domingo, 4 de agosto de 2013

Túnez y su lucha contra Al Qaeda

La turbulenta transición política en esta nación del norte de África, abre espacios de inestabilidad que son aprovechados por la red terrorista líder en la actualidad. El asesinato de dirigentes opuestos a las políticas extremistas islámicas es la estrategia utilizada por Al Qaeda para hacer temblar los cimientos políticos que el partido Ennahda trata de crear. Se necesita acelerar la transición y realizar unas elecciones en el corto plazo pero solo con eso no alcanza, el ejército debe derrocar a Al Qaeda antes que sea tarde.
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En los últimos días la falange Okba Ibn Nafka, perteneciente a la red Al Qaeda, asesinó a ocho soldados de una unidad de elite. Las fuerzas de seguridad cayeron en una emboscada y terminaron degollados por los terroristas. Este hecho provocó de inmediato una serie de manifestaciones espontáneas en la sede del partido islamista moderado gobernante, Ennahda. Los partidos de la oposición y la poderosa Unión General de Trabajadores Tunecinos se unieron exigiendo la dimisión del actual primer ministro, Ali Larayed.

Acusado de ser incapaz de combatir a Al Qaeda, el mandatario llamó al diálogo y ofreció elecciones para diciembre de este año. Ali Larayed pertenece a una agrupación afín a los Hermanos Musulmanes y es quien lidera actualmente la transición. Tras condenar el ataque, hizo un llamado a la unidad nacional y puso como prioridad la lucha contra el terrorismo. A su pedido se adhirió el presidente Moncef Marzouki, perteneciente al Partido Nacionalista y parte de la coalición del gobierno. 

A principios de este año, militantes de Al Qaeda se agruparon en los montes de Chaambi, en la provincia de Kabserine al oeste del país, cerca de la frontera con Argelia. Sin embargo el asesinato de los soldados fue hasta el momento el mayor golpe terrorista desde la caída del presidente Ben Ali. Túnez se convirtió en un nuevo frente terrorista en el norte de África, tras la expulsión de los yihadistas de Mali, por la presencia del ejército francés. Los terroristas se han trasladado al sur de Libia, en donde se aprecia un gran tránsito de militantes hacia Argelia, Níger y Túnez.

En mayo fueron heridos militares por la explosión de minas antipersonales, causando que la Guardia Nacional de un paso atrás, dejando al Ejército al mando de la lucha anti terrorista. Sin embargo, el Ejército posee 27.000 hombres, mal equipados, y deberán combatir contra Al Qaeda, que posee armamento robado a las Fuerzas Armadas de Libia y Mali. Esta semana las fuerzas de seguridad respondieron de inmediato para marcar presencia con una operación a gran escala aérea y terrestre. El objetivo es no perder espacio en momentos donde el país avanza en la transición, tras designar dirigentes claves para diversos órganos.  

La transición debe acelerarse

La última crisis política se había suscitado por el asesinato del diputado de la izquierda laica, Mohamed Brahmi. El dirigente de 58 años era coordinador del Movimiento del Pueblo, crítico del gobierno y perteneciente a la coalición Frente Popular. El principal sospechoso de su muerte es Boubakeur El Hakim, el mismo que se presume mató a Chokri Belaid tiempo atrás. Frencés de origen tunecino, este hombre de 30 años es uno de los terroristas más peligroso de la zona, buscado por tráfico de armas desde Libia y posiblemente vinculado con la agrupación salafista Ansar Al Sharia.  

La inestabilidad en Túnez comenzó en diciembre de 2010 cuando un vendedor ambulante se prendió fuego dando inicio a la revolución que terminó con Ben Alí y que se extendió al resto de los países (Primavera Árabe). A partir de la caída del histórico líder se produjo una lucha entre laicos e islamistas por el poder, con la presencia sofocante de elementos extremistas. Las elecciones legislativas de 2012 las ganó Ennahda, acordando un gobierno tripartito. Sin embargo la crisis política que se sucedió tras el asesinato de Belaid hizo renunciar al primer ministro Hamadi Yabali, quien no pudo controlar la situación ni formar un gobierno de tecnócratas.

La historia se vuelve a repetir. Ali Larayed asumió con el apoyo de dos partidos laicos hasta los comicios de fin de año. El asesinato de Brahmi volcó a la gente a las calles, reclamando cambios urgentes. El ministro del Interior fue el primero en reaccionar, poniendo su cargo a disposición para calmar las aguas. Desde el extranjero se pide paciencia tras los asesinatos que suponen un golpe a la democracia. La inestabilidad en la nación es un peligro para Túnez y para las potencias occidentales debido a un posible crecimiento de Al Qaeda en la zona.


Los políticos tunecinos se encuentran en el último tramo para redactar la nueva Constitución, la que se estima estará lista en octubre. Túnez necesita salir rápidamente de la transición, asegurándose un gobierno fuerte para combatir y rodear al grupo terrorista. Los islamistas moderados de Ennahda están siendo cuestionados por la población, tras el aumento de divisiones, el caos, los problemas para reactivar la economía y la dificultad para frenar a los salafistas. Además, la oposición recibió un fuerte espaldarazo con lo sucedido en los últimos días en Egipto por la caída del gobierno islamista. La ansiedad está minando muchos logros de la Primavera Árabe, Túnez deberá tener cuidado. 

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