El acuerdo entre los
principales partidos políticos entra en un receso
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El presidente Enrique Peña Nieto enfrenta su primera crisis política tras la
suspensión de los actos públicos del Pacto
por México, un acuerdo con la oposición para transformar el país. Las
acusaciones hacia el gobernante Partido
Revolucionario Institucional (PRI)
por el uso indebido de los programas sociales, causó la suspensión del envío al
Congreso de una nueva reforma consensuada en materia financiera. Ahora se abre
un nuevo espacio de diálogo para superar los desencuentros y evitar que el
consenso se quiebre.
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El Partido
Acción Nacional (PAN) anunció que no asistiría a la presentación de la
reforma financiera, debido a la reacción que tuvo el gobierno ante las
denuncias por uso electoral de los planes sociales. Gustavo Madero, líder de los conservadores, consideró insuficiente
las respuestas del presidente Peña Nieto. El mandatario intentó minimizar la
mala utilización de recursos a favor del candidato del PRI en el Estado de Veracruz, Javier Duarte, para las
elecciones legislativas y municipales a celebrarse el 7 de julio. La oposición
difundió grabaciones en donde los gobernantes buscaban que los beneficiarios de
“Cruzada contra el Hambre” votaran al PRI. No se hicieron esperar las denuncias
penales contra la Rosario Robles, líder de la Secretaría de Desarrollo Social y quien destituyó siete
funcionarios en los últimos días. Peña Nieto apoyó públicamente a su ministra y
exigió un mejor mecanismo para blindar los programas sociales de autoridades y
políticos. Tras estos sucesos se impuso un tiempo de reflexión para reconstruir
la situación, que fue valorado positivamente por el PAN y el Partido
de la Revolución Democrática (PRD).
El Pacto por México es un acuerdo de
los tres principales partidos: PRI, PAN y PRD. La alianza fue suscripta días
después que Peña Nieto asumiera la presidencia en diciembre de 2012. El mismo implica compromisos para
impulsar reformas de fondo; hasta el momento ya se aprobó la educativa y se
está a punto de acordar un nuevo plan de telecomunicaciones. El partido
gobernante, que no posee mayoría absoluta en el Congreso, se abrió a la
oposición y el presidente demostró capacidad para consensuar medidas necesarias
para el país. Las reformas más complicadas, Energética y Fiscal, se discutirán
en los próximos meses. El pacto siempre enfrentó el rechazo de un sector del
PAN, encabezado por el ex presidente Felipe
Calderón, y del movimiento político Morena,
creado por el ex candidato del PRD Andrés
Manuel López Obrador. Pacto por México no está exento de eventuales
tensiones y diferencias coyunturales, sin embargo la reforma financiera se
encaminaba a ser aprobada. La misma busca facilitar el otorgamiento de más
créditos a los pequeños empresarios, intentando que la Banca preste más y más
barato.
Un pacto que deberá superar las elecciones de julio
Peña Nieto devolvió el poder al PRI, partido hegemónico desde 1929 al 2000. El presidente busca
marcar su sexenio con este centenar de medidas agrupadas en el Pacto por
México, un proyecto de nación para el siglo XXI. El mandatario busca revertir
la situación del sistema política ineficaz a través de la reforma ejecutiva, el
visto bueno a la inversión privada en Petróleos
Mexicanos (PEMEX), la apertura a la competencia en las telecomunicaciones y
un sistema de seguridad social universal, entre otros puntos. Los acuerdos de
los últimos tres sexenios - Ernesto
Zedillo (94-00), Vicente Fox
(00-06) y Felipe Calderón (06-12) -
se han frustrado por los intereses de los partidos. En este caso la oposición
asumió un riesgo en busca de fortalecer el Estado y democratizar tanto la
política como la economía. Tras acceder a la presidencia con un 38% de
preferencias, superando en siete puntos a su más inmediato perseguidor, Peña
Nieto buscó consensos con los partidos mayoritarios. Recibió un país amenazado
por la violencia pero en despegue económico sin embargo no tiene márgenes para
equivocarse.
Un gran pacto en
México debe evitar los vicios del pasado y la delincuencia electoral tan
característica del país. La denuncia por el mal uso de fondos de programas
sociales, en una nación que tiene 45% de pobreza, podría echar por la borda una
gran iniciativa de acuerdos nacionales para el crecimiento, el empleo, la
competitividad y la inclusión social. La demostración histórica de los políticos
deberá dejar afuera intereses particulares, para llevar adelante un acuerdo
constructivo que pueda mejorar la agenda e impulsar un camino hacia el
desarrollo. Este viejo anhelo de los mexicanos surge no como una necesidad de
emergencia sino por la voluntad política y el convencimiento. Un pacto de esta
envergadura debe luchar contra las resistencias de los sectores más retrógrados
y la debilidad institucional imperante. Pacto por México incluye los temas más
variados, desde la fuerza pública, los Derechos Humanos, la telefonía, PEMEX,
reforma fiscal, transparencia y elecciones. Este último punto es el que más
problemas puede traer. Los próximos comicios de julio en 14 Estados pueden
traer más división entre los partidos, en caso de victorias apabullantes o
denuncias de corrupción. En ese caso se quebraría el pacto y nuevamente se
frustrarían las esperanzas de los mexicanos. Si se supera el escollo, México
podrá soñar con un quiebre político fundamental en su historia.
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