El gobierno de Túnez continúa
enfrentando a los extremistas
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El domingo se produjeron violentos enfrentamientos entre las
fuerzas de seguridad tunecinas y miles de salafistas de la agrupación Ansar Al Sharia. El saldo del evento
fue el de un manifestante muerto, decenas de heridos y más de 200 detenidos. Los
insurgentes protestaban en la capital porque el gobierno evitó la realización
del tercer congreso del partido. El evento se iba a celebrar en la ciudad de Qairauan pero la Policía bloqueó las vías de acceso, por lo que se aplazó el evento para el día 26 de mayo.
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La dirección del grupo yihadista Ansar Al Sharia solicitó a sus
militantes que no acudan a la histórica ciudad de Qairauan, ubicada a 160 kilómetros de la
capital, ya que la misma iba a estar blindada por las fuerzas de seguridad. El
Ministro del Interior explicó que la prohibición de la congregación fue para
mantener el orden e impedir los excesos de propagación de consignas racistas.
El evento se pospuso para cursar los trámites correspondientes pero se convocó
a los seguidores al barrio Etadamen
de la capital. Allí los manifestantes atacaron una comisaría con la intención
de incendiarla, lanzando piedras y cócteles molotov. Armados con palos y
agitando sus banderas negras, agredieron a vecinos, periodistas y fotógrafos,
concentrados en las inmediaciones de la mezquita Okda Ben Nafaa. Para controlarlos y dispersar a los manifestantes,
la Policía lanzó gases lacrimógenos y solicitó refuerzos, que incluyó un
helicóptero que sobrevoló la zona.
El congreso anual de este grupo partidario de Al Qaeda preveía la reunión de 400.000 simpatizantes, lo cual alarmó
al gobierno. El partido en el poder, el islamista moderado Ennahda, advirtió a los líderes de Ansar Al Sharia que no entren en
conflicto con las instituciones. La respuesta por parte del líder de los
salafistas, Saif Ala Benahsine, fue
la acusación al gobierno de tiránico por prohibir manifestaciones. Tras la
insinuación del primer ministro, Ali
Larayedh, de que los salafistas introducían armas de forma ilegal, el líder
de la organización amenazó con derrocar al mandatario. El gobierno detuvo en
las últimas semanas a varios sospechosos de trabajar para Al Qaeda en las
proximidades de la frontera con Argelia.
Benahsine, encarcelado de 2003 hasta 2011, combatió en Afganistán junto a los
liderados por Osama Bin Laden.
Además es sospechoso de incitar un ataque a la embajada de Estados Unidos, en
el contexto de una manifestación contra un video islamofobo en setiembre del
año pasado.
Ennahda busca un punto intermedio
Desde la caída de la dictadura de Ben Alí en diciembre de 2010, islamistas y laicos luchan por el
poder. Aquel recordado momento en que un joven se prendió fuego para expresar
su descontento con la situación social, dio inicio a la Primavera Árabe. Las
elecciones legislativas de octubre de 2012 las ganó el
partido islámico moderado Ennahda, acordando un gobierno tripartito. En
febrero de este año, el asesinato de un líder opositor, Chukri Belaid, derivó en una crisis política y en la acusación a
los salafistas de las Ligas para la
Protección de la Revolución por el hecho. El primer ministro de aquel
momento, Hamadi Yebali, tuvo que
renunciar al no lograr tranquilizar la situación, ni poder formar un gobierno
tecnócrata. Asumió Ali Larayedh hasta los comicios de fin de este año, con el
apoyo de dos partidos laicos. La situación derivó en una política de aceptación del
alcohol, la no imposición del velo y la no consideración de la Sharia como base
de la legislación. Cabe recordar que durante décadas, Túnez fue el país más
secular del mundo árabe.
La religión y su
influencia en el gobierno es un tema muy polémico desde 2011. El partido Ennahda fue acusado de ser permisivo con los
grupos salafistas. A finales de abril endureció su posición debido a que fueron
colocadas minas en zonas fronterizas que hirieron a militares. Los
extremistas opuestos al gobierno intentan imponer su visión suní del Islam. Además cuentan
con el apoyo del movimiento Al Qaeda en
el Magreb Islámico, que hizo un llamamiento a los militantes a no ceder
ante las provocaciones de las autoridades. Luego de la revolución Ennahda
surgió como un partido cercano al islamismo pero las acciones de las alas radicales lo empujaron
hacia las agrupaciones seculares. El gobierno trata de alejarse de los extremistas, principalmente por el asesinato de Belaid y el descontento de los salafistas, para mantener la calma en un país azotado por
conflictos sociales, pobreza y una crisis política de la que nunca salió.
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