El nuevo gobierno busca
consensos en un país dividido entre prosirios y antisirios
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El presidente del Líbano, Michel Suleiman, espera la respuesta
del primer ministro Tamman Salam
sobre sus contactos en el Parlamento para formar gobierno. Tras días de
consultas con los grupos políticos, el mandatario intenta solucionar las
divergencias entre la coalición mayoritaria Fuerzas 8 de Marzo, que encabezada por Hezbolá busca un ejecutivo de unidad nacional, y la Alianza 14 de Marzo, que exige una
administración de tecnócratas. Salam deberá organizar las elecciones
legislativas previstas para el próximo 16 de junio pero que seguramente serán
retrasadas.
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Tamman Salam fue electo primer ministro
hace una semana en una votación parlamentaria con el apoyo de 124 de los 128
diputados de la Asamblea. Actualmente amenaza como presentar su dimisión en el
caso que se extienda el mandato del Parlamento que finaliza en los próximos
días. Salam, hijo del ex primer ministro Saed
Salam, asume tras la dimisión el 22 de marzo del gobierno de Nayib Mikati, un hombre millonario que
estuvo dos años en el cargo. El ejecutivo de Mikati renunció tras no poder
lograr consensos con Hezbolá, respecto a la renovación del actual jefe de
seguridad, caracterizado por su hostilidad hacia Siria. Salam, ex ministro de cultura, reconoce que su asunción se
da en una etapa difícil del país que necesita de los esfuerzos de todas las
partes involucradas. Formado en Gran Bretaña, este sunní moderado logró el apoyo de los parlamentarios afines al grupo chií Hezbolá. Salam es parte de
una de las familias políticas históricas del Líbano, no tiene milicias a sus
órdenes y se ha mantenido alejado de las controversias.
La fuerza de Hezbolá en la política
libanesa es muy fuerte. Al igual que paso con Mikati, la anterior
administración encabezada por Saad
Hariri tuvo que renunciar cuando este partido-milicia le sacó su apoyo en 2011. Este grupo prosirio es acusado por el
Ejército Libre Sirio (opositor al régimen de Bachar Al Asad) de desplegar miles de combatientes en Damasco. En
las zonas fronterizas, Hezbolá ya se ha enfrentado con el Frente Al Nusra, enemigo de Al Asad y satélite de la organización
terrorista Al Qaeda. Sin embargo
Hezbolá, liderada por Hasan Nasrala,
se ha manifestado a favor de una resolución política del conflicto y la
introducción de reformas democráticas. La oposición a Hezbolá son las Fuerzas
14 de Marzo, un bloque pro occidental
antisirio. Liderada por el ex mandatario
Saad Hariri, cuenta con el respaldo de Estados Unidos, Europa, Catar, Turquía y
Arabia Saudita, un peso pesado de la región. Además de estos dos bloques, el
primer ministro Salam cuenta con los apoyos del líder druso centrista Walid
Jumblat, quien encabeza un grupo clave para formar mayorías, y Yamaa Islamiya,
rama libanesa de los hermanos musulmanes.
Asuntos externos que complican la estabilidad en casa
En octubre de 2012 el
ejército libanés salió a la calle para reducir el riesgo de un nuevo conflicto
civil tras el asesinato del jefe de inteligencia antisirio. Siria, país clave
desde la independencia del Líbano en 1941,
ocupó a su vecino durante tres décadas hasta el 2005. En ese año, luego del asesinato del primer ministro Radik Hariri, la Alianza 14 de Marzo
ejerció presión para echar a las tropas sirias de su territorio. La importancia
de Siria hoy se ve reflejada ante la llegada de 400.000 refugiados provenientes
de dicho país. Israel también ocupó
tierras libanesas durante más de veinte años, retirándose en el 2000. La historia contemporánea del
Líbano no ha sido fácil. Desde los cincuenta a los setenta, Saed Salam gobernó en cuatro ocasiones
marcando la política con la frase ni vencidos ni vencedores. Pero a partir de 1975 la nación sufrió 15 años de guerra
civil que finalizaron con los Acuerdos
de Taif. Los pactos determinaron el reparto del poder entre los distintos
grupos: la presidencia sería cristiana, el jefe de parlamento chií y la
jefatura de gobierno sunní.
Tamman Salam tiene
dos objetivos fundamentales como primer ministro. El primero es acordar un
sistema electoral para llevar a cabo una votación representativa de ciudadanos
y facciones. Con una ley clara se deben celebrar elecciones legislativas en un
futuro cercano, seguramente en junio de este año. La segunda meta es mantener
al país al margen de la crisis siria. El mandatario expresó que continuará con
la política de distanciamiento del régimen de Bachar Al Asad así como de sus
opositores. Salam significa el regreso al poder de la clase política
tradicional sunní, la vuelta de la moderación y el compromiso que había perdido
el Líbano desde la caída del poderoso Saad Hariri. Hezbolá es factor clave para
las intensiones del nuevo gobierno. Este grupo terrorista, cercano a Irán,
tumbó al anterior gobierno de Mikati que promovía la neutralidad en el país
vecino. La milicia, que se mantiene armada adjudicándose el papel de la
resistencia antiisraelí, dio el apoyo al nuevo gobierno en su elección
parlamentaria. Queda por descubrir si le brindará confianza a Salam, alejándose
del conflicto sirio, o si el Líbano se mantendrá inestable en el corto plazo.
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