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El presidente de Sudán, Omar Hasan Al Bashir, ordenó detener el
flujo de petróleo proveniente desde Sudán del Sur. En los últimos días el
mandatario amenazó con cerrar el oleoducto, si sus vecinos continúan apoyando a
los grupos rebeldes.
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En abril de este año se reinició el tránsito de crudo cuando ambos
gobiernos decidieron retirar sus soldados de la zona fronteriza. Sin embargo en
la última semana aumentó la tensión. Al Bashir acusa al gobierno de Sudán del Sur
de respaldar con armas a los rebeldes del Frente Revolucionario Sudanés
(Movimiento Popular de Liberación y facciones de la región de Darfur), una
coalición creada en 2012 que busca dividir el país para derrocar al dictador.
El gobierno de Jartum advirtió que de continuar esta situación, se cancelarían
todos los acuerdos de cooperación firmados en setiembre pasado.
La guerra civil es característica en Sudan desde los años
cincuenta, con el año 1972 como fecha del principal conflicto. Omar Al Bashir
gobierna desde 1993 enfrentando levantamientos secesionistas por temas
religiosos, rivalidad entre musulmanes y etnias negras, y por recursos
naturales, tanto agua como petróleo. En 2005 el conflicto con Sudán del Sur
finalizó con la creación la independencia de este último. La división implicó que los
yacimientos petroleros quedaran en manos del gobierno de Yuba, heredando el 75%
de las reservas. Sin embargo los oleoductos atraviesan el territorio del Norte, por ende se necesitan entre ambas naciones.
La oposición de Al Bashir,
las Fuerzas del Consejo Nacional, amenazaron con derrocarlo en un plazo de cien
días, debido a que el gobierno perdió legitimidad. Buscarán agrupar a los
opositores e impulsar una movilización, que seguramente contará con el apoyo
del Frente Revolucionario. Para contrastar esto, Al Bashir instó a los jóvenes
a sumarse al ejército y prepararse para la Guerra Santa. Además de este
conflicto interno, Jartum tiene que lidiar con la escalada de violencia con el
vecino del sur, que elevó una queja por una supuesta invasión de las tropas de
Al Bashir en el Estado del Alto Nilo. El
mandatario, que gobierna desde hace veinte años, ingresa en una etapa de
decadencia, que podría culminar pacíficamente en las elecciones de 2015 o antes
si logran derrocarlo, algo que parece difícil.
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