viernes, 18 de octubre de 2013

El retorno del nacionalismo ruso

La muerte de un joven moscovita a manos de un inmigrante desató una ola de protestas y la salida a la calle de ultranacionalistas rusos que exigen cambios en la política migratoria. Más allá del hecho puntual, el asesinato revivió cuestiones intrínsecas de Rusia tales como el desafío demográfico, la retórica nacionalista y la marginación de aquellos que provienen de ex estados de la Unión Soviética. 
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Días atrás los grupos ultranacionalistas opuestos a la inmigración salieron a las calles de Moscú con sed de venganza por la muerte de un joven local en el barrio Biriuliovo. Acompañados en este caso por ciudadanos comunes, que en el último tiempo relacionan sus problemas con los extranjeros, desataron violentos enfrentamientos con la Policía, luego de quemar comercios y destrozar mercados donde trabajan inmigrantes de Asia Central y el Cáucaso. La jornada terminó con 380 detenidos, la mayoría liberados al día siguiente.

Las autoridades respondieron rápidamente para calmar la ira de los manifestantes. Arrestaron a un hombre de origen azerbaiyano, presunto autor del crimen, y organizaron una redada masiva, deteniendo alrededor de 1200 extranjeros en el suroeste de Moscú con el objetivo de chequear si los trabajadores estaban en regla. Se estima que en la capital rusa residen 300.000 ilegales de estados post soviéticos, principalmente tayikos y uzbecos, que trabajan en la construcción o en mercados y a los cuales se los acusa de estar relacionados con el crimen organizado o de imponer sus leyes en el barrio.

Una situación similar ocurrió en 2010 cuando la muerte de un joven ruso derivó en una reyerta con individuos del Cáucaso. Las manifestaciones nacionalistas terminaron en una batalla campal, en un país que no se caracteriza por masivas protestas callejeras. La situación este año pudo agravarse tras la celebración del Aid de los musulmanes, que congregó 60.000 fieles en Moscú causando un dolor de cabeza para las autoridades. Sin embargo el evento transcurrió con normalidad, aunque aparecieron provocaciones vía Internet. Salvo raras excepciones los musulmanes, que son un 20% de la población, han convivido de forma pacífica con los eslavos en Moscú.

La política migratoria y el desafío demográfico

En Rusia, un país de 142 millones de personas, las encuestas aseguran que el 58% se identifica con la consigna expresada por los ultras: “Rusia para los rusos”. Pese a ello actualmente viven en la nación alrededor de 11 millones de extranjeros. Muchos de ellos son utilizados como chivo expiatorio con respecto a los problemas actuales y deben resistir los desfiles de grupos xenófobos que reclaman mayor proyección al pueblo ruso y condenan la invasión de los “negros”, como les denominan. Sin embargo si bien se quejan de que los extranjeros acceden a trabajos por menos precio y se los quitan a los locales, la realidad es que también ocupan oficios que los rusos no quieren realizar.

La política migratoria del gobierno es fundamental para evitar capítulos como los que se sucedieron esta última semana. En este 2013 se estima que llegaron 1.5 millones de inmigrantes, de los cuales 2/3 consiguieron permiso de trabajo y 13.500 fueron expulsados del país. Actualmente el 84% de la población requiere un régimen más severo contra la inmigración, sin embargo Moscú se encuentra ante el problema de frenar la llegada de trabajadores extranjeros y el desafío demográfico de tener escasez de población en un territorio enorme.

El problema no es solo si llegan sino la forma que se adaptan una vez en territorio ruso. En Rusia ocurre una situación similar a la que ocurrió hace meses en Suecia o Francia en donde no aparecen relaciones aceptables entre locales e inmigrantes. La marginación, fruto de los errores en política migratoria, implica que las poblaciones vivan separadas y que los extranjeros participen en las actividades comerciales pero no en la vida social. Se ven pocas parejas mixtas y poseen alternativas de ocio distintas, lo cual causa que ante los hechos acaecidos la Federación de Inmigrantes inste a su gente a no acudir a lugares públicos para evitar problemas.

Las raíces contemporáneas del nacionalismo ruso se pueden encontrar tras la caída de la Unión Soviética. Este camino de reconstrucción patriótica se acentuó en la era Putin a partir de 1999. La misma tuvo una amplia aceptación e incluyó el capítulo sangriento de la Guerra de Chechenia. El gobierno de Putin, apoyado en una retórica nacionalista, le dio un crecimiento económico importante al país bajo el control de las materias primas con un régimen que dificultó en todo momento el crecimiento de la oposición.


En materia de política migratoria las señales han sido dispares. La Policía prefiere enfrentar a las minorías étnicas en vez de a los nacionalistas. Sin embargo desde la Alcaldía de Moscú se dejó en claro que la ciudad ha sido y es multicultural. El gobierno dio por cerrado este conflicto del que no se quieren secuelas, sin embargo sería bueno descubrir si estamos ante un brote de nacionalismo o un hecho aislado. Seguramente se convierta en un tema importante de la agenda interna de Putin que deberá tomar posiciones rápidamente para no perder el control y evitar los problemas raciales en las ciudades.  

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