El 24 de febrero se acordó, por parte de 11 países africanos, estabilizar la zona este del país.
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Auspiciado por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), los líderes africanos firmaron en
Adis Abeba, Etiopía, una posible
solución para el eterno conflicto en la República Democrática del Congo. Los
nueve países vecinos – Angola, Burundi, República Centroamericana, Congo
Brazzaville, Sudán del Sur, Tanzania, Ruanda, Uganda, Zamba -, Mozambique y
Sudáfrica se comprometieron a no colaborar con ningún grupo rebelde de la
región. El acuerdo, también apoyado por la Unión Africana (UA), no contó con la
presencia de los beligerantes.
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La participación de los
países vecinos en el conflicto local complicó durante años la resolución del
mismo y generó un incremento de la inestabilidad. Es por ello que el Secretario
General de la ONU, Ban Ki-Moon, calificó de histórico al acuerdo alcanzado en
estos días. Los países firmantes decidieron no intervenir en los problemas de
sus vecinos. La principal preocupación de la comunidad internacional provenía
de la frontera del este, en los límites de Ruanda, Uganda y Burundi, por donde
cruzan hombres y armas. Ruanda es acusado de financiar a grupos armados, el más
conocido es el denominado M23. El pacto
alcanzado abre la puerta a la intervención de la brigada de las Naciones
Unidas. MONUSCO, la misión creada hace 14 años, no tuvo medios ni mandatos para
intervenir directamente en los conflictos, limitándose a la protección de
civiles y al apoyo para la estabilidad de Kinshasa.
La República
Democrática del Congo cuenta con 80 millones de habitantes y posee riquezas
naturales: diamantes, oro y minerales. El gobierno democráticamente electo en
2006 no logró estabilizar la situación política. El país del presidente Joseph
Kabila se encuentra inmerso en una violación constante de los Derechos Humanos
por parte del ejército y grupos armados. Las naciones vecinas poseen intereses
para beneficiarse de la explotación de sus recursos. En ese sentido han apoyado
a grupos fuertes de la zona que no fueron invitados a la mesa de negociación.
El M23, una fuerza organizada con estrategias y formación, tomó Goma en
noviembre de 2012. Esta importante ciudad del este del Congo es fundamental
para el tránsito de materias primas hacia el exterior.
Una guerra eterna que
busca un final
La ex colonia belga se
independizó en 1960 de la mano del dirigente del Movimiento Nacional Congoleño,
Patrice Lumumba. En 1971 el país pasó a denominarse Zaire liderado por Mobutu,
quien nacionalizó las propiedades agrarias y estableció relaciones con la Unión
Soviética y China. En 1996 comenzó la primera guerra en la región de los Grandes
Lagos. La ofensiva de los tutsis desde Ruanda, liderados por Laurent
Kabila, mandó al exilio a Mobutu. El nuevo líder cambió nuevamente el nombre
del país a República Democrática del Congo, ordenando la retirada de las tropas
ruandesas que colaboraron con su ataque. Eso generó un nuevo enfrentamiento que
dejó el saldo de más de 4 millones de muertos. En el 2002 luego de la muerte del
líder Kabila y la firma del tratado de paz con Ruanda y Uganda, asumió Joseph
Kabila, democráticamente electo en 2006.
El conflicto en el Congo ha sido el más
mortífero luego de la Segunda Guerra Mundial. El acuerdo alcanzado en estos
días parece ser un principio para un firme compromiso de alcanzar la paz en
la región. Hay esperanza que se ingrese en un nuevo capítulo en la historia del
centro de África. Dos son las claves de la situación en el Congo, una lucha
étnica y un tema económico. El problema en la frontera de Ruanda es la
acusación por parte de los rebeldes tutsis del M23, de que el gobierno del Congo
esconde a los genocidas hutus. Mientras que el conflicto económico se centra en la explotación de los minerales y el precio de las materias primas, donde entran los
intereses de los países vecinos como Ruanda. El acuerdo entre los países es un comienzo ya que apunta a dejar sin apoyo logístico a los grupos rebeldes. El próximo paso deberá ser incluir a estos en la mesa de negociación.
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