martes, 21 de mayo de 2013

Un país dividido en tres

Chiítas, sunníes y kurdos buscan su lugar en Irak
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60 personas murieron tras una ola de ataques con coches bomba contra la comunidad chií. Una de las mayores explosiones se produjo cuando dos automóviles estallaron en la localidad de Basora, ciudad situada al sureste del país. Irak lleva varios días seguidos con incidentes entre las dos principales colectividades: chiítas y sunitas. En dicha nación operan varios grupos terroristas, entre ellos el Estado Islámico, milicia ligada a Al Qaeda. Sin embargo hasta el momento ninguno ha reivindicado los atentados. 
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El principal incidente de las últimas semanas, que encendió nuevamente la mecha, fue la matanza de manifestantes sunníes por parte de las fuerzas de seguridad en la ciudad de Hawida. El gobierno del primer ministro, Nuri Al Maliki, debe reconocer que lo acontecido fue un error y pedir disculpas. A su vez tendrá que hacer concesiones para calmar los ánimos y volver a controlar la situación. Otro de los hechos destacados de los últimos días son los coches bomba instalados en mercados y estaciones de bus en las ciudades de Basora y Bagdad, que tuvieron objetivos chiítas. Por otra parte, el viernes en la localidad de Baquba, al norte del país, se produjeron atentados en las afueras de una mezquita sunita, el primer estallido se produjo cuando los fieles salían tras las oraciones y el segundo mientras la gente se aglomeraba. Otro hecho destacado fue la muerte de 22 policías en enfrentamientos registrados la noche del domingo en la provincia de El Anbar de mayoría suní; doce de ellos habían sido secuestrados horas atrás.

Irak se encuentra envuelto en profundas tensiones regionales y no es la primera vez que vive algo así. Si bien superó éste tipo de situaciones, el país nunca se pudo estabilizar. Los problemas radican en las líneas sectarias y étnicas de las principales comunidades: chiítas, sunníes y kurdos. El gobierno de Al Maliki, que suponía ser de unidad nacional, es acusado de ahondar los temas sin consultar a los otros grupos políticos y por ende no compartir el poder. Las quejas de los sunníes radican en que la administración ha hecho oídos sordos a sus pedidos de liberación de presos, leyes antiterroristas y empleo, entre otros asuntos. La fuerte división es riesgosa porque surge la posibilidad de una revuelta organizada por la unión corrientes tribales. El conflicto civil local dependerá de lo que suceda en el país vecino Siria, principalmente por la revuelta sunnita contra el gobierno de Bachar Al Asad. También influirá la posición del gobierno de Irán, el cual respaldó el acuerdo de 2010 para la integración y estabilización del país.

Siria e Irán y su influencia en el conflicto interno

Irak vive la peor crisis desde la caída de Sadam Hussein o incluso desde la constitución del Estado en 1921, como aseguran algunos analistas. Los chiítas del Partido Islámico Dawa gobiernan desde 2003, con la oposición de kurdos, molestos porque no se contemplan sus peticiones y sunníes, algunos de los cuales apostaron por la violencia. El texto constitucional votado en 2005 no solucionó los problemas sectarios e Irak quedó al borde de una guerra civil en los años siguientes. Las elecciones legislativas de marzo de 2010 arrojaron unos resultados reñidos entre la formación de Al Maliki y la alianza opositora Al Iraqiya de Asad Alawi. Tal fue la complicación que el gobierno asumió nueve meses después, una demora de tiempo récord. Tras la retirada de las tropas norteamericanas en diciembre de 2011, los conflictos aumentaron ante la falta de seguridad. 

El mes de abril fue el más sangriento desde 2008. Según las Naciones Unidas, la escalada de violencia se cobró 700 personas. En la última semana, los enfrentamientos y atentados entre las comunidades sunníes y chiítas causaron más de 200 víctimas. La oposición al primer ministro Al Maliki  exige su caída y un cambio de rumbo. Los kurdos, tranquilos en una Irak federal y consolidados en el norte, retiraron en marzo sus ministros y parlamentarios. Sin embargo su forma de expresar el rechazo al gobierno es distinta a los sunníes. Los extremistas de esta comunidad están descontentos por su marginación y enfurecidos por las políticas de exclusión social, instauraron el terror en la nación. El país se encuentra al borde de la guerra civil, lo que podría derivar en la división de Irak. Seguramente las elecciones generales de 2014 serán fundamentales, pero también interesa lo que ocurre con Bashar Al Asad en Siria, aliado de Bagdad y el apoyo que brinde el gobierno de Irán. Restan varios meses para que se diluciden estas situaciones, de mientras la violencia seguirá en Irak.   

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