lunes, 3 de junio de 2013

Situación inesperada

El gobierno turco de Erdogan sacudido por protestas callejeras
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Continúan, por cuarto día consecutivo, los enfrentamientos entre la Policía y los manifestantes en el barrio de Besiktas, Estambul, capital económica de Turquía. Las fuerzas de seguridad utilizaron gases lacrimógenos para frenar a la horda que marchaba hacia la oficina del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, al cual acusan de un creciente autoritarismo. La protesta, que no tiene precedentes, es la mayor muestra de descontento desde que asumió el mandatario hace más de una década.
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Las manifestaciones comenzaron el lunes 27 de mayo como protesta contra los planes del gobierno de convertir el Parque Gezi de Estambul en un centro comercial. El otro proyecto al que se oponen es el plan urbanístico que incluye la construcción de una mezquita en la Plaza Taskim. La respuesta policial, con la utilización de cañones de agua para dispersar, provocó que la manifestación alcance una mayor envergadura. Amnistía Internacional denuncia dos muertos, se estiman 100 heridos y alrededor de 1700 personas fueron detenidas, aunque muchos fueron dejados en libertad. Los manifestantes hicieron barricadas con adoquines, señales de tráfico y materiales de construcción. Aseguran que la revuelta no tiene líderes y surge de forma espontánea, convocada por Twitter, aunque cuenta con la participación de pequeños grupos políticos de izquierda. Los manifestantes buscan las disculpas públicas de Erdogan y la detención del proyecto. También se produjeron enfrentamientos en otras ciudades; en Izmir, al oeste del país, se originó un ataque a la sede del gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP).

El primer ministro Erdogan criticó a los manifestantes, a los cuales calificó de antidemocráticos. El mandatario rechazó las acusaciones y señaló que la economía ha tenido grandes avances durante su gobierno. Aseguró que las protestas provienen de grupos extremistas marginales y que los servicios secretos investigan la implicación de potencias extranjeras, las cuales le solicitan moderación. También acusó a la principal agrupación de la oposición, el socialdemócrata Partido Republicano Popular. Por otra parte, el presidente Abdula Gul pidió sentido común a los manifestantes y afirmó que los mensajes bien intencionados fueron recibidos por el gobierno. Además expresó su preocupación por la presencia de organizaciones ilegales. El estallido de esta protesta ciudadana que surge por quejas medioambientales posee aspectos principalmente culturales. La reciente legislación que restringe la publicidad y venta de alcohol así como la eliminación de restricciones sobre la presencia de la religión en la esfera pública, son factores clave para los sucesos que se registraron esta semana.

Un gobierno de más de diez años

La formación política de Erdogan gobierna desde 2002. Sus números en las urnas se han venido incrementando en las últimas elecciones y referéndums. En 2011 alcanzó un 50% de los votos en los comicios legislativos, lo que le permitió obtener 327 de los 550 escaños en el Parlamento. El mandatario comenzó su carrera política en Estambul, donde hoy son fuertes las protestas, tras alcanzar la alcaldía en 1994. El objetivo actual de Erdogan es reformar la Constitución para instaurar un sistema presidencialista, frente al actual régimen parlamentarista, ante la imposibilidad de renovar su mandato en 2015. Su meta es gobernar hasta 2023, año en que se cumple el centenario del Estado turco, fundado por el defensor de la laicidad Ataturk, tras el hundimiento del Imperio Otomano. Con una gestión pragmática durante los primeros años, Erdogan se ganó la confianza de la población pero con el correr del tiempo se lo acusa de haber perdido el contacto con la realidad. Las promesas de reformas quedaron en eso y si bien meses atrás se solucionó la cuestión kurda, los turcos exigen aún más.  


En un país en el que las huelgas generales no están permitidas, dos semanas de protestas contra el gobierno es un llamado de atención. La población le pide a Erdogan un cambio en la forma de hacer política. El tinte autoritario de su gobierno ha llevado a que grupos heterogéneos encabecen una revuelta política y cultural. Esta nación que creció un 2% en el último año, miembro de la OTAN y candidato a la Unión Europea, sufrió una acumulación de emociones por parte de la juventud. Una protesta que comienza por un proyecto urbanístico en una zona verde pero que trae por detrás quejas por los cambios en el sistema educativo y en el alejamiento de un Estado laico. El apoyo a los rebeldes en Siria, lo cual produjo un atentado por parte de grupos leales a Bashar Al Asad en una ciudad turca fronteriza, marca un descontento de la minoría alauí. Erdogan tendrá que cambiar si no quiere terminar como otros mandatarios de la zona. Por ahora se fue de gira diplomática por países del Magreb como si nada hubiese ocurrido, pero tendrá que prestar atención a los movimientos que se generan si quiere seguir firmemente en el poder de esta potencia emergente clave en la región. 

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