Los talibanes enrarecen los
próximos comicios legislativos cruciales para consolidar la democracia
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Este jueves en la localidad sureña de
Hyderabad fue asesinado a tiros Fakhrul Islam, candidato a las elecciones
generales del país previstas para el 11 de mayo. El grupo Tehrik-e-Talibán Pakistán (TTP), que había amenazado con atacar a
los aspirantes seculares, se reivindicó la autoría del crimen. Los extremistas
buscan sabotear los comicios incrementando la violencia política y sectaria.
Los candidatos que encabezan las encuestas son Nawaf Sharif de la Liga
Musulmana N y el actual presidente Asif
Ali Zardari del Partido Popular de
Pakistán.
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El asesinado postulante del partido Movimiento Unido Nacional se presentaba
a uno de los 272 escaños que se elegirán por sufragio directo. Su grupo
político es una formación no islámica, integrante de la coalición de gobierno,
que representa a los inmigrantes hindúes de las provincias Punyab y Sindh. El
líder y fundador del movimiento Altaf Hussain, exiliado en Gran Bretaña,
reclamó protección a los candidatos. El actual presidente Asif Ali Zardari,
viudo de la ex primera ministra Benazir
Bhutto, busca continuar al frente del país. Su figura esta desgastada por
su mala gestión económica y la incapacidad para mejorar los servicios públicos.
La principal figura de oposición es Nawaz
Sharif, a quien desplazaron del poder con un golpe de estado en 1999. El populista Inram Khan, antiguo jugador de cricket, busca capitalizar el
descontento de la población con los partidos tradicionales. En las últimas
semanas llegó al país el ex líder militar Pervez
Musharaf que representa a la Liga
Musulmana Q y es una cuarta figura importante en estas elecciones. Tras el autoexilio
en Emiratos Árabes Unidos, su arribo perjudica a Sharif ya que divide el voto
musulmán.
A Musharaf lo juzgan por su decisión en
2007 de dictar un estado de
emergencia y suspender el orden constitucional. Además el ex presidente posee
causas abiertas por presunta responsabilidad en el asesinato de Benazir Bhutto,
presidenta del Partido Popular Pakistaní y objetivo de los talibanes. Musharaf
fue el primer mandatario en autorizar los bombardeos norteamericanos a partir
de 2004. La lucha de Pakistán contra los islamistas se
acrecentó en los últimos meses, principalmente en el valle de Tirah, en el noroeste del país. Allí combaten
militares con miembros de grupos insurgentes, el ya mencionado TTP y Lashkar e Islam. Se enfrentan, provocando
la ida de miles de civiles, para controlar el conclave estratégico que sirve de
acceso a Afganistán, en donde se
están retirando las fuerzas de la OTAN; dando ventaja a los grupos yihadistas
que operan en la región limítrofe. Los islamistas además han atacado a la
comunidad chií y a las campañas de vacunación de polio, alegando que el
programa que combate la enfermedad endémica, encubre espías de Estados Unidos.
Elecciones históricas en busca de la democracia parlamentaria
Musharaf abandonó el poder en 2008
cuando sus aliados perdieron las elecciones. Los talibanes, que lo amenazaron
de muerte, no le perdonan su apoyo al gobierno de George Bush en su guerra contra el terrorismo luego de los
atentados de setiembre de 2011. Grupos
cercanos a Al Qaeda intentaron
asesinarlo tres veces desde su asunción en 1999.
En la década que ejerció el gobierno logró un éxito económico y causó el
rechazo de los partidos hacia su persona. Desde su independencia en 1947, Pakistán se caracterizó por generales golpistas y políticos
corruptos. El Partido Popular de Pakistán, con los liderazgos de Ali Bhutto y su hija Benazir, y la
alianza musulmana que apoyó a los talibanes en los noventa, marcan el tablero
político de la nación. Los conflictos con
India y las tres guerras que libraron, principalmente por la región de Cachemira, son otras de las
características políticas de Pakistán. Actualmente el ejército pakistaní prueba
misiles de medio alcance con capacidad nuclear como muestra de poder para
contrarrestar el gran crecimiento de su vecina India.
Pakistán posee un
sistema político plagado de corrupción. Sin embargo, esta será la primera vez
en la historia que un gobierno civil y elegido democráticamente, concluye su
mandato de cinco años y convoca a comicios sin la interferencia militar. A
pesar de en cierta forma ser un Estado fallido, la actual administración busca
no perder el control y trabajar en la democracia parlamentaria. Los ataques de
los grupos talibanes enrarecen los comicios intentando derribar el Estado e
imponer su interpretación del Islam. Se benefician de las regiones en las que
el gobierno no es fuerte y del sentimiento antiamericano que creció en la
población debido a la Guerra contra Afganistán, los bombardeos efectuados por
los drones norteamericanos y la violación de soberanía que supuso la operación
que acabó con Osama Bin Laden. El actual mandatario Ali Zardari es aliado de
Estados Unidos y se ha comprometido con la lucha contra el terrorismo. Es uno
de los candidatos con posibilidades, al igual que Sharif, que muestra cierto
rechazo a la presencia norteamericana en la zona. Resta un mes para unas
elecciones que pueden marcar un quiebre en la historia de Pakistán, un país
azotado por la violencia y con una economía empantanada.
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