jueves, 5 de noviembre de 2009

Contrarreloj


La decisión de adelantar para el 28 de Junio las elecciones legislativas previstas para finales de octubre fue la primera de una serie de iniciativas polémicas que la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, ha propuesto en estos últimos tiempos. Aludiendo a la impactante crisis que azotó al mundo, la mandataria, con el claro objetivo de evitar que las consecuencias económicas influyan en las opiniones de los votantes, propuso en marzo de este año adelantar la renovación del Poder Legislativo.

Los comicios, que renovaban un tercio del Senado y la mitad de los escaños en la Cámara de Diputados, le dieron un duro golpe al oficialismo. El objetivo de no perder votantes, fruto de las posibles consecuencias de la crisis financiera internacional, parece no haberse cumplido. Las elecciones ponían a prueba y de cierta forma plebiscitaban un gobierno que no gozaba de una gran popularidad.  El “Frente para la Victoria” no logró consolidar mayorías en el Congreso, teniendo un duro desafío de gobernabilidad para el tiempo que resta hasta la nueva elección presidencial en 2011. Con un nuevo Congreso electo pero que no entrará en funciones hasta diciembre, los Kirchner corren una carrera contrarreloj para poder consolidar su estadía en el poder.

Ley de Medios
Luego de los resultados electorales el oficialismo presentó dos proyectos de un peso importante para el futuro democrático y liberal del país. La primera iniciativa fue el proyecto para modificar la ley 22.285 sancionada durante el régimen de facto y que, según el oficialismo, favorecía la concentración en pocas manos de los medios audiovisuales. En los primeros días de octubre el oficialismo abrochaba una gran victoria al ser aprobada en el Senado, con 44 votos a favor, la nueva "Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual". La misma posee como principales objetivos, según lo que se expresó desde Presidencia, desmonopolizar el mercado y adecuar la legislación a las nuevas tecnologías. Esta nueva norma dividió el espacio radioeléctrico en tres segmentos claramente distinguibles como lo son: el Estado, el sector privado y organizaciones sin fines de lucro con la finalidad de brindar una mayor pluralidad de voces.

Una de las principales características de esta reforma fue el establecimiento de un límite en la cantidad de licencias de radio o de televisión que una misma empresa pueda poseer. Además, la participación del Estado crecería a través de su intervención dentro de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación, al tener miembros designados directamente por el Poder Ejecutivo. Este organismo es el encargado de otorgar licencias o declararlas caducas, así como de sancionar en el caso de que existan violaciones a las normas. Quizás no todas las novedades de esta ley sean aspectos controversiales ya que se pueden observar iniciativas destacables como ser el establecimiento de pautas mínimas de producción nacional.

Reforma política
El miércoles pasado la mandataria presentó, con la ausencia de la oposición, un proyecto de ley de reforma política; la misma se envió al Congreso para su discusión buscando apresurar su aprobación antes del recambio legislativo. La iniciativa del oficialismo propone un nuevo sistema de elecciones incluyendo comicios primarios con carácter obligatorio para los partidos, con el objetivo de darle mayor participación a la ciudadanía en la elección de los futuros candidatos a cargos nacionales. A este proceso le denominaron “democratización de los partidos”. De dicha manera los Kirchner buscan consolidar un sistema de partidos fuertes y asemejarse al sistema uruguayo al que catalogaron como “fantástico”.
Otro punto medular de la reforma es lo referente al financiamiento de los partidos políticos. Según el proyecto presentado el Estado sería el encargado de otorgar distintos espacios para publicidad, ya sea en radio o en televisión. El objetivo, según las propias palabras de la presidenta, es garantizar la igualdad en los espacios audiovisuales para todos los partidos políticos,  algo similar a lo que ocurre en Chile. De esta manera se prohibirá el financiamiento privado, lo que la oposición observa como un intento de frenar a Francisco de  Narváez, quien se apoyó en una gran campaña mediática en las elecciones anteriores. Se suman a estas dos grandes piezas de la reforma aspectos como la creación de un único padrón electoral y la prohibición de la participación en las elecciones generales a aquellos partidos que no logren una mínima participación de 3% en las primarias. La propuesta se pondría en práctica a partir de las elecciones presidenciales del 2011, cuando Néstor Kirchner seguramente buscará volver a la presidencia.

Detrás de las reformas: prensa y elecciones
Sin lugar a dudas detrás de ambas reformas se esconden dos grandes temas de la coyuntura política actual de Argentina: la relación que enfrenta al Grupo Clarín con el gobierno y la futura candidatura de Néstor Kirchner. A su vez ambas reformas tocan de cerca dos aspectos fundamentales para un buen funcionamiento de la democracia: la libertad de expresión y la celebración de elecciones limpias. Si bien se puede entender que en ambos casos las reformas son necesarias, ya que se debía sustituir una ley que fue promulgada durante la época dictatorial o corregir un sistema electoral al que la mayoría de politólogos argentinos cataloga como caótico, debemos entender qué aspectos hay detrás de las mismas. El apuro por aprobar temas tan delicados, que necesitan de un consenso por parte de todos los partidos políticos, sólo se puede concebir por el inminente recambio legislativo previsto para el 10 de diciembre.
La búsqueda de cambios en las reglas de juego electorales y los roces con la prensa parecen alejar a los Kirchner de la democracia, a pesar de que Cristina Fernández no se cansa de repetir que sus reformas son para “democratizar los partidos políticos” y “democratizar la comunicación argentina”. Quizás deberíamos preguntarle qué concepto tiene de democracia. Lo que queda claro es que si alguna vez se ubicó a los Kirchner en el medio de Lula y Chávez, con los últimos sucesos, los K parecen haber elegido imitar el camino venezolano, siendo este el más peligroso para el Mercosur y para América Latina.

jueves, 10 de septiembre de 2009

El presidencialismo latinoamericano


Sobre finales de este año y durante todo el 2010 muchos de los países sudamericanos estarán renovando sus principales gobernantes. En lo que resta del 2009, los partidos oficialistas de Uruguay, Bolivia y Chile deberán enfrentarse ante las urnas. El único de ellos en el que el presidente buscará una reelección, fruto de una reforma constitucional, es Evo Morales, líder del partido “MAS” (Movimiento al Socialismo). En Uruguay, la fórmula Mujica-Astori intentará lograr un segundo gobierno del Frente Amplio, mientras que la Concertación chilena, liderada por Eduardo Frei, deberá dar vuelta las encuestas que dan como probable su derrota frente al derechista Sebastián Piñera. Para el próximo año, dos grandes países del subcontinente tendrán elecciones presidenciales: Brasil y Colombia. Ambos países poseen características en común en relación a las futuras elecciones. Los dos mandatarios tienen altos niveles de popularidad, que se podrían catalogar de históricos, además coinciden en que ambos finalizan su segundo mandato consecutivo. La única diferencia, hasta el momento, radica en que el presidente colombiano Uribe se podrá volver a presentar y obtener un tercer mandato; Lula no.

Luiz Inácio Lula da Silva ganó las elecciones brasileras de octubre de 2002 con un 61% de los sufragios. Llegó al gobierno siendo reconocido como un dirigente sindical y un obrero de la metalúrgica sin diplomas universitarios. Pese a los malos augurios previos a su asunción y el temor que tuvieron los empresarios, principalmente en Sao Pablo, Lula llevó adelante un gran gobierno. Sin lugar a dudas, sus planes sociales y el hecho de sacar a millones de brasileros de la pobreza (a través del plan Bolsa Familia) será un icono por el cual será recordado. Finalizó su primer mandato luego de haber aplicado una estrategia económica creíble y una política exterior que depositó a Brasil entre los grandes del mundo. En 2006, una cifra superior a 55 millones de personas lo votó en  segunda vuelta y le permitió ser, nuevamente, el presidente de los brasileros. Con un cambio de votantes, adquiriendo sufragios de los estratos más bajos y perdiendo confianza en las clases altas, Lula logró conservar el poder pero sólo podrá ostentarlo hasta fines de 2010. El famoso partido del mandatario (Partido dos Trabalhadores) no las tiene fácil para ganar las próximas elecciones. La candidata de Lula, Dilma Rousseff, no posee hasta el momento, gran popularidad. Las encuestas de opinión pública sitúan a José Serra a la cabeza y no sería de extrañar que el PSDB, partido del ex presidente Fernando Enrique Cardoso, obtuviera una victoria. Sería increíble que un gobernante con niveles históricos de popularidad como Lula no pueda dejar a su partido en el gobierno, sin embargo éstas son las reglas de la democracia.

Álvaro Uribe, ex integrante del Partido Liberal de Colombia, accedió al poder en la primera vuelta de las elecciones de 2002 con el 53% de los votos. El mismo día de su asunción, un golpe de las FARC (a escasos metros de donde se celebraba el traspaso) marcaba la pauta de lo que serían los futuros cinco años de su gobierno: una lucha firme frente a la guerrilla con más poder en América del Sur. Sin lugar a dudas los números avalan las políticas de seguridad nacional y fortalecimiento democrático que llevó a cabo el mandatario colombiano. El apego a los Estados Unidos, de la mano del famoso Plan Colombia, fue otra de las características de su gobierno, que mantuvo una política económica liberal y sin grandes espacios para las políticas sociales. A diferencia de Brasil, Uribe debió promover una reforma constitucional para poder presentarse nuevamente como candidato, siendo una votación parlamentaria muy recordada debido a que existieron cambios a último momento en el apoyo de algunos representantes. La victoria con un 62% de los votos (la votación más alta en la historia de Colombia) marca un hito en las elecciones sudamericanas; sin embargo, también debemos destacar que participó un 45% de la población habilitada. El segundo gobierno de Uribe también ha tenido como centro a las FARC y el combate al narcotráfico. Ha sido un gobierno típicamente conservador y de derecha, si consideramos el ajuste de gastos, la defensa de los valores familiares, las privatizaciones y otras políticas implementadas. Sus choques con su vecino Hugo Chávez y la decisión de “prestarle” ciertas bases militares a tropas norteamericanas muestran a las claras su orientación en política exterior. En mayo de 2010 se celebrarán las elecciones presidenciales. Allí los principales partidos (Partido Liberal, Conservador y el Polo Democrático Alternativo) disputarán el futuro gobernante. La novedad es que en los últimos días se ha promulgado una ley que permite convocar a un referéndum para preguntarle a la población si autoriza un tercer mandato consecutivo. Debido a los grandes números de popularidad que posee, es el propio presidente Uribe quién decidirá si vuelve o no a ser presidente. 

La reelección no es nueva en Latinoamérica. Los gobiernos populistas de mediados de siglo XX, como los de Vargas en Brasil, Perón en Argentina y Cárdenas en México, son algunos ejemplos de mandatarios que se han perpetuado en el poder. Muchos académicos han señalado un cierto paralelismo entre aquellos gobiernos con los actuales de izquierda radical que sin lugar a dudas, rozan el autoritarismo. Más cercano en el tiempo tenemos el ejemplo de Menem y el tan cuestionado Alberto Fujimori en Perú. Por lo tanto,  el tema de la reelección y el fuerte personalismo de los mandatarios es una cuestión de debate permanente y que debe ser analizado de forma profunda. Hay ciertos hechos que debemos remarcar y que atañen a los últimos años de la política latinoamericana. Se puede apreciar que ciertos mandatarios han obtenido un gran apoyo a sus políticas pero no han encontrado que ese apego se traslade hacia su “delfín”. Por lo tanto, antes de dejar el gobierno en manos de sus contrincantes han preferido modificar las reglas y aspirar a la reelección. Esto muestra a las claras el afianzamiento del presidencialismo, patrimonio característico, desde hace más de un siglo, de América Latina. A su vez, también deja entrever el poco peso que los partidos políticos están teniendo y lo poco que se asocia los logros de un gobierno con la fuerza partidaria.


Uribe tendrá, en pocos días, que tomar una decisión que traerá grandes repercusiones y que podrá cambiar la historia de nuestro subcontinente. En el caso de no aceptar una nueva candidatura, teniendo la plena certeza de que si se presenta obtendrá una victoria (en la última encuesta obtiene un 55% de los votos), será un gran ejemplo para los Chávez, Morales, Correa y otros. En cambio, si aspira a un tercer mandato ingresaría en una lista grande de mandatarios que han ido modificando las reglas de juego para poder seguir en el sillón presidencial, lo que verdaderamente sería una lástima para los que creemos en la alternancia del poder como uno de los aspectos claves de la democracia.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Quién ganó y quién perdió en Bariloche


Como decíamos en el artículo anterior, el viernes 28 de agosto se celebró en Argentina una cumbre extraordinaria de la UNASUR con el objetivo de debatir sobre la presencia militar estadounidense en tierras colombianas. El hecho de que todos los presidentes sudamericanos concurrieran le brindó a la reunión un valor importante ya que dejó en claro la importancia del tema. Sin lugar a dudas las tres posiciones que establecíamos anteriormente a la cumbre se ratificaron en los discursos que cada uno de los presidentes expresó en Bariloche.

El “grupo opositor” al acuerdo Bogota – Washington presentó al presidente boliviano, Evo Morales, como el mandatario con el discurso más duro que insistió, hasta último momento, con incluir en la declaración una condena al acuerdo. En ese sentido, Chávez volvió a apelar a la palabra guerra para sembrar terror sobre la alianza y aprovechó para criticar nuevamente a Estados Unidos por sus planes militares en el continente. El líder ecuatoriano Correa, presidente pro tempore del organismo, pidió explicaciones a Obama y declaró que la presencia militar norteamericana “afecta la estabilidad en la región y constituye un grave peligro para la paz”. Los países que tuvieron una posición moderada fueron Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile; cada uno de ellos puso énfasis en diversos aspectos. Lula pidió invitar al presidente norteamericano para debatir el tema y pedirle garantías de que las tropas no operen fuera de territorio colombiano. Vázquez se manifestó en contra de la presencia militar extranjera pero afirmó respetar la soberanía de los Estados y la no intervención en asuntos internos. Por su parte, Fernando Lugo pidió transparencia a Uribe para conocer de forma detallada el acuerdo y comprender su alcance. Por último, Bachelet manifestó su preocupación por el tema y dio su apoyo a la convocatoria al Consejo de Defensa de la Unasur. Mientras tanto la anfitriona, Cristina Fernandéz, en su afán de presentarse como moderadora de la reunión y obtener cierto protagonismo, manifestó su desacuerdo e incitó a adoptar una doctrina uniforme para evitar decisiones unilaterales que perturben la paz. Alan García, presidente de Perú, solicitó a Uribe la explicación del acuerdo y especificó que si el mismo sólo se limita a territorio colombiano, el tratado no presenta ninguna amenaza para el resto de los países. Recordamos que dentro de Sudamérica, Perú es junto a Colombia los únicos países que poseen gobiernos caracterizados como de derecha y su presidente ha sido, en estos últimos meses, un defensor de la política exterior colombiana.


La declaración final de la cumbre no adoptó una decisión sobre la presencia militar de Estados Unidos en Colombia, algo que se puede observar como una victoria del presidente Uribe. El texto buscó construir un compromiso mutuo de defensa y de paz, rechazando el uso de la fuerza contra otro Estado. Además, los presidentes acordaron convocar al Consejo de Defensa de Unasur para analizar la estrategia militar norteamericana en la región. Considerando que Brasil y su presidente Lula fue el gran impulsor de este organismo se puede entender como un triunfo la posición brasileña mantenida en la reunión. Entonces cuando nos preguntamos quién ganó y quién perdió el viernes pasado, la respuesta es más que clara. Uribe logró su propósito de no recibir una condena explícita de sus colegas, mientras que Lula se afianza como líder de la región al ser el principal puente de diálogo con Estados Unidos y al ponerle freno a las propuestas radicales de Chávez, Morales y Correa. En definitiva, triunfó la cordura y no los discursos retóricos ni las posiciones radicales, a las que muchos temen o quieren que, aquellos que no están debidamente informados, le teman.

jueves, 27 de agosto de 2009

Bariloche recibe a la UNASUR


Hace dos semanas atrás, los representantes de los países que componen la Unión de Naciones Sudamericanas se reunieron en la ciudad de Quito. El motivo fue el cambio de la presidencia pro-tempore a la que accedió el mandatario ecuatoriano Rafael Correa. La reunión estuvo marcada por el acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos que permite la presencia militar estadounidense en territorio cafetero. Algunos presidentes latinoamericanos, principalmente los de Venezuela, Bolivia y Ecuador, se plantaron firmes ante este convenio suscripto entre Bogotá y Washington. Esta situación generó una gira por parte del presidente colombiano, Álvaro Uribe, quién posee una alta popularidad en su país y se encamina a un tercer mandato (en caso de ser aprobada la reforma constitucional). La cumbre de la UNASUR en Quito finalizó con el ofrecimiento de Cristina Fernández de oficiar como anfitriona para una reunión en la cual se discuta este tema polémico y que además cuente con la presencia del mandatario colombiano, quién no asistió a la capital ecuatoriana.

Para comprender la reunión extraordinaria del 28 de agosto debemos entender la realidad política sudamericana y el posicionamiento de los distintos países ante la presencia de tropas norteamericanas en Sudamérica. El primer grupo claramente identificable es el liderado por Hugo Chavéz, presidente de Venezuela, que critica duramente esta alianza y califica a las bases “yanquis” como una declaración de guerra a su revolución bolivariana. Esta visión apocalíptica del tema es respaldada también por Ecuador y el presidente boliviano, Evo Morales. Estos tres mandatarios serán quienes cuestionen de manera más férrea la decisión de Uribe. Un conjunto de tres países, Uruguay, Chile y Brasil, que poseen gobiernos de izquierda moderados, han adoptado una posición de reconocimiento de la soberanía colombiana pero se han manifestado adversos a la presencia de tropas extranjeras en el subcontinente. Cabe resaltar que el presidente brasilero, Lula da Silva, buscando afianzar su liderazgo en la región, fue el impulsor del Consejo Sudamericano de Defensa. En esta ocasión, el mandatario pretende darle al organismo una mayor participación en el análisis de los acuerdos con países fuera de la región. Se puede adherir a este grupo moderado, Argentina y Paraguay, los cuales no se han definido claramente; consideramos muy difícil ubicarlos en el grupo de izquierda radical o moderada ya que sus discursos han ido variando y el acercamiento a uno u otro bloque se produce más por conveniencia que por ideología. El último grupo de países que participará en la cumbre son aquellos que denominamos de derecha, compuesto por el acusado Colombia y el Perú de Alain Garcia, que contaran con el apoyo de Panamá y México que son países observadores de la UNASUR. Sin lugar a dudas, Sudamérica ha quedado partida en tres grupos de países que adoptan distintas posiciones ante un tema tan controvertido.

Con respecto al acuerdo Estados Unidos – Colombia debemos decir que no estamos ante un hecho nuevo, Colombia recibe en el marco del Plan Colombia (combate al narcotráfico y al terrorismo) millones de dólares y ayuda militar por parte del ejército norteamericano. Entonces, ¿Qué es lo nuevo? Si bien Uribe y Obama han explicado que la utilización de las bases son para el mismo propósito, la realidad marca que Estados Unidos, junto a su aliado Colombia, quieren comenzar a mirar más de cerca a un personaje maniático que gobierna Venezuela hace alrededor de diez años. Los contactos que ha tenido Chávez con países como Irán y Rusia han prendido la señal de alerta en Washington que no parece estar dispuesto a aceptar a un enemigo tan cerca de su territorio. En definitiva, en Bariloche se encontrarán tres grupos de países que tendrán que negociar el mantenimiento de la paz que caracteriza al continente desde hace alrededor de treinta años. La misma no parece estar en peligro aunque muchos teman por el discurso retórico que utilizan algunos mandatarios. Sin embargo, no vendría mal abrir los ojos y empezar a seguir más de cerca los movimientos de los distintos gobiernos sudamericanos, la pregunta que nos debemos hacer es: ¿necesitamos ayuda extranjera para ello?

jueves, 13 de agosto de 2009

Señal de alerta para América Latina

La realidad latinoamericana aparece, en este mes de agosto, con conflictos que recuerdan las épocas negras del continente. La difícil salida a un golpe de Estado en Honduras que lleva alrededor de cincuenta días, la conformación de un bloque “bolivariano” cada vez más radical liderado por el presidente venezolano Hugo Chávez y el establecimiento de bases norteamericanas en territorio colombiano para la lucha contra el narcotráfico son situaciones que deben ser seguidas con atención. A esta realidad continental se le suma un nuevo brote “guerrillero” en territorio peruano. 


El grupo de inspiración maoísta Sendero Luminoso, que se funda en la década del 60 como un brazo armado del Partido Comunista, dio su primer golpe en mayo de 1980. A través de ataques armados y coches bomba sacudieron al país durante quince años, dando muerte a alrededor de 70.000 personas según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación peruana. El grupo que tuvo como objetivo lograr una república popular e instaurar un régimen comunista campesino sufrió la detención de su líder y jefe histórico, Abimael Guzmán, en septiembre de 1992. Sin lugar a dudas este grupo que optó por la lucha armada, en un momento de transición democrática, no contó con el apoyo de la población y su influencia comenzó a decaer hasta que su luz pareció apagarse. A fines de la década del noventa grupos minoritarios, que se establecieron en la zona del valle de los ríos Apurímac y Ene, continuaron con operaciones violentas pidiendo amnistía para líderes senderistas. A pesar de ello, se estima que el número de rebeldes que no entregaron las armas, luego de que Guzmán declarará el fin de la revolución, es de alrededor de cien combatientes. Su último gran golpe había sido en octubre del año pasado cuando atentaron contra un convoy militar. Desde ese momento fueron pocas las noticias que se difundieron de los “revolucionarios”.


Sin embargo, en los primeros días de agosto se produjo un ataque atribuido a Sendero Luminoso contra una base de la Dirección de Operaciones Especiales de la policía, en el departamento de Ayacucho, zona selvática al sureste de territorio peruano. Según informaron fuentes policiales un grupo de cincuenta insurgentes emprendió un ataque con explosivos y armas ligeras contra la base de las fuerzas especiales instalada en dicho lugar para combatir el narcotráfico. La ofensiva que, causó cinco muertes (tres policías y dos civiles), muestra a las claras que a pesar de que no haya tenido mucha prensa, el remanente de la guerrilla y su alianza con los grupos de narcotraficantes es un tema que debe ser seguido muy de cerca.

Muchas son las opiniones que se han oído desde tierras peruanas sobre este episodio; el ministro del Interior Octavio Salazar afirmó que la presencia de estos terroristas es una gran amenaza para el país, principalmente por su gran alianza con el narcotráfico, a la que denominan el narcoterrorismo. Mientras tanto, el presidente Alain García propuso un trabajo paciente para erradicar la violencia de estos grupos, bajando el perfil al remarcar que los mismos no constituyen una amenaza para la democracia peruana y que “no configuran ni la décima parte de lo que vivió el país en la década de los 80”. En oposición a ello, el  líder nacionalista Ollanta Humala advirtió la posibilidad de una guerra interna en caso de que el gobierno no reestructure las acciones para acabar con los remanentes de la guerrilla.


Todo parece indicar que este grupo derrotado por el gobierno del actualmente condenado Alberto Fujimori no posee la misma fuerza ni el contenido ideológico de quienes hoy golpean nuevamente los territorios peruanos. Sin embargo, las acciones conjuntas con los grupos narcotraficantes tratan de debilitar la acción y el poder policial en la zona selvática. El proyecto político de alcanzar el poder a través de una revolución armada es historia pero la alianza con los narcotraficantes parece recién comenzar. En épocas donde Colombia es duramente cuestionada por la llegada de tropas norteamericanas para combatir e investigar al narcotráfico, sería bueno que el gobierno peruano le pusiera rápidamente un freno a estos brotes de insurgencia antes de perder el control y tener que acudir a fuerzas extranjeras. La existencia de un golpe de Estado en Honduras, la propuesta de insertar tropas norteamericanas en Colombia, los brotes guerrilleros en Perú y una cantidad de gobiernos que distan de ser democráticos, debe prender una señal de alerta en los gobiernos “serios” que aún quedan en el continente, de manera evitar aquellas épocas negras. 

jueves, 16 de julio de 2009

Nuevo presidente en Panamá: ¿Cambia el mapa político latinoamericano?

Centroamérica vuelve a ser, luego de muchos años, el centro de atención de la comunidad internacional, debido al golpe de estado que los militares dieron en Honduras. Sin embargo este gran episodio no es la única novedad de la región. Días atrás asumió en la República de Panamá un nuevo presidente, Ricardo Martinelli, quién superó en los comicios de mayo a la candidata oficialista Balbina Herrera. El pequeño país de alrededor de tres millones de habitantes, que une al continente americano, tiene desde el 1º de julio un empresario en la cúpula del gobierno y una democracia funcionando a pleno, aspecto digno de destacar en estos tiempos que corren.

El presidente saliente Martín Torrijos del Partido Revolucionario Democrático se encargó, durante los cinco años de su mandato, de llevar adelante un típico gobierno de centro izquierda o socialdemócrata. Los planes sociales, la ayuda a los sectores más necesitados, la lucha contra la indigencia y el desempleo, fueron aspectos que caracterizaron su administración. Además, se combinaron estas políticas con un ordenamiento económico destacado por diversos organismos internacionales, que resaltaron la buena posición de la economía panameña para enfrentar la crisis global. Por otro lado, aspectos relacionados con la seguridad interna, la lucha contra el narcotráfico y el fracaso de las reformas en sectores como la salud y la educación le ponen un signo de interrogación al mandato; las denuncias de corrupción también juegan un rol preponderante a la hora del análisis de los últimos años de gobierno.

En este contexto llega al poder, con el 60% de los votos, el candidato del partido Cambio Democrático, principal figura de la oposición que logró conformar la coalición “Alianza por el Cambio” junto a otros partidos importantes del escenario político panameño, como lo es el Partido Panameñista. Martinelli es un gran empresario, dueño de una de las cadenas más importantes de supermercados del país y accionista de varias de las principales empresas que operan en Panamá. A comienzos de esta década formó parte del gobierno de Mireya Moscoso, encargándose principalmente de los aspectos relacionados al Canal de Panamá. Caracterizado como un personaje de derecha y conservador, Martinelli centró sus principales esfuerzos de campaña en prometer cambios en la educación, la salud y el tan conflictivo problema del transporte público urbano.

La ola de inseguridad es otro de los problemas que hereda el gobierno y que deberá combatir junto a los efectos negativos que puedan llegar fruto de la crisis financiera. Este hombre, que aprovechó la falta de una alternativa convincente de la izquierda oficialista, deberá lidiar con números de pobreza del entorno del treinta por ciento a través de las reformas sustanciales anunciadas (fiscal y del sistema de pensiones). Según dicen los analistas, su gobierno está conformado por muchos empresarios con poca experiencia política, lo que podría dificultar el desempeño de los mismos en un contexto de lucha permanente en el parlamento. Por otro lado, las reuniones con Felipe Calderón y Álvaro Uribe, previas a su asunción, pueden ser una señal del modelo de gobierno que lleve a cabo el nuevo presidente panameño. 


En definitiva, Martinelli asume un desafío de cinco años y mantiene funcionando la democracia de este pequeño país centroamericano. Las elecciones limpias y competitivas que se realizaron en mayo le brindan al gobierno una legitimidad importante para comenzar a cambiar el país. Seguramente el presidente electo no tenga en su contra grupos militares que lo quiten de un día para el otro del poder, ni tendrá actitudes populistas como sus colegas de la región.


Lo que no queda dudas y es un fenómeno para ser analizado en profundidad es la victoria que se empieza a producir por parte de  gobiernos caracterizados como de derecha, por su énfasis en la mano dura contra la delincuencia. ¿Será este pequeño país centroamericano el primero en dar vuelta el mapa político latinoamericano, sustituyendo a los gobiernos socialdemócratas? En países donde la democracia funciona, como Uruguay y Chile, habrá elecciones a final del año. Sus resultados podrán confirmar o no nuestro pensamiento, por lo que ahora sólo nos queda esperar.

miércoles, 3 de junio de 2009

Nuevo desafío para la izquierda latinoamericana


El 1º de junio de 2009 ha quedado en la historia de El Salvador ya que ese día asumió, por primera vez en ciento ochenta años de vida de la nación, un presidente de izquierda. El periodista Mauricio Funes, candidato del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional fue el vencedor en los comicios del 15 de marzo de este año. Luego de tres intentos fallidos, El FMLN logró vencer a sus contrincantes conservadores del partido Alianza Republicana Nacionalista, más conocido como ARENA. Con el 51% de los votos, Funes se convirtió en el presidente de un país centroamericano que posee casi unos seis millones de habitantes.


Funes asumió en la jornada de ayer un desafío de grandes dimensiones. El Salvador, al igual que muchos otros países de América Latina, posee graves problemas en materia de salud, desarrollo social y seguridad pública. A todos estos inconvenientes se les suma la actual crisis económica en la que esta inmersa la mayoría de los países del mundo. La economía salvadoreña es muy dependiente de los Estados Unidos ya que la mitad del comercio exterior de dicho país es con los norteamericanos. Además, las remesas provenientes desde el norte poseen un peso importante en el PBI salvadoreño ya que se estima que el número es de alrededor del 20%. La población de este pequeño país se caracteriza por su juventud, casi el 35% de la misma se encuentra en la franja etaria de 5 a 19 años. Asimismo, se habla de medio millón de niños sin escuela. Otros números impactantes son los que refieren a la violencia, se considera que es uno de los países más violentos de América Latina ya que se perpetúan doce homicidios por día. Datos que brinda la CEPAL muestran que un 47.5% de la población vive en la pobreza y un 19% en la extrema pobreza, números que asustan.



Mauricio Funes tiene 49 años y es un periodista nacido en la capital del país, San Salvador. Fue el candidato por el FMLN, partido político que surge en la década del 80 como un organismo que coordinaba diversos grupos que participaron en la guerra civil durante el período 1980/92. El nuevo mandatario ha querido marcar cierta distancia con el pasado al asegurar que asume la presidencia haciendo un llamado a la unión nacional, sin odio y sin resentimiento. Acusando a los gobernantes del pasado por el deterioro generalizado del país, Funes afirmó en su discurso de asunción que la responsabilidad de la situación no es del pueblo salvadoreño sino de los dirigentes que han estado hasta hoy en el poder. Saber a quién echar las culpas exige un trabajo más pormenorizado del tema, lo que si no quedan dudas es que los números no mienten y que el pueblo salvadoreño esta sumergido en la pobreza y por algo es.



Lo que está claro es que la población de El Salvador ya se expresó y opto por un cambio de rumbo en la política y brindarle una oportunidad a nuevos dirigentes. El que deberá optar a partir de hoy es Mauricio Funes, me refiero a escoger entre que izquierda seguir, si la populista de Chávez o la progresista de Lula. Al parecer se inclinará por el segundo camino y por un cambio dentro de los límites democráticos. Deberá demostrar Funes que el modelo de Lula (al cual aludió en sus discursos), Vázquez y Bachelet entre otros, es aplicable a este pequeño país. ¿Podrá combinar políticas sociales con una estabilidad macroeconómica y con un modelo creíble, en un país azotado por la violencia y la pobreza? La respuesta no la sabemos. Tendrá cinco años para demostrar cual es el camino que eligió, ojala que sea un cambio democrático y a la vez que revolucione un país que sin lugar a dudas necesitaba un cambio.

domingo, 26 de abril de 2009

Obama se acerca al continente


La V Cumbre de las Américas que se realizó en Puerto España (Trinidad y Tobago) del 17 al 19 de abril reunió a los representantes de todo el continente americano, con la excepción de Cuba. Dicha reunión que es auspiciada por la Organización de Estados Americanos tuvo como centro principal la presencia del nuevo presidente de los Estados Unidos: Barack Obama. Además, la misma se realizó en el contexto de la crisis económica mundial y si bien la agenda establecía temas de seguridad y medio ambiente, Cuba se llevó toda la atención. ¿Qué se podía esperar de una Cumbre que reúne tantos representantes e intereses diversos? ¿Cuáles son las conclusiones que se pueden sacar del día después de la reunión?


En primer lugar, lo que debemos remarcar es que las reuniones de esta índole son cumbres que podríamos tildarlas de “simbólicas”. Si bien hay ciertos temas para manejar en la agenda y en los cronogramas, la Cumbre de las Américas busca homogeneizar políticas y encontrar objetivos comunes a largo plazo. No podemos esperar soluciones para temas específicos ni grandes propuestas con éxito inmediato. Clara demostración de ello es que la declaración final se elabora meses antes de la reunión y se busca lograr un documento de consenso. Por lo tanto, cuando nos proponemos analizar las consecuencias de esta reunión multilateral debemos ser cuidadosos a la hora de expresarlas. En definitiva, son reuniones que no buscan soluciones concretas pero que sí emiten señales.

En segundo lugar, la reunión previa de los presidentes integrantes de la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe, más conocida como ALBA, también fue un aspecto importante a destacar. Chávez y su grupo se congregaron los días previos a la Cumbre en la ciudad de Caracas para formar una posición de cara a la reunión. La defensa a Cuba y su plan “bolivariano” para el continente fueron los principales temas a tratar por el presidente venezolano, Evo Morales, Daniel Ortega y los mandatarios de Honduras y Dominica. Cuando el mundo entero esperaba una posición firme y dura en contra de los Estados Unidos, Chávez sorprendió por sus intercambios con el presidente norteamericano mientras que los otros mandatarios también se reunieron junto al hombre del momento. Queda claro que la artillería pesada que se preparó días antes no fue ejecutada y por lo único que se destacó el ALBA fue por abstenerse a firmar la declaración final conjunta.

Finalmente, uno de los aspectos claves de la reunión, sino el más importante fue la presencia del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. Su disposición al diálogo, a escuchar las propuestas y las ideas de todos los mandatarios fue algo que destacaron los presidentes a posteriori de los acontecimientos. Desde la Casa Blanca se había anticipado que Obama no llevaría a la reunión ninguna propuesta en concreto, como anteriormente lo hicieran Clinton o Bush. El presidente se mostró en una actitud igualitaria frente a sus colegas y eso es de destacar. Sin desconocer que estamos ante la potencia más grande del mundo, lo que la mayoría de los presidentes de nuestro continente solicitan es un vecino del norte amigable, con propuestas interesantes y sin querer llevarse a todos por delante.



En conclusión, por más opiniones en contra que puedan existir a propósito de la cumbre por la no concreción de propuestas o la no firma de la declaración conjunta, la misma marca un nuevo comienzo de las relaciones América Latina – Estados Unidos. Debemos entender que con un personaje como Obama en el poder, el enemigo no son los Estados Unidos, el enemigo para el continente hoy en día tiene otros nombres como la pobreza, la desigualdad y la corrupción.

jueves, 16 de abril de 2009

Respuesta progresista a la crisis actual

Durante los días 27 y 28 de marzo se reunieron, en la ciudad chilena de Viña del Mar, gobernantes y  representantes de organismos internacionales de diversas partes del mundo. El principal objetivo fue proponer una salida conjunta de la crisis económica y financiera en la que estamos inmersos. La proximidad de la reunión del G-20 en Londres marcó a fuego la denominada “Cumbre de Líderes Progresistas” cuya idea surgió hace exactamente una década.

Muchas son las conclusiones que se pueden extraer de la declaración final de los mandatarios presentes, pero también debemos responder ciertas preguntas. ¿Cómo surge dicha cumbre? ¿Cuáles fueron las propuestas de los gobernantes para combatir la crisis? ¿Qué objetivos persiguieron los presidentes de la  región?


La Cumbre y el Seminario Internacional de la Red Progresista fueron organizados por dos instituciones: Policy Network y el Instituto Igualdad. La primera es una fundación internacional, creada en el año 2000, que se dedica a la renovación de la social democracia y a promover las políticas progresistas. Actualmente esta avocada a facilitar el intercambio de ideas y prácticas entre políticos y expertos que se denominan de centro-izquierda. El otro ente organizador, el Instituto Igualdad, es una organización privada, creada por el Partido Socialista chileno en el año 2005 con el objetivo de desarrollar y proyectar los valores e ideas democráticas, socialistas y progresistas al interior de la sociedad chilena. 

El movimiento de gobernadores progresistas que se reunió en Chile surge a fines de los años ’90 por iniciativa del entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton. El primer seminario se realizó en Washington y contó con la presencia de mandatarios europeos, entre ellos, Tony Blair. Su objetivo principal fue fomentar la cooperación entre políticos y académicos, ofreciendo un entorno para intercambiar experiencias políticas. Berlín, Estocolmo, Londres, Budapest, Johannesburgo y ahora Viña de Mar fueron las sedes que reunieron desde el año 99 hasta el momento al movimiento progresista. Es la primera vez que se realiza la reunión en nuestro continente y esto no es una casualidad; se debe a la proliferación existente, en los últimos años, de gobiernos de centro izquierda en todo Latinoamérica.

Los mandatarios sudamericanos fueron mayoría en el balneario chileno. Además de la anfitriona Michelle Bachelet, la cumbre contó con la presencia del presidente brasilero Luiz Inácio “Lula” da Silva, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner y el gobernante uruguayo Tabaré Vázquez. Los mandatarios europeos presentes fueron el español Rodríguez Zapatero, el noruego JensStolten Berg y el primer ministro británico Gordon Brown. El hombre del momento, Barack Obama, seguramente ocupado en la preparación de su viaje a Europa, no quiso que su país quede al margen y envío a su vice Joseph Biden para marcar presencia en la reunión. Además, participaron alrededor de 200 asesores, políticos, académicos, investigadores y representantes de organismos internacionales de muchos países europeos, americanos, africanos e incluso de Oceanía. Todos ellos se encargaron de discutir, analizar y dar respuestas a la crisis global actual; políticas progresistas, globalización responsable, cambio climático, protección laboral y el rol del estado en la economía fueron los principales temas tratados.

La declaración final conjunta, leída por la presidenta chilena, marca los puntos claves que los líderes discutieron a lo largo de las distintas sesiones. Se analizaron los principales desafíos que enfrenta el mundo hoy en día, y a su vez discutieron cuál debería ser la respuesta coordinada del movimiento progresista, lo cuál resumiremos en tres puntos claves.

El primero fue priorizar las políticas de crecimiento, protección social y la creación de empleo para no transformar la recesión económica en una recesión social. Para ello, se enfatizó el dar un nuevo empuje a los objetivos de desarrollo del milenio de la Organización de las Naciones Unidas. Con respecto a esto, Bachelet expresó al término del seminario: “hay que adoptar medidas populares pero no populistas”, haciendo clara alusión al respeto por el modelo liberal pero inculcando una participación importante por parte del Estado.

En segundo lugar, se apuntó a cambiar el rumbo del “neoliberalismo” existente, construyendo las bases de una nueva economía que permita compartir la prosperidad. Para aplicarlo, los líderes progresistas plantean: reformar la regulación de las instituciones financieras (principalmente del FMI), evitar políticas proteccionistas y concluir exitosamente la Ronda Doha. Además, se le reclama a las instituciones financieras, tanto internacionales como regionales, la tenencia de un rol importante en la prevención de las graves consecuencias para los países en desarrollo. El primer ministro británico expuso su visión al respecto: “tenemos que rehacer nuestras instituciones, necesitamos nuevas reglas para este orden global, porque un mundo sin reglas no funciona”.
  
El tercer aspecto clave que se puede extraer de la declaración refiere al tema medioambiental. Se propuso emprender de forma acelerada una respuesta coordinada al cambio climático, asimismo se incitó a invertir en energías limpias. En este contexto, se buscará lograr un acuerdo exitoso en la futura Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se realizará a fines de este año en Copenhague.  Si bien no fue el aspecto más comentado en la cumbre, quizás por la lejanía en el tiempo de la reunión multilateral, la “recuperación verde” no se dejó de lado al momento de enumerar los principales temas tratados. 

Estos tres principales ejes se sostienen en los llamados valores progresistas, como lo son las libertades (política y económica), los derechos humanos, la democracia y la justicia social.  Con respecto a los ideales compartidos por esta red de gobiernos, José Luís Rodríguez Zapatero enumeró tres pilares que caracterizan al progresismo: la apuesta por la reforma y el cambio, la democratización de las instituciones y la solidaridad. Hoy en día son varios los gobiernos sudamericanos que dicen sentirse identificados con estos ideales; sin embargo fueron tan sólo cuatro los representantes que concurrieron a la cumbre.
Como dijimos, el segundo aspecto importante a analizar de la reunión es el objetivo que cada uno de los países tuvo en dicha cumbre. Si bien son cuantiosos los gobiernos de izquierda y centro izquierda que han ganado elecciones en estos últimos años aquí en Sudamérica, cada país tiene un perfil distinto y eso lo podemos ver claramente en la participación (o no) en reuniones multilaterales de este tipo. 

El presidente Vázquez consideró clave esta reunión, ya que fue una manera de poder inmiscuir al pequeño Uruguay entre grandes del mundo. El MERCOSUR estuvo presente con sus dos grandes socios: Brasil y Argentina; Uruguay no se quiso perder la gran oportunidad de poder compartir experiencias y aprender de países que proponen las mismas ideas que el gobierno de turno. Además, Vázquez aprovechó la ocasión para terminar de alinearse al grupo de gobiernos de “izquierda moderada” que parece liderar Lula. Entre otras cosas, Tabaré marcó cierta distancia con la mandataria argentina, se encargó de remarcar que Uruguay “no es un paraíso fiscal” e instó a no echarle la culpa al imperio de turno por no poder llevar adelante un proyecto latinoamericano para mejorar la condición de nuestros pueblos.

Por otro lado, el mandatario brasilero Lula aprovechó la oportunidad para seguir afirmando su liderazgo en Sudamérica e intentar insertar al continente en el contexto mundial.  El líder del PT brasilero se ha encargado en las últimas semanas de seguir posicionando a su país en el gran juego mundial. Las reuniones con Obama y Brown dan muestra de eso y, si bien el asesor del presidente, Marco Aurelio García pide respetar las diferencias con otros progresismos (léase la izquierda más radical), Brasil se quiere mostrar como un país comprometido con la causa liberal-democrática. Lula aprovechó la ocasión para recordarle nuevamente a sus pares extra-región que ellos poseen mayor culpa de este momento de la economía mundial. Con un tono amigable expresó: “mi querido Gordon Brown, mi querido Biden, mi querido Zapatero, desafortunadamente ustedes tienen más responsabilidad en esta crisis”.

Además de Brasil, el otro país de la región que asistirá a la reunión del G-20 en Londres, será Argentina. Cristina Fernández también acudió a la Cumbre y quizás sean dos los aspectos claves que se pueden extraer de su presencia. En primer lugar, la gobernadora argentina no estuvo dispuesta a perderle la pisada a este grupo de mandatarios progresistas, de los cuales se había alejado debido a las visitas y contactos permanentes con Chávez. Por lo tanto, esta cumbre era una buena excusa para volverse a unir al grupo liderado por Brasil y poder encontrarle a la Argentina un lugar importante (no conflictivo) en el contexto internacional. En segundo lugar, la presidenta aprovechó la situación para insistir nuevamente por el reclamo de soberanía sobre las islas Malvinas, a lo que fuentes británicas hicieron saber que estaba descartada cualquier tipo de negociación al respecto.

Por último debemos hacer referencia a Chile, el anfitrión. El modelo chileno que rige desde la restauración de la dictadura es fiel reflejo de todas las ideas que se trataron en la pasada cumbre. No es casualidad que la primera reunión en América Latina de esta red progresista se haya realizado en el país trasandino. Además, no es este un momento cualquiera para el gobierno de la Concertación, ya que las encuestas de opinión no se les muestran favorables para las elecciones de este año. Quizás el impulso y la importancia que Bachelet le dio a esta cumbre este relacionado con el objetivo de la mandataria de reafirmar el modelo, llevado acabo por su gobierno y los anteriores, exponiendo logros e intentando marcar diferencias con el neoliberalismo.

En conclusión, la Cumbre de Líderes Progresistas buscó dar una respuesta firme a la crisis financiera internacional. El objetivo de los gobernantes que asistieron a la Cumbre fue la elaboración de ciertas pautas para que los “representantes progresistas” trasladasen a la reunión del G-20 en Londres. Las mismas se pueden resumir en los siguientes puntos: priorizar el aspecto social de la crisis, reformar el sistema financiero poniendo fin a la hegemonía neoliberal y por último, el siempre presente desarrollo sostenible. Estos temas centraron la atención de los mandatarios presentes, los cuales se sienten identificados con la idea de la red progresista que surgió con Clinton y Blair, cuando ambos quisieron liderar una especie de centro izquierda o “tercera vía” entre el capitalismo liberal y el socialismo.


Además, al parecer, esta red de gobiernos quiere ocupar un vació ideológico que esta dejando el modelo económico existente, que puede ser fácilmente ocupado por gobiernos populistas, autoritarios y no proclives al liberalismo y la democracia. La reunión de Viña del Mar concluye con la idea de asignarle un nuevo rol al estado (más regulador)  y poner las políticas sociales como prioridad. Quizás estos dos aspectos sean las únicas variables que todavía quedan vigentes en la ya perimida distinción entre gobiernos de derecha y de izquierda.