La Liga Musulmana ganó las elecciones legislativas en Pakistán
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El partido conservador del ex primer ministro, Nawaz Sharif, logró la mayoría de
escaños en los comicios celebrados el sábado en esta nación de 192 millones de
habitantes. Los islamistas obtuvieron 123 de los 270 escaños en la Asamblea Nacional y contarán con el
apoyo de los independientes para alcanzar los 137 asientos que se necesitan
para gobernar en solitario. Las elecciones marcaron el repunte de los partidos
islámicos ortodoxos en detrimento del saliente Partido del Pueblo de Pakistán.
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El líder multimillonario Sharif, desplazado del poder en 1999 tras un golpe de Estado orquestado
por el general Pervez Musharaf,
será primer ministro por tercera vez. Este conservador religioso, que estuvo exiliado
durante años, prometió grandes cambios en Pakistán. Su principal objetivo es
renovar la economía, manteniendo el equilibro para poder pagar los préstamos
brindados por el Fondo Monetario
Internacional. Como defensor de la economía de libre mercado, Sharif
iniciará una política de privatización y desregulación. El segundo tema que
deberá abordar es la seguridad. Para ello tendrá que hacer frente y trabajar en
conjunto con sus Fuerzas Armadas, las cuales poseen un poder histórico en la
nación. Durante la campaña Sharif sugirió la posibilidad de iniciar negociaciones
con los talibanes. Además prometió revisar las relaciones con Estados Unidos, mostrando cierto
rechazo a la presencia norteamericana y a los ataques con los drones (aviones
no tripulados), por ser una violación a la soberanía de Pakistán. Cabe recordar
que el tema está candente tras la incursión de los norteamericanos en Abbotabad
para capturar a Osama Bin Laden.
La Liga Musulmana de Sharif triplicó a los otros tres bloques que
comandarán el Parlamento. El Movimiento
por la Justicia del populista Indam
Khan fue el segundo partido más votado. Este ex jugador de cricket aumentó
su popularidad en las últimas semanas, tras el accidente sufrido en un acto de
campaña. El candidato se manifestó en Lahore para denunciar irregularidades en
el proceso electoral, alegando que fueron introducidas papeletas falsas a favor
de Sharif. Igualmente el postulante, preferido
por los jóvenes, aceptó la derrota. En tercer lugar quedó el histórico Partido
del Pueblo de Pakistán. Sin una cabeza visible y criticado por casos de
corrupción, obtuvo alrededor de 30 escaños. La agrupación proponía como primer
ministro a Bizawal Bhutto, quien
realizó una campaña a distancia desde Dubai para evitar el mismo destino que su
fallecida madre, la ex mandataria asesinada Benazir Bhutto. El cuarto bloque en la Asamblea Nacional es un
grupo de 25 diputados independientes, que generalmente respaldan al partido más
grande. El Parlamento se completó con la presencia de los partidos pequeños: Movimiento Muttahida Quami y Jamiat Ulema e
Islam entre otros.
Economía y seguridad las prioridades
La jornada electoral estuvo marcada por sangrientos atentados en Karachi, capital comercial, y Balochistán, dejando como saldo
alrededor de 20 muertos. Durante la campaña electoral los talibanes atacaron a
los aspirantes seculares, convirtiendo a este proceso en el más violento desde
la independencia. Los intentos de sabotear los comicios incrementaron la
violencia política y sectaria en los últimos meses, elevando a más de 100 la
cifra de fallecidos. Días antes de las elecciones, los insurgentes detonaron
una bomba en un mercado en Bannu, al
noroeste de Pakistán. Además un grupo armado secuestró al hijo del ex primer
ministro y candidato Yusuf Raza Giuilani.
Este último junto a Raja Pervez Ashraf,
fueron los gobernantes pakistaníes desde 2008, ambos del Partido del Pueblo de
Pakistán. La histórica agrupación de la dinastía Bhutto sufrió un desgaste tras
el paso por el poder. Su figura predominante es el actual presidente de
Pakistán, Asif Ali Zardari,
caracterizado por una mala gestión económica e incapaz de mejorar los servicios
públicos del país.
Es la primera vez
en la historia de Pakistán que un gobierno sucederá a otro democráticamente. La
jornada también será recordada por la elevada participación. A pesar de la
violencia y las amenazas de los talibanes, se registró el nivel más alto desde
los primeros comicios en 1970,
superando en 15 puntos porcentuales la última elección. Los resultados
arrojaron tres sorpresas: en primer lugar la Liga Musulmana logró una amplia
mayoría, cuando se preveía que iba a necesitar alianzar para formar gobierno; segundo,
se esperaba una mejor performance del Movimiento por la Justicia de Khan,
aunque con los resultados registrados logró quebrar la tradición bipartidista
histórica; y por último, si bien se creía en el desgaste del Partido del
Pueblo, nunca se especuló tal desastre en las urnas. Como primer ministro
Sharif deberá afrontar la crisis energética que afecta a la producción
industrial. Para ello necesita fondos internacionales de organismos con gran
influencia norteamericana. Los mismos serán difíciles de conseguir si no hay un
compromiso del gobierno para eliminar a los talibanes de Pakistán. La mutua desconfianza
entre Washington e Islamabad deberá ser saldada en el corto plazo, debido al
peligro que supone para la región la retirada de la OTAN de Afganistán en
2014.
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