Hace dos semanas atrás,
los representantes de los países que componen la Unión de Naciones
Sudamericanas se reunieron en la ciudad de Quito. El motivo fue el cambio de la
presidencia pro-tempore a la que accedió el mandatario ecuatoriano Rafael
Correa. La reunión estuvo marcada por el acuerdo militar entre Colombia y
Estados Unidos que permite la presencia militar estadounidense en territorio
cafetero. Algunos presidentes latinoamericanos, principalmente los de Venezuela,
Bolivia y Ecuador, se plantaron firmes ante este convenio suscripto entre
Bogotá y Washington. Esta situación generó una gira por parte del presidente
colombiano, Álvaro Uribe, quién posee una alta popularidad en su país y se
encamina a un tercer mandato (en caso de ser aprobada la reforma
constitucional). La cumbre de la UNASUR en Quito finalizó con el ofrecimiento
de Cristina Fernández de oficiar como anfitriona para una reunión en la cual se
discuta este tema polémico y que además cuente con la presencia del mandatario
colombiano, quién no asistió a la capital ecuatoriana.
Para comprender la reunión
extraordinaria del 28 de agosto debemos entender la realidad política
sudamericana y el posicionamiento de los distintos países ante la presencia de
tropas norteamericanas en Sudamérica. El primer grupo claramente identificable
es el liderado por Hugo Chavéz, presidente de Venezuela, que critica duramente
esta alianza y califica a las bases “yanquis” como una declaración de guerra a
su revolución bolivariana. Esta visión apocalíptica del tema es respaldada
también por Ecuador y el presidente boliviano, Evo Morales. Estos tres
mandatarios serán quienes cuestionen de manera más férrea la decisión de Uribe.
Un conjunto de tres países, Uruguay, Chile y Brasil, que poseen gobiernos de
izquierda moderados, han adoptado una posición de reconocimiento de la
soberanía colombiana pero se han manifestado adversos a la presencia de tropas
extranjeras en el subcontinente. Cabe resaltar que el presidente brasilero,
Lula da Silva, buscando afianzar su liderazgo en la región, fue el impulsor del
Consejo Sudamericano de Defensa. En esta ocasión, el mandatario pretende darle
al organismo una mayor participación en el análisis de los acuerdos con países
fuera de la región. Se puede adherir a este grupo moderado, Argentina y
Paraguay, los cuales no se han definido claramente; consideramos muy difícil
ubicarlos en el grupo de izquierda radical o moderada ya que sus discursos han
ido variando y el acercamiento a uno u otro bloque se produce más por
conveniencia que por ideología. El último grupo de países que participará en la
cumbre son aquellos que denominamos de derecha, compuesto por el acusado
Colombia y el Perú de Alain Garcia, que contaran con el apoyo de Panamá y
México que son países observadores de la UNASUR. Sin lugar a dudas, Sudamérica
ha quedado partida en tres grupos de países que adoptan distintas posiciones
ante un tema tan controvertido.
Con respecto al acuerdo Estados Unidos – Colombia debemos decir que no estamos
ante un hecho nuevo, Colombia recibe en el marco del Plan Colombia (combate al
narcotráfico y al terrorismo) millones de dólares y ayuda militar por parte del
ejército norteamericano. Entonces, ¿Qué es lo nuevo? Si bien Uribe y Obama han
explicado que la utilización de las bases son para el mismo propósito, la
realidad marca que Estados Unidos, junto a su aliado Colombia, quieren comenzar
a mirar más de cerca a un personaje maniático que gobierna Venezuela hace
alrededor de diez años. Los contactos que ha tenido Chávez con países como Irán
y Rusia han prendido la señal de alerta en Washington que no parece estar
dispuesto a aceptar a un enemigo tan cerca de su territorio. En definitiva, en
Bariloche se encontrarán tres grupos de países que tendrán que negociar el
mantenimiento de la paz que caracteriza al continente desde hace alrededor de
treinta años. La misma no parece estar en peligro aunque muchos teman por el
discurso retórico que utilizan algunos mandatarios. Sin embargo, no vendría mal
abrir los ojos y empezar a seguir más de cerca los movimientos de los distintos
gobiernos sudamericanos, la pregunta que nos debemos hacer es: ¿necesitamos
ayuda extranjera para ello?