domingo, 14 de abril de 2013

Informe Semanal: Legado de Margaret Thatcher (1979 – 1990)


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El objetivo de esta nueva entrega semanal es analizar la importancia del gobierno de Margaret Thatcher para el Reino Unido y el mundo. El 8 de abril dejó de existir una de las figuras más controvertidas del siglo XX.  En el informe nos proponemos analizar el contexto histórico del país en los setenta, la llegada al poder de la Dama de Hierro, sus políticas económicas y el legado que dejó tanto para Gran Bretaña como para las naciones occidentales.
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La ex primera ministra británica Margaret Thatcher falleció a los 87 años tras sufrir un derrame cerebral. La histórica líder del Partido Conservador asumió el poder en 1979 con un país paralizado por huelgas y una crisis económica. La dirigente de los Tories renovó sus mandatos en el 83 y el 87 tras el crecimiento de su popularidad. Reformó los sindicatos despojándolos del poder y apoyó la privatización de las industrias estatales. Las reducciones de impuestos y el gasto público fueron característicos hasta 1990, año en el cual dejó el poder. La Dama de Hierro, apodada así por su talla política, fuerza y determinación, enfrentó a Argentina en la Guerra de las Malvinas y sobrevivió al atentado del grupo terrorista irlandés IRA en el que murieron cinco personas. El logro del thatcherismo fue la implementación de su neoliberalismo cultural, movimiento que atravesó fronteras y coincidió con el gobierno de Ronald Reagan en Estados Unidos. Su legado aún se observa en este sistema dominante en el mundo.        

El quiebre de una época

Bajo el reinado de Isabel II fueron cuatro los primeros ministros conservadores que llevaron adelante la política británica entre los cincuenta y los sesenta. Sin lugar a dudas la figura más conocida de esa época fue la de Winston Churchill (1951 – 1955), que gobernó al Reino Unido por segunda vez luego de haber liderado a la nación durante la Segunda Guerra Mundial. La finalización del conflicto trajo consigo la caída del imperio británico; las sucesivas administraciones fueron incapaces de revertir dicha situación. Inmediatamente después del conflicto se instauró un Estado de bienestar con monopolios públicos y uno de los primeros servicios de salud pública del mundo. La economía dañada contó con el apoyo del Plan Marshall y los prestamos canadienses y norteamericanos. La década del setenta tuvo la alternancia del poder entre laboristas y conservadores, surgiendo la figura de Harold Wilson, quien fue primer ministro en dos oportunidades. La lejanía que había mantenido el Reino Unido con el proceso de unificación europeo finalizó en 1973 con el ingreso en la Comunidad Económica Europea.

Margaret Thatcher llegó al poder rompiendo con la tradicional hegemonía de líderes elitistas. Desde un principio revolucionó por su forma de ser. El enojo de los británicos con el colapso que había sufrido el país y la ola de huelgas en los servicios públicos, le dieron la posibilidad a los tories de gobernar con fuerza a su nación. La personalización del poder en Thatcher a partir de la elección en 1979, no ocurría desde la administración de Churchill. Quizás por eso también es que ha sido el de Maggie el período más largo de un mandatario en el Reino Unido. El thatcherismo constituyó una reacción de la población a las políticas de los laboristas y a la forma que gobernaba el conservadurismo. A Thatcher no le gustaba el consenso, algo que si apreciaba la élite británica. Su personalidad, clave durante sus mandatos, generaron las pasiones más encontradas desde la admiración al rechazo, rencor y odio. Su posición combativa que tanto la caracterizó también la llevó a perder el poder.

Una nueva política económica

Las privatizaciones fueron una de las marcas registradas del gobierno de Thatcher. Los sectores de energía, agua y telecomunicaciones pasaron a manos de privados durante su mandato. La privatización que más marcó la economía interna fue la de las viviendas sociales. Maggie negaba constantemente la presencia del Estado, lo que derivó en el deterioro de los servicios públicos esenciales como la salud, la educación y el transporte. La Dama de Hierro pensaba que el Estado era el problema y no la solución, por ello había que limitarlo a la justicia, la política monetaria, las infraestructuras y la defensa. El neoliberalismo considera que las prestaciones públicas gratuitas crean una relación viciada con el habitante, ya que estos consumen en demasía ese servicio brindado. Las distintas administraciones de Thatcher estimularon las actividades de los mercados financieros, centrados en la City of London. El fomento del papel de la inversión privada dio la oportunidad a las familias de comprar acciones. Con respecto a los impuestos, durante sus gobiernos se disparó el IVA y el tipo máximo de impuesto a la renta cayó, basándose en la teoría de que los gravámenes altos a los ricos conllevan a que éstos no inviertan.

Thatcher puso los cimientos para la destrucción del Estado de bienestar que se construyó en el Reino Unido en los cincuenta y sesenta. Los recortes en gastos sociales y subvenciones a la industria fueron muy característicos del conservadurismo thatcherista, marcando un retroceso de las conquistas sociales obtenidas. Durante los ochenta se combatieron y persiguieron a los sindicatos. La legislatura laboral y el mercado de trabajo pasaron a ser de los más abiertos del mundo.  Para contra restarlo, los sindicalistas convocaron a una huelga que duró casi un año en 1984, llevando adelante el conflicto social más importante de la historia reciente del Reino Unido. El problema principal fue con los mineros. En 1983 el gobierno anunció la decisión de cerrar 20 minas de carbón, lo que provocó el despido de unos 20.000 empleados. El sistema productivo manufacturero dejaba espacio a la hegemonía del crédito y las finanzas, aprovechando el envión que posibilitaba las tecnologías de la información y las telecomunicaciones. La economía crecía sin una base real de mercancías o infraestructura.  

Una política exterior que marcó la historia

Sin lugar a dudas el evento más trascendental y por lo que es recordada Thatcher en América Latina es la Guerra de las Malvinas y su victoria militar en 1982. En abril de aquel año el gobierno dictatorial argentino invadió el archipiélago y la mandataria envió una flota al Atlántico Sur para recuperar el territorio que el Reino Unido consideraba suyo. Es emblemática también la buena relación que estableció con el dictador chileno Augusto Pinochet, quien le brindó ayuda clave para vencer en el enfrentamiento. La victoria en Malvinas le posibilitó un histórico triunfo electoral en una contienda que los conservadores tenían perdida en 1983. Thatcher le dio una nueva fuerza a la política exterior británica que venía debilitada. Firmó un acuerdo con China para devolver Hong Kong y estableció una buena relación con Mijail Gorbachov. Si bien poseía un anticomunismo profundo, comprendió que él sería la figura que llevaría adelante las políticas para el desmembramiento de la Unión Soviética. Fue clave para las relaciones entre Reagan y los comunistas, dándole el empujón final a la Guerra Fría.

Con respecto a Europa, el thatcherismo dio origen al euro escepticismo y cambió la relación de los tories con el continente europeo. Si bien durante el referéndum de 1975, cuando los liberales dudaban, defendió la permanencia en el organismo pero se mostró reacia a aceptar cesiones de poder. Thatcher logró un trato especial para el Reino Unido y no se sumó el sistema monetario. En lo que refiere a Irlanda del Norte desarrolló una guerra sucia contra el Ejército Republicano Irlandés (IRA), negándose a aceptar sus demandas políticas. Los terroristas respondieron con el estallido de una bomba durante el congreso anual del Partido Conservador en 1984, en el cual Thatcher salió ilesa pero donde fallecieron y resultaron heridos dirigentes de los tories. Un año más tarde negoció el Acuerdo Anglo-Irlandés con la República de Irlanda. El pacto buscó mejorar la cooperación en materia de seguridad, aceptando alguno de los pedidos de los católicos de Irlanda del Norte.

Una figura que trascendió fronteras

Nacida en Grantham en una familia de modestos recursos, Margaret Thatcher fue una figura clave del siglo XX. Estudió derecho y se graduó como abogada. Se unió al Partido Conservador y lideró la cartera de educación durante la administración de Edward Heath. En 1974, los tories perdían las elecciones y ella desafió el liderazgo del partido. Se convirtió en la primera mandataria mujer tras lograr el 44% de los votos en 1979, superando por ocho puntos porcentuales al candidato laborista James Callaghan. Renovó su mandato en 1983 con un 15% de diferencia con los whigs pero con menos votos que en los primeros comicios. Para acceder a su tercer mandato en 1987 tuvo que superar al laborista Neil Kinnock. Los enfrentamientos en su propio partido, principalmente por el tema europeo y la imposición del impuesto regresivo, derivaron en su salida del poder. En noviembre de 1990 dimitió en su cargo y la reemplazó John Major. Las manifestaciones en Trafalgar Square y la revuelta en el Partido Conservador sellaron su final en la política británica.

Patriotismo y nacionalismo dominaron su pensamiento político. Margaret Thatcher es fundamental en la historia mundial por haber instaurado el nuevo capitalismo post industrial del Siglo XX, caracterizado por un Estado débil y unos poderosos mercados financieros internacionales. Ese mismo régimen que hoy se encuentra en crisis. La desregulación del Estado acabó también con la cohesión social, provocando una polarización del país hasta extremos desconocidos. La revolución conservadora, que también contó con Ronald Reagan como figura del otro lado del Atlántico, empujó a la izquierda al centro político. Ambos se propusieron terminar con el famoso Estado de bienestar y liquidar los contenidos culturales de Mayo del 68. Los gobiernos de Thatcher fueron una conjunción de intereses económicos liberales y valores políticos conservadores. Esa revolución llevó a una hegemonía en el pensamiento a lo largo y ancho del mundo. En el Reino Unido, la crisis de los noventa del conservadurismo derivó en el triunfo de los laboristas, Tony Blair (1997-2007) y Gordon Brown (2007-2010). Los tories volvieron al poder hace tres años de la mano de David Cameron.

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