A fines de marzo el gobierno de
Francois Bozizé fue reemplazado por
los rebeldes del grupo Seleka.
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El Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas comenzó una ronda de consultas privadas
sobre la situación de la República
Centroafricana. El órgano de 15 miembros pidió la restauración del orden
constitucional, deploró las acciones de la coalición Seleka y condenó los
saqueos que se produjeron en la capital, Bangui.
En un comunicado de prensa, la ONU criticó la escalada de violencia contra la
población civil que se produjo tras la toma del poder semanas atrás. El llamado
también exige el despliegue de la ayuda humanitaria debido al aumento de los
refugiados.
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Los rebeldes de Seleka, grupo integrado por cuatro facciones
armadas distintas, tomaron el control del país el 24 de marzo. Derrocaron al presidente Francois Bozizé, del partido
Kwa Na Kwa, quien escapó a Camerún tras estar escondido en la Embajada de
Sudáfrica. Los insurgentes encontraron cierta resistencia del ejército, lo que
produjo enfrentamientos en los que en un principio no participaron las tropas
sudafricanas establecidas en el país por el acuerdo de defensa entre ambas
naciones. Con el correr de los días murieron 13 soldados sudafricanos lo que
causó un gran dolor de cabeza a su presidente Jacob Zuma, que terminó anunciando la salida de sus tropas. El
líder de Seleka, Michel Djotodia,
suspendió la vigencia de la Constitución, disolvió el Parlamento y comenzó a
gobernar al país con decretos, prometiendo convocar a elecciones libres y
democráticas en 2016. Se
autoproclamó presidente manteniendo a Nicolas
Tiangaye, un opositor del antiguo gobierno, como Primer Ministro.
Inmediatamente del golpe la Unión
Europea calificó de inaceptable la situación que vive la República
Centroafricana. En tanto, la Unión Africana
suspendió a la nación en el organismo. Los líderes de los países de la
Comunidad Económica de Estados de África Central se negaron a reconocer al jefe
de los rebeldes como mandatario. Djotodia, que había intentado en dos ocasiones
acceder a las urnas sin éxito, lidera una coalición que tiene como principal
componente a la Unión de Fuerzas
Democráticas por la Unión. Esta alianza recibió apoyo de otras facciones
rebeldes e incluso se estima la participación de grupos armados provenientes de
la vecina Chad. Los países contiguos
han tenido varias diferencias con Bozizé, por lo que las condenas al golpe de
Estado han sido tibias. Sin embargo con el auspicio de varios estados
africanos, los rebeldes y el gobierno habían alcanzado la firma de acuerdos de
paz en enero de este año. La alianza estipulaba la creación de un gobierno de
unidad nacional en la que se exigía la liberación de presos, la salida de
tropas extranjeras y la integración de combatientes rebeldes en el ejército.
Un futuro incierto para la nación africana
Tras los acuerdos firmados en Libreville,
Gabón, el gobierno de Bozizé tenía un plazo para respetarlos que venció a
finales de marzo. Este pacto se rubricó luego de que en diciembre del año
pasado, la organización Seleka lanzara una ofensiva desde el norte, que puso
contra las cuerdas al gobierno al llegar a 75 kilómetros de la
capital. Este grupo armado liderado por Djotodia ya había atacado en 2006 pero sin suerte. Los choques
entre ambos bandos se dan después de la llegada al poder de Bozizé en 2003, tras un golpe de Estado a Ange-Felix Patasse, quien gobernó
durante diez años. Al mandatario se lo acusaba de falta de compromiso y de
haber ganado con fraude las elecciones
de 2005 y 2011. La República Centroafricana sufre desde su independencia en
1960 situaciones repetidas: motines
sangrientos, gobiernos dictatoriales y la intromisión militar extranjera. Esta
antigua colonia francesa tuvo gobiernos como el del excéntrico Jean Bedel Bocassa, que se declaró
Emperador. Apoyado y patrocinado por Francia durante años en la década del
setenta, llevó adelante a un país calificado de Estado fantasma.
La República
Centroafricana es un lugar remoto y olvidado con extensas fronteras sin
control. Ha sido durante décadas una nación aislada y golpeada por la pobreza,
a pesar de los importantes yacimientos de oro. La salida del poder de Bozize
complica los esfuerzos de África de construir sólidas bases para un gobierno
constitucional en este país de 4.5 millones de habitantes. El mandatario pidió
ayuda a Francia y Estados Unidos para frenar a los rebeldes, sin embargo desde
París no se consideró la situación tan importante como en Mali. La comunidad
internacional se limitó a reclamarle a Djotodia el respeto por los acuerdos
sobre el reparto del poder. La situación en la República Centroafricana enreda
a Sudáfrica, país que ha tenido una histórica participación en las operaciones
de pacificación en la región. La búsqueda del gobierno de Pretoria de liderar
al continente no es ni le será fácil. Desde el mes pasado cambió el tablero
político en el centro de África. La heterogénea mezcla de partidos y milicias denominada
Seleka se encontraba unida por el rechazo a Bozizé pero su futuro es incierto. Su
principal dirigente, Michel Djotodia, deberá gobernar al país y trazar la hoja
de ruta hacia la democracia.
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