La guerra civil en
Siria y la posible intervención de Estados Unidos genera nuevamente la pregunta
de si estamos frente a un mundo multipolar. ¿En las decisiones que se toman con
respecto a los conflictos geopolíticos, podemos observar esa supuesta decadencia
del poder norteamericano y el ascenso de potencias emergentes? Sin avances en
la reforma de las Naciones Unidas, el pasaje de la bipolaridad del siglo XX a
la multi polaridad del siglo XXI no es completo.
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Hace
diez años atrás el gobierno de George Bush se embarcaba en la Guerra de Irak.
Con el apoyo del primer ministro británico Tony Blair pero sin el aval de
Naciones Unidas, Estados Unidos fue en búsqueda de las armas de destrucción
masiva que nunca tuvo Saddam Hussein. Eran otros tiempos, sin crisis económicas
y con un sistema unipolar consolidado, dominado por Washington y apoyado por
Londres. La historia es conocida, hoy tenemos una Irak sumida en la violencia,
sin rumbo cierto.
Diez
años después, el régimen de Bashar Al Assad en Siria utilizó gas sarín (aún no
está comprobado sino fue utilizado por los rebeldes de Al Qaeda), traspasando
la línea roja que el Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, había establecido.
En estos días la comunidad internacional discute cuáles son las acciones que
tomarán. Descartando iniciativas bélicas como la de Irak o Afganistán, el
mandatario norteamericano busca apoyos para una acción limitada. Aquí radica la
primera diferencia con respecto al sistema
unipolar de las últimas décadas, Estados Unidos no se embarcará en una aventura
de estas sin apoyo internacional.
En
la reunión del G-20, foro de cooperación sobre temas relacionados con el
sistema internacional financiero, el asunto de Siria fue inevitable. Allí,
Obama obtuvo el apoyo de sus aliados que en materia de política exterior
tienden a apegarse al rumbo norteamericano. Washington contó con el respaldo de
los países de la Unión Europea: Francia, España, Italia, Alemania y el Reino
Unido, organismo que no muestra avances en lo que refiere a una política
exterior común independiente. La canciller de Alemania, Angela Merkel, fue la
única que demoró su apoyo, pero finalmente se sumó a la declaración presentada
en San Petesburgo. Además, Estados Unidos recibió el aval de históricos aliados
como Japón, Corea del Sur y Australia. Turquía y Arabia Saudita, países
deseosos de desbancar a los aliados de los chiítas iraníes en la región, fueron
las otras naciones que se unieron a Estados Unidos.
¿Y el
resto dónde están?
Rusia
es un aliado histórico del régimen sirio. Actualmente le provee armas y lidera
la lucha diplomática en contra de un posible ataque de Estados Unidos. En estos
días Putin se mostró contrario a un ataque y no brindará su apoyo en el Consejo
de Seguridad de Naciones Unidas. Por su asiento permanente y el poder de veto, Rusia
tiene un poder de decisión importante en el sistema internacional actual. Es
por ello que como segunda
consideración decimos que la bipolaridad del siglo pasado EEUU-URSS, hoy se
convierte en Washington y sus aliados europeos - Moscú.
China,
potencia por excelencia en el siglo XXI, siempre mantiene una política de no
interferencia en los asuntos internos de otras naciones. Por supuesto por un
tema de conveniencia, para ellos es mejor que nadie opine sobre lo que hace la
dictadura liderada por Xi Jinping. Pekín teje sus alianzas económicas con
diversos mandatarios de todos lados del mundo pero evitando entrometerse en
conflictos como el de Siria. La silenciosa conquista China es a través de
inversiones y comercio. La tercer
consideración que surge de este análisis es si Pekín (uno de los cinco
permanentes en el Consejo de Seguridad de ONU) se aleja y evita entrometerse,
estamos nuevamente ante una bipolaridad.
¿Cuál es la posición
del resto de las naciones de este mundo multipolar? ¿Qué han dicho sobre la
guerra civil de Siria la Unasur, BRICS, MIST, Unión Africana y Liga Árabe?
Brasil,
potencia regional sudamericana, intenta liderar una región pero no la tiene
fácil. Los países del pacífico miran hacia otro lado, pensando más en lo
económico que en lo político. Igualmente la Unasur emitió una declaración
apelado a la solución pacífica de controversias. Por su parte tanto el gobierno
de Brasilia como el Argentina no apoyaron en el G-20 la postura norteamericana.
India, otro miembro de los BRICS, e Indonesia, país con más musulmanes en el
mundo, expresaron también su rechazo. Sin embargo ¿cuál es el peso de sus
declaraciones?
En
África hay demasiados problemas como para pensar en un sistema internacional
más justo. Bastante injusta ha sido la historia con el continente negro. La
multiplicidad de países dificulta la emergencia de un país líder como lo pudo
ser en su momento Egipto, hoy destrozado, o en la actualidad Sudáfrica. Cabe
destacar que el gobierno del país de Nelson Mandela pregona el diálogo en
Siria. En el mundo musulmán, la lucha entre sunníes y chiíes se mantiente y
toman posición con respecto a los distintos conflictos que surgen. Irán, Irak y
grupos como Hezbola o Hamas enfrentados contra Turquía, Arabia Saudita y Catar.
Como
conclusión, si bien podemos observar la emergencia de potencias regionales u
organismos con mayor poder político, mientras que no exista una reforma del
Consejo de Seguridad de la ONU que refleje el sistema internacional actual y no
la realidad del siglo pasado, lejos estamos de un mundo multipolar en lo
práctico. A la hora de la toma de decisiones en este tipo de situaciones, poco
importan los términos de Goldman Sachs y los estudios académicos. Hoy en día lo
fundamental sigue siendo la importancia militar estratégica y geopolítica de
los países. Las Naciones Unidas estancada en la historia pocas soluciones
puede ofrecer.
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