La decisión de adelantar para el 28 de Junio
las elecciones legislativas previstas para finales de octubre fue la primera de
una serie de iniciativas polémicas que la presidenta argentina, Cristina
Fernández de Kirchner, ha propuesto en estos últimos tiempos. Aludiendo a la
impactante crisis que azotó al mundo, la mandataria, con el claro objetivo de
evitar que las consecuencias económicas influyan en las opiniones de los votantes,
propuso en marzo de este año adelantar la renovación del Poder Legislativo.
Los comicios, que renovaban un tercio del
Senado y la mitad de los escaños en la Cámara de Diputados, le dieron un duro
golpe al oficialismo. El objetivo de no perder votantes, fruto de las posibles
consecuencias de la crisis financiera internacional, parece no haberse
cumplido. Las elecciones ponían a prueba y de cierta forma plebiscitaban un
gobierno que no gozaba de una gran popularidad. El “Frente para la
Victoria” no logró consolidar mayorías en el Congreso, teniendo un duro desafío
de gobernabilidad para el tiempo que resta hasta la nueva elección presidencial
en 2011. Con un nuevo Congreso electo pero que no entrará en funciones hasta
diciembre, los Kirchner corren una carrera contrarreloj para poder consolidar
su estadía en el poder.
Ley de Medios
Luego de los resultados electorales el
oficialismo presentó dos proyectos de un peso importante para el futuro
democrático y liberal del país. La primera iniciativa fue el proyecto para
modificar la ley 22.285 sancionada durante el régimen de facto y que, según el
oficialismo, favorecía la concentración en pocas manos de los medios
audiovisuales. En los primeros días de octubre el oficialismo abrochaba una
gran victoria al ser aprobada en el Senado, con 44 votos a favor, la nueva
"Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual". La misma posee como
principales objetivos, según lo que se expresó desde Presidencia,
desmonopolizar el mercado y adecuar la legislación a las nuevas tecnologías.
Esta nueva norma dividió el espacio radioeléctrico en tres segmentos claramente
distinguibles como lo son: el Estado, el sector privado y organizaciones sin
fines de lucro con la finalidad de brindar una mayor pluralidad de voces.
Una de las principales características de esta
reforma fue el establecimiento de un límite en la cantidad de licencias de
radio o de televisión que una misma empresa pueda poseer. Además, la
participación del Estado crecería a través de su intervención dentro de la
Autoridad Federal de Servicios de Comunicación, al tener miembros designados
directamente por el Poder Ejecutivo. Este organismo es el encargado de otorgar
licencias o declararlas caducas, así como de sancionar en el caso de que
existan violaciones a las normas. Quizás no todas las novedades de esta ley
sean aspectos controversiales ya que se pueden observar iniciativas destacables
como ser el establecimiento de pautas mínimas de producción nacional.
Reforma política
El miércoles pasado la mandataria presentó,
con la ausencia de la oposición, un proyecto de ley de reforma política; la
misma se envió al Congreso para su discusión buscando apresurar su aprobación
antes del recambio legislativo. La iniciativa del oficialismo propone un nuevo
sistema de elecciones incluyendo comicios primarios con carácter obligatorio
para los partidos, con el objetivo de darle mayor participación a la ciudadanía
en la elección de los futuros candidatos a cargos nacionales. A este proceso le
denominaron “democratización de los partidos”. De dicha manera los Kirchner
buscan consolidar un sistema de partidos fuertes y asemejarse al sistema
uruguayo al que catalogaron como “fantástico”.
Otro punto medular de la reforma es lo
referente al financiamiento de los partidos políticos. Según el proyecto
presentado el Estado sería el encargado de otorgar distintos espacios para
publicidad, ya sea en radio o en televisión. El objetivo, según las propias
palabras de la presidenta, es garantizar la igualdad en los espacios
audiovisuales para todos los partidos políticos, algo similar a lo que
ocurre en Chile. De esta manera se prohibirá el financiamiento privado, lo que
la oposición observa como un intento de frenar a Francisco de Narváez,
quien se apoyó en una gran campaña mediática en las elecciones anteriores. Se
suman a estas dos grandes piezas de la reforma aspectos como la creación de un
único padrón electoral y la prohibición de la participación en las elecciones
generales a aquellos partidos que no logren una mínima participación de 3% en
las primarias. La propuesta se pondría en práctica a partir de las elecciones
presidenciales del 2011, cuando Néstor Kirchner seguramente buscará volver a la
presidencia.
Detrás de las reformas: prensa y elecciones
Sin lugar a dudas detrás de ambas reformas se
esconden dos grandes temas de la coyuntura política actual de Argentina: la
relación que enfrenta al Grupo Clarín con el gobierno y la futura candidatura
de Néstor Kirchner. A su vez ambas reformas tocan de cerca dos aspectos
fundamentales para un buen funcionamiento de la democracia: la libertad de
expresión y la celebración de elecciones limpias. Si bien se puede entender que
en ambos casos las reformas son necesarias, ya que se debía sustituir una ley
que fue promulgada durante la época dictatorial o corregir un sistema electoral
al que la mayoría de politólogos argentinos cataloga como caótico, debemos
entender qué aspectos hay detrás de las mismas. El apuro por aprobar temas tan
delicados, que necesitan de un consenso por parte de todos los partidos políticos,
sólo se puede concebir por el inminente recambio legislativo previsto para el
10 de diciembre.
La búsqueda de cambios en las reglas de juego
electorales y los roces con la prensa parecen alejar a los Kirchner de la
democracia, a pesar de que Cristina Fernández no se cansa de repetir que sus
reformas son para “democratizar los partidos políticos” y “democratizar la
comunicación argentina”. Quizás deberíamos preguntarle qué concepto tiene de
democracia. Lo que queda claro es que si alguna vez se ubicó a los Kirchner en
el medio de Lula y Chávez, con los últimos sucesos, los K parecen haber elegido imitar el camino
venezolano, siendo este el más peligroso para el Mercosur y para América Latina.