A menos de un mes para la segunda
vuelta, el candidato oficialista Jhonny Araya anunció que se aparta de la
campaña electoral. La decisión del postulante por el oficialista Partido de
Liberación Nacional (PLN) sacude la política costarricense. En un escenario
poco común, Luis Guillermo Solís se convertirá el próximo 6 de abril en el
nuevo presidente de Costa Rica.
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Araya, ex alcalde de San José durante
22 años, finalizó segundo en la contienda del 2 de febrero, con un punto menos
(29%) que el candidato más votado. Este ingeniero agrónomo, perteneciente a una
familia de trayectoria política, intentó distanciarse de la presidenta saliente
Laura Chinchilla, bastante impopular en los últimos tiempos. Sin embargo el
descreimiento de la población por el PLN y las bajas cifras de aprobación del
gobierno complicaron su candidatura. Son estas algunas de las causas que
llevaron a Araya a tomar esta controversial decisión. La gota que derramó el
vaso fueron los resultados de la última encuesta de la Universidad de Costa
Rica que le dio un 20% de las preferencias a Araya y un 62% a su contrincante.
No presentarse a la segunda vuelta
puede tomarse como una estrategia partidista de una agrupación que lleva ocho
años en el poder tras los gobiernos de Oscar Arias (2006-2010) y Laura
Chinchilla (2010-2014). Araya se despide de estas elecciones prometiendo
devolver al partido a sus raíces socialdemócratas. El candidato da un paso
hacia atrás para dar dos hacia adelante en el futuro. Considerando la mala
votación en primera vuelta y que las encuestas lo dan sumergido, Araya prefirió
retirarse de la contienda antes que inmiscuir al partido en otro gran fracaso.
Si bien el Tribunal Supremo de Elecciones aseguró que la papeleta del PLN
estará en la mesa de votación, es innegable que la retirada del candidato
afecta el proceso electoral.
Sus más cercanos colaboradores e
incluso el propio Araya sostienen que la decisión es el fiel reflejo de una
madurez política y el intento de colaborar con el futuro gobierno. Esta
aseveración puede tener algo de cierto en el sentido que el gobierno del PAC
que asumirá no presenta tantas diferencias con el PLN. Pero también están
aquellos que aseguran que es una estrategia para darle una vuelta de tuerca a
la segunda vuelta y mejorar su votación, algo que parece poco probable.
Solís y el cambio de estrategia
Luis Guillermo Solís, historiador y
profesor universitario, fue el candidato más votado en primera vuelta con un
30%. Este ex dirigente del PLN renunció a la agrupación años atrás denunciando
irregularidades en las internas y se unió al Partido Acción Ciudadana (PAC),
principal grupo opositor. Solís fue la sorpresa en los comicios, un fenómeno
que los analistas denominaron el “tsunami ciudadano”. El candidato prometió
rescatar la socialdemocracia en base a un programa de gobierno que apunta a
disminuir la desigualdad, acabar con la pobreza extrema y combatir la corrupción.
Uno de los dos factores importantes con
respecto a la legitimidad con la que asume un presidente es el porcentaje de
votos obtenidos y el nivel de convocatoria de las elecciones. Con el
apartamiento de Araya, Solís necesitará convencer a la ciudadanía de salir a
votar para poder fortalecerse y no asumir un gobierno debilitado desde un
primer momento. A pesar de que con el sistema de segunda vuelta se
intenta formar una mayoría fabricada, el porcentaje de abstención es clave para
el futuro del nuevo mandatario. Recordamos que en la primera vuelta participó
un 69% de los convocados, siendo este el peor nivel desde los años noventa.
Solís cambiará la estrategia de campaña
en este último mes al no tener que confrontar con otro candidato. Seguramente adelantará
nombres del gabinete y llamará a sus votantes a concurrir a las urnas para así
lograr un buen porcentaje que lo fortalezca, considerando además que deberá
lidiar con un parlamento unicameral de 57 diputados fraccionado en nueve
partidos y con sólo 13 escaños del Partido Acción Ciudadana.
A diferencia de las elecciones del
2010, en las cuales Chinchilla venció en primera ronda con un 20% de ventaja
con respecto al segundo contendiente y obtuvo 24 de los 57 escaños, Solís no
comenzará con tanto aire. Sin embargo esto no supone complicaciones ya que no
siempre la teoría se transforma en realidad. Chinchilla comenzó con viento a
favor y dejará el gobierno con una baja popularidad que supo caer hasta un 9%
en julio del año pasado. Pero si queda claro que el porcentaje que obtenga
Solís en la segunda vuelta marcará la fuerza del candidato.
Con Solís no se esperan demasiados
cambios en esta democracia estable y una de las economías más desarrolladas de
América Latina. Aunque se presentaron 13 partidos políticos en primera vuelta,
la población no ve muchas diferencias entre las distintas opciones y no posee
incentivos para concurrir a las urnas. La máxima que dice que si la economía va
bien la población no presta tanta atención a la política, parece confirmarse en
este ciclo electoral costarricense.
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