martes, 9 de julio de 2013

El retroceso de Egipto

Hoy en Egipto son todas preguntas. Golpe de Estado o levantamiento popular, alianza democrática o retorno al pasado, segunda revolución o un volver a empezar. La intervención militar y la masacre contra los manifestantes islamistas hacen temblar a toda la zona, por la dimensión demográfica y la importancia geoestratégica del país. La poca paciencia de la oposición y el poco respeto a las minorías del gobierno de Mohamed Morsi dejaron el campo abierto al ejército.
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Este lunes en El Cairo, 53 partidarios de Morsi murieron a tiros por parte del ejército. Según las fuerzas de seguridad, lideradas por Abdel Fatah Al Sisi, los manifestantes marchaban hacia el cuartel de la Guardia Republicana. Ante el ataque a sus simpatizantes, los Hermanos Musulmanes llamaron a la población a rebelarse hasta que el presidente Morsi no sea reintegrado en su cargo. Los líderes del grupo permanecen acampando en las inmediaciones de la mezquita Raba el Adamya, junto a simpatizantes del grupo Gama Islamiya.

Mientras la fiscalía ordenó el cierre del Partido Libertad y Justicia (brazo político de la hermandad) por haber encontrado armas blancas y de fuego, sus líderes buscan ayuda en la comunidad internacional. Solicitan al exterior posicionarse a favor de Morsi y negar un gobierno interino. Sin embargo el golpe de Estado fue celebrado por aquellos que fueron afectados por la primavera árabe, como Siria y Arabia Saudita. La diplomacia estadounidense y europea mira para otro lado, manifestando preocupación pero sin comprometerse.

El presidente interino, Adli Mansur, suspendió la Constitución de corte islámico. El favorito de los golpistas para tomar el poder es Mohamed El Baradei, ganador del Premio Nobel de la Paz y ex director de la Agencia Internacional para la Energía Atómica. Mansur también propuso al abogado Ziad Baha El Din, fundador del Partido Social Demócrata. Las autoridades, que cuentan con la protección de los generales, buscan imponer una nueva Constitución, Parlamento y presidente. Intentarán armar un gobierno de tecnócratas basados en una hoja de ruta del ejército.

En la Plaza Tahrir miles de personas celebraron el golpe de Estado. La oposición se encuentra unida contra Morsi pero divididas con respecto a los grandes temas. El ex presidente sufrió ataques desproporcionados y la impaciencia de una oposición que no respetó los tiempos políticos. El partido salafista Nur, que respaldó el golpe para que se realicen nuevas elecciones, suspendió su apoyo por la masacre ocurrida. Los salafistas son la segunda fuerza en el país, por detrás del grupo fundado en 1928 por Hasan El Bana, los Hermanos Musulmanes.

El liberalismo y la democracia

En 2011 Hosni Mubarak fue quitado del poder por una oposición unida en contra de él. Tras un mandato militar de 16 meses, los políticos enfrentaron las elecciones, las cuales se definieron en segunda vuelta. Morsi superó por la mínima al ex primer ministro de Mubarak, Ahmed Shafik. Los resultados de los comicios dejaron a parte de la población insatisfecha, los cuales acusaron a los Hermanos Musulmanes de robarles la revolución. 

Morsi cometió varios errores durante el año que lideró al país. Sin embargo la situación no era fácil, tuvo que enfrentar la crisis económica, el desabastecimiento, la criminalidad, la pobreza, la inflación y el desempleo. La pasividad con el antiguo régimen, principalmente en lo que respecta a la judicatura y las fuerzas de seguridad, es uno de los reproches hacia su persona. Imponer su agenda islámica lo llevó a no respetar a las minorías y cometer errores en las designaciones para los cargos. De esa manera Morsi fue quedando cada vez más aislado y tras las manifestaciones populares, sufrió la renuncia de cinco ministros.  
El frágil equilibrio político fue constante desde la caída de Mubarak. La división entre los islamistas y opositores se acrecentó, iniciándose una batalla ideológica entre moderados y radicales. La oposición deberá reconocer la legitimidad de los islamistas, los cuales ganaron los comicios y seguramente lo volverán a hacer, ya que las dos principales fuerzas son los Hermanos Musulmanes y los salafistas.

Egipto, un país de 85 millones de habitantes pero con una economía débil que le impide liderar la región, posee un problema histórico con los militares, uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Tras asumir el papel salvador que terminó con la monarquía en 1952, el país fue dirigido por las fuerzas de seguridad a través de Nasser, Sadat y posteriormente Mubarak. Morsi nunca fue capaz de dominar este actor que se encuentra dedicado a mantener la estabilidad del país y garantizar la paz con Israel.

Los nuevos movimientos en Egipto buscan desactivar los efectos de la primavera árabe. Queda claro que la democracia es imposible con un ejército tan protagonista en la vida política de una nación. El presidente Morsi no estuvo tan apegado a la libertad, principalmente por la violencia política y el poco respeto a las minorías, sin embargo fue electo en las urnas y eso debió ser respetado. 

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