jueves, 18 de abril de 2013

Nigeria intenta derrotar a los islamistas radicales

El país se encuentra inmerso en una lucha constante contra el grupo Boko Haram
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El presidente Goodluck Jonathan estudia brindar una amnistía a los milicianos islamistas como gesto para que renuncien a la lucha armada. Para ello, el gobierno planea la creación de un grupo de 26 miembros, encabezado por el ministro Kabiru Turaki, para dar un paso clave hacia el desarme en un plazo de 60 días. Jonathan reconoció que no dialogará con los islamistas hasta que dejen las armas. El mandatario busca finalizar con la insurgencia que ha causado miles de muertos desde 2009 hasta la fecha.
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La comisión que intentará relacionarse de forma constructiva con los miembros de Boko Haram tendrá dificultades ante la falta de un liderazgo claro en la milicia. La ola de violencia no se ha podido frenar por la vía militar, es por ello que se busca definir un marco distinto para resolver el problema de inseguridad en Nigeria. El gobierno repetirá la estrategia utilizada en 2009, cuando se les otorgó una especie de perdón a los insurgentes del Delta del Níger, a los que se les ofrecieron dinero y entrenamiento en caso de deponer las armas. La diferencia radica en que los líderes de aquel grupo eran conocidos y mostraron disposición a la paz. Distinta parece ser la situación con Boko Haram, grupo creado en 2002 con fines sociales como la creación de escuelas y mezquitas. Con el paso de los años los insurgentes se fue radicalizando y cambiando sus reivindicaciones, apuntando ahora a imponer la ley sharia en toda Nigeria. Jonathan, un cristiano originario del sur, busca un acuerdo negociado tras la presión de los musulmanes del norte. Sin embargo Abubakar Shekau, líder de Boko Haram, se muestra reticente a un pacto.  

Los levantamientos de los insurgentes comenzaron en 2009, año en que la policía acabó con Mohammed Yusuf, cabecilla y fundador de Boko Haram. El grupo comenzó operando a través de individuos que se desplazaban en moto y disparaban a la población pero desde 2011 los ataques se intensificaron. Estos islamistas radicales atacaron en más de 100 oportunidades a escuelas, universidades, mercados y símbolos del Estado, utilizando vehículos cargados de explosivos. Se sospecha que el movimiento esta muy bien armado y al ser un enemigo invisible, complica la lucha de la policía. En marzo el ejército realizó una operación en Maiduguri, base espiritual de los rebeldes en el norte del país, en donde mataron 25 insurgentes. El ciclo de venganza continuó hace una semana cuando militantes de Boko Haram atacaron una comisaría en la ciudad de Babban Gida, causando nueve muertos. En el cinturón central de Nigeria, principalmente en el Estado de Kaduna, han ocurrido enfrentamientos entre cristianos y musulmanes a comienzos de este mes, también con una veintena de fallecidos. Las diferencias no sólo son políticas y religiosas sino que implican el choque de aldeas por los derechos de pastoreo.  

Desestabilizar al país para hacerse del poder

Nigeria esta compuesto al norte mayoritariamente por musulmanes y al sur por una población cristiana, rica por los recursos petrolíferos. Es un país integrado por más de 200 grupos tribales, lo que dificulta la convivencia pacífica. No podemos marcar que la lucha en esta nación sea entre cristianos y musulmanes, ya que la mayoría de los 80 millones de musulmanes son moderados y no comparten los ataques de Boko Haram. Este grupo, que en español significa “la educación no islámica es pecado”, reclama mayor atención al norte y acusa a los gobernantes del sur de corruptos. Buscan la caída del gobierno y la imposición de un Estado de anarquía para hacerse de un poder que no lograrán a través de las urnas. Nigeria vive una de sus peores crisis desde la Guerra de Biafra en los sesenta (1967-1970), enfrentamiento que causó alrededor de dos millones de muertos. La sucesión de gobiernos golpistas es característica desde que el país se independizó del Reino Unido en 1960. A fines de los años noventa y tras un gobierno provisional, los gobernantes accedieron a la presidencia por elecciones libres. Los tres mandatarios que gobernaron al país - Olusegun Obasanjo (en dos oportunidades), Umar Yar’Adua y Goodluck Jonathan -  pertenecen al Partido Democrático Popular de Nigeria.  

Jonathan accedió al poder con un 58% de los votos en las elecciones del 2011, venciendo a Muhamadu Buhari (musulmán del norte). Su gobierno se ha visto sobrepasado por las acciones de Boko Haram, que incluso tiene simpatizantes dentro del parlamento. Seguramente las fuerzas de seguridad necesitarán especialistas extranjeros ya que parecen incapaces de solucionar este problema. Los países occidentales han mostrado su preocupación por las conexiones que podrían tener los islamistas nigerianos con otros grupos de la región, incluido las células de Al Qaeda en el Magreb. El mes pasado el grupo islámico Ansaru, disidente de Boko Haram, ejecutó a siete rehenes extranjeros. Nigeria, país más populoso de África y mayor productor de petróleo del mundo, sufre tensiones políticas, religiosas y territoriales. Su estabilidad se encuentra amenazada y el gobierno de Jonathan debe contener los radicalismos. Es necesaria la implementación de una administración seria, con políticas inclusivas y una lucha contra la corrupción. Para a través de ello asegurar la celebración de unas elecciones democráticas y en paz en 2014.  

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