por la Unión Europea ni por Estados Unidos. Según la comisión electoral local, más del 95% votó a favor de la reunificación y al día siguiente Putin firmó el acuerdo de incorporación, pese a la negativa de Occidente.

La multipolaridad que no es tal

La disolución en 1991 de la Unión Soviética marcó la historia: terminó con la bipolaridad de la Guerra Fría para pasar a la hegemonía norteamericana. Hoy en día el nacionalismo ruso es creciente y desde el Kremlin se busca restituir la grandeza de Rusia. Los inmensos recursos energéticos convierten a este país nuevamente en protagonista a nivel mundial. El potencial científico así como el crecimiento económico y militar renuevan las ambiciones tras la reconstrucción del país. A pesar de las sanciones políticas que Europa y Estados Unidos puedan imponerle, Putin se muestra fuerte, con una popularidad en su país que se dispara.

Surge la duda de si estamos en presencia de un orden multipolar con estas nuevas potencias crecientes o si aún se parece a la bipolaridad del siglo XX. Actualmente nos encontramos con China mirando hacia otro lado (sin entrometerse en asuntos intentos como marca su política), Europa carente de una política exterior firme e independiente y otras potencias regionales (Brasil, India, Sudáfrica, Turquía) que no encuentran el ámbito para expresarse o no tienen objetivos de liderazgo. Estados Unidos además de llevar la bandera de las libertades debería pensar en más democracia en el ámbito de las Naciones Unidas, aunque un Consejo de Seguridad más democrático no le permitiría ciertos atropellos.

Tal como sucedió en el conflicto de Siria, Rusia vuelve a mostrar fuerza en el orden internacional. La capacidad de veto en un Consejo de Seguridad que une a Europa con Estados Unidos, que tiene a China absteniéndose y Rusia por otro lado, convierte a este mundo en bipolar, tal como fue concebido en 1945. La reforma en la ONU se hace inevitable para evitar este tipo de decisiones unilaterales que toma Rusia, anexionando territorios como si nada. Un Consejo de Seguridad más amplio, democrático y sin veto seguramente ayude a concebir esa multipolaridad de los cuales muchos académicos hablan pero que no logra concretarse. 

martes, 18 de marzo de 2014

Angola y el controversial progreso de África

Durante décadas los países de África tuvieron una historia y problemas en común. 55 naciones y alrededor de 150 millones de habitantes presos del hambre, la guerra y los conflictos fronterizos. Hoy el panorama es distinto, los desafíos pasan por la democratización y un crecimiento económico que permita dejar atrás un pasado oscuro. Sin embargo África no es homogénea y los niveles de avance son muy dispares. Angola es uno ejemplo para conocer los retos actuales del continente.
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Luanda, capital de Angola, es considerada como una de las ciudades africanas con una experiencia urbanística revolucionaria. Con el objetivo de convertirse en una especie de Dubai, según el deseo del presidente Eduardo Dos Santos, esta urbe ha ido cambiando rápidamente con una reconstrucción a toda velocidad. Autopistas, hoteles, autos lujosos y escenarios deportivos de primer nivel contrastan con un déficit de vivienda para la mayoría de la población. Esa es la foto de Angola: una mayoría se beneficia de las riquezas que provienen del subsuelo mientras la corrupción, la mortalidad infantil y el hambre campea como si nada.  

Angola es uno de los países más ricos en recursos del continente africano. El petróleo junto a la extracción de diamantes le permitió al país un gran crecimiento desde 2002, con un aumento de 11% de media anual y pronósticos de 7% hasta el 2016. Miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) desde 2007, fue el segundo mayor productor tres años después y actualmente concentra alrededor del 90% de sus exportaciones en el oro negro. El despegue económico le permite atraer inversiones internacionales e incluso miles de inmigrantes, tanto de países vecinos como de la ex colonia, Portugal. Estos últimos cubren los vacíos en recursos humanos calificados, ingenieros, médicos, entre otros.

Hoy en día Angola tiene la posibilidad de elegir con qué países negocia, algo que no ocurría en la época colonialista. En este sentido China se presenta como socio estratégico, siendo el segundo comprador del petróleo angoleño. Las empresas de este país asiático son clave en las miles de obras de infraestructura, que abarcan carreteras, viviendas y edificios gubernamentales. El Banco Mundial utiliza el término “modelo Angola” para definir el intercambio de infraestructuras por petróleo. Las conexiones entre China y Angola datan de los acuerdos de 2004, con la participación clave del Exxim Bank y Sonangol, la empresa petrolera del país africano. Sin embargo los beneficios de estos intercambios claramente quedan en manos de las élites de este régimen autocrático.  

El déficit democrático en Angola

El crecimiento de la industria petrolera contrasta con los escasos avances en otras áreas. Angola, tercera economía del África Subsahariana, sufre la falta de manufactureras locales y ofertas de servicios, que claramente encarecen al país. Si bien el mercado sustituyó a la planificación socialista, la carencia de infraestructuras es uno de los tantos desafíos del gobierno de Dos Santos. Además de lo que suponen los retos económicos, Angola tiene un gran debe democrático. Para las elecciones que ganó el actual presidente en 2010, el oficialismo se benefició del monopolio de los medios de comunicación, la maquinaria electoral y la cantidad de partidos pequeños que se presentaron a los comicios.

Aunque estemos lejos de la democracia y Dos Santos modifique la Constitución a su favor, Angola logró una estabilidad política atractiva, fruto de la reconciliación nacional. Luego de la guerra colonial (1961-1975), en la cual el país obtuvo la independencia formal y dio fin a la dominación portuguesa, las facciones que lucharon por el poder iniciaron una guerra civil que finalizó recién en abril de 2002, siendo ésta la más duradera del continente. El conflicto dejó un daño económico y social muy grande. La tregua entre el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) de Dos Santos y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) se dio tras la muerte de Jonás Savimbi, líder de esta última mencionada.     

Angola como ejemplo de los desafíos continentales

Angola superó dos de los problemas endémicos de África, la guerra y las disputas territoriales pero los desafíos siguen siendo grandes. El despegue económico y el crecimiento demográfico de esta ex colonia portuguesa le posibilitan convertirse en un león africano que imite el camino que alguna vez trazaron los tigres asiáticos. El avance de Angola se enmarca dentro de un progresivo ascenso de la clase media que convertirá a África en uno de los mayores mercados del mundo. Sin embargo en un continente tan extenso no podemos homogeneizar y hay que tener en cuenta que los avances de los países serán dispares.

Hasta el momento las riquezas de África sirvieron para enriquecer a dictadores y multinacionales. El crecimiento es frágil si sólo se basa en la exportación de materias primas. Para la obtención de un futuro más próspero son fundamentales los cambios en la educación, formación, infraestructura así como las reformas políticas. La pacificación es fundamental si viene de la mano con la democratización y con transformaciones económicas a largo plazo. En África material no falta pero estará en los propios africanos aprovechar el potencial y poner al continente olvidado en un lugar digno. 

domingo, 16 de marzo de 2014

El Salvador: la eterna polarización

La campaña para el ballotage, que se realizó el 9 de marzo, exhibió fisuras de la historia reciente salvadoreña. Los resultados ajustados entre los dos candidatos más votados en febrero y la insistencia de la derecha de un supuesto fraude electoral, polarizan a un país que parecía haber encontrado la confianza en su democracia. ARENA, partido perdedor en la contienda, tendrá que sincerarse y actuar de una forma políticamente responsable para no convertir a El Salvador en otra Venezuela.  
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Tres días después que se celebró la segunda vuelta, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) comunicó que el oficialista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) obtuvo más votos en los comicios aunque esperará resolver los recursos pendientes, presentados por la oposición, para proclamarlo ganador. El candidato del FMLN, Salvador Sánchez, venció por 0,22%, unos seis mil votos en alrededor de tres millones. Sin embargo el partido de oposición, ARENA (Alianza Republicana Nacionalista), declaró que existió fraude por la presencia de votos dobles y presentó recursos, entre ellos una petición de nulidad.

El sistema electoral del país centroamericano obliga a la realización de un ballotage si ningún candidato obtiene el 50% en primera vuelta. Eso fue lo que sucedió en febrero cuando el candidato de izquierda Sánchez obtuvo 48%, diez puntos porcentuales por encima de Norman Quijano, ex alcalde capitalino durante dos períodos. La tercera fuerza política fue Unidad del ex presidente (2004-2009) de derecha Elías Antonio Saca, expulsado del partido ARENA, que alcanzó un 11%. Por primera vez apareció un gris entre tanta polarización entre los dos polos tradicionales: izquierda y derecha.

En estas últimas semanas el objetivo de ambos candidatos fue captar los votos de Saca, meta que parece haber logrado Quijano, a pesar que Sánchez declaró que había recibido el apoyo del ex mandatario. La polarización aumentó en los días previos a la elección y la campaña se fue tornando hacia los miedos del pasado. ARENA apeló a viejos recuerdos, reagrupando el voto de la derecha y relacionando al FMLN con la Venezuela chavista, que pasa por su peor momento. A Sánchez se lo tildó como un candidato bolivariano, acusación que el presidente Mauricio Funes se preocupó por desmentir. Seguramente las confrontaciones ideológicas llevaron a que la participación en esta segunda vuelta (61%) haya sido mayor que en febrero (53%), característica que no es común en El Salvador.

Superar las diferencias históricas: la necesidad de convivir

El FMLN, que nació como un grupo guerrillero, se convirtió en partido político tras la firma de los acuerdos de paz en 1992. Fue oposición durante 17 años hasta que Mauricio Funes ganó las elecciones con un 51% de los votos en 2009. Este periodista dejará la presidencia siendo el mandatario más popular desde que finalizó la guerra civil. A diferencia de Funes, que se presentaba como un candidato sobrio sin relación con la guerrilla, el vicepresidente y ahora candidato Sánchez, fue uno de los cinco máximos jefes del grupo guerrillero. A pesar de ello se puede afirmar que el FMLN alcanzó su madurez política, llevando adelante un gobierno pragmático, moderado y lejos de las políticas de la izquierda radical latinoamericana.   

La campaña de Sánchez embanderando la izquierda moderada y con un giro hacia el centro no convenció a un electorado que parece no olvidar que fue uno de los comandantes de la guerrilla. La derecha, sin un proyecto alternativo serio, dividida, con asesores investigados y necesitando urgentemente la renovación, apeló a los miedos y fantasmas (dignos de la Guerra Fría) para retornar al poder. Una vez derrotada, la derecha tradicional debería aceptar la oferta de diálogo de Sánchez para dejar atrás la historia de violencia y poder fortalecer una democracia que siempre ha sido débil. Sin embargo la opción de Quijano parece ser otra, ya que incluso mencionó a las Fuerzas Armadas como garantes de la jornada electoral.


Sánchez debe esperar a que lo declaren oficialmente como ganador para comenzar a trabajar en la transición. Fortalecer el crecimiento económico (superar el 1.9% del PBI), continuar la lucha (o tregua) contra las maras para garantizar la seguridad ciudadana, superar la pobreza y mejorar la educación son algunos de los objetivos que tendrá para los próximos años. Además deberá lograr consensos en una nación dividida y con un sistema electoral que colabora con esta polarización entre la “oligarquía” y los “socialistas”. Estará en la madurez política de la derecha (principalmente) y en el pragmatismo de la izquierda continuar construyendo democracia en este pequeño país centroamericano, para no terminar como Venezuela.  

miércoles, 12 de marzo de 2014

La actualidad de la izquierda latinoamericana

La difícil situación que se vive en Venezuela, la contínua aceptación a la dictadura cubana, las protestas callejeras que se produjeron en Brasil así como el futuro de los gobiernos de Correa en Ecuador, Kirchner en Argentina y Morales en Bolivia plantean cierta incertidumbre con respecto a la ola izquierdista que se dio en Sudamérica a comienzos del siglo XXI.   
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Cuando murió Hugo Chávez en marzo de 2013 ciertos sectores de la academia realizaron pronósticos sobre el final de la Alianza Bolivariana (ALBA) y la futura decadencia de los gobiernos amigos de Venezuela. La mayoría afirmaban que los presidentes cercanos al ex mandatario sufrirían en cierta medida el deceso del comandante, ya sea por el apoyo económico que les brindaba, los beneficios que otorgaba o simplemente porque era el líder del Socialismo del siglo XXI. Resulta procedente entonces analizar cuál es la situación actual del bloque izquierdista. Su futuro no parece ser del todo provisorio, no por la muerte de Chávez (aunque pueda tener alguna influencia) sino por errores propios.

La situación que vive Venezuela no es novedad para nadie. Nicolás Maduro asumió la presidencia tras ganar unas elecciones reñidas y con una crisis de legitimidad importante. Fue electo para el período 2013-2019 con un 50.61% de los votos, un punto porcentual más que su contrincante Henrique Capriles. Venezuela es actualmente un país dividido, con problemas que se arrastran desde la época chavista como la inseguridad y con otros que se agregaron seguramente por la ausencia del líder de la “revolución”. En este 2014 con las protestas callejeras, todo se le ha ido de las manos a Maduro. El mandatario intenta de todas las formas posibles (represión y conferencia nacional para la paz) frenar las protestas sociales que se desarrollan desde hace casi un mes en Venezuela.

Raúl Castro, amigo fiel de la revolución bolivariana, salió en defensa de Maduro acusando (como siempre) a gobiernos extranjeros de los problemas internos. El argumento de que el “imperialismo” pone a la gente en las calles no es válido, basta con destacar que el pueblo egipcio sacó del poder a Mubarak, socio estratégico de Estados Unidos en aquella región. Cuba debería enfocarse en su transformación, en ir a fondo con algunas reformas que ha iniciado y buscar de una vez por todas los caminos hacia la democracia. Igualmente como quedó demostrado en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la dictadura cubana sigue teniendo el aval de la izquierda latinoamericana. Acusar al imperialismo de los errores propios ya no es una opción válida en la era de la información.

Los desafíos del resto de los gobiernos izquierdistas

Evo Morales es otro de los mandatarios que no demora en acusar a las fuerzas extranjeras y a la oligarquía venezolana de financiar a los jóvenes que protestan en las calles. Sin embargo su situación es distinta, Bolivia fue alabada por el Fondo Monetario Internacional debido a un sólido crecimiento de la economía, principalmente gracias a la exportación de hidrocarburos. Morales es gran candidato a lograr una nueva victoria en las elecciones de octubre de este año. De no ocurrir ningún imprevisto obtendrá una tercera gestión de 2015-2020, completando 14 años en el poder. Si bien hay quienes creen que el proceso llevado adelante por Morales se basa más en la fuerza de su partido Movimiento al Socialismo (MAS) que en su persona, el mandatario tiene una posición preponderante y será difícil de reemplazar cuando no tenga posibilidades de ser reelecto.

El domingo 23 de febrero se realizaron elecciones municipales en Ecuador, con un gran revés para Rafael Correa. La oposición ganó las principales alcaldías y gobernará en las ciudades más grandes del país. Estos duros resultados para el oficialismo llevaron a Correa a emprender una reestructuración de su partido,  fruto de su primera gran caída en los comicios. La trascendencia que el propio presidente le dio a estas elecciones prenden las luces de alerta con respecto al futuro de Correa, no tanto por su figura sino por la confirmación de que el suyo se trata de un proyecto estrictamente personalista. La necesidad de la continúa reelección para seguir adelante con la revolución ciudadana puede convertir al gobierno de Correa en uno de tintes autoritarios, más de los que ya sus opositores le adjudican.

La situación del resto de las izquierdas en Sudamérica es diferente. En ChileMichelle Bachelet se apresta a un nuevo gobierno. El Frente Amplio en Uruguay es firme candidato para un tercer gobierno, de la mano del ex presidente Tabaré Vázquez. En Brasil, Dilma Rousseff es candidata a un segundo mandato luego de los comicios de octubre. Estos tres candidatos tienen algo en común. Parecería ser la última oportunidad de esta izquierda socialdemócrata para conformar a sus votantes y cumplir las expectativas de cambio profundo, principalmente la reducción de la desigualdad en Chile, la mejora en la educación en Uruguay y la transparencia en Brasil. Distinta es la situación del kirchnerismo en ArgentinaCristina Fernández dejará el cargo dentro de dos años y habrá que ver como se posiciona la izquierda en el futuro.

En definitiva la situación del bloque chavista no es auspiciosa a futuro pero no es algo que se deba a la muerte de Chávez sino a procesos internos. Obviamente que la desaparición física del ex mandatario influye en la política de su país y el momento actual. Quizás el mal momento que vive Venezuela complique a Cuba por las ayudas recibidas pero no se puede establecer una conexión entre el deceso de Chávez y la caída de las izquierdas sudamericanas. La Bolivia de Morales está en un buen momento y en Ecuador, Correa busca reforzar a su partido tras su primera derrota electoral desde que llegó al poder. 

El problema de la izquierda latinoamericana parece ser otro y refiere a la búsqueda del rumbo. Seguir defendiendo a ultranza la dictadura de Cuba y aceptar la represión a los estudiantes en Venezuela son visiones de política exterior dignas de la Guerra Fría y no de un mundo globalizado del siglo XXI. Incluso para defender algunas posiciones se llegan a contradicciones insólitas como la de una izquierda apoyando a un gobierno que reprime a la clase media, supuestamente manipulada por los Estados Unidos. Con respecto a esto cabe destacar que tanto a la oligarquía de los distintos países como a los intereses norteamericanos les debe caer simpático y seguramente no duden en colaborar para desestabilizar algunos gobiernos (lo han hecho en innumerables ocasiones) pero la izquierda parece abusar de ese pretexto para justificar problemas internos y errores propios.    

domingo, 9 de marzo de 2014

Decisión polémica de Araya en Costa Rica

A menos de un mes para la segunda vuelta, el candidato oficialista Jhonny Araya anunció que se aparta de la campaña electoral. La decisión del postulante por el oficialista Partido de Liberación Nacional (PLN) sacude la política costarricense. En un escenario poco común, Luis Guillermo Solís se convertirá el próximo 6 de abril en el nuevo presidente de Costa Rica.
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Araya, ex alcalde de San José durante 22 años, finalizó segundo en la contienda del 2 de febrero, con un punto menos (29%) que el candidato más votado. Este ingeniero agrónomo, perteneciente a una familia de trayectoria política, intentó distanciarse de la presidenta saliente Laura Chinchilla, bastante impopular en los últimos tiempos. Sin embargo el descreimiento de la población por el PLN y las bajas cifras de aprobación del gobierno complicaron su candidatura. Son estas algunas de las causas que llevaron a Araya a tomar esta controversial decisión. La gota que derramó el vaso fueron los resultados de la última encuesta de la Universidad de Costa Rica que le dio un 20% de las preferencias a Araya y un 62% a su contrincante.

No presentarse a la segunda vuelta puede tomarse como una estrategia partidista de una agrupación que lleva ocho años en el poder tras los gobiernos de Oscar Arias (2006-2010) y Laura Chinchilla (2010-2014). Araya se despide de estas elecciones prometiendo devolver al partido a sus raíces socialdemócratas. El candidato da un paso hacia atrás para dar dos hacia adelante en el futuro. Considerando la mala votación en primera vuelta y que las encuestas lo dan sumergido, Araya prefirió retirarse de la contienda antes que inmiscuir al partido en otro gran fracaso. Si bien el Tribunal Supremo de Elecciones aseguró que la papeleta del PLN estará en la mesa de votación, es innegable que la retirada del candidato afecta el proceso electoral.

Sus más cercanos colaboradores e incluso el propio Araya sostienen que la decisión es el fiel reflejo de una madurez política y el intento de colaborar con el futuro gobierno. Esta aseveración puede tener algo de cierto en el sentido que el gobierno del PAC que asumirá no presenta tantas diferencias con el PLN. Pero también están aquellos que aseguran que es una estrategia para darle una vuelta de tuerca a la segunda vuelta y mejorar su votación, algo que parece poco probable.

Solís y el cambio de estrategia

Luis Guillermo Solís, historiador y profesor universitario, fue el candidato más votado en primera vuelta con un 30%. Este ex dirigente del PLN renunció a la agrupación años atrás denunciando irregularidades en las internas y se unió al Partido Acción Ciudadana (PAC), principal grupo opositor. Solís fue la sorpresa en los comicios, un fenómeno que los analistas denominaron el “tsunami ciudadano”. El candidato prometió rescatar la socialdemocracia en base a un programa de gobierno que apunta a disminuir la desigualdad, acabar con la pobreza extrema y combatir la corrupción. 

Uno de los dos factores importantes con respecto a la legitimidad con la que asume un presidente es el porcentaje de votos obtenidos y el nivel de convocatoria de las elecciones. Con el apartamiento de Araya, Solís necesitará convencer a la ciudadanía de salir a votar para poder fortalecerse y no asumir un gobierno debilitado desde un primer momento.  A pesar de que con el sistema de segunda vuelta se intenta formar una mayoría fabricada, el porcentaje de abstención es clave para el futuro del nuevo mandatario. Recordamos que en la primera vuelta participó un 69% de los convocados, siendo este el peor nivel desde los años noventa.

Solís cambiará la estrategia de campaña en este último mes al no tener que confrontar con otro candidato. Seguramente adelantará nombres del gabinete y llamará a sus votantes a concurrir a las urnas para así lograr un buen porcentaje que lo fortalezca, considerando además que deberá lidiar con un parlamento unicameral de 57 diputados fraccionado en nueve partidos y con sólo 13 escaños del Partido Acción Ciudadana.   

A diferencia de las elecciones del 2010, en las cuales Chinchilla venció en primera ronda con un 20% de ventaja con respecto al segundo contendiente y obtuvo 24 de los 57 escaños, Solís no comenzará con tanto aire. Sin embargo esto no supone complicaciones ya que no siempre la teoría se transforma en realidad. Chinchilla comenzó con viento a favor y dejará el gobierno con una baja popularidad que supo caer hasta un 9% en julio del año pasado. Pero si queda claro que el porcentaje que obtenga Solís en la segunda vuelta marcará la fuerza del candidato.

Con Solís no se esperan demasiados cambios en esta democracia estable y una de las economías más desarrolladas de América Latina. Aunque se presentaron 13 partidos políticos en primera vuelta, la población no ve muchas diferencias entre las distintas opciones y no posee incentivos para concurrir a las urnas. La máxima que dice que si la economía va bien la población no presta tanta atención a la política, parece confirmarse en este ciclo electoral costarricense.