Dio inicio el diálogo nacional
para redactar una nueva Constitución tras la caída de Alí Abdalá Saleh en
febrero de 2012.
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Este lunes comenzaron una serie de
reuniones para definir el futuro político de Yemen, en las que participan
más de 550 representantes de partidos y facciones. La hoja de ruta delineada
por los países del golfo, también auspiciada por las Naciones Unidas,
estableció un diálogo de seis meses para escribir la Carta Magna y convocar a
elecciones en febrero del 2014. El plan elaborado
en noviembre de 2011 en Ryad se fue retrasando por las divergencias políticas existentes
en el país.
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Saná, capital de Yemen, amaneció con un clima distinto debido a
que más de 60.000 efectivos policiales y militares controlaban la prohibición
del porte de armas. En el Palacio Presidencial, con la asistencia de
representantes de las Naciones Unidas, la Unión Europea y la Liga Árabe, dio
inicio el diálogo convocado por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG),
organismo integrado por Arabia Saudita, Kuwait, Omán, Emiratos Árabes Unidos,
Catar y Bahrein. Los principales desacuerdos internos tienen su mayor reto en
los separatistas del Sur, quienes reclaman autonomía y acusan al gobierno
actual de discriminarlos. Para protestar contra el diálogo convocado, los
insurgentes realizaron una huelga general en la ciudad portuaria de Aden.
Además, contaron con el boicot de figuras políticas, quienes alegaron que los
representantes invitados a las conversaciones no representaban al pueblo. Los
rebeldes chiíes, que controlan la provincia de Saada (en la frontera con Arabia
Saudita), también son un obstáculo al diálogo debido a que exigen mayor soberanía.
La estrategia delineada por el CCG implicó la renuncia del presidente
Alí Abdalá Saleh, la cual se efectivizó en febrero de 2012. Como parte del acuerdo, el ex mandatario se
aseguró de ser exonerado de cualquier persecución judicial. En su lugar asumió
su vicepresidente Abdo Rabu Mansur Hadi, ganador de los últimos comicios en los
que fue único candidato. La
crisis política en Yemen comenzó en enero del 2011 como parte de la denominada
Primavera Árabe. La “Revolución Rosa” buscaba tumbar el régimen de Saleh a
través de manifestaciones callejeras. La revuelta se consideró de carácter
pacifista aunque se estiman que murieron alrededor de 2.000 personas. Las
protestas comenzaron debido a que el partido de Saleh intentó impulsar reformas
constitucionales que le permitiesen gobernar de por vida o brindarle el poder a
su hijo, jefe del cuerpo de elite del ejército. De un momento a otro, este
régimen aliado de Estados Unidos, quedó desestabilizado.
Divisiones históricas difícil de sanar
Las divisiones en este pobre país de 24 millones de habitantes son
históricas. Su situación nunca fue muy clara, en la práctica es una especie de
protectorado saudí y como consecuencia le abrió la puerta a la presencia
militar de Estados Unidos. Los norteamericanos combaten el terrorismo de grupos
extremistas como Al Qaeda, que se valieron del tribalismo para instalarse en la zona. La partición entre Sur y Norte es el problema endémico de Yemen. En 1967 se
constituyó Yemen del Sur, dominado por el Frente de Liberación Nacional de
orientación soviética. Durante años se produjeron incidentes fronterizos pero
con la asunción de Ali Nasser Muhammad, un político de conciliación, se firmó
el acuerdo con Yemen del Norte, nación liderada por Saleh desde 1978. La unión
en mayo de 1990 estableció la ley islámica como fuente básica de legislación y
Aden como capital comercial del país. Las divisiones no cesaron y ambas fuerzas
se embarcaron en una guerra civil que finalizó en 1994 en favor de las tropas
del Norte. Saleh, con el apoyo de su partido Congreso General del Pueblo,
estableció un sistema republicano basado en su reelección y acompañado de una
mafia incondicional.
El diálogo que se inició este 18 de
marzo inscribe una nueva página en la historia de Yemen. En la teoría se busca
el cambio de sistemas, administración y costumbres del antiguo poder que
gobernó durante más de treinta años. La necesidad de un gobierno firme y
estable en Yemen se debe al aumento de la actividad de Al Qaeda. Si bien las Fuerzas Armadas lanzaron una ofensiva contra los
feudos del grupo en distintas zonas del país, la transición política será
fundamental para encarar una lucha seria contra el terrorismo. Los
levantamientos en contra de Saleh apuntaron a lo político, exigiendo su caída,
pero también protestando por las condiciones de vida deplorables que tiene a la
población yemení azotada por el desempleo, la pobreza y la desigualdad. Ese
castigado ciudadano yemení valora que su país es el único implicado en la Primavera Árabe que culmina con un acuerdo negociado. La convocatoria nacional
al diálogo es un paso más en un proceso que sabremos si tiene un final feliz
dentro de un año, cuando se realicen las elecciones parlamentarias y
presidenciales.
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