sábado, 21 de septiembre de 2013

Pequeño, rico y marketinero

Catar no sólo se convirtió en un jugador clave en la geopolítica del mundo árabe sino que conquista el planeta a través del marketing deportivo. Con el monarca más joven de la península arábiga, este país con forma de papa se proyecta como un actor importante de los próximos años.
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Con tan solo 2 millones de habitantes la monarquía sunní de Catar tiene los ingresos per cápita más altos del mundo, según el Fondo Monetario Internacional. A pesar de su pequeño territorio (11.500 km2) es el mayor exportador de gas natural licuado. Hasta hace algunas décadas era uno de los países más pobres de la región, basado en la pesca y la recolección de perlas, pero gracias a la explotación de petróleo Catar comenzó su transformación y hoy es una potencia global de inversiones. Independiente del Reino Unido desde 1971 terminó con su aislamiento en los noventa y ahora intenta desprenderse de Arabia Saudita.

En 1995 cuando el jeque Hamad depuso a su padre, Catar comenzó con una modernización. Este mismo personaje fue quien meses atrás abdicó a favor de su hijo de 33 años, educado en el Reino Unido y miembro del Comité Olímpico Internacional, para realizar un cambio generacional, anticipándose a cualquier tipo de reclamos enmarcados en la Primavera Árabe. Aunque no estaban dadas las condiciones para posibles protestas contra el gobierno, población homogénea sin divisiones religiosas y con 250 mil habitantes autóctonos, el jeque astutamente se anticipó.

Catar fue el principal proveedor financiero de las revueltas árabes incluso con el envío de armas y con un pragmatismo fascinante. Fue clave en las operaciones de ataque a Libia, apoyó al gobierno de Mohammed Morsi y es promotor de los rebeldes en Siria. En este sentido Catar demostró distinto enfoque y percepciones que Arabia Saudita, monarquía que fue temerosa de los cambios que se suscitaron en el mundo árabe. En política exterior, Catar posee buenas relaciones con Estados Unidos (la mayor base militar norteamericana en la zona) y lazos cordiales con Irán, con quien comparte el mayor yacimiento de gas natural.

El crecimiento no es sólo diplomático

Los intentos de mediar en conflictos como el de Palestina, Sudán, Yemen o con los talibanes  afganos han colocado a Catar en un lugar importante a nivel diplomático. Sin embargo la movida marketinera no sólo se limita al mundo político estratégico sino que abarca medios de comunicación, fundaciones, eventos deportivos y una línea aérea de bandera nacional. De esta manera Catar se prepara para cuando las reservas de gas se acaben e intenta cambiar una imagen salpicada por las acusaciones de malos tratos a los trabajadores extranjeros y la falta de libertad de expresión.

Las relaciones entre Qatar Foundation y el club español Barcelona catapultaron a una entidad encargada de las reformas educativas y sociales del pequeño país. La fundación de la esposa del exmonarca, Sheij Moza, provee 30 millones de euros al año al equipo de fútbol. Los contactos con el deporte rey no quedan solo ahí, la compra de equipos de fútbol (PSG y Málaga) y el nombramiento como sede del Mundial FIFA 2022, más allá del polémico debate de la compra de votos, colocan a Catar en la mira de todo el planeta deportivo y le posibilitará seguir creciendo en infraestructura, principalmente autopistas y aeropuertos.

Al Jazeera, fundada en 1996 con financiación del gobierno, y la aerolínea Qatar Airways son otros dos grandes embajadores cataríes en el mundo. La cadena televisiva permite formar opinión a lo largo y ancho del mundo árabe e incluso ahora en Norteamérica con su desembarco en Estados Unidos. Con sus corresponsalías, el medio logró prestigio y convertirse en una referencia a nivel global. Mientras que la aerolínea, nombrada como la mejor del año en 2011 y 2012, opera en alrededor de 150 países.

La fusión de Occidente y Oriente que se aprecia en Catar le permite al país gozar de prestigio internacional. Las tradiciones culturales arcaicas se juntan con la tecnología de último modelo. La formación de alianzas y la diversificación de la economía son claves para una nación que busca el equilibrio geopolítico árabe mientras intenta despegarse de Arabia Saudita. Manteniendo una neutralidad en algunos casos y tomando posición en otras, la dinastía Al Thani continúa al frente del país  buscando convertirse en pieza clave a nivel mundial.

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