En el artículo
denominado “El nuevo mundo de Asia Central” analizamos en términos económicos a
las cinco repúblicas de la región: Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán,
Turkmenistán y Uzbekistán. Llegamos a la conclusión que tiene un valor
estratégico en el comercio mundial por ser una zona de tránsito de mercancías
entre Europa y Asia Oriental. A futuro, cuando la infraestructura permita una
mejor y más rápida circulación de los productos, su potencial se verá ampliado
por la importancia de sus riquezas naturales. Los polos de poder que tienen
grandes intereses económicos en Asia Central son tres: China, a través de los
acuerdos comerciales; Rusia, que busca mantener la influencia económica
histórica; y la Unión Europea, que considera a estos países como nuevos
proveedores.
En este artículo
nos proponemos desarrollar la política actual de las distintas naciones para
comprender qué intereses encuentran allí los actores exteriores. La historia en
común de las repúblicas, los líderes de la ex Unión Soviética, la reelección
permanente, la presencia de movimientos musulmanes y las revueltas suscitadas,
son aspectos que debemos conocer previamente. El retiro de las tropas aliadas
de Afganistán, previsto para 2014, generará un vació de poder en Asia Central
que será disputa de Rusia, China y Estados Unidos. El dominio, simpatía o buena
relación con los gobiernos de las ex repúblicas soviéticas será clave para
permanecer en una región peligrosa, amenazada principalmente por el terrorismo islámico.
Países con
una historia política común
La independencia de
Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán se alcanzó hace 20
años de la misma manera. Su evolución política tiene muchos aspectos en común
ya que los países siguieron siendo dominados por aquellos que lideraban las
naciones bajo la órbita de la URSS. El autoritarismo conlleva a una permanencia
en el poder de figuras conocidas.
Kazajstán proclamó la independencia con Nursultán Nazarbáyev en el
poder. El líder desde la era comunista consiguió a través de una reforma
constitucional su postulación consecutiva y gobernará al país por varios años
más. La sospecha de asesinatos a opositores y los cuestionamientos a la
transparencia de las elecciones por parte de la Organización para la Seguridad
y la Cooperación en Europa (organismo que el país presidió en 2010, con la
promesa de transformaciones democráticas), marcan algunas características de
sus mandatos. Por otro lado, China ha considerado justos y transparentes a los
distintos comicios.
En Uzbekistán, Islam
Karimov asumió el liderazgo en 1989. Con el triunfo en las
distintas elecciones y a través de los referéndums realizados, el poder
continuó en manos de los sectores comunistas. En 2001, cuando Estados Unidos
apareció como un defensor frente a los movimientos islámicos de la frontera con
Afganistán, se acercó políticamente a Washington. Años más tarde, ante las
presiones para las reformas democráticas, volvió a la influencia rusa.
Actualmente Karimov, nervioso por el futuro de la zona sin las tropas
norteamericanas, parece haber retomado un buen trato con la Casa Blanca. Para
acentuar la buena relación, Estados Unidos levantó la prohibición de prestarle
ayuda militar, dejando de lado la preocupación por los Derechos Humanos.
En Turkmenistán,
Saparmurat Niyázov, electo en 1991 con una nueva constitución
presidencialista, fue el dictador más extravagante de la región. Su
régimen, centrado en el culto a la personalidad y el más cerrado de la zona, se
prorrogó hasta su muerte en 2006. Las “elecciones multipartidistas” se
realizaron en 2007 y dieron como vencedor al vice primer ministro de Niyázov,
Gurbanguli Berdimuhamedow. El sucesor ha ido desechando ciertos aspectos
absurdos de la conducción anterior, abriéndose un poco más al mundo. En materia
de política exterior ha mostrado una neutralidad en todo momento, tanto con
China, Rusia como Estados Unidos.
Tayikistán fue victima de una guerra civil entre 1992 y 1997 entre herederos
del sistema soviético pre independencia y grupos islámicos. Emomali Rajmonov
fue electo en 1994 y logró cierta estabilidad con apoyo ruso. En el 2000 renovó
su mandato y reformó la constitución para permitir su reelección. Hasta hoy en
día continúan ciertos conflictos aislados, principalmente en la zona de Pamir,
en donde el gobierno busca ejercer su autoridad militar. Actualmente, el país
que posee una frontera sur con Afganistán y cuenta con el apoyo de occidente,
Rusia y China, tiene una precaria estabilidad institucional.
Askar Akaev fue quien lideró la jefatura del Estado cuando Kirguistán
logró su independencia. En 1996 incrementó los poderes presidenciales
pero diez años después, el fraude en las elecciones provocó la “Revolución de
los Tulipanes” que obligó al mandatario Akaev a dejar el país. El opositor Kurmambek Bakiev
(cercano a Moscú) asumió tras ganar los comicios y fue reelecto en 2009, aunque
los resultados fueron cuestionados por observadores occidentales. La famosa
revuelta de Osh en abril de 2010, en contra del gobierno de Bakiev, derivó en
su exilio y en el liderazgo provisional de Rosa Otunbaeva (inmediatamente
reconocida por Estados Unidos). Los conflictos entre kirguises y uzbekos
en el sur generan inestabilidad en el pequeño país que tiene actualmente a
Almazbek Atambayev como presidente.
Importancia
estratégica en la nueva era: Occidente, Rusia y China
Rusia, China y
Occidente (Estados Unidos y la Unión Europea) buscan influenciar en la política
a través de tratados, organizaciones o aproximaciones a los gobiernos. Ninguno
de los tres polos de poder quiere dejar librado al azar su interés político en
Asia Central.
Cuando finalizó la
Guerra Fría y los países de la Unión Soviética se independizaron se creó el
llamado “Tratado
de Seguridad Colectiva”. Convertido en organismo en 2002 para preservar
la seguridad, es integrado por Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizistán,
Rusia, Tayikistán y Uzbekistán (suspendió su participación un mes atrás). Moscú
financia la alianza con un sueño lejano de convertirla en un tratado similar a
la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN).
China ha logrado
hacerse un lugar en la región con su diplomacia económica, sin perder de vista
los objetivos militares. En junio de 2001 se fundó la Organización de
Cooperación de Shangai por seis países: China, Rusia,
Kazajstán, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán, con el objetivo de aumentar el
nivel de seguridad regional. China y Rusia, líderes por naturaleza de esta
organización, buscan coordinar intereses estratégicos y geopolíticos. A través
de dicha cooperación, Beijing busca la estabilidad de sus fronteras con
Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán, además de compartir el liderazgo en una
zona de gran influencia histórica soviética.
En setiembre de
2001 los atentados en Nueva York colocaron a Afganistán y la zona de
Asia Central como lugar clave para la geopolítica mundial. Estados Unidos y
Europa, principalmente a través de la OTAN, invadieron la región. Las fronteras
norte de Afganistán con Turkmenistán, Uzbekistán y Tajikistan, así como la
cercanía con Kirguistán, les brindaron a estos países una importancia
estratégica en términos militares. Por ello, Estados Unidos no tardó en abrir
una base aérea en Uzbekistán y en Kirguistán. El derecho para sobrevolar por
parte de Tajikistan, Turkmenistán y Kazajstán también fue clave para los
movimientos norteamericanos.
Autoritarismo
o Democracia
Al igual que ocurre
en otras zonas con predominio de gobiernos autoritarios, la corrupción y
los contrastes sociales abundan en Asia Central. El indicador de Freedom House,
que mide derechos políticos y libertades civiles, considera a Kirguistán como
un país parcialmente libre, mientras que al resto se los caracteriza como
naciones sin libertades. Las élites de estas naciones aprovechan las ganancias
de los hidrocarburos, concentrando la riqueza en un sólo sector de la sociedad,
algo muy similar a lo que ocurre con otros tiranos en distintos partes del
mundo. El recuerdo más cercano que tenemos es la primavera árabe, que aceleró
la caída de ciertos dictadores que dirigieron países durante muchos años en
base al autoritarismo y el apoyo de algunas potencias.
¿Hay intentos por
buscar la democracia en Asia Central? ¿De dónde provienen o deberían provenir?
¿A quién le conviene? Queda claro que las potencias buscan aliados y poco parece
importarles el tipo de gobierno que prime. La hegemonía tradicional rusa
y los intentos de liderazgo chinos no parecen brindarles una salida democrática
a dichos países. En cambio, la búsqueda de acercarse a Europa por términos
económicos puede suscitar reformas a favor de la democracia. Las alianzas con
Estados Unidos por el futuro militar de la región puede ser otra esperanza,
aunque habrá que ver cuál es el planteo norteamericano: avanzar en Derechos
Humanos o asegurarse gobiernos afines para lograr estabilidad en las fronteras
con Afganistán. La experiencia indica que si lo consideran necesario para
cumplir sus objetivos, las potencias favorecen regímenes autoritarios. Sin
embargo, cuando la población reacciona ante sus propios líderes, la historia
cambia.
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