miércoles, 4 de septiembre de 2013

La interminable Guerra en Irak

Diez años después de la invasión estadounidense a Irak, la nación asiática continúa buscando su rumbo. La instauración de un nuevo sistema político y la redacción de una Constitución no le devolvieron la normalidad al país. El texto aprobado en 2005, tras un gobierno provisional, perpetuó la inestabilidad al presentar contenidos ambiguos. Durante años, la violencia sectaria mantuvo a Irak al borde de una guerra civil. Se considera que actualmente el país vive la peor crisis desde la caída de Sadam Hussein o incluso desde la constitución del Estado en 1921. Los chiítas del Partido Islámico Dawa gobiernan desde 2003, con la oposición de kurdos, molestos porque no se contemplan sus peticiones, y sunníes, algunos de los cuales apostaron por la violencia. Cabe destacar que la comunidad sunní fue beneficiada durante la era Hussein pero luego fueron desalojados del poder tras la invasión norteamericana.

Las elecciones de marzo de 2010 parecían traer un poco de calma al país, sin embargo el ajustado recuento entre el partido de Nuri Al Maliki y la alianza Al Iraqiya encabezada por Ayad Alaui, mantiene hasta hoy en día una división política. Al Maliki, venido a primer ministro tras tener el apoyo de los sectores chiíes (mayoría en el país), se impuso sobre Alaui, a quien acusaban de mantener afinidades con el partido Baaz, liderado en su momento por Sadam Hussein. Tal fue la complicación que el gobierno asumió nueve meses después, una demora de tiempo récord.

En materia política se observa un triángulo de poder: chiíes, que son dos tercios de la población y tienen como líder al primer ministro Al Maliki, suníes, quienes dominan diversas provincias y se agrupan en la alianza Al Iraqiya, y  kurdos, claves para lograr la estabilidad. Estas tres fuerzas deberán ajustar el acuerdo nacional para dar fin a la violencia en Irak.  

Los kurdos, tranquilos en una Irak federal y consolidados en el norte, retiraron en marzo de este año sus ministros y parlamentarios. La tensión es constante entre Bagdad y el ejecutivo autónomo del Kurdistán iraqui que tiene a Masud Barzani como líder. Su forma de expresar el rechazo al gobierno es distinta a utilizada por los sunníes. La opción de los kurdos fue boicotear las reuniones del gobierno de unidad nacional del líder chií Al Maliki.

La alianza Al Iraqiya, que apoya las manifestaciones realizadas por la población en las provincias sunníes, impulsó la dimisión de sus ministros de finanzas y agricultura. La decisión supuso una retirada del gobierno de este grupo liderado por Ayad Alaui.  La comunidad sunní está descontenta por su marginación y enfurecidos por las políticas de exclusión social. Las quejas radican en que la administración ha hecho oídos sordos a sus pedidos de liberación de presos, leyes antiterroristas y empleo, entre otros asuntos. Debido a esto los extremistas instauraron el terror en la nación y desde principios de año los atentados perpetuados por los insurgentes sunníes cercanos a Al Qaeda buscan desequilibrar al gobierno.

El crecimiento de la violencia en los últimos tiempos

El terrorismo en Irak aumentó desde la retirada de las tropas norteamericanas en diciembre de 2011. Esto se debe a que el proceso político, supervisado por occidente, se construyó sobre bases erróneas. La instauración de la separación de poderes y una nueva Constitución no derivó tan fácilmente en una democracia. Los líderes tampoco se han mostrado como los responsables adecuados para dirigir los asuntos de Irak en la situación actual. La población continúa manifestándose para expresar que sus vidas, incluso luego de la caída de Sadam Hussein, no han prosperado. La situación económica, el acceso a los servicios básicos y las relaciones sociales continúan en la misma senda.

El mes de abril de 2013 fue el más sangriento desde 2008. Según las Naciones Unidas, la escalada de violencia se cobró 700 personas. La oposición al primer ministro exigía su caída y un cambio de rumbo. La división constante del país podría derivar en la división de Irak. Seguramente las elecciones generales de 2014 serán fundamentales para el futuro. El conflicto civil local también dependerá de lo que suceda en el país vecino Siria, principalmente por la guerra civil entre Bachar Al Asad y la oposición. También influirá la posición del gobierno de Irán, el cual respaldó el acuerdo de 2010 para la integración y estabilización del país.

Tanto las milicias como los grupos armados aprovechan de las carencias y dificultades de los cuerpos de seguridad para atentar contra figuras políticas del país. Los actos de violencia salpican a diario la vida del ciudadano común de este país del suroeste de Asia. La parálisis política e institucional de Irak se cobra cada día más victimas en todos los puntos del país, incluida la capital Bagdad. Las ciudades con mayoría chií sufren una oleada de atentados en el último tiempo de los cuales muchos se adjudica la red Al Qaeda. El futuro de Irak sigue siendo incierto, como ocurre en muchos conflictos del siglo XXI se conoce el inicio de la guerra pero no su final.   

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