miércoles, 1 de junio de 2011

El presidente de Siria anunció amnistía política

Luego de tres meses de protestas y en un clima de rebelión, Bachar el Asad estira su agonía con señales hacia el exterior.

Siria es uno de los países que en la actualidad protagoniza grandes manifestaciones sociales. La denominada primavera árabe, que comienza a finales del 2010 en Túnez y que luego se expandió por otros países del norte de África y el Medio Oriente, es el dolor de cabeza de la élite que gobierna Siria desde hace más de tres décadas. Para contrarrestar las manifestaciones que se vienen realizando en las distintas provincias y en la capital, Damasco, el presidente, Bachar el Asad, publicó un decreto que reduce las penas que tienen los presos del régimen. Esta decisión se toma después del pedido de la liberación de encarcelados y la presión ejercida por parte del G-8, reunido la semana pasada en Francia.

La dictadura del partido Baaz y la minoría alauí, secta chiíta, comenzó a gobernar el país en la década del setenta. El padre del actual presidente, Hafez al Asad, se encargó de conformar una élite política que con los años se fue uniendo con diversos empresarios multimillonarios del país, lo que le permitía liderar sin mayores sobresaltos. Sin embargo en 1982 debió enfrentar una gran revuelta de los Hermanos Musulmanes que finalizó con la mayoría de esta secta suniita en prisión. En el 2000 tras la muerte de su padre, Bachar el Asad asumió como jefe de Estado. Este oftalmólogo con estudios en Gran Bretaña se propuso realizar un mandato con reformas, etapa que se denominó “primavera de Damasco”. Distintas presiones dentro del propio gobierno o quizás la poca convicción en el movimiento reformista, llevó al presidente a dejar atrás los cambios propuestos.

Las manifestaciones en Siria comenzaron a fines de enero de este año, cuando sectores opositores a El Asad, motivados por los sucesos en países vecinos, exigían reformas sociales y políticas. El gobierno realizó detenciones masivas que organizaciones de Derechos Humanos estiman en 10.000 ciudadanos; a esto se le debe sumar las victimas, muy difíciles de calcular, que se ha cobrado la violenta represión. La escalada de enfrentamientos provocó que los manifestantes cambiaran su reclamo exigiendo definitivamente el cambio de timón en Siria y una ola de transformaciones democráticas. En este contexto, la comunidad internacional impuso bloqueos y sanciones con el objetivo de ejercer una presión económica al gobierno.

Un gran grupo de partidos opositores se encuentran por estos días reunidos en la ciudad de Antalya, Turquía. Los distintos políticos han calificado la medida del presidente como tardía. Como parte de la primavera árabe, el futuro político de Siria es predecible. Tarde o temprano, el gobierno autoritario tendrá que ceder ante su población y comenzar con una transición hacia una administración que emerja del voto de la ciudadanía. El camino dependerá del Bachar El Asad, de las decisiones de los organismos internacionales y de la mediación que pueda surgir. Por la fuerza o de forma negociada, el gobierno sirio se encuentra cerca de su final.

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