jueves, 10 de septiembre de 2009

El presidencialismo latinoamericano


Sobre finales de este año y durante todo el 2010 muchos de los países sudamericanos estarán renovando sus principales gobernantes. En lo que resta del 2009, los partidos oficialistas de Uruguay, Bolivia y Chile deberán enfrentarse ante las urnas. El único de ellos en el que el presidente buscará una reelección, fruto de una reforma constitucional, es Evo Morales, líder del partido “MAS” (Movimiento al Socialismo). En Uruguay, la fórmula Mujica-Astori intentará lograr un segundo gobierno del Frente Amplio, mientras que la Concertación chilena, liderada por Eduardo Frei, deberá dar vuelta las encuestas que dan como probable su derrota frente al derechista Sebastián Piñera. Para el próximo año, dos grandes países del subcontinente tendrán elecciones presidenciales: Brasil y Colombia. Ambos países poseen características en común en relación a las futuras elecciones. Los dos mandatarios tienen altos niveles de popularidad, que se podrían catalogar de históricos, además coinciden en que ambos finalizan su segundo mandato consecutivo. La única diferencia, hasta el momento, radica en que el presidente colombiano Uribe se podrá volver a presentar y obtener un tercer mandato; Lula no.

Luiz Inácio Lula da Silva ganó las elecciones brasileras de octubre de 2002 con un 61% de los sufragios. Llegó al gobierno siendo reconocido como un dirigente sindical y un obrero de la metalúrgica sin diplomas universitarios. Pese a los malos augurios previos a su asunción y el temor que tuvieron los empresarios, principalmente en Sao Pablo, Lula llevó adelante un gran gobierno. Sin lugar a dudas, sus planes sociales y el hecho de sacar a millones de brasileros de la pobreza (a través del plan Bolsa Familia) será un icono por el cual será recordado. Finalizó su primer mandato luego de haber aplicado una estrategia económica creíble y una política exterior que depositó a Brasil entre los grandes del mundo. En 2006, una cifra superior a 55 millones de personas lo votó en  segunda vuelta y le permitió ser, nuevamente, el presidente de los brasileros. Con un cambio de votantes, adquiriendo sufragios de los estratos más bajos y perdiendo confianza en las clases altas, Lula logró conservar el poder pero sólo podrá ostentarlo hasta fines de 2010. El famoso partido del mandatario (Partido dos Trabalhadores) no las tiene fácil para ganar las próximas elecciones. La candidata de Lula, Dilma Rousseff, no posee hasta el momento, gran popularidad. Las encuestas de opinión pública sitúan a José Serra a la cabeza y no sería de extrañar que el PSDB, partido del ex presidente Fernando Enrique Cardoso, obtuviera una victoria. Sería increíble que un gobernante con niveles históricos de popularidad como Lula no pueda dejar a su partido en el gobierno, sin embargo éstas son las reglas de la democracia.

Álvaro Uribe, ex integrante del Partido Liberal de Colombia, accedió al poder en la primera vuelta de las elecciones de 2002 con el 53% de los votos. El mismo día de su asunción, un golpe de las FARC (a escasos metros de donde se celebraba el traspaso) marcaba la pauta de lo que serían los futuros cinco años de su gobierno: una lucha firme frente a la guerrilla con más poder en América del Sur. Sin lugar a dudas los números avalan las políticas de seguridad nacional y fortalecimiento democrático que llevó a cabo el mandatario colombiano. El apego a los Estados Unidos, de la mano del famoso Plan Colombia, fue otra de las características de su gobierno, que mantuvo una política económica liberal y sin grandes espacios para las políticas sociales. A diferencia de Brasil, Uribe debió promover una reforma constitucional para poder presentarse nuevamente como candidato, siendo una votación parlamentaria muy recordada debido a que existieron cambios a último momento en el apoyo de algunos representantes. La victoria con un 62% de los votos (la votación más alta en la historia de Colombia) marca un hito en las elecciones sudamericanas; sin embargo, también debemos destacar que participó un 45% de la población habilitada. El segundo gobierno de Uribe también ha tenido como centro a las FARC y el combate al narcotráfico. Ha sido un gobierno típicamente conservador y de derecha, si consideramos el ajuste de gastos, la defensa de los valores familiares, las privatizaciones y otras políticas implementadas. Sus choques con su vecino Hugo Chávez y la decisión de “prestarle” ciertas bases militares a tropas norteamericanas muestran a las claras su orientación en política exterior. En mayo de 2010 se celebrarán las elecciones presidenciales. Allí los principales partidos (Partido Liberal, Conservador y el Polo Democrático Alternativo) disputarán el futuro gobernante. La novedad es que en los últimos días se ha promulgado una ley que permite convocar a un referéndum para preguntarle a la población si autoriza un tercer mandato consecutivo. Debido a los grandes números de popularidad que posee, es el propio presidente Uribe quién decidirá si vuelve o no a ser presidente. 

La reelección no es nueva en Latinoamérica. Los gobiernos populistas de mediados de siglo XX, como los de Vargas en Brasil, Perón en Argentina y Cárdenas en México, son algunos ejemplos de mandatarios que se han perpetuado en el poder. Muchos académicos han señalado un cierto paralelismo entre aquellos gobiernos con los actuales de izquierda radical que sin lugar a dudas, rozan el autoritarismo. Más cercano en el tiempo tenemos el ejemplo de Menem y el tan cuestionado Alberto Fujimori en Perú. Por lo tanto,  el tema de la reelección y el fuerte personalismo de los mandatarios es una cuestión de debate permanente y que debe ser analizado de forma profunda. Hay ciertos hechos que debemos remarcar y que atañen a los últimos años de la política latinoamericana. Se puede apreciar que ciertos mandatarios han obtenido un gran apoyo a sus políticas pero no han encontrado que ese apego se traslade hacia su “delfín”. Por lo tanto, antes de dejar el gobierno en manos de sus contrincantes han preferido modificar las reglas y aspirar a la reelección. Esto muestra a las claras el afianzamiento del presidencialismo, patrimonio característico, desde hace más de un siglo, de América Latina. A su vez, también deja entrever el poco peso que los partidos políticos están teniendo y lo poco que se asocia los logros de un gobierno con la fuerza partidaria.


Uribe tendrá, en pocos días, que tomar una decisión que traerá grandes repercusiones y que podrá cambiar la historia de nuestro subcontinente. En el caso de no aceptar una nueva candidatura, teniendo la plena certeza de que si se presenta obtendrá una victoria (en la última encuesta obtiene un 55% de los votos), será un gran ejemplo para los Chávez, Morales, Correa y otros. En cambio, si aspira a un tercer mandato ingresaría en una lista grande de mandatarios que han ido modificando las reglas de juego para poder seguir en el sillón presidencial, lo que verdaderamente sería una lástima para los que creemos en la alternancia del poder como uno de los aspectos claves de la democracia.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Quién ganó y quién perdió en Bariloche


Como decíamos en el artículo anterior, el viernes 28 de agosto se celebró en Argentina una cumbre extraordinaria de la UNASUR con el objetivo de debatir sobre la presencia militar estadounidense en tierras colombianas. El hecho de que todos los presidentes sudamericanos concurrieran le brindó a la reunión un valor importante ya que dejó en claro la importancia del tema. Sin lugar a dudas las tres posiciones que establecíamos anteriormente a la cumbre se ratificaron en los discursos que cada uno de los presidentes expresó en Bariloche.

El “grupo opositor” al acuerdo Bogota – Washington presentó al presidente boliviano, Evo Morales, como el mandatario con el discurso más duro que insistió, hasta último momento, con incluir en la declaración una condena al acuerdo. En ese sentido, Chávez volvió a apelar a la palabra guerra para sembrar terror sobre la alianza y aprovechó para criticar nuevamente a Estados Unidos por sus planes militares en el continente. El líder ecuatoriano Correa, presidente pro tempore del organismo, pidió explicaciones a Obama y declaró que la presencia militar norteamericana “afecta la estabilidad en la región y constituye un grave peligro para la paz”. Los países que tuvieron una posición moderada fueron Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile; cada uno de ellos puso énfasis en diversos aspectos. Lula pidió invitar al presidente norteamericano para debatir el tema y pedirle garantías de que las tropas no operen fuera de territorio colombiano. Vázquez se manifestó en contra de la presencia militar extranjera pero afirmó respetar la soberanía de los Estados y la no intervención en asuntos internos. Por su parte, Fernando Lugo pidió transparencia a Uribe para conocer de forma detallada el acuerdo y comprender su alcance. Por último, Bachelet manifestó su preocupación por el tema y dio su apoyo a la convocatoria al Consejo de Defensa de la Unasur. Mientras tanto la anfitriona, Cristina Fernandéz, en su afán de presentarse como moderadora de la reunión y obtener cierto protagonismo, manifestó su desacuerdo e incitó a adoptar una doctrina uniforme para evitar decisiones unilaterales que perturben la paz. Alan García, presidente de Perú, solicitó a Uribe la explicación del acuerdo y especificó que si el mismo sólo se limita a territorio colombiano, el tratado no presenta ninguna amenaza para el resto de los países. Recordamos que dentro de Sudamérica, Perú es junto a Colombia los únicos países que poseen gobiernos caracterizados como de derecha y su presidente ha sido, en estos últimos meses, un defensor de la política exterior colombiana.


La declaración final de la cumbre no adoptó una decisión sobre la presencia militar de Estados Unidos en Colombia, algo que se puede observar como una victoria del presidente Uribe. El texto buscó construir un compromiso mutuo de defensa y de paz, rechazando el uso de la fuerza contra otro Estado. Además, los presidentes acordaron convocar al Consejo de Defensa de Unasur para analizar la estrategia militar norteamericana en la región. Considerando que Brasil y su presidente Lula fue el gran impulsor de este organismo se puede entender como un triunfo la posición brasileña mantenida en la reunión. Entonces cuando nos preguntamos quién ganó y quién perdió el viernes pasado, la respuesta es más que clara. Uribe logró su propósito de no recibir una condena explícita de sus colegas, mientras que Lula se afianza como líder de la región al ser el principal puente de diálogo con Estados Unidos y al ponerle freno a las propuestas radicales de Chávez, Morales y Correa. En definitiva, triunfó la cordura y no los discursos retóricos ni las posiciones radicales, a las que muchos temen o quieren que, aquellos que no están debidamente informados, le teman.