El actual Primer Ministro de Israel tendrá hasta el 16 de marzo
para formar gobierno
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Simón Peres,
presidente del Estado judío, concedió más tiempo a Benjamin Netanyahu al vencer el plazo de 28 días para
lograr acuerdos políticos. Las elecciones del 22 de enero las ganó el partido
gobernante Likud-Beiteinu,
obteniendo 31 de los 120 escaños. Su líder deberá acordar una coalición
antes de los próximos catorce días, en caso de no poder hacerlo se corre el
riesgo de la convocatoria a nuevos comicios. Hasta el momento Netanyahu obtuvo
el apoyo de Tzipi Livni pero deberá lidiar con las dos nuevas estrellas del
Parlamento: Yair Lapid y Naftali Bennet.
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Doce partidos se
reparten la Knesset
(Parlamento) en Israel tras
las últimas elecciones. La coalición Likud-Beiteinu del primer ministro redujo
su poder al caer 11 escaños con respecto a los comicios del 2009. Sin embargo
fue el partido más votado, la población apuntó en cierta medida al continuismo
y la firmeza de Bibi ante las presiones externas. El
segundo lugar lo ocupó el ex periodista televisivo Yair Lapid, líder del centrista
“Hay Futuro”, que obtuvo 19 escaños. El grupo fundado hace menos de un año
es portavoz de las clases medias y tendencias laicas. Lapid se propone acabar
con los privilegios de los ultraortodoxos: subvenciones, ausencia en el mercado
laboral y el no cumplimiento del servicio militar. En tercer lugar se ubicó el laborismo (Havodá) que alcanzó 15
asientos. Encabezado por
Shelly Yachimovich, el partido apunta a un gobierno social que reactive el
proceso de paz. El cuarto lugar lo ocupa el empresario ultraderechista Naftali Bennet, líder del partido
“Bait Yehudi” que logró 12 escaños. Esta derecha nacionalista que
obtuvo el apoyo de los colonos, también apunta a reclutar a los ultraortodoxos
para el ejército. El joven multimillonario posee una rivalidad personal con
Netanyahu que complican posibles acuerdos.
Por detrás de estas
cuatro grandes fuerzas se ubican los ultrarreligiosos, divididos en dos
partidos: Shas y Judaísmo de
la Tora. El primero es sefaradí y liderado por Eli Ishai conquistó 11
escaños, el segundo de tradición ashkenasí adquirió 7. Los partidos árabes fragmentados en
tres grupos políticos alcanzaron 11 asientos. Cabe recordar que los
representantes de los ciudadanos árabes-israelías nunca han entrado en una
coalición de gobierno. El sionismo
socialista de “Meretz” partidario
de reforzar el estado de bienestar obtuvo 6
escaños, al igual que “Hatnuá”,
el espacio centrista de Tzipi Livni. Kadima,
partido de corte liberal y
ganador de las elecciones del 2009, fracasó al conseguir tan solo dos asientos. Con este
panorama en el Parlamento, Netanyahu logró hasta el momento el único apoyo en
Livni, quien ocupará el Ministerio de Justicia y estará al frente de las
conversaciones con los palestinos. Ante la visita de Barack Obama, el primer
ministro da señales a Estados Unidos en relación a las negociaciones con
Palestina.
El fracaso de las
negociaciones obligaría a realizar nuevas elecciones
El sistema electoral
israelí no parece funcional y adaptado a la diversidad política reinante. La
fragmentación del Parlamento imposibilita acuerdos para formar gobiernos
sólidos. La izquierda que gobernó al país durante más de la mitad de los años
desde la creación del país en 1948, perdió fuerza en el último tiempo. La
última figura laborista fue Ehud
Barak, luego de su mandato lo sucedieron líderes de la derecha y
centro derecha israelí: Ariel
Sharon, Ehud Olmert y Benjamin Netanyahu. Este último, primer ministro
desde 1996
a 1999, gobierna el país desde 2009 cuando a pesar de lograr menos escaños que Kadima, pudo formar gobierno. Netanyahu adelantó las elecciones de este año ante la dificultad de sacar adelante el presupuesto austero, su idea era consolidar un ejecutivo.
Tres son los temas
centrales en la política israelí actual: en lo económico-social, las posibles
medidas de austeridad, en lo religioso-cultural, los beneficios de un sector de
la población y en política exterior, el conflicto con Palestina y el riesgo
nuclear de Irán. Netanyahu buscó apoyos en el centro político, logrando el de
Livni, a quien encomendó negociar con Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad
Nacional Palestina. Sin embargo la imposibilidad de obtener una mayoría centrista
puede terminar con la formación de un gobierno ultraderechista. Los retos
económicos y de seguridad obligan a Israel a salir de la encrucijada lo más
rápido posible. El fracaso de las negociaciones podría desembocar en nuevas
elecciones generales aunque para saberlo habrá que esperar unos días.
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