miércoles, 2 de septiembre de 2009

Quién ganó y quién perdió en Bariloche


Como decíamos en el artículo anterior, el viernes 28 de agosto se celebró en Argentina una cumbre extraordinaria de la UNASUR con el objetivo de debatir sobre la presencia militar estadounidense en tierras colombianas. El hecho de que todos los presidentes sudamericanos concurrieran le brindó a la reunión un valor importante ya que dejó en claro la importancia del tema. Sin lugar a dudas las tres posiciones que establecíamos anteriormente a la cumbre se ratificaron en los discursos que cada uno de los presidentes expresó en Bariloche.

El “grupo opositor” al acuerdo Bogota – Washington presentó al presidente boliviano, Evo Morales, como el mandatario con el discurso más duro que insistió, hasta último momento, con incluir en la declaración una condena al acuerdo. En ese sentido, Chávez volvió a apelar a la palabra guerra para sembrar terror sobre la alianza y aprovechó para criticar nuevamente a Estados Unidos por sus planes militares en el continente. El líder ecuatoriano Correa, presidente pro tempore del organismo, pidió explicaciones a Obama y declaró que la presencia militar norteamericana “afecta la estabilidad en la región y constituye un grave peligro para la paz”. Los países que tuvieron una posición moderada fueron Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile; cada uno de ellos puso énfasis en diversos aspectos. Lula pidió invitar al presidente norteamericano para debatir el tema y pedirle garantías de que las tropas no operen fuera de territorio colombiano. Vázquez se manifestó en contra de la presencia militar extranjera pero afirmó respetar la soberanía de los Estados y la no intervención en asuntos internos. Por su parte, Fernando Lugo pidió transparencia a Uribe para conocer de forma detallada el acuerdo y comprender su alcance. Por último, Bachelet manifestó su preocupación por el tema y dio su apoyo a la convocatoria al Consejo de Defensa de la Unasur. Mientras tanto la anfitriona, Cristina Fernandéz, en su afán de presentarse como moderadora de la reunión y obtener cierto protagonismo, manifestó su desacuerdo e incitó a adoptar una doctrina uniforme para evitar decisiones unilaterales que perturben la paz. Alan García, presidente de Perú, solicitó a Uribe la explicación del acuerdo y especificó que si el mismo sólo se limita a territorio colombiano, el tratado no presenta ninguna amenaza para el resto de los países. Recordamos que dentro de Sudamérica, Perú es junto a Colombia los únicos países que poseen gobiernos caracterizados como de derecha y su presidente ha sido, en estos últimos meses, un defensor de la política exterior colombiana.


La declaración final de la cumbre no adoptó una decisión sobre la presencia militar de Estados Unidos en Colombia, algo que se puede observar como una victoria del presidente Uribe. El texto buscó construir un compromiso mutuo de defensa y de paz, rechazando el uso de la fuerza contra otro Estado. Además, los presidentes acordaron convocar al Consejo de Defensa de Unasur para analizar la estrategia militar norteamericana en la región. Considerando que Brasil y su presidente Lula fue el gran impulsor de este organismo se puede entender como un triunfo la posición brasileña mantenida en la reunión. Entonces cuando nos preguntamos quién ganó y quién perdió el viernes pasado, la respuesta es más que clara. Uribe logró su propósito de no recibir una condena explícita de sus colegas, mientras que Lula se afianza como líder de la región al ser el principal puente de diálogo con Estados Unidos y al ponerle freno a las propuestas radicales de Chávez, Morales y Correa. En definitiva, triunfó la cordura y no los discursos retóricos ni las posiciones radicales, a las que muchos temen o quieren que, aquellos que no están debidamente informados, le teman.

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