jueves, 30 de mayo de 2013

El perdón de Dios

Las maras hondureñas proponen frenar la violencia
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Dos de las pandillas más violentas de Honduras anunciaron el martes un acuerdo para alcanzar una tregua. Barrio 18 y Salvatrucha hicieron sus anuncios desde la cárcel de San Pedro Sula, en la región norte del país, en donde sus líderes cumplen las penas por sus crímenes. Las maras son grupos que se enfrentan por el control de las zonas de tránsito de drogas. El gobierno de Porfirio Lobo aseguró, ante este anuncio, que apoyará en todo lo que sea necesario para alcanzar la paz. 
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Los líderes de las maras, con el rostro cubierto, comunicaron la decisión de cero crímenes y cero violencia en las calles, pidiendo perdón a la población y hacia Dios. En una rueda de prensa, un portavoz anunció que la pandilla Salvatrucha quiere un cambio en la situación y plantearon la posibilidad de una tregua a nivel nacional. En el encuentro estuvo presente el arzobispo de la Iglesia Católica de San Pedro Sula, Romulo Emiliani, el gran mediador en las cárceles. El representante del Vaticano reconoció que este es un acuerdo con la sociedad hondureña y solicitó que los encarcelados puedan acceder a programas de rehabilitación. Emiliani exigió una reforma en el sistema carcelario, a través de la instalación de talleres, en los cuales el gobierno deberá alcanzar alianzas con privados y actores de la sociedad civil para poder lanzar una estrategia acorde. Los encarcelados pidieron ayuda al gobierno para la búsqueda de empleo y la reinserción en la sociedad, una vez fuera de la prisión.

Adam Blackwell, secretario de Seguridad Muldimensional de la Organización de los Estados Americanos (OEA), también fue un impulsor del acuerdo. El canadiense formó parte de las negociaciones de las maras de El Salvador con el gobierno de Mauricio Funes. El año pasado las pandillas, que poseen los mismos nombres que las hondureñas, firmaron una tregua que redujo los comicios en cuatro meses. Las maras salvadoreñas asesoraron a las del vecino país, a través de reuniones y llamadas telefónicas, para llegar a un compromiso. Honduras, junto a El Salvador y Guatemala, forma parte del triángulo del norte, zona por donde transita la cocaína desde Sudamérica a Estados Unidos. En los últimos años, la violencia creció por el crimen organizado y la presencia de los carteles de droga mexicanos, que utilizan estas naciones como ruta de tránsito. Si bien el gobierno de Lobo aseguró que está dispuesto a colaborar para alcanzar una tregua definitiva, remarcó que las instituciones seguirán fortaleciéndose para aumentar la capacidad para investigar los delitos. 

Cambio de gobierno a fin de año

Las pandillas operan en el país desde la década del sesenta. Iniciadas en Los Ángeles, Estados Unidos, muchos inmigrantes ilegales, devueltos a los países centroamericanos, trajeron consigo prácticas violentas que se fueron consolidando en los noventa. Aprovechándose de una inestabilidad política obtuvieron su lugar en la nación. Actualmente Honduras viene superando una crisis iniciada en junio de 2009 cuando las Fuerzas Armadas derrocaron a Manuel Zelaya, porque intentaba reformar la constitución para ser reelecto. El gobierno interino de Roberto Micheletti organizó elecciones que dieron la victoria a Porfirio Lobo. Su mandato finaliza este año, por ello el 24 de noviembre los hondureños deberán acudir a las urnas para elegir nuevo presidente y legisladores. A los comicios concurrirán cuatro nuevos partidos políticos. Xiomara Castro, mujer del ex presidente Zelaya, del Partido Libertad y Refundación es la principal favorita con un 29% de las preferencias. En segundo lugar se ubica Salvador Nasralla, del Partido Anticorrupción, ocho puntos porcentuales por debajo. Los aspirantes de los partidos tradicionales (Liberal y el gobernante Nacional) no llegan al 20% de las preferencias.


Si bien la población le atribuye los problemas de inseguridad al gobierno de Lobo, la cuestión de la violencia en Honduras tiene sus años. Este país centroamericano tiene la tasa más elevada de comicios en el mundo (87 por cada 100.000 según Naciones Unidas). San Pedro Sula, ubicada al norte de la capital Tegucigalpa, es el centro industrial del país y se considera que es la metrópolis con mayor cifra de asesinatos en el mundo. Las maras reclutan personas para cometer todo tipo de atrocidades: tráfico de drogas, de personas, secuestros, delitos sexuales, asesinatos, entre otros. Además, los comerciantes, taxistas y chóferes de ómnibus son asesinados si se oponen a pagar el denominado impuesto de guerra, un método de extorsión conocido en la zona. Estos grupos participan activamente en el tráfico de drogas que implica un tema transnacional, por lo cual es un proceso de pacificación que puede tomar años. Los acuerdos se han realizado con transparencia pero necesitan un respaldo político y de la sociedad civil para poder triunfar. Al igual que ocurre en El Salvador, el fin de la violencia sería un hecho histórico para Honduras.   

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