viernes, 19 de julio de 2013

Un gigante en movimiento, peligro en el norte de África

En Argelia se acerca un cambio de autoridades. Toda modificación supone oportunidades y más en un país con gran fortaleza e influencia en el norte de África. Los islamistas se relamen ante la posibilidad de que el presidente Bouteflika deje el poder en el corto plazo. Por un lado, los políticos buscarán recuperar la fuerza que su alianza mayoritaria, Argelia Verde, perdió en las legislativas de 2012. Por otro, los yihadistas, especialistas en tomar lugar en Estados débiles, esperarán el caos político para sacar provecho.
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En las últimas horas, el presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, retornó a su país desde Francia, en donde estuvo seis meses internado. El mandatario de 76 años sufrió un accidente cerebral a fines de abril y fue trasladado a un hospital en Paris. Tras concluir un período de descanso y rehabilitación y siendo un secreto su verdadero estado de salud, el presidente volvió a casa, aunque todavía no está claro cuando retornará a las actividades. Su última aparición en público fue a mediados del mes pasado, cuando se lo vio muy debilitado junto al primer ministro y el jefe de las Fuerzas Armadas.

Luego de una década en la que se redujo la violencia interna y se mejoró la situación económica, Argelia vuelve a enfrentar desafíos y reivindicaciones de su población. El estado de recesión de sus clientes y los problemas estructurales que le impiden poder realizar reformas para fomentar la inversión, complican la economía de este gigante. Además, el gobernante Frente de Liberación Nacional, el cual revalidó el poder en los comicios legislativos de 2012, es acusado de querer imponer silencio para sortear posibles protestas sociales.

Bouteflika llegó al poder en 1999 tras la dimisión del general Liamine Zerval. Con el apoyo del ejército y tras la retirada de los seis candidatos, que lo acusaban fraude electoral, comenzó su primera administración. El mandatario, que inició su carrera política como ministro de Exteriores en 1963, pertenece a una generación de dirigentes que están al frente del país desde la independencia. Bouteflika fue reelecto en 2004 y luego en 2009, tras eliminar de la Constitución el límite de dos mandatos.

El veterano presidente se preparaba para luchar por un nuevo mandato en los comicios previstos para abril de 2014, sin embargo los problemas de salud se lo impiden. La oposición, expectante, pidió medidas extremas tras los rumores alarmistas sobre el mandatario. El islamista Movimiento para la Sociedad y la Paz solicitó elecciones anticipadas, previstas en el artículo 88 de la Carta Magna.

El yihadismo y la amenaza constante

Argelia, el país más poblado y con más peso económico del norte de África, sufrió en enero el secuestro de extranjeros en las instalaciones de la planta de gas de In Amenas, que dejó un saldo de 40 personas muertas, de las cuales la mayoría eran rehenes extranjeros. El grupo Firmantes del Batallón de Sangre, liderado por Mojtar Belmojtar, se adjudicó la violenta toma de rehenes como respuesta a las operaciones de occidente en Mali. Belmojtar, combatiente marginado de Al Qaeda,  es apodado “Mister Malboro” por sus implicaciones en el tráfico transfronterizo.

Belmojtar fue el fundador del Grupo Islámico Armado, agrupación que combatió al ejército argelino tras la anulación de las elecciones que los islamistas ganaron en los noventa. Vinculado a los ataques en el metro de Paris en los noventa, su objetivo actual es desestabilizar el país. La toma de rehenes en las plantas de gas hace perder atracción al territorio por el riesgo terrorista. En este sentido, la British Petroleum comunicó la postergación de sus proyectos por razones de seguridad.

Los islamistas sufrieron en 1992 un golpe de Estado por parte de los militares para impedir que el Frente Islámico de Salvación llegue al poder. Hasta ese año, el Frente de Liberación Nacional  había dominado la escena política al estilo del sistema soviético de partido único. La lucha contra Francia (1954-1962) en la época de la descolonización fortaleció al movimiento nacionalistas que junto a la cúpula militar gobernó durante décadas.

Tras el golpe de Estado de 1992 se desató una guerra civil hasta 1998 en la cual murieron aproximadamente 150.000 habitantes. Los islamistas intentaron conquistar con las armas lo que le fue arrebatado en las urnas. Durante el conflicto, el ejército realizó una lucha antiterrorista, lo cual fue bendecido por occidente a través de la colaboración de Washington. Luego de un gobierno de transición, Bouteflika asumió como presidente e inició una política de reconciliación nacional, concediendo amnistías e intentando la pacificación del país. Actualmente nos acercamos al fin de la era Bouteflika, una figura civil que el ejército colocó en el gobierno en un momento difícil para el país. Sin mayores sobresaltos, el mandatario logró gobernar Argelia e incluso sortear la Primavera Árabe en 2011. Sin embargo, ante la imposibilidad de continuar gobernando, el servicio secreto militar, columna vertebral del sistema y clave en la designación de altos cargos, deberá apuntar a una nueva figura.

El nuevo presidente deberá ser compatible con los políticos islamistas moderados, los nacionalistas y el Frente de Liberación Nacional. El sueño de lograr un partido fuerte de vocación religiosa, con el ejemplo turco, podría brindarle oportunidad a los islamistas moderados para llegar al poder. La exclusión de éstos en la política podría fomentar la radicalización, algo que están esperando con ansias los yihadistas.

Argelia se enfrenta a nuevos cambios en un ambiente de terrorismo difuso y cambiante. Las redes yihadistas en África (MUYO en Malí, Al Shabab en Somalia y Boko Haram en Nigeria como ejemplos) buscan extenderse en el continente y para ello esperan la oportunidad en países que no ofrezcan estabilidad. Argelia, por su importancia territorial y estratégica, no debería convertirse en uno.

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