El miércoles
7 de mayo el Congreso Nacional Africano (ANC), partido gobernante, ganó
nuevamente las elecciones en Sudáfrica. La agrupación fundada por el fallecido
Nelson Mandela obtuvo una victoria que le permite mantenerse en el poder. A
pesar de los cuestionamientos al líder actual, Jacob Zuma, la fuerza de quienes
terminaron con el régimen Apartheid es y continuará siendo preponderante.
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El ANC obtuvo el 62% de los votos en las elecciones
generales, lo que le permite colocar 249 diputados en la Asamblea Nacional,
compuesta por 400 representantes. Si bien los liderados por el actual
presidente Jacob Zuma tuvieron una caída del apoyo de tres puntos porcentuales
con respecto a 2009, el mandatario tomará nuevamente posesión el 24 de mayo por
cinco años más. El ANC se encuentra en el poder desde que finalizó el régimen
de segregación racial en 1994, ganando las cinco elecciones que se disputaron
desde aquel entonces. El aumento generado en los comicios de la década del 2000
(69% y 65%) cae al mismo número que obtuvo Mandela cuando se convirtió en
presidente.
El principal partido de oposición, Alianza
Democrática, creció seis puntos con respecto a la elección anterior, obteniendo
ahora un apoyo del 22%. La agrupación de Helen Zille es concebida como el de la
minoría blanca, aunque ha tenido un aumento de votantes negros. La novedad fue
el ingreso de un nuevo partido al Parlamento. Los Luchadores por la Libertad
Económica, que pregonan la nacionalización de los sectores estratégicos y la
redistribución de la tierra, consiguieron un 6% de las preferencias. Este
partido populista de izquierda radical es liderado por Julius Malema, ex
miembro de las juventudes del ACN.
La jornada electoral transito de forma pacífica con
escasas protestas en algunas zonas del país. La participación alcanzó un 73% de
los habilitados para votar lo cual marca un récord aunque vale destacar que
muchos potenciales votantes no fueron a registrase, no figurando en el padrón.
Además de los comicios generales se realizaron elecciones locales. El
oficialismo mantuvo la región de Gauteng, motor económico del país y conservó 8
de las 9 provincias. En cambio la Alianza Democrática continúa gobernando en su
feudo del cabo occidental (Ciudad del Cabo) con Zille como primera ministra.
El legado como fortaleza
Algunos medios preveían elecciones reñidas y tenían
algunos fundamentos para pensarlo. La mayor causa obviamente son los escándalos
de corrupción que azotan al gobierno. Uno de los últimos casos de abuso de
poder fue la polémica reforma en una de las residencias de Zuma, que rondó los
16 millones de euros. El bajo crecimiento económico de los últimos años marcó
un elevado desempleo y un descontento social, principalmente en los antiguos
guetos, barrios en donde la población vive sin luz ni agua, cansados de
promesas incumplidas. La pésima situación en la educación también influye de
manera negativa.
La desigualdad social y la imposibilidad de reducir
la brecha entre ricos y pobres se suma al conflicto laboral que mantiene
paralizadas las minas de platino. La matanza de Marikana en 2012 cuando
fallecieron 34 mineros por disparos policiales es otro de los debes del
gobierno de Zuma. El mandatario intenta defenderse con los logros democráticos
del partido y los momentos de crecimiento económico que colocó a Sudáfrica en
el privilegiado grupo de los BRICS, aunque el lugar de primera potencia
económica africana está siendo ahora peleado por Nigeria. La muerte de Mandela
terminó afectando positivamente para el oficialismo en la campaña, sin dudas los
liderados por Zuma tienen mejores cosas para mostrar del pasado que del
presente.
Se suele afirmar que los gobiernos tienen una luna
de miel con el electorado en los primeros años de administración. Cuando un
régimen anterior duro cae, como pasó con el Apartheid, el espacio político se
vuelca ampliamente y la luna de miel se amplía. Los 20 años en el poder del ANC
causan obviamente una estabilidad negativa en el partido y se hace obvia la
necesidad de una reforma para combatir la corrupción. La oposición, si bien puede
ser renovadora, la marca del pasado no le permitirá gobernar en el corto plazo.
Que los sudafricanos afirmen que votan por los colores verde y amarillo del ANC
y no por Zuma, me hace pensar que el oficialismo se mantendrá en el poder un
tiempo más.
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