Diez años después de la invasión
estadounidense a Irak, la nación asiática continúa buscando su rumbo. La
instauración de un nuevo sistema político y la redacción de una Constitución no
le devolvieron la normalidad al país. El texto aprobado en 2005, tras un
gobierno provisional, perpetuó la inestabilidad al presentar contenidos
ambiguos. Durante años, la violencia sectaria mantuvo a Irak al borde de una
guerra civil. Se considera que actualmente el país vive la peor crisis desde la
caída de Sadam Hussein o incluso desde la constitución del
Estado en 1921. Los chiítas del Partido Islámico Dawa gobiernan
desde 2003, con la oposición de kurdos, molestos porque no se contemplan sus
peticiones, y sunníes, algunos de los cuales apostaron por la violencia. Cabe
destacar que la comunidad sunní fue beneficiada durante la era Hussein pero
luego fueron desalojados del poder tras la invasión norteamericana.
Las elecciones de marzo de 2010 parecían traer
un poco de calma al país, sin embargo el ajustado recuento entre el partido de
Nuri Al Maliki y la alianza Al Iraqiya encabezada por Ayad Alaui, mantiene
hasta hoy en día una división política. Al Maliki, venido a primer ministro
tras tener el apoyo de los sectores chiíes (mayoría en el país), se impuso
sobre Alaui, a quien acusaban de mantener afinidades con el partido Baaz,
liderado en su momento por Sadam Hussein. Tal fue la complicación que el
gobierno asumió nueve meses después, una demora de tiempo récord.
En materia política se observa un triángulo de
poder: chiíes, que son dos
tercios de la población y tienen como líder al primer ministro Al Maliki, suníes,
quienes dominan diversas provincias y se agrupan en la alianza Al Iraqiya, y
kurdos, claves para lograr la estabilidad. Estas tres fuerzas
deberán ajustar el acuerdo nacional para dar fin a la violencia en Irak.
Los kurdos, tranquilos en una Irak federal y
consolidados en el norte, retiraron en marzo de este año sus ministros y
parlamentarios. La tensión es constante entre Bagdad y el ejecutivo autónomo
del Kurdistán iraqui que tiene a Masud Barzani como líder. Su forma
de expresar el rechazo al gobierno es distinta a utilizada por los sunníes. La
opción de los kurdos fue boicotear las reuniones del gobierno de unidad
nacional del líder chií Al Maliki.
La alianza Al Iraqiya, que apoya las
manifestaciones realizadas por la población en las provincias sunníes, impulsó
la dimisión de sus ministros de finanzas y agricultura. La decisión supuso una
retirada del gobierno de este grupo liderado por Ayad Alaui. La
comunidad sunní está descontenta por su marginación y enfurecidos por las
políticas de exclusión social. Las quejas radican en que la administración ha
hecho oídos sordos a sus pedidos de liberación de presos, leyes antiterroristas
y empleo, entre otros asuntos. Debido a esto los extremistas instauraron el
terror en la nación y desde principios de año los atentados perpetuados por los
insurgentes sunníes cercanos a Al Qaeda buscan desequilibrar al gobierno.
El crecimiento de la violencia en los
últimos tiempos
El terrorismo en Irak aumentó desde la
retirada de las tropas norteamericanas en diciembre de 2011. Esto se debe a que
el proceso político, supervisado por occidente, se construyó sobre bases
erróneas. La instauración de la separación de poderes y una nueva Constitución
no derivó tan fácilmente en una democracia. Los líderes tampoco se han mostrado
como los responsables adecuados para dirigir los asuntos de Irak en la
situación actual. La población continúa manifestándose para expresar que sus
vidas, incluso luego de la caída de Sadam Hussein, no han prosperado. La
situación económica, el acceso a los servicios básicos y las relaciones
sociales continúan en la misma senda.
El mes de abril de 2013 fue el más sangriento
desde 2008. Según las Naciones Unidas, la escalada de violencia se
cobró 700 personas. La oposición al primer ministro exigía su caída y un cambio
de rumbo. La división constante del país podría derivar en la división de Irak.
Seguramente las elecciones generales de 2014 serán fundamentales para el
futuro. El conflicto civil local también dependerá de lo que suceda en el país
vecino Siria, principalmente por la guerra civil entre Bachar Al Asad y la
oposición. También influirá la posición del gobierno de Irán, el cual
respaldó el acuerdo de 2010 para la integración y estabilización del país.
Tanto las milicias como los grupos armados
aprovechan de las carencias y dificultades de los cuerpos de seguridad
para atentar contra figuras políticas del país. Los actos de violencia salpican
a diario la vida del ciudadano común de este país del suroeste de Asia. La
parálisis política e institucional de Irak se cobra cada día más victimas en
todos los puntos del país, incluida la capital Bagdad. Las ciudades
con mayoría chií sufren una oleada de atentados en el último tiempo de los
cuales muchos se adjudica la red Al Qaeda. El futuro de Irak sigue siendo
incierto, como ocurre en muchos conflictos del siglo XXI se conoce el inicio de
la guerra pero no su final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario