miércoles, 3 de junio de 2009

Nuevo desafío para la izquierda latinoamericana


El 1º de junio de 2009 ha quedado en la historia de El Salvador ya que ese día asumió, por primera vez en ciento ochenta años de vida de la nación, un presidente de izquierda. El periodista Mauricio Funes, candidato del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional fue el vencedor en los comicios del 15 de marzo de este año. Luego de tres intentos fallidos, El FMLN logró vencer a sus contrincantes conservadores del partido Alianza Republicana Nacionalista, más conocido como ARENA. Con el 51% de los votos, Funes se convirtió en el presidente de un país centroamericano que posee casi unos seis millones de habitantes.


Funes asumió en la jornada de ayer un desafío de grandes dimensiones. El Salvador, al igual que muchos otros países de América Latina, posee graves problemas en materia de salud, desarrollo social y seguridad pública. A todos estos inconvenientes se les suma la actual crisis económica en la que esta inmersa la mayoría de los países del mundo. La economía salvadoreña es muy dependiente de los Estados Unidos ya que la mitad del comercio exterior de dicho país es con los norteamericanos. Además, las remesas provenientes desde el norte poseen un peso importante en el PBI salvadoreño ya que se estima que el número es de alrededor del 20%. La población de este pequeño país se caracteriza por su juventud, casi el 35% de la misma se encuentra en la franja etaria de 5 a 19 años. Asimismo, se habla de medio millón de niños sin escuela. Otros números impactantes son los que refieren a la violencia, se considera que es uno de los países más violentos de América Latina ya que se perpetúan doce homicidios por día. Datos que brinda la CEPAL muestran que un 47.5% de la población vive en la pobreza y un 19% en la extrema pobreza, números que asustan.



Mauricio Funes tiene 49 años y es un periodista nacido en la capital del país, San Salvador. Fue el candidato por el FMLN, partido político que surge en la década del 80 como un organismo que coordinaba diversos grupos que participaron en la guerra civil durante el período 1980/92. El nuevo mandatario ha querido marcar cierta distancia con el pasado al asegurar que asume la presidencia haciendo un llamado a la unión nacional, sin odio y sin resentimiento. Acusando a los gobernantes del pasado por el deterioro generalizado del país, Funes afirmó en su discurso de asunción que la responsabilidad de la situación no es del pueblo salvadoreño sino de los dirigentes que han estado hasta hoy en el poder. Saber a quién echar las culpas exige un trabajo más pormenorizado del tema, lo que si no quedan dudas es que los números no mienten y que el pueblo salvadoreño esta sumergido en la pobreza y por algo es.



Lo que está claro es que la población de El Salvador ya se expresó y opto por un cambio de rumbo en la política y brindarle una oportunidad a nuevos dirigentes. El que deberá optar a partir de hoy es Mauricio Funes, me refiero a escoger entre que izquierda seguir, si la populista de Chávez o la progresista de Lula. Al parecer se inclinará por el segundo camino y por un cambio dentro de los límites democráticos. Deberá demostrar Funes que el modelo de Lula (al cual aludió en sus discursos), Vázquez y Bachelet entre otros, es aplicable a este pequeño país. ¿Podrá combinar políticas sociales con una estabilidad macroeconómica y con un modelo creíble, en un país azotado por la violencia y la pobreza? La respuesta no la sabemos. Tendrá cinco años para demostrar cual es el camino que eligió, ojala que sea un cambio democrático y a la vez que revolucione un país que sin lugar a dudas necesitaba un cambio.