lunes, 20 de mayo de 2013

Salafistas jaqueados

El gobierno de Túnez continúa enfrentando a los extremistas
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El domingo se produjeron violentos enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad tunecinas y miles de salafistas de la agrupación Ansar Al Sharia. El saldo del evento fue el de un manifestante muerto, decenas de heridos y más de 200 detenidos. Los insurgentes protestaban en la capital porque el gobierno evitó la realización del tercer congreso del partido. El evento se iba a celebrar en la ciudad de Qairauan pero la Policía bloqueó las vías de acceso, por lo que se aplazó el evento para el día 26 de mayo.
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La dirección del grupo yihadista Ansar Al Sharia solicitó a sus militantes que no acudan a la histórica ciudad de Qairauan, ubicada a 160 kilómetros de la capital, ya que la misma iba a estar blindada por las fuerzas de seguridad. El Ministro del Interior explicó que la prohibición de la congregación fue para mantener el orden e impedir los excesos de propagación de consignas racistas. El evento se pospuso para cursar los trámites correspondientes pero se convocó a los seguidores al barrio Etadamen de la capital. Allí los manifestantes atacaron una comisaría con la intención de incendiarla, lanzando piedras y cócteles molotov. Armados con palos y agitando sus banderas negras, agredieron a vecinos, periodistas y fotógrafos, concentrados en las inmediaciones de la mezquita Okda Ben Nafaa. Para controlarlos y dispersar a los manifestantes, la Policía lanzó gases lacrimógenos y solicitó refuerzos, que incluyó un helicóptero que sobrevoló la zona. 

El congreso anual de este grupo partidario de Al Qaeda preveía la reunión de 400.000 simpatizantes, lo cual alarmó al gobierno. El partido en el poder, el islamista moderado Ennahda, advirtió a los líderes de Ansar Al Sharia que no entren en conflicto con las instituciones. La respuesta por parte del líder de los salafistas, Saif Ala Benahsine, fue la acusación al gobierno de tiránico por prohibir manifestaciones. Tras la insinuación del primer ministro, Ali Larayedh, de que los salafistas introducían armas de forma ilegal, el líder de la organización amenazó con derrocar al mandatario. El gobierno detuvo en las últimas semanas a varios sospechosos de trabajar para Al Qaeda en las proximidades de la frontera con Argelia. Benahsine, encarcelado de 2003 hasta 2011, combatió en Afganistán junto a los liderados por Osama Bin Laden. Además es sospechoso de incitar un ataque a la embajada de Estados Unidos, en el contexto de una manifestación contra un video islamofobo en setiembre del año pasado.  

Ennahda busca un punto intermedio

Desde la caída de la dictadura de Ben Alí en diciembre de 2010, islamistas y laicos luchan por el poder. Aquel recordado momento en que un joven se prendió fuego para expresar su descontento con la situación social, dio inicio a la Primavera Árabe. Las elecciones legislativas de octubre de 2012 las ganó el partido islámico moderado Ennahda, acordando un gobierno tripartito. En febrero de este año, el asesinato de un líder opositor, Chukri Belaid, derivó en una crisis política y en la acusación a los salafistas de las Ligas para la Protección de la Revolución por el hecho. El primer ministro de aquel momento, Hamadi Yebali, tuvo que renunciar al no lograr tranquilizar la situación, ni poder formar un gobierno tecnócrata. Asumió Ali Larayedh hasta los comicios de fin de este año, con el apoyo de dos partidos laicos. La situación derivó en una política de aceptación del alcohol, la no imposición del velo y la no consideración de la Sharia como base de la legislación. Cabe recordar que durante décadas, Túnez fue el país más secular del mundo árabe.   

La religión y su influencia en el gobierno es un tema muy polémico desde 2011. El partido Ennahda fue acusado de ser permisivo con los grupos salafistas. A finales de abril endureció su posición debido a que fueron colocadas minas en zonas fronterizas que hirieron a militares. Los extremistas opuestos al gobierno intentan imponer su visión suní del Islam. Además cuentan con el apoyo del movimiento Al Qaeda en el Magreb Islámico, que hizo un llamamiento a los militantes a no ceder ante las provocaciones de las autoridades. Luego de la revolución Ennahda surgió como un partido cercano al islamismo pero las  acciones de las alas radicales lo empujaron hacia las agrupaciones seculares.  El gobierno trata de alejarse de los extremistas, principalmente por el asesinato de Belaid y el descontento de los salafistas, para mantener la calma en un país azotado por conflictos sociales, pobreza y una crisis política de la que nunca salió. 

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