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El objetivo del
siguiente artículo es investigar los crímenes cometidos por el ejército de
Guatemala durante el gobierno de Efraín Ríos
Montt (1982-1983). En estas últimas semanas, las victimas de aquella
masacre testifican en el juicio contra el ex mandatario. El trabajo constará de
la historia previa del pequeño país centroamericano, la llegada al poder de los
militares, la administración llevada a cabo por Ríos Montt y los acuerdos en la década del
noventa.
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El juicio contra Efraín Ríos
Montt remueve la historia de Guatemala.
Hubo que esperar años para llevar al ex dictador a la justicia, debido a que la inmunidad
como parlamentario lo protegía. Este hombre de 86 años es el primer ex jefe de
Estado centroamericano que será juzgado por genocidio. La guerra civil que
enfrentó a los gobiernos derechistas y a la guerrilla de inspiración comunista
ensangrentó al país desde 1960 a 1996. Los
distintos enfrentamientos se cobraron 200.000 vidas civiles, la mayoría indígenas. Las principales atrocidades fueron cometidas entre 1982 y 1983
durante la administración de Ríos Montt. Se produjeron violaciones masivas
durante las invasiones militares en las comunidades campesinas, donde el
ejército sospechaba la existencia de focos guerrilleros. Las principales
prácticas en contra de la comunidad eran las torturas y los incendios contra
las propiedades de los insurgentes. La justicia de Guatemala enjuicia treinta
años después a Ríos Montt, acusado de asesinar a más de 1700 indígenas de la
etnia maya ixil.
El
derrocamiento de los gobiernos sociales
La dictadura liberal,
característica en Latinoamérica durante fines del siglo XIX, finalizó tardíamente en
Guatemala. El gobierno de Jorge Ubico,
defensor de los intereses de las empresas extranjeras - entre ellas la
norteamericana United Fruit Company-, cayó de forma abrupta en octubre de 1944
tras la denominada Revolución
Guatemalteca. Dos hombres claves en aquel levantamiento de jóvenes
oficiales nacionalistas fueron Juan José
Arévalo y Jacobo Arbenz. Las elecciones libres realizadas posteriormente dieron
la victoria a Arévalo que se inspiró en las políticas del New Deal. Su meta era
finalizar con el antiguo régimen y encaminar al país desde una perspectiva
capitalista, democrática y de defensa de los intereses públicos. A dicho
presidente se lo acusó rápidamente de comunista por parte de los
terratenientes. Las reformas realizadas fueron continuadas por Arbenz, ganador
de los siguientes comicios. Las expropiaciones a la United Fruit Company
enmarcadas en la reforma agraria, agilizaron la participación de los servicios
de inteligencia norteamericanos para financiar un ejército rebelde.
Arbenz es derrotado en 1954 cuando se produce la intervención
norteamericana por tierra desde Honduras y a través de bombardeos aéreos. El
ejército formó una junta militar para suceder al presidente, la cual fue dirigida por Carlos Castillo Armas.
Esta figura anticomunista revierte las políticas iniciadas por los presidentes Arévalo
y Arbenz. La inestabilidad en Guatemala se acentuó tras el asesinato de Castillo en
1957 a
manos de un soldado. Esta situación derivó en una sucesión de presidentes
interinos hasta las elecciones de 1966. Mientras tanto los guerrilleros de
izquierda comenzaron a organizarse en lo que luego será la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca, buscando un nuevo orden
social y realizando ataques armados. El enfrentamiento interno se inició en los
primeros años de la década del sesenta. La política anticomunista promovida por
Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría, derivó en el apoyo de la potencia a gobiernos militares
fascistas.
Líder de una
generación de militares
Durante los setenta los
operativos de represión fueron más selectivos, apuntando a líderes comunitarios
y dirigentes sindicales. Con el correr de los años, los gobiernos identificaron
a los mayas como un grupo afín a la guerrilla e intensificaron los ataques
contra ellos. Los insurgentes ocupaban pueblos temporalmente pero a su retirada
dejaban a las comunidades indefensas y vulnerables ante la llegada del ejército,
que acusaba a los pobladores de encubrir la actividad guerrillera. Esta
situación fue provocando decepción y rechazo de la causa revolucionaria por
parte de los campesinos. El apoyo de Estados Unidos a estos gobiernos cívicos
militares de derecha finalizó en 1979
tras la asunción de Jimmy Carter, que
prohibió la ayuda por los abusos cometidos. Tres años después un grupo de
oficiales jóvenes del ejército, cansados de la corrupción imperante de la
cúpula militar, depuso al sanguinario Romeo
Lucas García y colocó en el poder a Ríos Montt.
José Efraín Ríos Montt, criado en un entorno rural, fue un militar de carrera
que recibió cursos de especialización en Panamá, centro de instrucción tutelado
por Estados Unidos y muy frecuentado por oficiales centroamericanos. Envestido
como Jefe del Estado Mayor General del Ejército, renunció para presentarse a
las elecciones presidenciales de 1974 en las cuales finalizó en segundo lugar. Ríos
Montt acusó al gobierno de fraude e intentó quedarse con el poder. El mandatario electo, el general
Laugerud decidió que sería mejor tener a su rival lejos y lo designó como Agregado Militar en España. A su regreso se convirtió en un mesianista de
tintes milenaristas y se unió a la Iglesia Evangélica Pentecostal. Fue líder de
la potente secta religiosa Iglesia del Verbo y ejerció labores de
evangelización. El Golpe de Estado de 1982,
que determinó la asunción de Riose Montt como presidente de la Junta Militar de
Gobierno, frustró la toma de posesión de Ángel Guevara, ganador de las
elecciones previas.
Genocidio
guatemalteco
El gobierno de Ríos Montt que
duró 17 meses (marzo de 1982 – agosto de 1983) comenzó con la suspensión de la Constitución,
el cierre del Congreso y la instauración de un estado de sitio. El presidente lanzó el Plan Nacional de Seguridad y Desarrollo que mezclaba políticas socioeconómicas, adoctrinamiento nacionalista de la población y el
exterminio de la subversión. Motivados por prejuicios culturales y raciales,
los gobernantes apuntaron hacia los campesinos e indígenas, a quienes creían
inmaduros en valores patrióticos. El régimen contó con el apoyo norteamericano
tras la llegada de Ronald Reagan al
poder. Las luchas se centraron contra el
Partido Guatemalteco del Trabajo, brazo político del comunismo, las Fuerzas
Armadas Rebeldes, el Ejercito Guerrillero de los Pobres y la Organización
Revolucionaria del Pueblo en Armas. El gobierno elaboró planes para aislar a
las comunidades campesinas de la insurgencia, brindando ayudas monetarias para
vivienda y cosechas. Esa fue una de las estrategias, la más dolorosa sería la
denominada política de tierra quemada.
El ejército y los paramilitares
desarrollaron matanzas generalizadas de campesinos e indígenas considerados
próximos a la guerrilla. Esta violencia ensangrentó a las zonas rurales,
principalmente a los departamentos occidentales de Quiche y Huehuetenango. La ley de pena de muerte surgió como
resguardo jurídico para el asesinato de todo aquel sospechoso de simpatizar con
los insurgentes. La represión armada surgió como el método expeditivo más
eficaz para privar a los guerrilleros de su base popular. El general Ríos Montt
aseguraba que el buen cristiano era aquel que se desenvolvía con la Biblia y la
metralleta. Se estiman que fueron ejecutados extraoficialmente alrededor de
10.000 guatemaltecos, eliminadas más de 400 aldeas indígenas mayas y trasladadas
100.000 personas por las campañas contrainsurgentes. La violencia ya implantada
incluso antes de 1982 adquirió un plan sistemático que obedecía a los planteamientos
ideológicos de Ríos Montt. Las tropas del dictador masacraron comunidades,
quemaron personas vivas, despedazaron cuerpos, cortaron lenguas, violaron
mujeres, entre otros delitos inconcebibles.
La pacificación
y el principio del cambio
El extremismo del dictador,
calificado de genocidio por el informe de las Naciones Unidas, dio por finalizado el apoyo norteamericano a la
campaña antiguerrillera. Las exigencias de los partidos tradicionales y los
rumores de un nuevo golpe de Estado obligaron a Ríos Montt a convocar a
elecciones para julio de 1984. Sin embargo los militares volvieron a tomar el
poder de la mano de Óscar Mejía, que
cumplió un cronograma de transición democrática. Las violaciones humanitarias y
la guerra contra la guerrilla continuó por varios años luego del gobierno de Ríos
Montt. La democracia finalmente se alcanzó en 1986 a través del presidente
democristiano Marcio Vinicio Cerezo.
Increíblemente el hoy acusado de genocidio intentó acceder nuevamente al poder por la vía
electoral. Su candidatura fue inhabilitada por el Tribunal Supremo Electoral, basándose
en el artículo que vetaba a los antiguos mandatarios que fueron presidentes por
medios no democráticos. Ríos Montt continúo en la política con la fundación del
Frente Republicano Guatemalteco.
La guerra civil en Guatemala
finalizó en 1996 tras las demandas
de estabilidad por parte de la comunidad internacional. El gobierno de Álvaro Arzú firmó los acuerdos de paz en
los que el actual presidente Otto Pérez
representó al ejército. En lo que refiere a Ríos Montt, fue electo presidente
del Congreso y posteriormente en 2007 alcanzó un escaño para lograr la
inmunidad parlamentaria. Los años y la madurez del Estado trajeron consigo
cambios en Guatemala. La cultura de impunidad conlleva a presiones y amenazas a
los intentos de hacer justicia. Sin embargo una nueva generación de jueces
tiene como objetivo juzgar las atrocidades cometidas en el pasado. Hoy le toca
a Ríos Montt sentarse en el banquillo por las masacres cometidas por sus
tropas. La deslegitimación del Estado guatemalteco durante años deriva en
un funcionamiento burocrático caótico. Las raíces de la desigualdad y el país
fallido continúan allí, hoy representadas a través del narcotráfico. Si bien las
nuevas generaciones intentan transformar una de las sociedades más desiguales,
injustas y desgarradas de América, el camino será largo de recorrer.
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