jueves, 11 de abril de 2013

Inestabilidad en el Líbano

El nuevo gobierno busca consensos en un país dividido entre prosirios y antisirios
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El presidente del Líbano, Michel Suleiman, espera la respuesta del primer ministro Tamman Salam sobre sus contactos en el Parlamento para formar gobierno. Tras días de consultas con los grupos políticos, el mandatario intenta solucionar las divergencias entre la coalición mayoritaria Fuerzas 8 de Marzo, que encabezada por Hezbolá busca un ejecutivo de unidad nacional, y la Alianza 14 de Marzo, que exige una administración de tecnócratas. Salam deberá organizar las elecciones legislativas previstas para el próximo 16 de junio pero que seguramente serán retrasadas.
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Tamman Salam fue electo primer ministro hace una semana en una votación parlamentaria con el apoyo de 124 de los 128 diputados de la Asamblea. Actualmente amenaza como presentar su dimisión en el caso que se extienda el mandato del Parlamento que finaliza en los próximos días. Salam, hijo del ex primer ministro Saed Salam, asume tras la dimisión el 22 de marzo del gobierno de Nayib Mikati, un hombre millonario que estuvo dos años en el cargo. El ejecutivo de Mikati renunció tras no poder lograr consensos con Hezbolá, respecto a la renovación del actual jefe de seguridad, caracterizado por su hostilidad hacia Siria. Salam, ex ministro de cultura, reconoce que su asunción se da en una etapa difícil del país que necesita de los esfuerzos de todas las partes involucradas. Formado en Gran Bretaña, este sunní moderado logró el apoyo de los parlamentarios afines al grupo chií Hezbolá. Salam es parte de una de las familias políticas históricas del Líbano, no tiene milicias a sus órdenes y se ha mantenido alejado de las controversias.

La fuerza de Hezbolá en la política libanesa es muy fuerte. Al igual que paso con Mikati, la anterior administración encabezada por Saad Hariri tuvo que renunciar cuando este partido-milicia le sacó su apoyo en 2011. Este grupo prosirio es acusado por el Ejército Libre Sirio (opositor al régimen de Bachar Al Asad) de desplegar miles de combatientes en Damasco. En las zonas fronterizas, Hezbolá ya se ha enfrentado con el Frente Al Nusra, enemigo de Al Asad y satélite de la organización terrorista Al Qaeda. Sin embargo Hezbolá, liderada por Hasan Nasrala, se ha manifestado a favor de una resolución política del conflicto y la introducción de reformas democráticas. La oposición a Hezbolá son las Fuerzas 14 de Marzo, un bloque pro occidental antisirio. Liderada por el ex mandatario Saad Hariri, cuenta con el respaldo de Estados Unidos, Europa, Catar, Turquía y Arabia Saudita, un peso pesado de la región. Además de estos dos bloques, el primer ministro Salam cuenta con los apoyos del líder druso centrista Walid Jumblat, quien encabeza un grupo clave para formar mayorías, y Yamaa Islamiya, rama libanesa de los hermanos musulmanes.

Asuntos externos que complican la estabilidad en casa

En octubre de 2012 el ejército libanés salió a la calle para reducir el riesgo de un nuevo conflicto civil tras el asesinato del jefe de inteligencia antisirio. Siria, país clave desde la independencia del Líbano en 1941, ocupó a su vecino durante tres décadas hasta el 2005. En ese año, luego del asesinato del primer ministro Radik Hariri, la Alianza 14 de Marzo ejerció presión para echar a las tropas sirias de su territorio. La importancia de Siria hoy se ve reflejada ante la llegada de 400.000 refugiados provenientes de dicho país. Israel también ocupó tierras libanesas durante más de veinte años, retirándose en el 2000. La historia contemporánea del Líbano no ha sido fácil. Desde los cincuenta a los setenta, Saed Salam gobernó en cuatro ocasiones marcando la política con la frase ni vencidos ni vencedores. Pero a partir de 1975 la nación sufrió 15 años de guerra civil que finalizaron con los Acuerdos de Taif. Los pactos determinaron el reparto del poder entre los distintos grupos: la presidencia sería cristiana, el jefe de parlamento chií y la jefatura de gobierno sunní.

Tamman Salam tiene dos objetivos fundamentales como primer ministro. El primero es acordar un sistema electoral para llevar a cabo una votación representativa de ciudadanos y facciones. Con una ley clara se deben celebrar elecciones legislativas en un futuro cercano, seguramente en junio de este año. La segunda meta es mantener al país al margen de la crisis siria. El mandatario expresó que continuará con la política de distanciamiento del régimen de Bachar Al Asad así como de sus opositores. Salam significa el regreso al poder de la clase política tradicional sunní, la vuelta de la moderación y el compromiso que había perdido el Líbano desde la caída del poderoso Saad Hariri. Hezbolá es factor clave para las intensiones del nuevo gobierno. Este grupo terrorista, cercano a Irán, tumbó al anterior gobierno de Mikati que promovía la neutralidad en el país vecino. La milicia, que se mantiene armada adjudicándose el papel de la resistencia antiisraelí, dio el apoyo al nuevo gobierno en su elección parlamentaria. Queda por descubrir si le brindará confianza a Salam, alejándose del conflicto sirio, o si el Líbano se mantendrá inestable en el corto plazo.

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