viernes, 6 de junio de 2014

Colombia define en segunda vuelta

El domingo 25 de mayo se realizaron las elecciones presidenciales en Colombia. Ninguno de los cinco candidatos logró la mayoría requerida, por lo que se disputará una segunda vuelta el 15 de junio entre los dos más votados: Oscar Zuluaga y el actual presidente, Juan Manuel Santos. Sin dudas la gran ganadora de los comicios fue la abstención, que llegó al 60% de los habilitados. El descreimiento y el cansancio hacia la clase política no ayudan a la democracia colombiana ni al progreso de un país que, si bien se encuentra inmerso en un crecimiento económico, no logra dejar atrás décadas de conflicto y desigualdad. 

La abstención como ganadora 

Oscar Zuluaga, candidato del Centro Democrático, fue el más votado con un 29.25% de las preferencias. Desconocido hasta hace pocos meses, el ex ministro de Hacienda de Álvaro Uribe logró un gran repunte teniendo en cuenta las encuestas de comienzos de campaña. Zuluaga, de 55 años y educación cristiana, se presentó como un hombre de familia y fue acusado de falta de carisma. Sin embargo, el candidato uribista demostró que el ex mandatario Uribe posee el apoyo incondicional de muchos colombianos. 

El actual presidente y candidato, Juan Manuel Santos, captó el 25,69%, posicionándose en segundo lugar. Los politólogos colombianos coinciden que Santos ha sido un buen presidente pero un mal candidato. Especialmente, porque, en la campaña, el bogotano se centró principalmente en el proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), descuidando otros aspectos que figuran como prioridad para los colombianos: seguridad ciudadana, empleo, salud y educación. También se mostró dubitativo por no saber a quién apuntar, ya que en un principio no estaba tan claro a quién enfrentaría en segunda vuelta.

Dos mujeres, una conservadora y otra izquierdista, obtuvieron 15% de las preferencias cada una. Marta Lucía Ramírez del Partido Conservador fue quien finalizó tercera en la contienda. Los conservadores, si bien tienen mayor afinidad con el uribismo, también formaron parte del gobierno de unidad nacional de Santos. Pocos votos por detrás de Ramírez se ubicó Clara López, del Polo Democrático Alternativo en coalición con la Unión Patriótica. La candidata, que tuvo una alta votación en Bogotá, posiciona nuevamente a la izquierda democrática. En el quinto lugar, logrando un 8%, se ubicó Enrique Peñalosa de Alianza Verde.

La abstención fue sin dudas la gran ganadora en los comicios. Solo fue a votar un 40% de los habilitados, siendo el porcentaje más bajo de los últimos 20 años, concurriendo a las urnas 13 de 32 millones de personas. Incluso la abstención fue aún mayor en la costa atlántica (70%), fortaleza del presidente Santos. La segunda ronda será en pleno mundial de fútbol, un día después que juegue la selección de Colombia. En este contexto habrá que ver si en el balotaje los ciudadanos concurren a elegir el futuro de su país. 

La contienda entre Uribe y  Santos 

Las elecciones demostraron que la población está cansada de la férrea disputa personal entre el ex presidente Uribe y el actual mandatario Santos. Sin embargo, la segunda vuelta será una contienda de popularidad entre ambos. Claramente sus diferencias son con respecto al proceso de paz con las FARC, ya que sostienen el mismo modelo económico (con matices). Es por ello que la campaña de cara al 15 de junio se centrará en las negociaciones de La Habana. Serán solo tres semanas para captar votos sobre un tema determinante.

Oscar Zuluaga había anunciado que apenas asumiera el gobierno suspendería provisionalmente las conversaciones en Cuba hasta que la guerrilla no declarara el cese permanente de fuego. Es claramente la idea del uribisimo, sin embargo ya pensando en el balotaje Zuluaga comienza a hablar de paz negociada, con planteos de reducción de penas para los jefes guerrilleros. Su postura firme de no concesiones captó muchos ciudadanos que no están de acuerdo con que los guerrilleros salgan impunes. Pero para el balotaje Zuluaga intenta moverse al centro, denominándose en los últimos días como un “amigo de la paz”. 

Juan Manuel Santos propone legitimar una paz duradera, aunque sabe que los resultados de la elección son un llamado de atención a las negociaciones en La Habana. El presidente candidato habla de “la guerra sin fin o el fin de la guerra” para diferenciarse de su contendiente. El gran debe de Santos fue la mala comunicación de los acuerdos con la FARC. Ahora deberá convencer a los votantes de que no existirá tal impunidad y que se han logrado fuertes avances para obtener la paz y frenar la violencia. Cabe destacar que si bien se incluyeron temas importantes en las negociaciones, los puntos restantes (víctimas y terminación del conflicto) son muy polémicos.  

La idea de que los miembros de las FARC sean parte del Congreso y no vayan a prisión conlleva rechazo en gran parte de la ciudadanía. En las ciudades, la imagen de aquella guerrilla fundada hace 50 años y de origen marxista campesino está destrozada fruto de los constantes ataques a civiles y también por la pérdida de compromiso ideológico, por su vinculación con el narcotráfico. El uribismo explotó fácilmente esta situación durante la campaña, intentando vincular a Santos con la izquierda chavista y cubana. 

Álvaro Uribe siempre sostuvo que la fuerza y la violencia eran el único recurso para acabar con los guerrilleros. De 2002 a 2010 fue un líder duro que arrinconó a las FARC pero que también sufrió acusaciones de violación de los Derechos Humanos por parte de los militares y grupos paramilitares. El ex presidente, que durante su administración concentró el poder, intentó mantenerse en el Palacio de Nariño un tercer mandato, solicitud que fue rechazada por el Tribunal Constitucional.

Cabe recordar que Santos y Uribe tienen una raíz común. Hasta 2010 el santismo cabía dentro del uribismo. El actual presidente fue ministro de Defensa de 2006 a 2009 bajo las órdenes de Uribe. Sin embargo, luego de asumir el gobierno Santos se alejó y se mantuvo nucleado en su partido de la U, el Partido Liberal y Cambio Radical. Uribe, acusándolo de traidor, se colocó en la oposición y ha sido, durante los últimos años, el político que más se opuso a las conversaciones con las FARC. 

Alianzas de cara a la segunda vuelta

La reelección de Santos parecía asegurada meses atrás, sin embargo los dos contendientes deberán buscar coaliciones de cara al balotaje. Dadas las características del electorado quizás las alianzas no sean tan importantes, ya que la fuerza de las maquinarias partidarias decayeron. Hacia dónde pueden crecer los candidatos es una buena forma de analizar qué ocurrirá en el futuro. Sin embargo, la clave para ellos será captar el 60% del electorado que no fue a votar en la primera vuelta. Los mayores rivales del presidente, que arranca por debajo, son los votos en blanco y la abstención. Aún así, Santos tiene mayor margen para crecer que Zuluaga. 

La mayoría de los votantes de la izquierda y verdes ubican a Uribe en la extrema derecha y como un saboteador permanente de la paz, proceso que los progresistas han respaldado. Santos, que derivó en su jefe de debate César Gaviria los contactos con el resto de los partidos, puede apuntar hacia acuerdos en otros temas, incluyendo en su propuesta el combate a la pobreza, el medio ambiente y la lucha contra la corrupción. Éstos son temas en los que Santos puede captar adeptos ya que tiene mayor margen de maniobra que un dogmático Zuluaga. 

Zuluaga se adelantó con los conservadores, a quienes invitó a votarlo en el balotaje. Claramente hay coincidencias ideológicas e incluso muchos seguidores del Partido Conservador ya votaron por Uribe. La candidata conservadora Ramírez oficializó en los últimos días su respaldo a Zuluaga, acordando darle continuidad al proceso de paz pero “sin impunidad”. Sin embargo un grupo de congresistas del partido se unieron a la campaña reeleccionista de Santos.

Clara López, del izquierdista Polo Democrático, se opone al modelo económico de ambos candidatos por considerarlo injusto. Pero en lo que refiere al proceso de paz siempre mostró su apoyo a la propuesta de Santos. López descartó cualquier apoyo a Zuluaga y destacó que un posible respaldo a Santos se centraría en el proceso de paz más que en el proyecto político de país. 

Enrique Peñalosa de la Alianza Verde inmediatamente confirmó que se mantendrá al margen. El ex candidato, que respaldó las conversaciones de paz pero que tuvo el apoyo de Uribe en las pasadas municipales de Bogotá, remarcó que no comparte ninguna de las propuestas y no expresará apoyo público a ninguno. Sin embargo destacó que no continuar con las conversaciones en La Habana sería un error histórico. 

Final reñido

Colombia tuvo un sólido crecimiento económico en los últimos tiempos. Durante el gobierno de Santos se adhirió, además, una cierta inclusión social y un progreso en la reducción de la pobreza. Se diversificaron las relaciones internacionales y el país se consolida gracias a una potente inversión extranjera y el aumento de las exportaciones. El contexto actual es una excelente oportunidad para seguir avanzando y dejar atrás el conflicto eterno con las FARC. Una oportunidad única, difícil de desaprovechar. Lamentablemente las conversaciones de paz han sido más un tema de campaña que una necesaria política de Estado.

Los duros ataques entre los candidatos continuarán hasta el 15 de junio. Santos acusado de recibir dinero del narcotráfico para su campaña y Zuluaga inmerso en un escándalo de espionaje, han sido los últimos coletazos de una campaña sucia y dura, una campaña de miedos, una campaña por la negativa. En el balotaje colombiano se enfrentará el miedo a la impunidad con el miedo a los uribistas. La frustración, el desencanto y el rechazo de la población a una campaña de este estilo seguramente motivaron a los votantes a no concurrir a las urnas. ¿Seguirá siendo así?

Es clave para la democracia colombiana que los ciudadanos acudan a las urnas para elegir el país que quieren. Tanto Zuluaga como Santos obtuvieron porcentajes reales extremadamente bajos. Del 100% del electorado, un 11% votó a Zuluaga y un 10% a Santos. Son números despreciables, que si no cambian en segunda vuelta darían un duro golpe a la democracia de este país de 47 millones de personas. Para marcar diferencias, Santos en la primera vuelta de las presidenciales de 2010 recogió el apoyo del 22% del electorado total.

Zuluaga, junto a Uribe, han llevado a Santos a su arena preferida, el de la confrontación centrada en el proceso de paz. El presidente, que se embarcó en un proceso histórico, deberá comunicar mejor las negociaciones con la guerrilla e intentar convencer a la ciudadanía los avances consumados. Además, cuenta con la ventaja de una mayor cintura para abordar otros temas que preocupan a la población. Es por ello que si bien los uribistas van con ventaja al balotaje y será un final reñido, de acrecentarse el número de votantes el actual presidente  tiene todas las oportunidades para ser reelecto.