Lima, capital de Perú,
se suma a la lista de ciudades que han experimentado protestas en el último
tiempo. Al igual que en San Pablo y Santiago, la población, convocada a través
de las redes sociales, salió a la calle para reclamar por sus derechos. El
progreso económico de la última década no es suficiente para unos habitantes
que reclaman el fin de la desigualdad social y una nueva forma de hacer
política. La tendencia es apuntar a más y es un buen síntoma para el liberalismo
y la demoracia.
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En
estos últimos días se produjeron pacíficas protestas ciudadanas luego de las
elecciones de los magistrados del Tribunal Constitucional, del Defensor del
Pueblo y cargos importantes en el Banco Central. Los reclamos provocaron una
sesión parlamentaria extraordinaria que dejó sin efecto estas designaciones
surgidas tras un pacto político entre cuatro partidos, que fue considerado una repartija. El viernes 19 de julio un
sector de la población salió a las calles en busca de la despolitización de los
puestos. Los dos personajes más cuestionados eran un abogado fujimorista y un
militante de Perú Posible, la agrupación del discutido ex presidente Alejandro
Toledo.
El
presidente Ollanta Humala fue el primero en considerar como legítimas las
protestas. Luego de ello, algunos de los designados decidieron por sí solos no
aceptar el cargo. Los más cuestionados fueron los últimos en retirar su
candidatura. Estos puestos son sensibles por la dificultar para fiscalizarlos,
por lo que se los considera claves en la política peruana. La nueva mesa
directiva deberá elegir nuevos candidatos, creando un clima de confianza para
frenar los cuestionamientos de la población.
Para
el sábado se prevé una nueva movilización en el centro de Lima, a la que fueron
convocadas pequeñas agrupaciones políticas, colectivos ciudadanos y en la que
participarán las dos mayores centrales obreras. Grupos de Derechos Humanos,
integrantes del recientemente creado Frente Amplio de Izquierdas y la ex
fundadora del partido de Humala, Veronika Mendela, serán otros partícipes de la
nueva convocatoria. El objetivo principal es presionar al Parlamento para dotar
de mayor ética a la política. Demandan que los elegidos para estos cargos sean
personalidades independientes y calificadas. Las protestas contra la corrupción
es un freno a los políticos impuesto desde la clase media y un signo de la
buena democracia. Al igual que otras protestas en Sudamérica, las mismas no
poseen un líder sino que se realizan a través de las redes sociales. El
trasfondo es el reclamo por la inclusión social y la lucha contra la
corrupción.
En
los próximos días el presidente cumplirá dos años en el poder. La movida del
gobierno de formar un pacto para la designación de cargos terminó de mala
forma, ya que el propio mandatario fue el primero en legitimar las protestas.
Los acuerdos entre Gana Perú, su partido, la Fuerza Popular del fujimorismo,
Perú Posible del ex mandatario Toledo y el Partido Popular Cristiano de centro
derecha, fue una decisión estratégica que no fue aceptada por la población.
Varios son los temas cuestionados, uno de ellos es el recurso presentado al
Tribunal Constitucional con respecto al hermano de Humala, el cual se encuentra
preso. Otros integrantes de la clase política, Alan García y Alejandro Toledo,
se encuentran bajo investigaciones preliminares por acusaciones de diverso
tipo. Otro tema recurrente es la figura de Nadine Heredia, esposa del
presidente, que ha ganado visibilidad e influencia y se cuestiona una posible
candidatura en 2016. La legislación electoral no se lo permite y ella se ha
negado, pero la desconfianza es permanente.
La lenta caída de Humala
Llegó
al gobierno en 2011 y contra todos los pronósticos los cambios en el país no
fueron muchos. Las versiones apocalípticas que se escuchaban durante la campaña
electoral sobre los riesgos del capitalismo y la democracia no fueron ciertas.
Humala desarrolló un pragmatismo moderado, manteniendo el modelo que determinó
un crecimiento de Perú a tasas asiáticas en base a la exportación de materias
primas. Su impronta personal radicó en algunos pequeños cambios para mejorar la
distribución del ingreso.
Este
ex militar con poca experiencia en política goza en este momento del peor
índice de popularidad. La caída hace un mes no era tan grave, si se comparaba
con los presidentes anteriores, pero actualmente ya se encuentra en un 32% de
aprobación, con una población que reclama más seguridad en el país. Si el
índice sigue bajando podrá tener problemas en el fin de su mandato. Para paliar
esto realizó cambios en el gabinete, nombrando tres ministras y alcanzando la
paridad en el Ejecutivo. Acusado también de dar un giro a la derecha, se ha
quedado con pocos aliados, ya que la élite política no lo considera como uno de
los suyos, está peleado con el fujimorismo y la izquierda se colocó en la
oposición.
El
tipo de protestas callejeras que se suscitaron en Perú son poco comunes en este
país. La gran masa de clase media, con un auge en los últimos años, expresa su
disconformidad con el gobierno y lo hace extensivo a toda la clase política. La
promesa de Humala de una nueva forma de hacer política quedó sepultada en esta
nueva negociación de los partidos a espalda de los intereses del país. El
sistema de partidos de Perú parece no funcionar, con divisiones constantes y la
dificultad de formar alianzas.
A
pesar de los errores propios, Humala paga caro los acuerdos con aliados como
Toledo, que es visto como un estigma de la corrupción. En un país que posee
desnutrición en zonas rurales y donde el Estado nunca ha dado grandes servicios
públicos, la población no da margen a errores. Cansada de la corrupción y de la
élite política, no le alcanza con el crecimiento económico. Al igual que en
Brasil y en Chile, la población peruana busca un salto de calidad. Plasmar los
números macroeconómicos en beneficios para la sociedad y una reducción de la
desigualdad debe ser el objetivo. Terminar con la corrupción puede ser el punto
de partida para la sobrevivencia de Humala.
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