Aún se desconoce el o los
autores de las detonaciones que dejaron como saldo tres muertos
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Un ataque con bombas, coordinado y
planificado, causó caos ayer en la maratón de Boston. El acto, que tenía como propósito sembrar la muerte,
determinó el fallecimiento de tres personas, entre ellas un niño de ocho años.
También causó un centenar de heridos de los cuales alrededor de 20 se
encuentran en estado crítico. Horas después, el presidente norteamericano Barack Obama se dirigió al país
prometiendo que llegarán hasta el fondo del asunto. Con palabras sencillas y
solemnes, reconoció que aún no se conocen los responsables ni el porqué del
atentado.
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La primera bomba estalló entre las
filas del público que seguía la carrera. Instantes después hizo explosión un
segundo artefacto en los alrededores del Hotel Farmont Copley Plaza, en donde
estaba la base de la organización de la maratón. Hacía media hora que los
atletas profesionales habían llegado a la meta, sin embargo seguían arribando
muchos de los corredores que se anotaron en la carrera. Varios medios de
comunicación informaron que una tercera bomba fue localizada por especialistas
antes de que explote, siendo controlada. Un tercer artefacto detonó en la biblioteca John F. Kennedy, otro lugar
emblemático de la ciudad, provocando un incendio que no causó muertos ni
heridos. Según las primeras investigaciones, las bombas que estallaron estaban
compuestas de pólvora y rellenas de rodamientos, clavos y metralla. Al estallar
el improvisado aparato, las esquirlas salen disparadas golpeando a la altura de
las extremidades, es por ello que muchas víctimas sufrieron amputaciones.
El lugar donde ocurrieron las dos
explosiones principales disponía de cámaras, lo que puede ayudar a la búsqueda
de pistas. El FBI y la Policía de Boston
aseguraron que no había ningún aviso de bomba en los días anteriores a la
celebración de la maratón. La carrera reunía alrededor de 23.000 corredores de
todo el mundo, siendo una de las más antiguas. Prevenir una acción de estas
características es muy difícil, al ser un objetivo magnífico para quienes
pretender lograr relevancia. Los encargados de la seguridad aseguran que hasta
el momento se trata de una investigación criminal que podría convertirse en una
terrorista. La administración de Barack Obama
ha tenido precaución a la hora de calificar al ataque. El presidente instó a la
gente a no llegar a conclusiones precipitadas y eludió el término terrorismo. Las
autoridades tomaron rápidamente medidas extraordinarias de seguridad en Boston
y otras ciudades de Estados Unidos. En Nueva
York, Washington y Los Ángeles se adoptaron disposiciones adicionales de
protección a los edificios más representativos. En Boston se cerró el aeropuerto
y se instó a la población a permanecer en sus casas.
¿Un golpe del exterior o un enemigo interno?
Desde el 11 de setiembre de
2001 que no se producía un ataque de esta naturaleza. En aquella jornada,
las torres gemelas de Nueva York fueron reducidas a escombros y el Pentágono
fue seriamente dañado. El atentado contra los edificios más característicos del
poderío económico y militar norteamericano fue el peor ataque sufrido por
Estados Unidos en sus 200 años de historia. En aquel hecho, horas después se
conocían los posibles culpables, el grupo Al
Qaeda de Osama Bin Laden. Casi doce años después, Estados Unidos vuelve a
sentir el terror en territorio propio, aunque la mayor parte de los
norteamericanos crean que la violencia es algo ajeno. La maratón de Boston,
tanto como la de Nueva York o Chicago, son grandes concentraciones que
representan un dolor de cabeza para los responsables de la seguridad. Estos
eventos son imprescindibles por el ambiente de libertad que exige una sociedad
democrática. Cabe destacar que el golpe se da justo en la fecha en que Boston
celebraba el día de los patriotas, en honor a las primeras batallas de la Guerra de la Independencia.
La ausencia de una
amenaza previa o de pistas sobre los posibles culpables hace este ataque particularmente
preocupante para el gobierno de Estados Unidos. La carrera popular que supone
una maratón es un símbolo de la conquista del espacio urbano por parte de los
ciudadanos. Además es una aglomeración, lo cual permite golpear de forma
masiva. Hasta el momento se ignora si la autoría se puede atribuir a un
individuo, un grupo estadounidense o si se puede responsabilizar al terrorismo
internacional. Los medios aseguran que los investigadores buscan a una persona
en concreto, aunque son muchos los autores potenciales de un ataque de esta
envergadura. La frustración principal en Estados Unidos, además de la tristeza
por las víctimas, es por todo lo que se desconoce con respecto al hecho. Ningún
grupo terrorista internacional se adjudicó el acto y el paso de las horas hace
creer que no sería una agrupación extranjera, aunque nada es seguro a esta altura. La incertidumbre invade a los Estados
Unidos.
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