miércoles, 29 de mayo de 2013

El primero de seis

El domingo se produjo un acuerdo histórico en Colombia
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El gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) acordaron sobre el problema agrario. La cuestión rural es el primero de los puntos de la agenda de negociación para la paz entre las partes. El cumplimiento del compromiso está condicionado al consenso en el resto de los temas. El presidente Juan Manuel Santos afirmó que hasta que no se acuerde la agenda completa no habrá un cese al fuego. La falta de acuerdos había llevado al escepticismo con respecto a la negociación.
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Tras seis meses de negociaciones ambas partes emitieron un comunicado titulado “Hacia un nuevo campo colombiano: reforma rural integral”. La notificación, leída en el centro de convenciones de La Habana, explica los acuerdos sobre programas de desarrollo con enfoque territorial, infraestructura y adecuación de tierras. Las partes coincidieron en temas de desarrollo social (salud, vivienda, educación, pobreza), estímulo a la producción agropecuaria y una economía solidaria y cooperativa. También se incluyeron en el acuerdo aspectos sobre asistencia técnica, subsidios, créditos, generación de ingresos, formación laboral, políticas alimentarias y nutricionales. Para darle un marco a las decisiones se creará un fondo de tierras para la paz. De esta manera se supera el primer punto de la agenda pactada, el desarrollo integral agrario. Desde un principio se consideraba el tema más difícil ya que las FARC reclamaban zonas reservadas para campesinos indígenas y comunidades afro, siendo éste punto una de las principales reivindicaciones como guerrilla.

Los compromisos entre gobierno y revolucionarios suponen transformaciones radicales de la realidad rural con equidad y democracia, lo cual implica avances concretos. El acuerdo generó reacciones encontradas en la clase política y opinión pública, debido a que es un tema clave para la sociedad colombiana. Cabe destacar que el documento que se elaborará, una vez acordados todos los puntos, será sometido a la ratificación popular. El jefe de la delegación del gobierno, Humberto de la Calle, aseguró que los colombianos serán quienes tendrán la palabra final. El segundo tema a tratar es la participación política de las FARC, una vez desmovilizada. El mismo será un aspecto complicado, debido a que las encuestas muestran que un 67% no ve con buenos ojos que la guerrilla se incorporé a la vida parlamentaria. En estos días las negociaciones de paz recibieron el espaldarazo del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, quién aseguró que brinda y respalda las acciones del gobierno, al igual que lo hizo en el campo de batalla.

La reelección va de la mano

Las conversaciones de paz entre el gobierno liderado por Santos y las FARC comenzaron en noviembre de 2012. El objetivo fundamental es ponerle fin a 50 años de conflicto que causaron millones de desplazados y decenas de miles de muertos. El núcleo del enfrenamiento, que fue variando con el correr de las décadas, es el acceso y uso de la tierra. El último gran intento de alcanzar la paz finalizó abruptamente en 2001 tras el asesinato de una ex ministra, en aquel momento el presidente Andrés Pastrana se replanteó la estrategia utilizada. En el siglo XXI, bajo el mandato de Álvaro Uribe, el gobierno implementó una política de seguridad denominada Plan Colombia, con una lucha férrea contra la guerrilla y el narcotráfico, pero ahora la estrategia cambió. En abril se completó el séptimo ciclo de negociaciones entre representantes de las partes y se produjo una marcha multitudinaria de la población, que fue recibido como un mandato para acelerar los acuerdos. Los diálogos se frenaron durante varias semanas pero el compromiso alcanzado el domingo le da vitalidad al proceso.  


El cambio de generación de mandos, tanto en la guerrilla como en las Fuerzas Armadas, favorece y crea un clima de acuerdos. La estrategia de choque uribista fue clave para aflojar y enfrentar a las FARC. El nuevo presidente Santos aprovechando la situación y tendió la mano, a pesar que algunos acusan al gobierno de impunidad. Ciertos sectores de la población y la política se encuentran molestos porque los guerrilleros no pagarían por sus crímenes. Por ello, tanto la derecha como otros precandidatos presidenciales, bombardean las conversaciones. Si bien es entendible el reclamo de la impunidad, si se considera que fue una guerra, los excesos se cometieron de ambos lados tanto de la guerrilla como del ejército. El éxito de las negociaciones garantizaría un gran performance de Santos en los comicios de junio de 2014. El presidente declaró hace días que esperaba que su política para la paz sea reelecta. Está claro que el triunfo en las negociaciones ira de la mano con la victoria electoral. 

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