miércoles, 2 de abril de 2014

Luz verde para la conducción autoritaria

Las elecciones municipales en Turquía dan un nuevo empujón a Recep Tayyip Erdogan, personaje muy disminuido en los últimos tiempos. La represión a las protestas sociales en julio del año pasado, los casos de corrupción y el control sobre internet, son claras muestras de la deriva autoritaria del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). El triunfo en las urnas de la agrupación del primer ministro le da el aire que necesitaba para continuar en el poder. 
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Erdogan es el primer ministro de Turquía desde 2003, liderando un partido conservador nacionalista de centro derecha. Ex alcalde de Estambul, puesto en el que se consolidó como político, alcanzó una alta popularidad en los primeros años de gobierno gracias a la bonanza económica. Durante su administración triplicó la renta per cápita con un crecimiento que por momentos llegó al 9%. El acercamiento a Europa, negociando un tratado de adhesión desde 2005, es otro de los puntos a favor. Esta situación le permitió ganar tres elecciones legislativas consecutivas con mayorías absolutas, las últimas en 2011 con 50% de los votos.

Las complicaciones para Erdogan comenzaron en junio de 2013 cuando en una situación inesperada se produjeron protestas callejeras por la demolición del parque de Gezi en el centro de Estambul. La polarización creció en un país en donde las huelgas no están permitidas. Los detractores del primer ministro reclamaron y expresaron su descontento por la supuesta agenda oculta islamista así como la necesidad de cambios democráticos. La polarización trajo como consecuencia divisiones en el gobierno, principalmente el apartamiento del Movimiento Islámico Hizmet, la cofradía del imán Fethula Gulen, exiliado en Estados Unidos.

Los últimos sucesos que complicaron a Erdogan pasan por casos de corrupción. En el último tiempo 80 personas fueron detenidas, entre ellas familiares directos de ministros, lo cual generó cambios necesarios en el gobierno. Empresas opositoras castigadas y periodistas detenidos son algunas de las muestras de esta deriva autoritaria de Erdogan, que aumentó en febrero con el control sobre Internet por parte del Ejecutivo. Las autoridades bloquearon Twitter y Youtube por las filtraciones de una importante reunión de seguridad que supuestamente amenazaba la seguridad nacional.

Impulso de cara a las presidenciales

En esta ola de críticas, por el creciente autoritarismo, se realizaron las elecciones municipales. Por cómo se vivió en los medios y las declaraciones de Erdogan en la campaña, los comicios eran una especie de referéndum para el primer ministro. El mandatario había asegurado que si no obtenía un buen resultado se alejaría de la política. Los resultados nuevamente fueron bastante aceptables para Erdogan, ya que se había marcado el listón de los comicios locales anteriores, el cual superó ampliamente. Por lo tanto los comicios se los puede considerar como un voto de confianza para el primer ministro.

Un 46% de los votos, seis puntos más que en 2009, para el AKP así como la adjudicación de las alcaldías de Ankara y Estambul, ciudades que gobiernan hace dos décadas, le dan una victoria al oficialismo por encima de la oposición. En segundo lugar terminó el Partido Republicano del Pueblo (CHP), socialdemócrata, que acusa a Erdogan de llevar al país hacia una dictadura. Esta formación laica obtuvo un 28%, se apoderó del ayuntamiento de Esmirna y declaró que impugnará los resultados por fraude. El Movimiento para la Acción Nacionalista alcanzó un 15% de los sufragios mientras que el nacionalista kurdo (Partido de la paz y democracia) tuvo un 4% de las preferencias.

La victoria de Erdogan seguramente le permitirá cumplir con su objetivo de gobernar hasta 2023, cuando se cumpla el centenario del Estado turco. Su mandato como primer ministro concluye en julio de 2015 y según los estatutos de su partido no podrá presentarse por 4ª vez. Sin embargo quizás sea candidato el próximo 10 de agosto cuando se elija el sucesor del actual presidente Abdula Gul, primera elección que será por sufragio universal y directo. Si bien la figura del primer ministro continúa siendo la más importante, cambios en la Constitución le permitirían a Erdogan hacerse fuerte desde la jefatura de estado. Claramente ganó pese a últimos sucesos negativos para su gobierno pero si continúa administrando con este estilo autoritario no demorarán en aparecer nuevamente las protestas callejeras.



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