miércoles, 10 de abril de 2013

Mensaje contundente de la población en Colombia

La marcha a favor del diálogo entre el gobierno y las FARC contó con un amplio respaldo popular
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Una marea blanca inundó este martes la principal avenida de Bogotá. Alrededor de 900.000 personas se manifestaron exigiendo la paz y apoyando las conversaciones que comenzaron en noviembre entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El espaldarazo de la opinión pública a la salida negociada del conflicto armado también se produjo en otras ciudades. Colombia busca ponerle fin a 50 años de conflicto que causaron millones de desplazados y decenas de miles de muertos.
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La marcha se da días después de la culminación del séptimo ciclo de negociaciones en La Habana, en la que tanto el representante del gobierno, Humberto De La Calle, y el de las FARC, Iván Marques, reconocieron los avances alcanzados. En la manifestación, convocada en primera instancia por el movimiento izquierdista Fuerza Patriótica, marcharon figuras emblemáticas como el presidente Santos y el ex guerrillero Gustavo Petro, hoy Alcalde de la capital. El Partido Liberal, el Partido Verde y la Organización de Estados Americanos, a través de su Secretario General Insulza, manifestaron el respaldo a la marcha. No salieron a las calles los partidarios del ex presidente Álvaro Uribe, quien critica la legitimidad política que se le está dando a un grupo narcoterrorista. Los sectores conservadores expresan que su oposición no es a la paz sino a la impunidad. Tampoco participó de la convocatoria el único partido de izquierda en el Congreso, el Polo Democrático. Este grupo si bien apoya las negociaciones, no participó de la marcha al considerarla amarrada a las pretensiones reeleccionistas de Santos. 

El gobierno recibió la jornada de ayer como un mandato para profundizar y acelerar los acuerdos de paz. Juan Manuel Santos sabe que el éxito de las negociaciones garantizaría un nuevo mandato suyo. Es por ello que también ha manifestado que más temprano que tarde buscará un diálogo con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional. El proceso de paz que comenzó el año pasado y en el que el ex presidente venezolano Hugo Chávez jugó un rol fundamental, cuenta con el apoyo de países de confianza de ambas partes: Cuba y Venezuela de las FARC, Chile y Noruega del gobierno. Tras los dos meses de tregua que finalizaron en enero, se vivieron momentos de tensión debido a la captura de policías por parte de las FARC. En febrero se recrudecieron los combates y comenzaron las dudas, aumentaron las protestas sociales, se cuestionó la política de Santos y se deterioró la percepción pública de seguridad. Sin embargo el momento del diálogo parece ser este. El cambio de generación de mandos en las FARC, en los cuales predominan más los urbanos que los campesinos y la jefatura profesional renovada en las Fuerzas Armadas, con generales no formados en la Guerra Fría, posibilitan los acuerdos.

La tierra como centro de un largo conflicto

El primer punto de la agenda pactada es el desarrollo integral agrario, las FARC reclaman zonas reservadas para campesinos, indígenas y comunidades afro. El acceso y el uso de la tierra son el núcleo de un conflicto interno que lleva más de cinco décadas. El asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948 inició una época denominada La Violencia, a la que le siguió la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla. El escenario político se complejiza en los sesenta con el surgimiento de las guerrillas, entre ellas las FARC en el 64. Las luchas y la mezcla con el narcotráfico en los ochenta contribuyeron aun más a la desestabilización del país. Los gobiernos de Uribe desde 2002 al 2010, con una política de seguridad dura, lograron disminuir a los guerrilleros. El líder histórico de las FARC, Pedro Antonio Marín (apodado Marulanda o Tirofijo) falleció en 2008  y su sucesor Alfonso Cano fue abatido por el ejército en noviembre de 2011. Un año después, la organización anunció un cese unilateral del fuego por dos meses para iniciar las conversaciones por la paz en La Habana.

La manifestación de ayer es una de las mayores marchas políticas de los últimos años en Colombia. El gobierno de Santos deberá aprovechar esta gran oportunidad para cambiar la historia, encaminando a su país hacia la reconciliación. El mandatario anunció que no negocia el cese al fuego bilateral mientras que no se llegue a un acuerdo, pero sabe que en las negociaciones habrá cierto grado de impunidad y de recursos materiales para el cambio social reclamado por la guerrilla. Las FARC tienen claro que en un escenario de guerra pueden perder, por ello en los acuerdos apuestan a lograr algunos de sus cometidos y cambiar su imagen ante la opinión pública. Las raíces del conflicto yacen en las trabas sociales que implica el latifundio de origen colonial. En las próximas semanas en La Habana tratarán nuevamente este punto para darle un cierre y recién allí avanzar hacia el segundo tema: la participación política y la transformación de la guerrilla en una fuerza política dentro de la democracia colombiana.  

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