En Argelia se acerca
un cambio de autoridades. Toda modificación supone oportunidades y más en un
país con gran fortaleza e influencia en el norte de África. Los islamistas se
relamen ante la posibilidad de que el presidente Bouteflika deje el poder en el
corto plazo. Por un lado, los políticos buscarán recuperar la fuerza que su
alianza mayoritaria, Argelia Verde, perdió en las legislativas de 2012. Por
otro, los yihadistas, especialistas en tomar lugar en Estados débiles,
esperarán el caos político para sacar provecho.
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En
las últimas horas, el presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, retornó a su
país desde Francia, en donde estuvo seis meses internado. El mandatario de 76
años sufrió un accidente cerebral a fines de abril y fue trasladado a un
hospital en Paris. Tras concluir un período de descanso y rehabilitación y
siendo un secreto su verdadero estado de salud, el presidente volvió a casa,
aunque todavía no está claro cuando retornará a las actividades. Su última
aparición en público fue a mediados del mes pasado, cuando se lo vio muy
debilitado junto al primer ministro y el jefe de las Fuerzas Armadas.
Luego
de una década en la que se redujo la violencia interna y se mejoró la situación
económica, Argelia vuelve a enfrentar desafíos y reivindicaciones de su
población. El estado de recesión de sus clientes y los problemas estructurales
que le impiden poder realizar reformas para fomentar la inversión, complican la
economía de este gigante. Además, el gobernante Frente de Liberación Nacional,
el cual revalidó el poder en los comicios legislativos de 2012, es acusado de
querer imponer silencio para sortear posibles protestas sociales.
Bouteflika
llegó al poder en 1999 tras la dimisión del general Liamine Zerval. Con el
apoyo del ejército y tras la retirada de los seis candidatos, que lo acusaban
fraude electoral, comenzó su primera administración. El mandatario, que inició
su carrera política como ministro de Exteriores en 1963, pertenece a una generación
de dirigentes que están al frente del país desde la independencia. Bouteflika fue
reelecto en 2004 y luego en 2009, tras eliminar de la Constitución el límite de
dos mandatos.
El
veterano presidente se preparaba para luchar por un nuevo mandato en los
comicios previstos para abril de 2014, sin embargo los problemas de salud se lo
impiden. La oposición, expectante, pidió medidas extremas tras los rumores
alarmistas sobre el mandatario. El islamista Movimiento para la Sociedad y la
Paz solicitó elecciones anticipadas, previstas en el artículo 88 de la Carta
Magna.
El yihadismo y la amenaza constante
Argelia,
el país más poblado y con más peso económico del norte de África, sufrió en
enero el secuestro de extranjeros en las instalaciones de la planta de gas de
In Amenas, que dejó un saldo de 40 personas muertas, de las cuales la mayoría
eran rehenes extranjeros. El grupo Firmantes del Batallón de Sangre, liderado
por Mojtar Belmojtar, se adjudicó la violenta toma de rehenes como respuesta a
las operaciones de occidente en Mali. Belmojtar, combatiente marginado de Al
Qaeda, es apodado “Mister Malboro” por
sus implicaciones en el tráfico transfronterizo.
Belmojtar
fue el fundador del Grupo Islámico Armado, agrupación que combatió al ejército
argelino tras la anulación de las elecciones que los islamistas ganaron en los noventa. Vinculado a los ataques en el metro de Paris en los noventa, su objetivo
actual es desestabilizar el país. La toma de rehenes en las plantas de gas hace
perder atracción al territorio por el riesgo terrorista. En este sentido, la
British Petroleum comunicó la postergación de sus proyectos por razones de
seguridad.
Los
islamistas sufrieron en 1992 un golpe de Estado por parte de los militares para
impedir que el Frente Islámico de Salvación llegue al poder. Hasta ese año, el
Frente de Liberación Nacional había
dominado la escena política al estilo del sistema soviético de partido único.
La lucha contra Francia (1954-1962) en la época de la descolonización
fortaleció al movimiento nacionalistas que junto a la cúpula militar gobernó
durante décadas.
Tras
el golpe de Estado de 1992 se desató una guerra civil hasta 1998 en la cual
murieron aproximadamente 150.000 habitantes. Los islamistas intentaron
conquistar con las armas lo que le fue arrebatado en las urnas. Durante el
conflicto, el ejército realizó una lucha antiterrorista, lo cual fue bendecido
por occidente a través de la colaboración de Washington. Luego de un gobierno
de transición, Bouteflika asumió como presidente e inició una política de
reconciliación nacional, concediendo amnistías e intentando la pacificación del
país. Actualmente nos acercamos al fin de la era Bouteflika, una figura civil
que el ejército colocó en el gobierno en un momento difícil para el país. Sin
mayores sobresaltos, el mandatario logró gobernar Argelia e incluso sortear la
Primavera Árabe en 2011. Sin embargo, ante la imposibilidad de continuar
gobernando, el servicio secreto militar, columna vertebral del sistema y clave
en la designación de altos cargos, deberá apuntar a una nueva figura.
El
nuevo presidente deberá ser compatible con los políticos islamistas moderados,
los nacionalistas y el Frente de Liberación Nacional. El sueño de lograr un
partido fuerte de vocación religiosa, con el ejemplo turco, podría brindarle
oportunidad a los islamistas moderados para llegar al poder. La exclusión de éstos
en la política podría fomentar la radicalización, algo que están esperando con
ansias los yihadistas.
Argelia se enfrenta a nuevos
cambios en un ambiente de terrorismo difuso y cambiante. Las redes yihadistas
en África (MUYO en Malí, Al Shabab en Somalia y Boko Haram en Nigeria como
ejemplos) buscan extenderse en el continente y para ello esperan la oportunidad
en países que no ofrezcan estabilidad. Argelia, por su importancia territorial
y estratégica, no debería convertirse en uno.
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