viernes, 15 de marzo de 2013

Continúa la crisis política en Irak

La proximidad de las elecciones provinciales se cobró varias muertes en los últimos días
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Esta semana fueron asesinados tres candidatos de los comicios que se celebrarán el 20 de abril en Irak. La postulante kurda Al Bachari fue la última víctima de esta ola de violencia que pone en jaque al país. Las elecciones provinciales en las cuales participan más de 8000 candidatos se realizarán en 15 de las 18 provincias, ya que tres pertenecen a la región autónoma de Kurdistán (Suleimaniya, Erbil y Dahuk). Las mismas están enmarcadas en la crisis política más grave que vive Irak desde la caída de Sadam Hussein en 2003.  
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La situación actual de Irak deriva de una reconstrucción equivocada del país. La lucha actual entre el gobierno de Bagdad, los kurdos y la oposición suní generan un espiral de violencia del cual será difícil de salir. Las futuras elecciones provinciales generaron situaciones violentas de distinto tipo. Al candidato Abdulkarin Qais lo han secuestrado para exigirle que no se presente, mientras que el estallido de un coche bomba han herido al ex gobernador y postulante Al Darrayi. Este jueves fue asesinada a tiros a 400 kilometros de Bagdad, Kamisa Ahmed Al Bachari, líder de la lista electoral Construcción y Justicia, presidida por el político kurdo Daldar Zibari. Tanto las milicias como los grupos armados aprovechan de las carencias y dificultades de los cuerpos de seguridad para elaborar atentados contra figuras políticas del país. Los actos de violencia salpican a diario la vida del ciudadano común de este país del suroeste de Asia.

La parálisis política e institucional de Irak se cobra cada día más victimas en todos los puntos del país, incluida la capital Bagdad. Los extremistas suníes, descontentos por su marginación en el gobierno, presionan y exigen la caída del primer ministro Nuri Al Maliki, quien gobierna desde 2006. Los kurdos se encuentran molestos ya que la administración actual no contempló sus peticiones en la aprobación del presupuesto general de la nación. El diferendo ha causado tensión entre Bagdad y el ejecutivo autónomo del Kurdistán iraqui con Masud Barzani como líder. Al igual que los opositores de Al Iraqiya, los kurdos decidieron boicotear las reuniones del gobierno de unidad nacional del líder chií Al Maliki. La alianza Al Iraqiya, que apoya las manifestaciones realizadas por la población en las provincias suníes, impulsó la dimisión de sus ministros de finanzas y agricultura. La decisión supone una retirada del gobierno de este grupo liderado por Ayad Alaui.  

Kurdos, chiíes y suníes en busca de la unidad

Diez años después de la invasión estadounidense a Irak, la nación asiática continúa buscando su rumbo. La instauración de un nuevo sistema político y la redacción de una Constitución no devolvieron la normalidad al país. El texto aprobado en 2005, tras un gobierno provisional, perpetuó la inestabilidad al presentar contenidos ambiguos. Durante años la violencia sectaria mantuvo a Irak al borde de una guerra civil. Las elecciones de marzo de 2010 parecían traer un poco de calma. Sin embargo el ajustado recuento entre el partido Estado de la Ley de Al Maliki y la alianza Al Iraqiya encabezada por Ayad Alaui mantiene hasta hoy en día una división política. Al Maliki, venido a primer ministro tras tener el apoyo de los sectores chiíes (mayoría en el país), se impuso sobre Alaui a quien acusaban de mantener afinidades con el partido Baaz, liderado en su momento por Sadam Hussein. El acuerdo de unidad nacional que incluye también a los kurdos pende de un hilo si es que aún no se ha cortado.

Desde la retirada de las tropas norteamericanas en diciembre de 2011 la violencia aumentó en Irak. El proceso político, supervisado por occidente, se construyó sobre bases erróneas. La instauración de la separación de poderes y una nueva Constitución no derivó tan fácilmente en una democracia. Los líderes tampoco se han mostrado como los responsables adecuados para dirigir los asuntos de Irak en la situación actual. La población continúa manifestándose para expresar que sus vidas, incluso luego de la caída de Sadam Hussein, no han prosperado. La situación económica, el acceso a los servicios básicos y las relaciones sociales continúan en la misma senda. En materia política se observa un triángulo de poder: chiíes, que son dos tercios de la población y tienen como líder al primer ministro Al Maliki, suníes, quienes dominan diversas provincias y se agrupan en la alianza Al Iraqiya, y  kurdos, claves para lograr la estabilidad entre árabes. Estas tres fuerzas deberán ajustar el acuerdo nacional para dar fin a la violencia en Irak.    



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