El país se encuentra inmerso en
una lucha constante contra el grupo Boko
Haram
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El presidente Goodluck Jonathan estudia brindar una amnistía a los milicianos
islamistas como gesto para que renuncien a la lucha armada. Para ello, el
gobierno planea la creación de un grupo de 26 miembros, encabezado por el
ministro Kabiru Turaki, para dar un paso clave hacia el desarme en un plazo de
60 días. Jonathan reconoció que no dialogará con los islamistas hasta que dejen
las armas. El mandatario busca finalizar con la insurgencia que ha causado
miles de muertos desde 2009 hasta la
fecha.
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La comisión que intentará relacionarse
de forma constructiva con los miembros de Boko Haram tendrá dificultades ante
la falta de un liderazgo claro en la milicia. La ola de violencia no se ha
podido frenar por la vía militar, es por ello que se busca definir un marco
distinto para resolver el problema de inseguridad en Nigeria. El gobierno repetirá
la estrategia utilizada en 2009, cuando se les otorgó una especie de perdón a
los insurgentes del Delta del Níger,
a los que se les ofrecieron dinero y entrenamiento en caso de deponer las
armas. La diferencia radica en que los líderes de aquel grupo eran conocidos y
mostraron disposición a la paz. Distinta parece ser la situación con Boko
Haram, grupo creado en 2002 con
fines sociales como la creación de escuelas y mezquitas. Con el paso de los
años los insurgentes se fue radicalizando y cambiando sus reivindicaciones,
apuntando ahora a imponer la ley sharia
en toda Nigeria. Jonathan, un cristiano originario del sur, busca un acuerdo
negociado tras la presión de los musulmanes del norte. Sin embargo Abubakar Shekau, líder de Boko Haram,
se muestra reticente a un pacto.
Los levantamientos de los insurgentes
comenzaron en 2009, año en que la
policía acabó con Mohammed Yusuf, cabecilla
y fundador de Boko Haram. El grupo comenzó operando a través de individuos que
se desplazaban en moto y disparaban a la población pero desde 2011 los ataques se intensificaron. Estos
islamistas radicales atacaron en más de 100 oportunidades a escuelas,
universidades, mercados y símbolos del Estado, utilizando vehículos cargados de
explosivos. Se sospecha que el movimiento esta muy bien armado y al ser un enemigo
invisible, complica la lucha de la policía. En marzo el ejército realizó una
operación en Maiduguri, base espiritual de los rebeldes en el norte del país,
en donde mataron 25 insurgentes. El ciclo de venganza continuó hace una semana
cuando militantes de Boko Haram atacaron una comisaría en la ciudad de Babban
Gida, causando nueve muertos. En el cinturón central de Nigeria, principalmente
en el Estado de Kaduna, han ocurrido enfrentamientos entre cristianos y
musulmanes a comienzos de este mes, también con una veintena de fallecidos. Las
diferencias no sólo son políticas y religiosas sino que implican el choque de
aldeas por los derechos de pastoreo.
Desestabilizar al país para hacerse del poder
Nigeria esta compuesto al norte mayoritariamente por musulmanes y
al sur por una población cristiana, rica por los recursos petrolíferos. Es un
país integrado por más de 200 grupos tribales, lo que dificulta la convivencia
pacífica. No podemos marcar que la lucha en esta nación sea entre cristianos y
musulmanes, ya que la mayoría de los 80 millones de musulmanes son moderados y
no comparten los ataques de Boko Haram. Este grupo, que en español significa
“la educación no islámica es pecado”, reclama mayor atención al norte y acusa a
los gobernantes del sur de corruptos. Buscan la caída del gobierno y la
imposición de un Estado de anarquía para hacerse de un poder que no lograrán a
través de las urnas. Nigeria vive una de sus peores crisis desde la Guerra de Biafra en los sesenta
(1967-1970), enfrentamiento que causó alrededor de dos millones de muertos. La
sucesión de gobiernos golpistas es característica desde que el país se
independizó del Reino Unido en 1960. A
fines de los años noventa y tras un gobierno provisional, los gobernantes
accedieron a la presidencia por elecciones libres. Los tres mandatarios que
gobernaron al país - Olusegun Obasanjo (en dos oportunidades), Umar Yar’Adua y
Goodluck Jonathan - pertenecen al Partido Democrático Popular de Nigeria.
Jonathan accedió al
poder con un 58% de los votos en las elecciones del 2011, venciendo a Muhamadu
Buhari (musulmán del norte). Su gobierno se ha visto sobrepasado por las
acciones de Boko Haram, que incluso tiene simpatizantes dentro del parlamento.
Seguramente las fuerzas de seguridad necesitarán especialistas extranjeros ya
que parecen incapaces de solucionar este problema. Los países occidentales han
mostrado su preocupación por las conexiones que podrían tener los islamistas
nigerianos con otros grupos de la región, incluido las células de Al Qaeda en el Magreb. El mes pasado el
grupo islámico Ansaru, disidente de
Boko Haram, ejecutó a siete rehenes extranjeros. Nigeria, país más populoso de
África y mayor productor de petróleo del mundo, sufre tensiones políticas,
religiosas y territoriales. Su estabilidad se encuentra amenazada y el gobierno
de Jonathan debe contener los radicalismos. Es necesaria la implementación de
una administración seria, con políticas inclusivas y una lucha contra la
corrupción. Para a través de ello asegurar la celebración de unas elecciones
democráticas y en paz en 2014.
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