El domingo pasado Japón
celebró unas elecciones claves para su futuro. El problema político por
excelencia de los últimos años en la nación nipona fue la falta de mayorías en
ambas cámaras. Sin embargo la victoria del Partido Liberal Democrático en el
Senado permitirá un gobierno fuerte, liderado por el actual primer ministro
Shinzo Abe. La población dio luz verde a las reformas realizadas por el
mandatario y brindó apoyo para continuar por la misma senda. Sin dudas la estabilidad
política es el deseo de los japoneses.
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Los
habitantes de Japón fueron convocados el domingo para renovar la mitad de la
Cámara Alta del Parlamento. La participación fue de un 52%, cinco puntos
porcentuales por debajo de los comicios de 2010. El resultado era predecible,
principalmente por la tasa de aprobación (60%) del Primer Ministro. Abe logró
que la tercera economía del mundo entre en una fase de recuperación a través de
estímulos monetarios y fiscales, lo cual le valió el soporte de un gran sector
de la sociedad.
El
conservador Partido Liberal Democrático junto con su agrupación aliada, la
budista Nuevo Komeito, recuperó el control del Senado por primera vez en seis
años. Entre ambos partidos obtuvieron 76 de los 121 asientos en disputa, alcanzando
en total 135 representantes y superando el número que se necesita para tener
mayoría. Si bien el apoyo fue a causa de sus logros económicos, no están tan
claras las aprobaciones en lo que respecta a la reforma de la Constitución o a
posibles cambios en la estrategia de política exterior.
El
control del Poder Legislativo le permitirá al mandatario avanzar en las
implementaciones de políticas fiscales, de crecimiento y en reformas
estructurales. Abe debe combatir la deflación y continuar con la recuperación
del mercado inmobiliario. Sus lineamientos, por los cuales se lo denomina
“Abenomics”, le han permitido reactivar la economía a través una política
monetaria laxa, un aumento del gasto público y una presión al Banco Central
para inundar de dinero al mercado. Estas medidas han llevado a un mayor
endeudamiento que será combatido por un aumento del IVA.
Para
fortalecer su mandato, Abe deberá emprender reformas dolorosas, según el mismo
declaró en conferencia de prensa. Tendrá un Parlamento desbloqueado, el gran
problema que tuvieron sus precedentes, pero sin mayorías que le permitan
reformar la Constitución. Sin embargo, este político de 58 años perteneciente a
la larga dinastía de políticos japoneses, planea modificar el mercado laboral y
aumentar los impuestos.
Un gobierno fuerte para encauzar al país
El
Primer Ministro también deberá lidiar con los rumores que lo acusan de ser un
excesivo nacionalista. Su agenda en política exterior no es compartida por el
Partido Democrático, la principal agrupación de oposición. La revisión de la
Constitución pacifista de la posguerra, el fortalecimiento del sector militar y
la postura en referencia a las diferencias territoriales con Corea del Sur y China, son algunos temas en los cuales no hay consenso.
Para
suavizar el artículo 9 de la Carta Magna, que hace referencia al uso de la
fuerza, el gobierno necesitará el apoyo de otros partidos con representantes en
el legislativo, entre los cuales se encuentran la agrupación de extrema derecha
Partido de la Restauración, el Partido Comunista y el nacionalista Vuestro
Partido. La reevaluación de la historia, con una diplomacia más poderosa y una
presencia firme en el mundo, son aspectos que deberán discutir los japoneses. Otro
tema candente para Abe será el replanteo del uso de la energía nuclear, tras el
freno motivado por el accidente de Fukushima en 2011.
Lo
que sí queda claro es que la población decidió por un gobierno estable para que
pueda tomar decisiones y superar las divergencias de los últimos tiempos. Tras
el gobierno de Juinchiro Koizumi, finalizado en 2006, la nación asiática vivió
un estancamiento parlamentario, que incluso tumbó al actual primer ministro Abe
en 2007, cuando éste se convertía en el mandatario más joven de Japón desde la
Segunda Guerra Mundial. Los cambios constantes de líderes, la obstaculización
de políticas e iniciativas dificultaron la situación política de Japón.
El
Partido Democrático, que gobernó desde 2009 a 2012, sufrió una avasallante derrota en
diciembre del año pasado y alcanzó en las elecciones del domingo un record
negativo de votos. Ahora
el partido de Abe tendrá el control de ambas cámaras hasta el 2016. Esta
agrupación gobernó de forma ininterrumpida de 1955 a 1993 y tras un
impasse de tres años retornó al poder hasta 2009. Sin embargo, las dos últimas
décadas no han sido buenas y se las considera perdidas, tanto en materia
política como económica.
Las
elecciones del domingo fueron una clara señal de apoyo a las recetas que
implementó Shinzo Abe desde que asumió. Además, de seguir todo por los carriles
actuales, su administración catapultará a Japón a la estabilidad política que
había perdido en los últimos años. El examen era decisivo para el mandatario y
fue aprobado con nota. Aunque aún no se pueden saber los resultados de las
decisiones de Abe, los japoneses confían en ellas.
La
política económica ya es conocida pero en los próximos meses también saldrá a
luz la postura del Partido con respecto a otros temas importantes para la
nación. Durante la campaña electoral el lema era “Recuperar Japón”, el orgullo
y la fuerza de un país que supo ser imperio. La inquietud por la vecina China,
principalmente por las disputas territoriales, conllevan a que Japón busque una
posición más decisiva en Asia. En un corto plazo podremos observar cuál es la
estrategia de Abe y si su población la compartirá.
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