La proximidad de las elecciones
provinciales se cobró varias muertes en los últimos días
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Esta semana fueron asesinados
tres candidatos de los comicios que se celebrarán el 20 de abril en Irak. La
postulante kurda Al Bachari fue la última víctima de esta ola de violencia que
pone en jaque al país. Las elecciones provinciales en las cuales participan
más de 8000 candidatos se realizarán en 15 de las 18 provincias, ya que tres
pertenecen a la región autónoma de Kurdistán (Suleimaniya, Erbil y Dahuk). Las
mismas están enmarcadas en la crisis política más grave que vive Irak desde la
caída de Sadam Hussein en 2003.
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La situación actual de Irak deriva de una reconstrucción
equivocada del país. La lucha actual entre el gobierno de Bagdad, los kurdos y
la oposición suní generan un espiral de violencia del cual será difícil de
salir. Las futuras elecciones provinciales generaron situaciones violentas de
distinto tipo. Al candidato Abdulkarin Qais lo han secuestrado para exigirle
que no se presente, mientras que el estallido de un coche bomba han herido al ex gobernador
y postulante Al Darrayi. Este jueves fue asesinada a tiros a 400 kilometros de
Bagdad, Kamisa Ahmed Al Bachari, líder de la lista electoral Construcción y
Justicia, presidida por el político kurdo Daldar Zibari. Tanto las milicias
como los grupos armados aprovechan de las carencias y dificultades de los
cuerpos de seguridad para elaborar
atentados contra figuras políticas del país. Los actos de violencia salpican a
diario la vida del ciudadano común de este país del suroeste de Asia.
La parálisis política e institucional de Irak se cobra cada día
más victimas en todos los puntos del país, incluida la capital Bagdad. Los extremistas suníes, descontentos
por su marginación en el gobierno, presionan y exigen la caída del primer
ministro Nuri Al Maliki, quien gobierna desde 2006. Los kurdos se encuentran
molestos ya que la administración actual no contempló sus peticiones en la
aprobación del presupuesto general de la nación. El diferendo ha causado
tensión entre Bagdad y el ejecutivo autónomo del Kurdistán iraqui con Masud
Barzani como líder. Al igual que los opositores de Al Iraqiya, los kurdos
decidieron boicotear las reuniones del gobierno de unidad nacional del líder
chií Al Maliki. La alianza Al Iraqiya, que apoya las manifestaciones realizadas
por la población en las provincias suníes, impulsó la dimisión de sus ministros
de finanzas y agricultura. La decisión supone una retirada del gobierno de
este grupo liderado por Ayad Alaui.
Kurdos, chiíes y suníes en busca de la unidad
Diez años después de la invasión estadounidense a Irak, la nación
asiática continúa buscando su rumbo. La instauración de un nuevo sistema
político y la redacción de una Constitución no devolvieron la normalidad al
país. El texto aprobado en 2005, tras un gobierno provisional, perpetuó la
inestabilidad al presentar contenidos ambiguos. Durante años la violencia
sectaria mantuvo a Irak al borde de una guerra civil. Las elecciones de marzo
de 2010 parecían traer un poco de calma. Sin embargo el ajustado recuento entre el
partido Estado de la Ley de Al Maliki y la alianza Al Iraqiya encabezada por
Ayad Alaui mantiene hasta hoy en día una división política. Al Maliki, venido a
primer ministro tras tener el apoyo de los sectores chiíes (mayoría en el país), se impuso sobre Alaui a quien acusaban de mantener afinidades con el partido Baaz, liderado en su momento por Sadam Hussein. El acuerdo de unidad nacional que incluye también a
los kurdos pende de un hilo si es que aún no se ha cortado.
Desde la retirada de las tropas norteamericanas en diciembre de
2011 la violencia aumentó en Irak. El proceso político, supervisado por
occidente, se construyó sobre bases erróneas. La instauración de la separación
de poderes y una nueva Constitución no derivó tan fácilmente en una democracia.
Los líderes tampoco se han mostrado como los responsables adecuados para
dirigir los asuntos de Irak en la situación actual. La población continúa manifestándose
para expresar que sus vidas, incluso luego de la caída de Sadam Hussein, no han
prosperado. La situación económica, el acceso a los servicios básicos y las
relaciones sociales continúan en la misma senda. En materia política se observa un triángulo de
poder: chiíes, que son dos tercios de la población y tienen como líder al
primer ministro Al Maliki, suníes, quienes dominan diversas provincias y se
agrupan en la alianza Al Iraqiya, y kurdos, claves para lograr la
estabilidad entre árabes. Estas tres fuerzas deberán ajustar el acuerdo
nacional para dar fin a la violencia en Irak.
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