Croacia se convirtió
este lunes en el 28° país de la Unión Europea. Superó un verdadero proceso
riguroso y será un actor importante en la integración comunitaria de sus
vecinos. Es fundamental que la reconciliación europea con los países balcánicos,
devastados por las guerras de los noventa, se de en el marco de la institución
continental. Croacia es un ejemplo para sus vecinos, que deberán trabajar mucho
para lograr la adhesión.
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En
una celebración multitudinaria en Zagreb, el presidente de la Unión Europea,
José Manuel Barroso, dio la bienvenida a Croacia apuntando a su plena
democracia. El presidente del país, Ivo Josipovic, recibió alrededor de 200
invitados internacionales en la sede del gobierno. Durante la ceremonia, el
primer ministro Zoran Milanovic tendió la mano a los vecinos para integrarse
junto a ellos a la institución continental. En Estrasburgo, la Eurocámara recibió
a los diputados croatas, celebrando que el país retorne a la cultura y valores
europeos.
Croacia
se encuentra inmersa en una crisis económica, en recesión desde 2009 y posee una tasa de desempleo de 20%. La indiferencia de la ciudadanía con respecto al ingreso se
debe a que el croata está preocupado por adquirir un trabajo. Además, el arduo
proceso de integración conllevó a cierto desencantamiento. Hace 8 años el 80%
de la población quería que la nación ingrese, hoy el número se redujo al 61%. El
referéndum de adhesión, celebrado en enero de 2012, convocó al 43% del
electorado. Considerando la participación, sólo un 29% de la población con
derecho a voto optó a favor del ingreso. Sumado a esto, en abril la
convocatoria para elegir representantes para el parlamento europeo fue la
segunda más baja de la Unión Europea.
El
gobierno del Partido Social Demócrata espera que la adhesión fomente la
inversión extranjera que el país necesita para consolidar su desarrollo
industrial. De un tamaño similar a Costa Rica, Croacia es un destino turístico
popular entre los europeos. Sin embargo parte de la opinión pública está
preocupada por el ingreso a una Unión Europea en crisis. Si bien hasta dentro
de dos años Croacia no se incorporará al Espacio Shengen, ya se habla de un
éxodo de trabajadores. Estas opiniones han incrementado el número de
nacionalistas y euroescépticos.
Diez
años pasaron desde el pedido de ingreso a la Unión Europea. Durante ese tiempo,
Croacia realizó difíciles reformas de todo tipo, pero contó con la ventaja de
una economía fuerte. Además se benefició de la alianza que mantiene con
Alemania – líder continental - por cuestiones económicas y geopolíticas. La reestructuración a todo nivel conllevó por
ejemplo a realizar cambios en los astilleros, que subsistían por subsidios
gubernamentales. Otro aspecto que se debió solucionar fue un litigio bancario
entre Croacia y Eslovenia. Igualmente a pesar de las reformas, Zagreb debe
continuar luchando contra la falta de transparencia. Cabe destacar que a fines
del año pasado, la justicia condenó a diez años de prisión al ex primer
ministro Ivo Sanader.
La salvación para toda una región
Croacia
formó parte de la Yugoslavia socialista que lideró Josip Broz Tito, de la que
una minoría siente nostalgia. Tito dirigió al país durante 35 años hasta su
muerte en 1980. A
comienzos de los noventa, Yugoslavia se desmembró y resurgieron los conflictos
interétnicos. A partir de allí Zagreb fue escenario de la Guerra de los
Balcanes. Franco Tudjman, presidente nacionalista y padre de la patria,
proclamó la independencia, lo que derivó en meses de conflicto con un saldo de
20.000 muertos y 600.000 refugiados.
Los
serbios locales deseaban seguir en Yugoslavia y con el apoyo del Ejército
Popular Yugoslavo formaron la República Serbia de Krajina, conquistando un 30%
del territorio del país. Esta situación duró hasta 1995 cuando el ejército
croata logró el control sobre el grueso del territorio. Desde esa época, este
país de 4.3 millones de habitantes – de mayoría católica – fue liderado
alternadamente por dos grandes partidos, el Social Demócrata de centro
izquierda y la Unión Democrática Croata de centro derecha.
Croacia
es el segundo Estado de la ex Yugoslavia – tras Eslovenia - en culminar con
éxito su proceso de adhesión a la Unión Europea. El resto de las ex repúblicas
socialistas, participantes de conflictos bélicos en los noventa, buscan seguir
sus pasos. Montenegro, por ejemplo, comenzó negociaciones en 2012. Otros países
que quieren continuar el mismo camino son Macedonia y Serbia, este último
señalado por la opinión pública por las masacres cometidas durante los
conflictos. Bosnia, Kosovo y Albania todavía necesitan muchos cambios para
poder aspirar a la adhesión. Estas naciones poseen problemas estructurales,
tanto políticos, económicos y de seguridad. La Unión Europea aprendió de la
experiencia de integración rápida de Bulgaria y Rumania y no está dispuesta a
repetir el error. Por lo tanto si bien Croacia marcó el camino, la próxima
adhesión no se prevé hasta 2020.
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