sábado, 7 de septiembre de 2013

La transformación del sistema internacional

La guerra civil en Siria y la posible intervención de Estados Unidos genera nuevamente la pregunta de si estamos frente a un mundo multipolar. ¿En las decisiones que se toman con respecto a los conflictos geopolíticos, podemos observar esa supuesta decadencia del poder norteamericano y el ascenso de potencias emergentes? Sin avances en la reforma de las Naciones Unidas, el pasaje de la bipolaridad del siglo XX a la multi polaridad del siglo XXI no es completo.
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Hace diez años atrás el gobierno de George Bush se embarcaba en la Guerra de Irak. Con el apoyo del primer ministro británico Tony Blair pero sin el aval de Naciones Unidas, Estados Unidos fue en búsqueda de las armas de destrucción masiva que nunca tuvo Saddam Hussein. Eran otros tiempos, sin crisis económicas y con un sistema unipolar consolidado, dominado por Washington y apoyado por Londres. La historia es conocida, hoy tenemos una Irak sumida en la violencia, sin rumbo cierto.

Diez años después, el régimen de Bashar Al Assad en Siria utilizó gas sarín (aún no está comprobado sino fue utilizado por los rebeldes de Al Qaeda), traspasando la línea roja que el Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, había establecido. En estos días la comunidad internacional discute cuáles son las acciones que tomarán. Descartando iniciativas bélicas como la de Irak o Afganistán, el mandatario norteamericano busca apoyos para una acción limitada. Aquí radica la primera diferencia con respecto al sistema unipolar de las últimas décadas, Estados Unidos no se embarcará en una aventura de estas sin apoyo internacional.

En la reunión del G-20, foro de cooperación sobre temas relacionados con el sistema internacional financiero, el asunto de Siria fue inevitable. Allí, Obama obtuvo el apoyo de sus aliados que en materia de política exterior tienden a apegarse al rumbo norteamericano. Washington contó con el respaldo de los países de la Unión Europea: Francia, España, Italia, Alemania y el Reino Unido, organismo que no muestra avances en lo que refiere a una política exterior común independiente. La canciller de Alemania, Angela Merkel, fue la única que demoró su apoyo, pero finalmente se sumó a la declaración presentada en San Petesburgo. Además, Estados Unidos recibió el aval de históricos aliados como Japón, Corea del Sur y Australia. Turquía y Arabia Saudita, países deseosos de desbancar a los aliados de los chiítas iraníes en la región, fueron las otras naciones que se unieron a Estados Unidos. 

¿Y el resto dónde están?

Rusia es un aliado histórico del régimen sirio. Actualmente le provee armas y lidera la lucha diplomática en contra de un posible ataque de Estados Unidos. En estos días Putin se mostró contrario a un ataque y no brindará su apoyo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Por su asiento permanente y el poder de veto, Rusia tiene un poder de decisión importante en el sistema internacional actual. Es por ello que como segunda consideración decimos que la bipolaridad del siglo pasado EEUU-URSS, hoy se convierte en Washington y sus aliados europeos - Moscú.

China, potencia por excelencia en el siglo XXI, siempre mantiene una política de no interferencia en los asuntos internos de otras naciones. Por supuesto por un tema de conveniencia, para ellos es mejor que nadie opine sobre lo que hace la dictadura liderada por Xi Jinping. Pekín teje sus alianzas económicas con diversos mandatarios de todos lados del mundo pero evitando entrometerse en conflictos como el de Siria. La silenciosa conquista China es a través de inversiones y comercio. La tercer consideración que surge de este análisis es si Pekín (uno de los cinco permanentes en el Consejo de Seguridad de ONU) se aleja y evita entrometerse, estamos nuevamente ante una bipolaridad.

¿Cuál es la posición del resto de las naciones de este mundo multipolar? ¿Qué han dicho sobre la guerra civil de Siria la Unasur, BRICS, MIST, Unión Africana y Liga Árabe?

Brasil, potencia regional sudamericana, intenta liderar una región pero no la tiene fácil. Los países del pacífico miran hacia otro lado, pensando más en lo económico que en lo político. Igualmente la Unasur emitió una declaración apelado a la solución pacífica de controversias. Por su parte tanto el gobierno de Brasilia como el Argentina no apoyaron en el G-20 la postura norteamericana. India, otro miembro de los BRICS, e Indonesia, país con más musulmanes en el mundo, expresaron también su rechazo. Sin embargo ¿cuál es el peso de sus declaraciones?

En África hay demasiados problemas como para pensar en un sistema internacional más justo. Bastante injusta ha sido la historia con el continente negro. La multiplicidad de países dificulta la emergencia de un país líder como lo pudo ser en su momento Egipto, hoy destrozado, o en la actualidad Sudáfrica. Cabe destacar que el gobierno del país de Nelson Mandela pregona el diálogo en Siria. En el mundo musulmán, la lucha entre sunníes y chiíes se mantiente y toman posición con respecto a los distintos conflictos que surgen. Irán, Irak y grupos como Hezbola o Hamas enfrentados contra Turquía, Arabia Saudita y Catar.

Como conclusión, si bien podemos observar la emergencia de potencias regionales u organismos con mayor poder político, mientras que no exista una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU que refleje el sistema internacional actual y no la realidad del siglo pasado, lejos estamos de un mundo multipolar en lo práctico. A la hora de la toma de decisiones en este tipo de situaciones, poco importan los términos de Goldman Sachs y los estudios académicos. Hoy en día lo fundamental sigue siendo la importancia militar estratégica y geopolítica de los países. Las Naciones Unidas estancada en la historia pocas soluciones puede ofrecer.

   

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